Styrm

El dragón mutilado

    Tiempo atrás, la próspera ciudad de Valdovar, situada en un alto pico de las montañas Rabirianas, fue asolada por un enorme dragón hembra, Wyrm, que habitaba en una caverna sobre la ciudad. Tres noches y tres días duró el terror en el pueblo, y luego la criatura se alejó para siempre, dejando tras de sí un huevo y sellando la entrada a la cueva.

    Al terminar el invierno y llegar la primavera, los guerreros de la ciudad se dirigieron a la cueva del dragón para cazar a Styrm, el pequeño retoño. Al verse atacado, el dragón escapó de la cueva, pero al no saber volar aún, cayó por el abismo hasta las orillas del río. Los guerreros, comandados por la ambiciosa sacerdotisa Mecora, atraparon a la criatura, le cortaron las alas, y la ataron a una balsa hecha con pequeños troncos para arrojarlo al río. Siendo una criatura mítica, no podían arriesgarse a simplemente matarlo, pues su espíritu permanecería en el lugar y resultaría aún más peligroso que su forma física.

    Cincuenta años después, el dragón volvió a Valdovar, convertido en un fornido adulto. Mecora había permanecido joven por la magia del dragón, y gobernaba la ciudad desde su fortaleza erigida sobre la cueva del dragón, de donde no podía salir. La acompañaba la hermandad de sacerdotisas, y la protegía la secta de Asesinos de Kofi-An.

 
    Para defenderse del dragón, Mecora buscó la ayuda de Conan el cimmerio, que se encontraba en la ciudad. La sacerdotisa envió su espíritu a buscar al bárbaro, que dormía en una taberna acompañado por una prostituta. Conan se rehusó a ayudarla, por lo que Mecora tuvo que recurrir a la magia para dominarlo y obligarlo.

    Finalmente el bárbaro se enfrentó a Styrm armado con una enorme hacha y protegido con un escudo hecho con las alas mutiladas del propio dragón. Partió acompañado por la prostituta con la que había pasado la noche y un grupo de habitantes de la ciudad, pero éstos huyeron al ver al dragón, dejando a Conan solo a las puertas de la ciudad.

    Styrm se enfureció al ver el escudo de Conan, reconociendo sus alas, y se lanzó en un violento ataque contra el bárbaro, que sólo sobrevivió gracias al escudo. Poco después, Conan se dirigió a la cueva donde habitaba Mecora, pues sabía que sería el próximo blanco de la criatura.

 
     Mientras tanto, los asesinos de Kofi-An, la guardia al servicio de la sacerdotisa, atacaron al dragón con arcos y flechas, pero no le hicieron ningún daño y cayeron víctimas del fuego de su aliento.
 
 
     Styrm llegó ante Mecora, que con un encantamiento lo privó de su aliento. Cuando el dragón atacó a la sacerdotisa llegó Conan, que aturdió a la criatura con un golpe de su hacha en la cabeza. Luego lo arrastró por la cola, y lo arrojó al precipicio, nuevamente. La traicionera Mecora, en lugar de recompensar al cimmerio, lo hizo caer al abismo, pero Conan logró sostenerse de la construcción de roca.

    Sin embargo, Styrm no murió al caer, sino que al contrario, permaneció flotando en el aire pese a no tener alas. El dragón cogió a Mecora y la sacó de la fortaleza, ante lo cual el cuerpo de la sacerdotisa, despojado de los encantamientos que la protegían en su interior, envejeció hasta finalmente convertirse en polvo.

    Conan volvió a Valdovar, donde fue aclamado por los pobladores, y luego se marchó. Y en lo alto de la ciudad, Styrm rugía, complacido por haber vuelto a su hogar después de tantos años.

 
 
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