Comentarios a la Anédota |
Si
te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada, no se que estrellas son estas que hieren como amenazas ni se que sangra la luna al filo de su guadaña. Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga, quiero que no me abandones, amor mío, al alba, al alba, al alba. Luis
Eduardo Aute.
Todo a tu alrededor de nuevo sin sentido, sin el habitual sentido y sin embargo con su propio y único sentido. Saltá. Y vos águila, vos viento viejo rugoso viento mágico águila vos viento. Las piezas desparejas de tu yo solícitas a la desintegración, la niña que saltá, es el rugido con esa voz te decía octubre y te decía intento, y vos llevado por el vuelo, por las horas que se escaparon así del tiempo. Sin comienzo el acecho del día, nagualito, viene sin iletrada pausa sin remota carencia, sólo el privilegio del águila fiera entre las montañas desdibujadas del ocaso tu fuerza es el crepúsculo dejate nagualito y entonces la niña en el peñasco, la niña asomada a la otra realidad y tus pies repletos de sombras y devenires, especialmente tus ojos, tu legado inescrutable saltá que viene. Victoria se queda sentada y se somete a los reproches. La vieja desparrama sus miserables improperios, Victoria es una luz que no se extingue, la silla que la sostiene proyecta minotauros en la cocina, la vieja saliva corre los dedos desordena el mantel se soba tiene los ojos de grasa las palabras sebáceas. Victoria se ensueña paseando en la bici del Patricio, la vieja: te manosea decí puta, ella que hasta sabe cómo la brisa los recrea volando en la bici por los caminos deshojados que va amontonando la primavera con desparpajo, la vieja: de dónde saliste tan arrastrada, ya vas a ver, y el Patricio entonces, cuando así andaban te decía Vicuñita agarrate que viene la curva del dragón de metal y la vieja: zorra que no te vea otra vez y ése. Victoria encierra en su espíritu el don de los chamanes, su retraso es sólo disfraz, sus ojos lo dicen ella no es idiota, la vieja sí y no lo sabe, con diecisiete años y tan puta, pero el Patricio te dijo con diecisiete años y tan águila despiadada, tan señora de luces y sombras, tan reverenciable te dijo, conozcamos al viejo nagual te dijo, adónde vas te dijo la vieja, al arroyo dijiste vos, adónde vamos le preguntaste al Patricio, en la casa de la cocinera la encontré le dijo él al chaman, ¿hasta esta hora en el arroyo? descreyó la vieja, hasta ver la luna le dijo Victoria. Vicuñita es la niña de los sortilegios, no heredará nada cuando la vieja se pudra, pero su herencia de fuego se la ha dado el viejo nagual cada tarde de día impar, le ha mostrado las paradojas de la percepción, le ha enseñado dónde se fractura el día y se vislumbra el allá. Ha conocido otros brujos, Estela le ha enseñado a cuidar su sexo, a no dejarse mentir por cualquier sinvergüenza, le ha dicho Vicuñita, que no te engañen, le ha dicho eres hermosa y los hombres son escoria, le ha dicho te has enamorado del Patricio pero es sólo el principio, luego lo amarás aún más, porque él te guiará hacia la libertad total, te ha dicho ¿entendés Vicuñita qué es un nagual? Y han pasado unos años de cuarzo, ha pasado un año y otro, un verano ha resucitado el otro verano, Victoria le ha dicho al Patricio ahora te llevo a volar y el Patricio le ha dicho ¿Vicuñita te parece? Y ella no ha dudado, ha caminado con él, ha preparado estrellas, se ha puesto hermosa, se ha puesto bruja, superpuesta en sus quehaceres ha visto una voz de brisa que le gritaba llevateló, hacelo viento, y Victoria primero con miedo, y con miedo luego, pero Vicuñita es tozuda, mirá que ya llegamos, pero falta más pregunta el Patricio, duda el nagual, teme los desamparos de la altura, los espíritus machacados en morteros, las viejas de fuego que con faldas de colores y percusiones de machi rasguñan la tierra con el útero y hacen brotar diamantes en las cascadas de agua, saben su aquelarre, lo esperan y el hombre al fin, miedoso, pero la voz el intento está suavecito, ponelo a montar, pero Vicuñita aquí es amorcito, pero Victoria ¿te parece? pero la voz anda el intento a mano.
Te lleva la niña al borde, fijate que coraje tuvo, mirá que
grieta abrió con su vulva en el horizonte anaranjado, mirá
cómo te dijo metete por acá, mirá cómo te cagaste
de miedo, cómo tres aves dibujaron augurios hacia el este, cómo
las palabras de Zacarías te dijeron todo es magia, y luego saltá,
¿a qué le tenés miedo nagualito, Galito mío,
Patricio, como querás llamarte, amorcito? Y vos temblando, ruge
a lo lejos el sol que se muere, que se lleva las esperanzas del día
y las amontona en las atestadas cuevas de la muerte, y Vicuñita
te dice besá mis pechos, mis ramalazos
de azúcar, y vos seguís pensando
en el viejo nagual, su porte de trotamundos entristecido de ocasos, su
reciedad de jabalí herido de muerte, su grito que también
lo oyen las jarillas, el ombú, el atormentado búho, tenés
tanto miedo nagualito, ¿por qué tan anaranjado, tan rosado,
tan oscuro todo? ¿por qué este tiritar, por qué la
vida está tan hecha de erizadas púas, por qué no venís
Patricio, te espero a la vuelta del mundo desde el principio del mundo
y vos qué decís Victoria, callate, y se despeña el
zafiro del atardecer montaña abajo, gritan de terror las bestias,
gritan como castrados de liturgia, como niños que no pudieron nacer
y se devoran la nieve y te vomitan toda esa angustia, y vos sollozando
por tu viejo nagual y ella metete, acá está el portal, y
vos sentís aullidos, ronda de matronas incaicas ardiendo en llamaradas
de letanías, Inti carajo está muriéndose al horizonte,
le tenés miedo a los costados de las sombras, a los ojos de la Vicuñita
que son galaxias y son un océano prehistórico que sucumbe,
y vos no querés pero la voz es imperiosa el
infinito está galopando para vos pendejo, y
ella ¿a qué le tenés miedo nagualito? Y vos gritando:
a vos, a enamorarme, al día, a mi, todo me apabulla. Y querés
morir y no saltar, y ella hace el último ilimitado fogoso estrafalario
inhóspito sacudido deplorado sangrado rastrero movimiento, te corta
y te ama, te atormenta y te gusta, te alza en vuelo y te desgarra, te quiebra
nagualito, ya no sos el Patricio, sos águila mundo puente Victoria,
querés que todo quede así o que termine de pronto y adónde
aparecerás, dónde te acabará de rumiar la noche, con
la Vicuñita en tu carne, con el espacio infinito invadiendo tus
ventrículos hasta que estalla tu yo tu forma tu miedo, tu niñez,
tu algarabía, tu canción preciada, y te quedás vacío,
nagualito
Mendoza, 28 de noviembre de 1999 Galo
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