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PALABRAS PARA EL PASADO por Alejandro Lois
Ha sido algo muy agradable y sorprendente para mí recuperar el material gráfico 1993-1994 perteneciente a la U.S.S. Gurruchaga NCC-4181 y ver que equiparaba con justeza mis ganas de entonces. El afiche que Horacio López colocó en la librería especializada de Talcahuano al 400. La dotación de la Gurruchaga por aquel entonces, en donde cada uno de los tripulantes era el alter-ego diseñado por un amigo. El teniente Jean Claude Peyvon, que inauguraba una carpeta de ilustraciones que nunca se completó, y de la nave estelar. El album con los retratos de todos los tripulantes, alter-egos o de pura ficción, que llegó a tener. Los homenajes a la serie clásica que se habían deslizado adrede en él. La vista perspectivada de la Gurruchaga. Una Clase Hércules, por aquel entonces- la Clase Hércules nunca existió en los catálogos de Starfleet. Fue, más, un invento de mi parte para proteger mi ignorancia en algunos temas capitales dentro del Universo TREK-. Las ilustraciones que acompañaron a tres de sus cuatro misiones noveladas. Villakyborg (2276), Aún quedan lobos (2283), Bahía Cúspide (2286) y País Prohibido (2289).
Villakyborg, donde la Gurruchaga visitaba el planeta-máquina de los borg mucho antes de que Kirk y Picard lo hicieran en la novela STAR TREK The return de William Shatner y compañía. Incluso, según recuerdo, en esa misión aparecía Q y secuestraba al oficial que le daría su fisonomía humana. Bahía Cúspide, donde el comandante Sebastian Bussman enfrentaba sus supuestos orígenes como superhombre de Khan y Starfleet hacía lo mismo, mucho antes de la novela STAR TREK: THE NEXT GENERATION Infiltrator de Thompson.
País Prohibido, donde haciendo de pantalla histórica a las acciones de la nave de la Federación- la Yamato (de Isaac Turner. Véase STAR TREK: FINAL FRONTIER Palabras para el futuro)- venida del futuro. Perseguía a un crucero de ataque Clase Vor’Cha comandado por un general escapado de la derrota en la guerra civil klingon del siglo XXIV y era destruida completamente. El capitán de la Gurruchaga moría en una pelea a puño limpio contra el general klingon y los sobrevivientes eran depositados, por la Yamato, en un lugar distinto al de la tragedia. Esa época terminó. En parte por culpa mía. Durante muchos años no quise aceptar las palabras de Mariano al respecto. Nunca debí haber destruido a la Gurruchaga. Mi asociación con la Yamato de Isaac Turner y el lanzamiento de la Yamato-C- aún a pesar de la Energy Ribbon (Mariano sostenía que la Energy Ribbon debió de ser el fanzine de la Gurruchaga, jamás de la Yamato)- fue un error de mi parte. El Gurruchaga tenía que volver. De alguna forma. Incluso, no podía haber explicación. Ahora, el tiempo pasó y me di cuenta que estaba equivocado en algunas cosas. El nombre de la Gurruchaga vino a mi cuando no sabía muy bien que hacer con una parte de la vida. Vino a mi como un símbolo, el de las cosas que dejamos atrás. El hogar, la niñez, el amor. Cosas que guardamos en el recuerdo aunque no queramos. Cosas que también podemos recuperar si podemos y queremos. Pero que nunca volverán a ser lo mismo. Lo que obtengamos hoy, jamás será el recuerdo de ayer. Están en dos planos distintos. Separados por los días de la vida. Por vivir. En síntesis, este es mi homenaje a aquellos tiempos. Y a mi vida, también. Es mi señal de que algo creo haber aprendido. De que hoy puedo vivir mejor.
A Benjamín. Gracias. |