Anaximander

El Alquimista

    Después de dejar el ejército de Turan para dirigirse a Shadizar, Zamora, Conan llegó hasta las orillas de Skull River, el Río de la Calavera, en un pequeño valle. Poco antes, un ermitaño ciego que encontró en el camino le advirtió que no bebiera de las aguas del río.

    Al llegar al valle, Conan fue atacado por un gigante llamado Hanuman, que acabó cayendo a un abismo después de una feroz batalla que dejó a Conan agotado y sediento y sin su caballo. Se acercó al río, para beber un poco de agua, pero recordó la advertencia del ciego. Agotado, cayó en la inconsciencia, y despertó después de una semana, en una pequeña aldea, atendido por una bella joven Naia, hoja del Señor del pueblo, Thuribald. Conan notó que los aldeanos, con excepción de Thuribald y Naia, vestían túnicas y capuchas que cubrían todo su cuerpo, para ocultar su piel llena de granos producidos por el agua del río.

 
    Thuribald le explicó que los granos eran sólo el inicio de la enfermedad; cuando avanzaba, la carne se derretía y caía de sus cuerpos. El causante de esto era Sophos, un aldeano potentado que habitaba en un castillo, y que en uno de sus frecuentes viajes por todo el Continente, había traído consigo al mago-alquimista Anaximander, de origen desconocido. Este mago realizaba extrañas mezclas que producían residuos que eran vertidos en el Skull River, originalmente llamado Sun River, o Río del Sol.

    Thuribald ofreció a Conan cualquier cosa de la aldea si lograba acabar con Sophos y Anaximander. El cimmerio aceptó, echando una mirada maliciosa a Naia, que permanecía de pie al lado de su caballo.

    Acompañado por Naia, se dirigió al castillo de Sophos. En el camino se enteró de que el tirano estaba enamorado de la joven, y que a cambio de sus favores, le entregaba una provisión de agua fresca, suficiente para ella y su padre.

 
    La joven volvió a la aldea, dejando a Conan a las puertas del castillo. Al entrar, las puertas se cerraron alrededor del guerrero, que fue atacado por el gigante Grandall, hermano de Hanuman. Después de una corta pelea, Conan razonó con el gigante, y ambos decidieron aliarse contra Sophos. Grandall le contó que él y su hermano habían sido víctimas de los experimentos de Anaximander, y que él esperaba ser vuelto a la normalidad.

    Conan y Grandall vieron cómo el mago probaba una de sus pócimas, vertiéndola sobre una estatua de piedra, que primero brilló, y luego quedó envuelta en un humo negro que al despejarse, reveló que se había convertido en oro. El mago empleaba conjuros y fórmulas extraídos de los oscuros pergaminos de Vathelos, que apenas se mencionaban en el Libro de Skelos. El bárbaro y su nuevo aliado también escucharon al alquimista decir que Hanuman y Grandall nunca podrían volver a la normalidad.

    Conan y Grandall atacaron, debiendo enfrentarse a los guardias del castillo, pero finalmente acabaron con el tirano y al mago. El gigante también resultó muerto, y Conan volvió a la aldea.

 
 
    El cimmerio fue recibido en la plaza por Thuribald, que repitió su oferta de dejarlo tomar cualquier cosa que deseara de la aldea, como recompensa. Conan volvió a mirar a Naia, que estaba de pie al lado de su caballo negro. La muchacha le sonrió maliciosamente, Conan se le acercó, la hizo a un lado, tomó el caballo negro y salió galopando del pueblo.
 
 
 Volver a Biografías

Menú Principal

e-mail: italtac@viabcp.com


  1