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Anédotas Brujas - imágenes y textos de Galo  

Comentarios a la anécdota

El brujo del violoncello triste

Existe una magia en la vida que está más allá de la magia explícita o espectacular: la sencilla magia que existe en todas las vidas, el acumulado corazón de una biografía, el fugaz hilo que conduce los hechos de un hombre, cualquier hombre. De allí que al comentar mis anécdotas yo advierta que la sola evocación de una persona, la mera lectura de rasgos y vivencias sobre tal o cual brujo, sin complicarme en asuntos ultramundanos, ya tiene su inasible encantamiento. Y no quisiera que mis palabras torpes se metan entre el lector y Ramiro, ya sea para justificarlo o juzgarlo. Una palabra que se añade puede significar un rasgo que se diluye o se modifica para peor.

    No quisiera hablar de Ramiro, pero quisiera llamar la atención del lector sobre el motivo esencial de este relato: la fijación del anhelo, la manufactura de un objeto de poder. En el caso del violoncello, la elaboración se complica porque la fijación que lo dotará de magia surgirá de una sustitución, fenómeno de naturaleza onírica que en este caso ocurrió en la vigilia (esa costumbre convenida de distraernos y no sentir que todo es sueño, sueño sólido que es soñado por un mundo liviano que alguien a su vez soñará o quizás se sueñe a sí mismo). Yo imagino a Freud gozando de mis temerarias afirmaciones, sobre todo por lo endebles, o por lo que tienen de arbitrario. Pero de todos modos, me parece una buena aplicación de su teoría sobre los sueños. Sustitución es uno de los procesos mediante los cuales el inconsciente del psicoanálisis elabora los sueños, es una técnica por la cual se alude a algo censurable mediante el uso de un símbolo, que en el secreto léxico de nuestros afanes tiene su justa correspondencia. Parece que hay símbolos universales, y esto condujo a la ilusión de una hermenéutica científica de los sucesos oníricos. Pero hay símbolos muy personales, y son los que desequilibran los tímidos esfuerzos de ciertos pensadores psicoanalíticos. Este mecanismo de sustitución, ¿funcionará en la vigilia? ¿Habrá cosas que anhelamos falsamente en las cuales depositamos el genuino deseo que tenemos por otra cosa, cosa que nos resulte de alguna manera inaccesible o prohibida?

    No podemos conocer qué redirección de anhelos ejerció aquella muchacha sobre su instrumento salvaje, pero sí podemos especular qué sustitución en plena vigilia obró Ramiro por su amor imposible. Así como Ramiro se hechizó de amor, su naturaleza acechadora y su intento de no transgredir los mandatos de su impecabilidad concurrieron para cometer una especie de milagro: la vindicación de un objeto por la proyección de un amor frustado. Ese violoncello podía amarse con desvelo y sin cuidado, Ramiro podía aprenderse las artes del ejecutante con vocación de amante que acaricia, podía soñar con el día que lo (la) tuviera entre sus brazos, soltando música como quien gime de placer o como quien solloza por un delirio de pasión. Luego el destino premió aquel afán, ella, esa enigmática mujer quiso cumplir con el amor, al menos en el nivel en que podía permitírselo: ya que se iba, ya que con otro se iba, habrá pensado en Ramiro y habrá sentido que se tenía bien ganada su posesión. Quién sabe, quizás el violoncello le habrá contado la historia de un brujo triste que llegaba demasiado tarde al amor y venía tropezando por cosas de brujería y desengaño feroz. Y lo amó de ese modo, generosamente renunciando al instrumento, que desde entonces fue un objeto de poder hecho y derecho, con su lugar en este y en el otro mundo, una encordada fijación de un anhelo y una dádiva, gritando su música como suelta hasta la última gota de sangre un corazón que ha partido el aullido o el silencio de la muerte.

Galo

 

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