Sortilej

La Reina-Araña

    La bella Sortilej era la Reina absoluta de la ciudad de Athos, al norte de Venzia, en el reino de Argos. Era una ciudad de nobles y ricos que dominaban a la población plebeya de la ciudad gemela de Zotoz. Cada año se celebraba un festival de juegos deportivos, en honor a la diosa Gita, cuyo culto había desaparecido del mundo hyborio, excepto por estas dos ciudades.
 
    Los juegos consistían en competencias deoprtivas, pero con ciertas reglas especiales. Por decreto de la Reina, sólo podían resultar vencedores los athosianos; si algún zotoziano tenía la osadía de vencer en algún juego, era ejecutado inmediatamente. De esta forma Sortilej mantenía el control sobre ambas ciudades.
 
    La aventurera hyrkaniana Red Sonja llegó a Athos; en las afueras de la ciudad vio cómo un noble azotaba a latigazos al esclavo que tiraba de su carro, hasta dejarlo casi moribundo por el cansancio y la sed. Al ver el abuso, Sonja ayudó al esclavo y humilló al gordo noble que huyó jurando venganza. Finalmente la diablesa pelirroja atravesó las puertas de Athos, acompañada por Mikal de Zotoz, un apuesto joven que había contemplado la escena desde en medio de los árboles, y se ofreció como compañía.
 
    Al enterarse de las costumbres de ambos pueblos, Sonja decidió tomar parte de los juegos, representando a la ciudad de Zotoz, después de conocer las injusticias y atrocidades cometidas por la gobernanta. Los athosianos perdieron una buena parte de las pruebas, pues no estaban en las mejores condiciones físicas, tras una vida de comodidades y lujos. No eran rivales para los zotozianos, acostumbrados al trabajo físico pesado. Ante estos resultados, Sortilej abrió las puertas que encerraban a los esclavos que trabajaban en las catacumbas, y los forzó a participar en en juego, en el equipo athosiano.
 

    Para sorpresa de la Reina, Sonja resultó vencedora en todas las pruebas en las que participó. Esto la encolerizó y declaró que ella misma participaría en la competencia, como rival de la pelirroja.
 

    Las contrincantes resultaron empatadas en todas las pruebas; pero Sortilej no quedó satisfecha. Decretó que la prueba final sería una lucha cuerpo a cuerpo, hasta la muerte de una de las dos. Sonja derrotó fácilmente a su rival, pero la Reina caída recibió una daga furtuiva de manos de un esclavo. La pelirroja, encolerizada, la desarmó y humilló frente a todos los espectadores. Entonces, al verse perdida, Sortilej invocó la ayuda de la diosa Gita, y a los pies de Sonja, la bella mujer se convirtió en una enorme y monstruosa araña. Sin embargo, la amenaza no duró mucho, ya que Sonja recogió una jabalina y la lanzó al monstruo, acabando con la tiranía de Sortilej.
 
    La multitud aclamó a la hyrkania, y le ofreció el trono de Zotoz y Athos como agradecimiento. Pero Sonja lo rechazó, prefiriendo seguir con su destino incierto y aventurero, abandonando la ciudad. En las afueras encontró a Mikal, que se ofreció nuevamente como acompañante de viaje y aventura. Sonja aceptó, temporalmente;  abandonaron la ciudad cabalgando juntos. Pero pronto tuvieron que volver, al contemplar una nueva amenaza que se cernía sobre los pueblos.

 

 
 
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