Honir |
El Guerrero de Aesgaard |
El joven Conan, pocos meses
después de la incursión a Venarium, se encontraba aburrido
y cansado de la monotonía de su aldea natal. Caminaba pensativo por
las colinas cimmerias, después de que el Anciano de la Tribu Jongalt
le mostrara una visión de su vida futura junto a Mara, si permanecía
en la aldea. De pronto fue atacado por un grupo de jóvenes celosos
de su fama debida a sus hazañas en la incursión a Venarium
y la ceremonia en la que mató a un toro salvaje armado sólo
con la fuerza de sus brazos. Habría muerto, de no ser por un grupo
de guerreros Aesir al mando de Jarl, quienes intentaban un ataque a Vanaheim
a través de las fronteras cimmerias. En vez de acabar con el joven
cimmerio, le ofrecieron aventuras y batallas contra los Vanir, al mando
de Jarl. Conan aceptó gustoso y se unió a la banda. Al cabo de pocas noches, Conan y el guerrero Honir fueron enviados a espiar las aldeas de Vanaheim; en medio de la oscuridad contemplaron una ceremonia en la que los Vanir asaban vivo a un sacerdote de Mitra piel morena, llamado Ixastophanis. Lo extraño fue que el sacerdote en medio del tormento invocaba no sólo a su dios patrono, sino a muchas otras divinidades hyborias. Súbitamente, los dos espías fueron descubiertos por los Vanir. Honar fue tomado prisionero y Conan escapó. |
Poco
después, el cimmerio vio la oportunidad de rescatar a Honir, tomando
prisionera a una bella joven pelirroja que resultó ser la hija del
Jefe de la tribu. El joven rescató a Honir y al sacerdote, pero mientras
huían, la jover escapó, aprovechándose de que el código
de honor de Conan no le permitía golpear ni maltratar a una mujer.
Pero una lluvia de flechas lanzadas por los propios Vanir cayó sobre
ella, matándola en plena huida. Los Vanir acorralaron a los tres fugitivos
al pie de las montañas. Esta vez pudieron escapar gracias a Ixastophanis, que los condujo a través de las cavernas, hasta llegar a una cámara cuyas paredes de piedra estaban talladas con signos de una escritura más antigua que el Gran Cataclismo. Con un amuleto que había robado en la aldea, el sacerdote recitó un conjuro, cantando y bailando, con el que invocó a la Nieve que Mata, una especie de vendaval que se desató alrededor de los Vanir, con tal fuerza que les arrancó la piel y la carne de los huesos en un torbellino de nieve y sangre. Honir estuvo a punto de ser atrapado en el torbellino, pero Ixastophanis terminó el conjuro y los Demonios de la Nieve que había invocado se calmaron. Conan y Honir volvieron a la aldea en Aesgaard, y el sacerdote se quedó bailando y comiendo hierbas para posteriormente, seguir su camino. Poco despues, Conan abandonó a los Vanir y se enrumbó a los Reinos Hyborios en busca de la civilización. |
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