Ciencia Ficcion Las Cuevas Garrliost

****************************** "LAS CUEVAS GARRLIOST." CIENCIA FICCIÓN Por Alfredo Francisco Humberto Juillet Frascara. CAPÍTULOS DE LA OBRA: I.- LAS LLANURAS DEL AHORCADO. II.- SOLO EN MARTE. EPILOGO. &&&&&&& PERSONAJES Y OTROS : Capitán John Garrliost Nave " La Fauno". Primer oficial Segundo oficial Tercer oficial Marcianos de las cavernas CAPITULO I. "LAS LLANURAS DEL AHORCADO." Hay en Marte un paraje desolador y triste, cuya sola vista deprime el alma y acongoja el espíritu. Son las "Llanuras del Ahorcado", llamadas así por los colonos terrestres que llegaron a esos terribles parajes tras las leyendas contadas por los primeros exploradores... La Historia relata que descendió en ese lugar la Expedición del capitán Garrliost. Era la época heroica y febril de los primeros viajes al planeta Marte, efectuadas los más poderosos pueblos de la Tierra : Estados Unidos y Rusia. Era un cohete ahusado, de brillantes tonos metálicos, el que se posó sobre la resquebrajada y torturada superficie de aquella llanura cercada por montañas. Al mirar fuera, por las lucernas de su nave, el Capitán GSÍMBOLO 167 \f "Symbol"arrliost expresó:-"¡ Triste paraje es éste!"- Y sin quererlo, sintió que un escalofrío de aprensión recorría insidiosamente su columna vertebral. -"¡Y terrible, además!"- Agregó el Primer Oficial, Joshua Gambler, caminando hacia la esclusa. Poco después, cuatro figuras bajaban por la escalerilla adosada al fuselaje del navío. Cuatro terrestres enfundados en aquellas escafandras de metal y plástico estanco... Las Llanuras del Ahorcado quedan a diez grados del Polo Sur Marciano, y aún cuando no llueve ni nieva en aquellos lugares, el frío reinante era intenso, paliado por aquellas escafandras auto temperadas... Cada uno de los astronautas miraba con asombrada expresión la llanura reseca y árida, delimitada por montañas que recortaban sus pétreas figuras contra el negro del cielo. -"¡Miren! Se ven cuevas en ese cerro."- Comentó Garrliost, indicando unas aberturas irregulares, a una altura de doscientos metros. Miraron los demás en esa dirección, alcanzando a ver una silueta que se asomaba a una de las aberturas... -"¡Un hombre!"- Exclamó Garrliost, indicando con la mano, aunque la silueta prontamente desapareció de nuevo en la oquedad. -"¡Le vi claramente!"- Dijo Gofen, el Segundo Oficial. -"Mañana iremos a investigar. Hoy lo dedicaremos a establecer nuestro perímetro de seguridad."- Ordenó Garrliost.-" Y no nos iremos sin descubrir quién o quiénes habitan en este paraje tan inhóspito." -"¡Propongo poner el nombre de "Cuevas Garrliost" a esas misteriosas entradas al cerro!"- Pidió el tercer oficial, Gregory McPerle, sonriendo a través de su visor facial. -"¡Aceptado!"- Sonrió Gofen. Desembarcaron los postes con las alarmas de proximidad, emplazándolos alrededor de la nave, para prevenir sorpresas durante la noche. Terminada esa labor, recogieron muestras del terreno en bolsas, que almacenaron dentro de la nave. Se ocultó el sol, y entraron al aparato, para pasar la noche. -"¡Al fin sin estas odiosas armaduras!"- Exclamó el tercer oficial, McPerle, mientras se sacaba el traje espacial. -"¡Pero que te salvan la vida allá afuera!"- Le recordó Gofen. -"¡No hay como respirar fuera del casco!"- Insistió McPerle. Los lechos estaban ubicados en dos camarotes, y con ello se ahorraba espacio. Los astronautas disponían de rifles y pistolas por si las precisaban contra algún ataque exterior, bastante improbable pero no imposible... La noche marciana lucía sus dos diminutas lunas, que pasaban prontamente de un horizonte al otro. El viento se levantó, aullando por entre las peladas rocas. Un viento de arenas rojas, que golpeaba duramente contra el fuselaje de la " Fauno". McPerle despertó a medianoche, alarmado. Habría jurado oír sonar la alarma de los postes de seguridad... &&&&&&&&&&& -"¡Vamos allá!"- Ordenó Garrliost al amanecer, tras haberse lavado someramente y desayunado en compañía de sus subalternos. Salieron de la "Fauno" , cerrando convenientemente la esclusa. Dejaron activados los postes de alarma, para ahuyentar a hipotéticos merodeadores. Caminaron por sobre el pedregoso terreno. Levantaban la vista de tarde en tarde, viendo aquellas oquedales ominosamente agresivas... -"Llegaremos allá dentro de una hora."- Opinó el Capitán Garrliost. Dos horas después, el grupo se detuvo ante una de las entradas. Discutieron sobre cuál elegir. -"¡Cualquiera da lo mismo!"- Expresó Joshua Gambler, el primer oficial. Entraron por la del extremo derecho, con las linternas encendidas. En los primeros metros de avance debieron agachar sus cabezas, pues la cueva era de techo bajo, pero más tarde la altura y anchura se hicieron mayores, permitiéndoles caminar desahogadamente. -"¡Esto es colosal!"- Apuntó McPerle. -"¡Sí! No hay duda de que aquí hubieron violentas conmociones geológicas. Estas son galerías por las cuales alguna vez corrió la lava."- Dijo Joshua Gambler, que tenía estudios en geología. -"¡Cuidado! No caminen más."- Gritó el Capitán John Garrliost, quien iba al frente. Todos apuntaron sus linternas hacia adelante. Un abismo se abría frente a ellos. -"¡No se le ve fondo, Capitán!"- Comentó McPerle, tragando saliva. Las poderosas linternas horadaban la penumbra inútilmente... Desandaron el camino rápidamente, saliendo al exterior y eligiendo el siguiente túnel. -"Siento una extraña picazón!"- Avisó Gambler, tratando de rascarse a través del grueso traje. -"¡Yo también!"- Añadió McPerle, sin lograr aquietar la picazón, encerrado en su traje como estaba. -"Debe ser algo derivado de nuestra propia inexperiencia en el efecto de la gravedad marciana en nuestros cuerpos."- Imaginó el Capitán Garrliost.-" Y puede que se acentúe al estar dentro de estas cuevas." Reanudaron la marcha, tras quitárseles algo la picazón , al descansar en el piso un momento. -"Bajamos."- Anunció Gofen, ya que el túnel comenzaba a inclinarse hacia abajo. El túnel llegó nuevamente ante el abismo, pero esta vez podía intentarse el descenso, ya que un resalte descendía paulatinamente por el borde. -"Siento como si me observaran."- Gofen comentó en voz baja . -"¿Quién?"- Preguntó Gambler, extrañado, mirando en derredor. -"Anda alguien por aquí."- Dijo McPerle, sacando su revólver del cinto. -"¡Basta!"- Gruñó el Capitán Garrliost-" ¡Nadie se va a sentir nervioso si Uds. se callan! Silencio, o los mando sin escafandra de vuelta a la "Fauno!" Sonrieron ante la bravata, y continuaron el descenso, ayudados por las linternas. Alguien suspiró para aliviar la tensión. Era el capitán... La oscuridad les envolvía como un manto oscuro y denso. Los hombres bajaban por le escarpada ladera y cuando alguno de ellos iluminaba el vacío, sólo podían ver el muro granítico del otro lado del abismo. -"¡Vamos hacia el sur, capitán!"- Informó McPerle, tras ver su brújula. -"¿Y hacia dónde tenemos a la "Fauno"?"- Preguntó Garrliost. -"Hacia el Oeste, Capitán. Hemos avanzado hacia el este y luego hacia el sur."- Respondió militarmente McPerle, para luego renegar por lo bajo...Sentía temor, de estar hollando algo jamás hollado por terrestre alguno. Cada cual se sentía un Fawcett , al ir avanzando por aquel túnel misterioso... Ya no se chanceaban, del modo en el que lo habían hecho durante el largo viaje por el espacio, en la mota de nada que fue su nave en el trayecto. Y aquella extraña sensación de escozor. Cada cual sentía, en toda su epidermis, un escozor constante...como la de estar sumergido en algún ácido corrosivo... El traje les aliviaba. Su temperatura fresca se regulaba siempre a 18 grados Centígrados, no importando cuál fuese la temperatura exterior. De pronto, las luces de las linternas iluminaron un terreno plano. -"¡Hemos llegado al fondo del pozo!"- Exclamó Gambler. -"¡No puede ser! hemos caminado muy poco, no estoy cansado siquiera!"- Se asombró McPerle. -"¡Natural! Estamos bajo una gravedad inferior a la terrestre."- Dijo Gofen. El terreno era polvoriento, con algunas piedras mayores. Formaba una angosta faja entre las dos inmensas murallas atormentadas por agujeros y grietas, producto de la lava que había fluido por sus costados. -"¡Observen!"- Gritó el primer oficial Joshua Gambler, mientras todos seguían su mirada extraviada, mientras mostraba algo en el polvoriento suelo. -"¡Pisadas!" Innumerables huellas de pies formaban un rastro que se perdía en la oscuridad. Exploraron el sector, que se probó solitario. Armaron una tienda estanca, para poder comer, y allí conversaron de lo visto. -"¡Seres en Marte! No veo cómo: no se ve vegetación ni hay oxígeno."- Comentó Mc Perle. -"Capaz que estos seres tengan vejigas que les permitan almacenar oxígeno que pueda haber en las profundidades. Así, como las ballenas, cogen su oxígeno allá abajo y suben a la superficie por unos minutos."- Comentó Gambler, tragando una pastilla alimenticia. -"¡Ja,ja! No lo creo. ¿Te imaginas a esos seres, hinchados como sapos, caminando hacia la superficie para sólo ver tierrales y polvaredas?"- Exclamó Gofen. El Capitán Garrliost dijo:-"¡ Cállense, por favor!" Todos le miraron, mientras el capitán Garrliost se ponía con toda naturalidad el casco, diciendo en tono casual:-" Comiencen a ponerse los cascos. ¡Estamos siendo rodeados! ¡No! No miren ni actúen precipitadamente o estaremos perdidos!" Nerviosamente todos se pusieron sus respectivos cascos y abrieron el globo en que habían estado encerrados, para no perder la atmósfera. -"¡Capitán , no se ve a nadie!"- Avisó Gambler. -"Si abrieran los ojos como abren sus bocas, ya les habrían visto...Se mimetizan. No son humanos de la Tierra, quizás no sean ni siquiera humanoides. Se parecen al medio en que viven... ¡Allí hay uno!"- Avisó sorpresivamente el capitán Garrliost, iluminando de lleno a uno de aquellos seres, quien se cubrió los ojos, lanzando un grito y huyendo despavorido hacia la curva del camino polvoriento. -"¡Era horroroso!"- Se aventuró a decir McPerle, con sus ojos tan abiertos de sorpresa como los demás...,quizás a excepción de Garrliost, quien les había visto antes. Joshua Gambler movió lentamente su linterna en círculo...De pronto, otro marciano quedó iluminado por el potente rayo de luz. -"¡Increíble!"- Exclamó McPerle, con ojos desorbitados. El marciano no se movía, permaneciendo erguido en el mismo lugar. Su estatura era de un metro setenta centímetros, con un cuerpo humano, aunque su epidermis viscosa estaba surcada de arrugas sanguinolentas. Otro marciano se colocó al lado del iluminado por Gambler. -"¿Qué está pasando?"- Preguntó el alarmado McPerle. Un torrente de marcianos fluía desde las profundidades, caminando por sobre el polvoriento corredor. Pronto eran más de cincuenta individuos. La calma desapareció del ánimo de aquellos cuatro terrestres, que se arrepentían ahora de haber entrado a aquel túnel. -"¡Hacia arriba, muchachos! "- Gritó McPerle, por intermedio de su transmisor, mientras ejecutaba tal acción. Gofen y Gambler le siguieron, a pesar de que el capitán Garrliost ordenaba:-" ¡No se muevan!" La turba se agitó, comenzando a perseguirles, y en el forcejeo cayeron las linternas al suelo, viéndose Garrliost ahogado por el peso de los que tropezaban sobre él, que había caído en el primer embate. Se arrastró por el suelo golpeando, y logró coger una de las linternas. Poniéndose de pie, corrió hacia cualquier lado, tratando de deshacerse de sus captores, usando su arma de fuego, que espantó a los que le trataban de atrapar, logrando así correr por el corredor hacia abajo... Por el receptor de su casco escuchó Garrliost el jadeo y los gritos de sus subalternos, quienes disparaban ya en contra de aquellos seres. Garrliost cobró nuevos bríos, y continuó su loca carrera por el sendero de polvo, ayudándose de sus manos para tantear los muros laterales... De pronto, su foco de luz iluminó un ensanchamiento de la galería. Numerosas bocas de cuevas, todas ellas oscuras y desiertas, se ofrecieron a la mirada curiosa de Garrliost. Sin pensarlo más, eligió una entrada al azar, desdeñando la posibilidad de retroceder sobre sus pasos. Había avanzado unos trescientos metros, cuando escuchó claramente lo que gritaba uno de sus compañeros, quienes hasta entonces habían estado profiriendo gritos de aliento, para proseguir en la huida de los marcianos :-" ¡Está cerrada la salida!" John Garrliost se detuvo, apoyándose en la muralla pétrea. Trató de calmar el furioso martilleo en sus sienes y con la mirada extraviada siguió escuchando. Era la voz de Frank Gofen... -"¡Maldición! ¡Estos condenados nos dejaron llegar hasta la salida, porque sabían que la habían tapiado! ¡Tratemos de abrirla!" El capitán, lleno su espíritu de malos presentimientos, escuchó cómo sus compañeros jadeaban tratando de sacar la roca que tapiaba la salida, a lo que le parecía. Garrliost trataba de comunicarse con ellos, pero algo pasaba con su aparato de radio, porque ellos no parecían escucharle sus llamadas. -"¡Allí llegan esos monstruos!"- Gritó McPerle, poniendo tal énfasis en el grito, que Garrliost sintió cómo se le erizaban los cabellos de su nuca. Un nuevo grito, esta vez de Gofen, despejó sus dudas:-"¡ Se zafa la roca! ¡Fuerza, ahora!" Tras esto siguió un silencio opresivo, que Garrliost tardó unos segundos en comprender... Resto, vendo derechos de autor.

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