Para unas buenas y limpias vacaciones.


El buen excursionista
Para evitar que el impacto de nuestras vacaciones vaya en detrimento de la salud del medio natural, debemos aprender a convivir con él y respetar sus reglas. Las marchas a pie o en bicicleta son el mejor medio para aproximarse y disfrutar de la naturaleza. Las basuras que se generen deben recogerse en recipientes distintos para depositarlas luego en contenedores específicos. Como mínimo, hay que separar el vidrio, el papel, el plástico y los residuos orgánicos. El buen excursionista es aquel que del lugar que visita sólo se lleva sus fotos, deja únicamente sus huellas y mata sólo el tiempo.

Acampada ecológica
Para evitar que el agua de lluvia inunde la carpa o tienda, bastará con instalar barreras de troncos caídos o montículos de tierra bajo el sobretoldo. Las zanjas destrozan el suelo. A la hora de fregar los utensilios de cocina y lavar la ropa hay que utilizar limpiadores ecológicos, aprovechar la ceniza o la arena, y usar el limón y el vinagre como desengrasantes. Hay que evitar agredir directamente la naturaleza: clavando un clavo en el árbol, cortando una rama, obstruyendo un cauce o destruyendo un nido. El paisaje, la flora y la fauna deben quedar intactos tras nuestra marcha.

Residuos en la arena
Hay que ser conscientes del efecto negativo de cualquier residuo que se deja en la playa o de la basura que se arroja al mar, sobre todo si se multiplica por los millones de personas que pueden estar haciendo lo mismo en ese momento. En todas las playas existen contenedores para los residuos más comunes. Los envoltorios de los helados y los aros de plástico de las latas de refrescos y de los "packs" de cerveza son nefastos para la fauna marina si van a parar al agua; una verdadera una trampa mortal para aves y peces.


Ecología en la playa
La playa es uno de los ecosistemas que sufren una degradación mayor por la presión del turismo durante las vacaciones periódicas. La utilización de cremas para la protección solar acaba formando una fina capa de grasa en el agua, que dificulta su oxigenación e impide que los seres vivos acuáticos reciban un elemento tan importante como la luz. Esto no significa que se deba prescindir de los protectores solares: basta una ducha antes de entrar en el mar para que se atenúen sus efectos negativos.



Regreso a Misión Tierra
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