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Actos
de fé Creo que fue Toynbee quien dijo que el motor de la historia eran los héroes. (“Creo”, como en “Tal vez”, como en “Realmente no me importa quien lo haya dicho”) Aquí lo importante es determinar quien o qué es un héroe, no quien dijo la frase. ¿Para qué? Todo a su debido tiempo. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que un héroe es un “varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes”. (De la heroína dice peores barbaridades) Como podemos apreciar, el contexto antes descrito no aprueba la noción del héroe desconocido y es precisamente esa circunstancia la que me hace dudar de la sanidad mental del que dijo que la historia es movida por un cilindraje heróico. Las historias que existen viven en el oscuro rincón del anonimato hasta que algún chismoso tiende a escupirlas a la notoriedad, VIVEN: Esa es la clave. Las historias ya son antes de ser contadas; Solo falta un cerillo para que nos exploten en la cara. Quienes hacen esto o aquello solo se vuelven héroes hasta que alguien avienta el petardo de su percepción personal sobre los actos que delinearon la narración antes de ser contada. La historia es anónima antes del cronista. El cronista hace a los héroes y por lo tanto, toda historia con héroes es obra de un cronista y no del suceder. ¿A quien habría de creérsele más? ¿Pero es que las historias son actos de fé? Si es así, yo creo en Dios Padre Todopoderoso, en la excelencia de la prestación de servicios básicos en nuestro país y creo además que comí demasiado picante. (Me duele el estómago). Esta historia podría ser un acto de fé también. No digo que lo sea, porque no sé que tanta fé ponga el lector en las mentiras que cuenta un sujeto con los dedos y el estómago sueltos, pero como de cualquier manera corresponde a cada inconsciencia encontrar sus propios métodos de alienación, espero que esta historia sirva para el efecto. El lugar… ¿Que importa?… Estamos hablando de drogas suaves y mentes perdidas aquí. El tiempo… Apenas y había luz, así que bien podría haber sido hora de levantarse u hora de empezar a pensar en la libertad post-oficina. Dos personajes. Ningún héroe. El tipo era estrafalario, llevaba el pelo erizado y de colores diversos. El rojo de las puntas que llevaba sobre la cara enmarcaba vistosamente a un ojo violeta y a otro color gris. Corrijo, el tipo no era estrafalario… El tipo era un rompecabezas mal armado con las pesadillas estéticas de una generación y los sueños de otra. Frente a él una tipa. La tipa tenía la apariencia muy frágil, su piel cuasi etérea se desvanecía con un susurro de angustia sobre la formal camisa blanca que llevaba y el saco negro que enmarcaba toda su figura parecía el prototipo del estereotipo de la parodia de la formalidad. ¡Ah!, por cierto… Sus ojos eran café y su pelo había sido incorporado a su cráneo por una aplanadora con asfalto de goma o spray. - Señor Spyro… Gracias por concederme esta entrevista. - El placer es todo suyo señorita Morlet. - Penelope. - Pero usted no se llama Penelope. - Y usted tampoco se llama Spyro. El tipo quebró sus labios partidos con una sonrisa. - ¿No va a apuntar mis respuestas? ¿No las va a grabar?… Afrontemos los hechos señorita, esta es una entrevista muy importante. - Si, lo sé… No todos los días puede una entrevistar al mas grande de todos los anarquistas… ¿Sabía que hay quien dice que es usted el demonio mismo? El sujeto se volvió sin dejar de sonreír . - Preferiría que estuviera grabando mis respuestas. La mujer sonrió. - Esta no es esa clase de entrevistas. La mujer volvió a quedarse seria. - Y… ¿Y usted que cree?… ¿cree que soy el demonio como dicen? - ¿Le gustaría? El tipo sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo puso en su boca. (Claro que había cigarrillos) - Me gustaría que usted creyera lo que usted quisiera creer. - Entonces para serle sincera debo decirle que prefiero creer solo lo que ven mis ojos. - ¿Confía mas en sus ojos que en sus oídos? - Y confío mas en mis manos que en mis ojos. - ¿Sus manos?… El sujeto se acercó a la mujer, caminó hasta terminar un círculo al rededor de ella, tomo sus manos y con un gesto extraño las soltó intempestivamente…. Había algo raro en aquéllas manos. Ella no se inmutó. - Ud. lanzó un Manifiesto hace dos meses en el cual jura que no dejará los atentados terroristas hasta que todas las instituciones y organizaciones del mundo sean destruidas… Dice que todo sistema de organización propuesta por el hombre es una gran mentira, que todos las instituciones son artimañas para “amansar” el espíritu humano…. - ¡Eso es cierto!… Las organizaciones, los otros hombres, los deberes sociales… Todas esas cosas meten en la mente de la gente ideas ajenas, inducen a la adopción de criterios ajenos, limitan los ángulos de la percepción… “Mamá siempre te va a poner gafas para que veas las cosas como ella”. Ella siguió empeñada en demostrar su capacidad de quedarse como estatua. A pesar de que el tipo estuvo a punto de romper la mugrosa camiseta que llevaba con los aspavientos que hizo mientras sus manos recorrieron el tirabuzón invisible que sustentaba el aire de aquél lugar, ella no se inmutó. - ¿Ud. considera que la vida es una institución? El tipo peló los ojos y luego, tratando de disimular su sorpresa, bajo la vista hacia sus bolsillos y buscó en ellos una lumbre que prendiera el cigarro que pendía de su labio inferior. - Doña Penelope… ¿Sabe usted lo que es una institución? - Si… ¿Sabe usted lo que es la vida? El tipo arrojó el humo como si se hubiera enojado. - La vida es el camino por el cual ejercemos nuestra libertad, el camino por el que realmente podemos ser, por el que somos. La vida es algo que “es”, no algo fundado por alguien mas… Fuimos concebidos, si, pero el hecho de que sigamos con vida tras el paso de los años, no obedece a ningún proceso de establecimiento externo, cada quien establece su deseo de vivir y de forjar su vida con cada segundo que vive… La vida no se instituye, se vive. Ella no se inmutó. - ¿Usted no cree que existan factores externos que determinen el actuar del hombre, no es así? El tipo se bajó la bragueta, sacó de entre sus inmundos pantalones un pene pálido y maltrecho y lo ofreció por medios de cuclillas a la mujer. - Chúpelo. La mujer sonrió. - No, gracias, estoy tratando de dejarlo... Es un vicio que trae demasiados problemas. El tipo se acomodó las pudendas (que de pudorosas no tenían nada). El tipo sonrió. Al parecer el toque le hacía sonreír, pero el balanceo lo mareaba. - ¿Lo ve?… Usted pudo decidir en este momento entre mamarme la verga y no hacerlo… ¿Qué factor le hizo quedarse de pie? - ¿El asco? - Si… Exactamente… Su asco… Una parte de usted… ¿Cuales factores externos? - Usted… Si usted fuera otra persona quizá habría considerado darle gusto a… Sus instintos. Penélope sostuvo su sonrisa con aire de victoria. El tipo se rascó las pudendas. El toque… El toque… - Señor Spyro… Realmente me gustaría seguir con la entrevista… ¿Tiene usted alguna idea de todas las personas que han muerto por sus continuos atentados? Seguía tocando. - No, no tengo una idea, sé exactamente cuantas personas han muerto… Han muerto 2013 personas desde que empecé mi cruzada. - ¿Cómo puede estar tan seguro? Nadie tiene ese dato. - Yo puedo sentir a la muerte cuando llega batiendo sus enormes alas…- El hombre retomó sus pasos circulares en torno a la mujer - … Soy como una mujer embarazada ¿sabe?… El mundo es mi útero y todo lo que pasa en él es como un movimiento del feto que atesoro: Mi nueva sociedad… Lejos de las imposiciones y las limitaciones… La mujer se mantenía con la vista al frente sin mirar los aspavientos caricaturescos de su interlocutor. Si, sus manos habían encontrado mejor consuelo en el aire espiral del cuarto que en sus genitales y aunque el nuevo consuelo no lo hacía sonreír, el tipo parecía igualmente complacido. - Eso me intriga… - ¿Lo de mi nueva sociedad? - No…- La mujer por primera vez buscó los ojos de su interlocutor en la ronda - …Quiero decir, eso también es interesante, pero por ahora estoy mas intrigada en cómo puede usted sentir cuando alguien esta muerto… El tipo continuó su ronda sin marearse y la mujer desistió en su deseo de verlo a los ojos. - Puedo sentir la energía de todo ser vivo cuando esta en este mundo y cuando lo abandona… De hecho… Puedo tomar esa energía y usarla como se me dé la gana… - El tipo se paró y esta vez fue él quien buscó los ojos de su interlocutora -…Es mas… Podría tomar su energía en este momento si yo quisiera… -¿Cómo dice? El tipo la sujetó por los hombros violentamente, pero hubo algo que lo hizo desistir de lo siguiente que iba a hacer… Fuera lo que haya sido. Spyro palideció. - Algo anda mal… Su energía… No está… La mujer acarició a la luz que reflejaba su pelo engomado y se quedó seria. - ¿Entonces estoy muerta? El tipo retrocedió. - ¿Quien es usted? La mujer suspiró. - Pensé que usted sabía quien era yo. - ¿Qué es usted? - Una mujer… Sé que eso le puede resultar escalofriante, pero así es… Soy una mujer que quiere seguir haciéndole preguntas. -¡No!… ¡No lo creo!… Esta entrevista se terminó… El tipo se paró frente a la mujer y sonrió. ¿Otra vez el toque? No, esta vez el sujeto sacó una pistola de su bolsillo y la apuntó hacia la mujer. ¿Cual mujer? La mujer había desaparecido de su lugar frente al cañón. - Como usted dijo señor Spyro: Esta entrevista es muy importante… Para mí y para su madre. Spyro solo podía escuchar la voz, pero es difícil apuntarle a una voz. Substancia, substancia… ¿Dónde estas substancia? ¿Donde esta la sangre que puedes ofrecer a la atmósfera? - ¿Mi madre? - La conocí ayer, justamente cuando salía del hospital… Supongo que usted no lo sabe, pero ayer tuve un accidente… Su madre me ayudó mucho y en agradecimiento yo prometí que iba a hablar con usted… - ¿Hablar conmigo?… ¿De qué?… ¿Que quiere ahora la vieja bruja de mi madre? ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba? - Quiere que deje de usar lo que le enseñó… El legado de su familia no puede ser usado para matar… - Pero claro que puede ser usado para matar… ¿Por qué cree que aún soy el mejor terrorista de todos los tiempos?… Tengo fanáticos por todo el mundo… La gente me teme y me ama… ¿Dónde? - Su madre no. El sujeto dejó de mover la cabeza en su frenética búsqueda. Toque… Pero de la variedad que no le causaba gracia o sonrisa alguna. -¡¿Y mi madre que sabe?!… Para ella la grandeza consiste en curar leprosos en un cuartucho de tablas inmundas. - Lo mismo pensaba la madre Teresa de Calcuta. - Pues lo lamento, pero yo no nací para ser monja. - Eso puedo verlo. El sujeto bajó el arma y se dio una palmada en la frente con la mano que no portaba ningún acero. - ¡Ahhhh!…¡Claro!… Tu debes ser uno de los fantasmas esos a los que ayuda mi madre… Debí haberlo sabido… ¿Qué te pasó?… ¿Te moriste y no supiste que hacer?… ¡Debiste caminar hacia la luz!… ¡Pendeja!… No necesitabas a una bruja de segunda para saber eso. - ¡Y espero que tú tampoco la necesites! La cabeza del tipo salió volando en pedacitos. Fue rápido. Tanto que la sangre y los huesos fragmentados se tardaron un poco en decidir para dónde caer. La mujer re-emergió en la escena con una escopeta en la diestra, un pequeño teléfono celular en la siniestra y una mueca de disgusto en el semblante. Un cadáver con un hoyo en el cráneo siempre resulta desagradable. - ¿Bueno?… ¿Señor?… Habla Penélope… El trabajo esta hecho, logré confirmar.. El tipo era efectivamente “Spyro”… Si me necesita voy de regreso a la oficina. Es curioso como la gente puede creérselo todo. Las brujas no existen… ¿O si? Los fantasmas no existen… ¿O si? Quizá sería bueno preguntarle a la agente Penélope…. Pero… Ella tampoco existe… ¿O si? Personalmente yo guardaría silencio y me cuidaría de las personas que utilizan mucha goma en el cabello... O de los que dicen ser “Héroes”. |
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