Livia

La aristócrata esclavizada

    A Livia, muchacha noble perteneciente a la Casa de Chelkas de Ophir, se le permitió, por autorización especial del Rey de Stygia viajar a la Ciudad de los Magos, Keshatta, junto con su hermano Theteles, que era sólo un muchachito que deseaba estudiar los artes de la magia.

    Cuando los dos jóvenes llegaban a su destino, una horda de negros kushitas atacó la ciudad, y ambos fueron hechos prisioneros. No lejos de allí, los kushitas, a su vez, fueron emboscados por una banda de jinetes de la tribu de Bakalah. El joven Theteles fue asesinado y mutilado, y si cuerpo arrojado a los chacales, mientras que Livia fue llevada ante el mismo Rey de los Bakalah, el repulsivo Bajujh.

 
    La noche siguiente a su captura, Livia vio, desde la choza donde estaba prisionera, una importante ceremonia en la aldea, donde un gigante de la piel blanca y bronceada, Conan, entonces Jefe Guerrero de los Bamula, participaba en una cena con Bajujh, con la que se sellaba una tregua entre ambas tribus, y un acuerdo para atacar y saquear Jiniji.

    Finalizada la cena, Bajujh ebrio fue arrastrado hasta su choza por sus propios guardias, y la joven ophirea aprovechó para arrastrarse por debajo de las chozas y llegar hasta la de Conan. Le relató su trágica historia, y le pidió ayuda, pero el cimmerio permaneción impasible. Para convencerlo, se ofreció al bárbaro norteño como su esclava. Conan accedió a ayudarla, no por su ofrecimiento, sino porque pensaba que una joven noble y civilizada no podría sobrevivir mucho tiempo como esclava de los negros kushitas.

 
    Al día siguiente, Conan, Bajujh y los guerreros de ambas tribus, sostenían otra reunión ceremonial con un vasto festín. El cimmerio, al terminar de comer una enorme presa de res, hizo una señal casi imperceptible a sus hombres para que estuvieran listos, y seguidamente, con el enorme hueso que sostenía en sus manos, mató al Jefe Guerrero de los Bakalah, que estaba sentado a su lado. Los Bamula atacaron, y se desató un sangriento enfrentamiento que culminó cuando Conan edcapitó al rey de la tribu, Bajujh.

    Conan se acercó a la choza de Livia con la cabeza del monarca en sus manos, y la joven escapó presa del pánico. Precisamente en el momento en que salía de la aldea, los Bamula liberaban a los caballos de la tribu para aumentar el caos, y Livia se aferró a uno de ellos para escapar más rápido.

    El caballo de Livia tropezó con una grieta del suelo, haciendo caer a la muchacha, y luego huyó, dejándola sola en medio de un vasto valle en el que unas extrañas flores blancas florecían dispersas bajo la luz de las estrellas. Livia recordó que los negros que la apresaron hablaban de este valle refiriéndose a él como "El Valle de las Mujeres Perdidas".

 
    De pronto, entre las flores aparecieron unas extrañas y silenciosas mujeres de piel oscura, con ojos luminosos y radiantes, pero inhumanos, y los cabellos negros y lacios adornados con las mismas flores blancas del valle. Livia, aterrorizada, recordó que los negros murmuraban que según sus leyendas, estas mujeres pertenecían a una extraña raza que habitaba el valle mucho antes de la llegada de los negros. Los hombres del valle habían sido convertidos en flores por los Dioses Antiguos, para escapar de sus enemigos.

    Livia fue atrapada por las mujeres del valle, que la tendieron sobre un altar circular dispuesto sobre un lecho de flores. Las mujeres de piel morena cantaban y danzaban un baile ritual a su alrededor. Cuando el extraño canto aumentó en intensidad, en el oscuro cielo nocturno apareció un enorme monstruo volados, con alas de murciélago y la piel verdosa, que se abalanzó contra la joven para devorarla.

 
    Livia gritó, y su grito fue respondido por un juramento de Conan, que la había seguido hasta el valle. El cimmerio se lanzó en su defensa sobre el dios-demonio, que lo aferró con sus enormes garras y se elevó con su nueva presa. Pero Conan se defendió con una feroz patada a la cara de la criatura, con lo cual ambos cayeron a tierra. El cimmerio atacó al monstruo con su espada, pero nada de lo que hacía era suficiente para acabar con su vida.

    El demonio hoyó volando, y Conan se llevó a Livia hasta la aldea, y después ordenó a sus hombres que la transportaran hasta la frontera con Stygia, desde donde fue devuelta a su hogar en Ophir.

    El cimmerio volvió a la aldea, para encontrarse con la ira del sacerdote de Ajujo, que lo culpaba de las plagas que habían caído sobre la tribu, por haber liberado a Llivia en lugar de mantenerla como esclava de los Bamula. Conan fue forzado a abandonar la aldea, y se dirigió al norte, de regreso a los Reinos Hyborios.

 
 
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