Tarim |
El Dios Viviente de Turan |
Tarim fue un caudillo que surgió durante el cataclismo que hundió
a Lemuria y las islas cercanas al continente en el mar. Este líder
ayudó a los sobrevivientes a controlar el pánico, y los condujo
hacia la salvación a través del mar, navegando hacia occidente
hasta llegar a la costa oriental del Mar Interior de Vilayet. Allí
se fundó el reino que siglos después fue conocido como Hyrkania.
En la orilla opuesta del Mar Interior, se fundó la ciudad de Aghrapur,
que luego se convertiría en la poderosa capital del Imperio de Turan.
El culto a Tarim se difundió en ambas orillas.
Con el paso de los siglos, el culto al Tarim Viviente prosiguió en los descendientes del caudillo. Sus fieles creían que el Dios se reencarnaba en cada uno de ellos. |
En la Edad Hyboria, el último descendiente del Tarim habitaba en
la ciudad de Aghrapur, gobernada por el Rey Yildiz. Una noche, un grupo
de mercenarios procedentes de la ciudad-estado de Makkalet irrumpió
en el templo para raptar al dios viviente. El Rey Eannatum de esta ciudad,
aconsejado por el hechicero Kharam-Akkad, había
ordenado este rapto, incidente que desencadenó la sangrienta Guerra
Santa de Tarim. Yildiz decretó que Makkalet debía pagar el
ultraje, y envió a su hijo Yezdigerd en la sagrada misión
de rescatar al dios.
El príncipe Yezdigerd reclutó a Conan de Cimmeria y Fafnir de Vanaheim, fugitivos de la ciudad perdida de Bal-Sagoth. El vanir resultó gravemente herido en una incursión a Makkalet, y fue arrojado al mar aún con vida, por lo que Conan tuvo un violento incidente con el príncipe y sus hombres, y abandonó el ejército. Luego, el bárbaro volvió a Makkalet, para acabar con el mago, y presenció cómo los hombresde Yezdigerd entraban a la ciudad escondidos en el interior de una estatua de un caballo alado. Se cumplía así una antigua profecía turania que afirmaba que "el Grifo morderá a la serpiente y la cortará en dos, cuando el caballo engendre espadas que caminan". |
Mientras se desataba una sangrienta batalla, Conan se refugió en el templo, y en los oscuros salones encontró al hombre-dios que había ocasionado todo el derramamiento de sangre: el Tarim Viviente. Deseando ver su rostro, como el encapuchado Tarim no le hacía caso, lo empujó, haciéndolo caer cerca al brasero que iluminaba el salón. El bárbaro no pudo contene una carcajada cuando descubrió quién era el personaje adorado en dos reinos: un pobre mongoloide, producto de siglos y siglos de matrimonios en consanguineidad. El rostro deforme se reflejó en los espejos del salón. En ese momento, los turanios entraron al templo, y los arqueros dispararon sus flechas, pero Conan logró protegerse con una mesa y el único herido resultó ser el Tarim, que cayó sobre el brasero y murió carbonizado. Conan escapó, para encontrarse con la Reina Melissandra que lo había ayudado fascinada por el cimmeriano, pero se negó a huir con él porque esperaba un hijo del Rey Eannatum. |
El cuerpo del Tarim fue rescatado por Yezdigerd. El Dios que fue recibido y aclamado por las multitudes en el desfile triunfal que se realizó en la ciudad, no era otra cosa que un esqueleto inerte, encapuchado. |
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