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FREELANCE

Por: Zona_Rosa

  Descortesía del narrador que no puede presentar a sus personajes con el lector.

(O por lo menos no personalmente).

Lo adecuado sería decir "Jesús" esta es "Tere", "Tere", este es "Jesús". Pero no, solo decimos este es "Jesús".. Amenlo, ódienlo o dejen de leer.

En fin, la descortesía  se entiende. No solo porque personalmente encuentro extremadamente difícil saber los nombres de todas las personas que se aventuren a leer estas líneas, sino porque además, la verdad me precio de considerarme un ente total y absolutamente soez.

Je.

De todos modos, aunque fuera yo capaz de  hacer algún tipo de presentación, aunque pudiera decir "Zaens, conoce a tus lectores", dudo mucho que el sujeto a presentar se hubiera interesado demasiado en detener su marcha y voltear a verme a mi o a ustedes que están leyendo.

Trágica situación de descortesía descomunal la que se vive en el mundo de las letras.

Los personajes siempre están muy ocupados para saludar a los lectores que los observan tras las páginas.

¡Horror de horrores!

Pero digo, hay que entender… Entender por lo menos a Zaens… Había mas recompensas por su cabeza que hojas en un calendario… Eso le quita la cortesía hasta al mas encolerizado seguidor de Carreño… La cortesía y el hambre… Aunque no las ganas de comer.

¿Cómo había sucedido tal tragedia?

Para saberlo tendríamos que regresar algunos meses y también tendríamos que entender que el Distrito Federal en el que vivía Saenz, no es el mismo que el que nosotros (o por lo menos yo) habitamos (habito).

Saenz había sido contratado por una figura importantísima del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Petrolera (S.N.T.I.P.) para investigar el pasado de uno de los candidatos para secretario general… El favorito.

Se suponía que Saenz debía encontrar algún secreto turbio para desprestigiarlo ante el gremio y dejarle el camino libre a la persona que lo había contratado.

Se suponía que debía haber encontrado algún desfalco, alguna historia truculenta sobre mujeres con quemaduras en la entre pierna o algo parecido… Pero no se suponía que debía encontrar lo que en realidad terminó por encontrar.

Cada segundo que pasaba parecía eterno.

Cada cara que pasaba parecía estar escondiendo una pistola.

En el alto cualquier taxi podría echársele encima… Un peatón atropellado mas.

Podría haberles dicho "Lo siento, perdónenme, les juro que no se lo voy a decir a nadie"… Pero el hecho era que sabía lo que sabía y que era quien era… Nadie en sus cinco sentidos habría creído sus disculpas o sus promesas. Después de todo el era el famosísimo Saenz del escándalo "Saenz" del  ’78.

Si… Ahora es necesario regresar algunos años.

Corría  el año de 1978. Saenz se había anotado un diez al publicar una serie de reportajes sobre la guerrilla del Sureste y los comandos para-militares de la zona… El tío había pasado a ser la noticia:

"REPORTERO FREELANCE DESENMASCARA INTERESES OCULTOS EN LA SELVA"

"REPORTERO SOLITARIO RAZGA EL VELO DE SILENCIO EN EL SURESTE"

"PREMIO NACIONAL DE PERIODISMO PARA UN REPORTERO NO AFILIADO AL SINDICATO"

Después de cuatro meses en la selva rascándose las pulgas en un campamento infestado, los únicos animales que le quedaron fueron los que se comía… ¡Y cómo comía!

Tres veces al día, en los mejores restaurantes, con las mejores compañías… El muchacho (porque entonces era un muchacho), se dedicó a darse la gran vida… Hasta que llegó la gran muerte.

"EL CONGRESO TERMINA SUS INVESTIGACIONES: NO HUBO INTERVENCION EXTRANJERA EN LAS OPERACIONES DEL SURESTE"

"SAENZ ACUSADO DE DIFAMACION"

"SINDICATO NACIONAL DE LA INDUSTRIA DE LA COMUNICACIÓN VETA A SAENZ A NIVEL NACIONAL"

Resultó que en realidad las historias que había publicado el bueno de Saenz, las había escrito gracias, por y para conseguir una enorme gratificación de alguien extremadamente bien parado en alguna Secretaría de Estado cuyo nombre es mejor dejar a la imaginación.

Cuando la administración cambió, seis años después, Saenz se volvió redundante.

Los nuevos muchachos, que habían llegado al poder  gracias a la facción parlamentaria del Sindicato Nacional de la Industria de la Comunicación (S.N.I.C.), no tenían necesidad de un mentiroso a sueldo porque habían acaparado la fábrica completa… La información era suya y ellos eran la información.

Se convino en poner a dormir a Saenz… Pero no podían matarlo porque el lavado de las alfombras resultaba excesivamente caro.

El congreso re-abrió las investigaciones de algunas matanzas y las historias prefabricadas de Saenz se fueron por el caño junto con la comida cara y los kilos de más que había obtenido a costillas de la gloria.

Saenz estuvo seis meses tras las rejas de un penal.

Por esos seis meses adquirió múltiples decoraciones corporales, algunos  hábitos seculares poco gratos  y las tres cicatrices que brillaban con el sudor mientras doblaba en la esquina.

No era la primera vez que se enfrentaba a la muerte, pero si la primera que no estaba seguro de poder ganar por default.

La Parca esta vez si se iba  a presentar… Lo sentía…. Lo sabía… Lo escuchaba con cada paso que daba hacia el destino aquél que le habían señalado.

Buscaba a un mito, escuchaba los pasos de la muerte en cada tacón que tocaba el cemento de la acera y para colmo los zapatos le apretaban.

(Jamás debió comprarlos)

El mito se hacía llamar "Vocce" ("Boche" o "Voche") y Saenz se había enterado de su existencia mientras aprendía a hacer tatuajes en el patio de la cárcel.

Voche: "Si alguna vez necesitas desaparecer, búscate al Boche".

Se suponía que Voche era un  vendedor de seguros para criminales que eran sentenciados a pagar sus culpas con algo mas que años de encierro.

Algunos decían que Voche era un agente secreto de alguna compañía de espionaje de un país con demasiado tiempo libre, otros decían que era un ex líder sindical con alma de samaritano y otros decían que era un mafioso extranjero extremadamente poderoso.

La verdad es que nadie sabía. Y nadie sabía porque nadie había conocido al tal "Voche" y regresado para dar una descripción.

Los que lo buscaban jamás volvían a ser vistos.

Eso era bueno.

Eso era malo.

Voche: ¿Un asesino?

Saenz estaba dispuesto a averiguarlo.

No porque sus instintos de reportero se lo ordenaran, sino porque a decir verdad no tenía otra opción.

Prefería morir a manos de un mafioso que terminar encajuelado en algún barrio de la ciudad con una manzana en el hocico. (Al mas típico estilo de las "Fuerzas de Tarea" ).

Trágico es el destino de los personajes de toda historia. Si no fuera así no habría historia… O por lo menos no una que a mi me agradara contar.

Sádico y Soez.

Si. Sugiero abandonar la lectura los que se sientan amenazados por ello.

¿Aún ahí?

Premisa mayor: El lector sigue leyendo.

Premisa menor: Lo que esta leyendo es el cuento llamado "Freelance".

Conclusión: El lector desea terminar de leer el cuento y saber así las desventuras de Saenz (O por lo menos las que se detallan en este escrito).

Bien, en ese caso continúo. Ya retrocedí lo suficiente… Aunque paradójicamente, alguien va a retroceder todavía  mas. (Lo sé porque yo lo escribí).

Saenz llegó a su destino. Una pulquería apestosa con el piso gastado y las mesas cojas.

Cuando abrió la puerta un espejo sorprendió a su propia imagen.

El tipo era robusto tirándole a "gordito" (pero sin llegar a serlo)… La cárcel le había sentado mal.

Tez de barro café-rojiza, nariz afilada, tres navajazos secos en el cuello bajo una copiosa capa de sudor, ojos claros sobre ojeras oscuras, pelo en pecho asomándose entre la camisa sudada… ¿Era él?

Se recordaba aún con mas pelo, con menos mallugaduras, con menos arrugas…

Directo al tipo de la "barra"… Al que vendía.

- Buenas tardes señor… Estoy buscando a un tal "Voche", me dijeron que aquí lo podía encontrar.

- ¡Ah chis! ¿Pus quién le dijo o qué?

- Soy amigo de León "El zurdo". El me dijo.

- ¿"Lioncito"?… ¿Qué ya salió "del tanque"?

- No, sigue "guardado" pero lo fui a ver ayer.

- ¿Y qué dice el buen "Lioncito"?

- Pus me dice que aquí puedo encontrar al tal "Voche".

- Ahhh pus no señor.. - El vendedor (gordo, cenizo, bigotón y de delantal) bajo la mirada y sirvió una jarra de pulque en extremo viscoso.-… Aquí no conocemos a ningún "Voche".

- Pues "Lioncito" me dijo que si.

Saenz sacó un billete y lo puso sobre la barra.

- ¡Uchale! ¡Pus eso me hubiera dicho señor!…- El vendedor (gordo, cenizo, bigotón y de delantal) tomo el billete mirando para otro lado -… Si, el "Bocles"… Ese es el que cuida el baño… Pásele, es esa puerta que esta ahí.

Saenz volteó hacia donde le indicaba el dedo rechoncho y descubrió una puerta vieja que llevaba como vestido un papel de  "Fuera de servicio" (que mas parecía nota de suicidio).

¿Una pulquería sin baño?

Eso explicaba los charcos en el piso y el olor tan penetrante.

Saenz abrió la puerta y se encontró  con un cuarto forrado de cemento áspero.

Definitivamente no olía a baño pero tampoco olía a nada que jamás hubiera olido antes persona alguna.

Acre olor… Ardiente a la nariz sin llegar a ser del todo insoportable.

Antes de cerrar la puerta Saenz volvió a mirar a la concurrencia sin que nadie le prestara atención; Luego titubeó.

El cuarto estaba alumbrado solo por un rectángulo/abertura/ventana que estaba arriba de un migitorio seco.

Afortunadamente el sol estaba brillante y no había oscuridad… O por lo menos no en el cuarto aquél.

¿Iba a entrar?

- ¿Estas buscando a Voche?

Eso lo decidió.

Saenz entró al cuarto y cerró la puerta tras de si.

Hacía calor. Mas de lo que había anticipado.

No parecía haber nadie adentro, pero la voz había salido de ahí.

- Si… Estoy buscando a  "Voche".. ¿Eres tú?

- Yo soy Voche.

Mirando a todos lados Saenz terminó de  valorar su situación: El cuarto medía cuatro por seis y solo tenía un migitorio (seco), un lavabo (seco) y una puerta de lámina que pretendía dar privacidad a los que tuvieran necesidad de sentarse a descargar sus tribulaciones. (Después de todo eso era un baño).

La voz de Voche salía de atrás de la puerta de lámina.

¿Estaría cagando?

Saenz sabía hablar con la gente. Sus días de reportero se lo habían enseñado.

Había aprendido a mantener el aplomo sin importar la situación… Aunque nunca pensó que tendría que mantenerlo bajo el fuego de una andanada de flatulencias.

- Me dijeron que tú podías ayudarme.

Saenz dio un paso hacia el privado.

- ¿Ayudarte a qué?

- A escapar, a perderme… Hay alguien muy importante que me quiere ver muerto.

Saenz quiso avanzar mas pero se detuvo. El hacerlo habría sido demasiado extraño… Extraño a niveles insostenibles… Mas que el olor.

- ¿Quién te quiere matar? ¿Qué hiciste?

Voz pausada, voz calmada. Cargada de eco.

Era la voz de un viejo… O al menos lo parecía.

- Preferiría no decirlo.

Silencio.

Saenz estuvo a punto de avanzar más.

- Así no es como yo hago las cosas. No puedo ayudar a todos los que me lo piden. Tengo que saber.

Saenz titubeó.

- Digamos que…

- No, no "digamos que". Dime exactamente quien quiere matarte y por crees que te quiere matar. Dime o salte de mi oficina.

La voz siguió calmada, pero fue absolutamente convincente.

Saenz suspiró.

- Jorge Medranto Pagaza… El es el que quiere matarme.

- ¿El líder de la Sección parlamentaria del S.N.T.I.P?

Saenz se sorprendió ante la pregunta. El tipo estaba bien versado en asuntos de política nacional.

- Si.. Ese.

- ¿Y por qué te quiere matar? ¿Escribiste algo que no debiste haber escrito?

Nueva sorpresa.

¿ "Escribiste"?.

¿Cómo sabía la voz que él "escribía"?

- No… Encontré algo… Algo que no debí haber encontrado.

- ¿Qué?

Saenz suspiró, cruzo los brazos y se quedó mirando al suelo.

- Mira: Si a mi me quieren matar por saberlo… ¿Tú crees que sea buena idea que te lo diga a ti?

- A mi no me preocupa. Yo soy Voche.

¿Egolatría o confianza en si mismo?

- Descubrí que estaba desviando fondos del presupuesto Federal para pagar los gastos de campaña de su candidatura para líder sindical.

Mentir… Con todos los dientes… ¿Por qué no?

Silencio.

¿Por eso no?

-¿Voche?

- Bájate los pantalones.

-¡¿Qué?!

- Si quieres mi ayuda vas a hacer todo lo que yo te diga y cuando te pregunte algo siempre me vas a decir la verdad… Ahora bájate los pantalones.

La idea de cualquier idea revolvió el estómago de Saenz.

¿Bájate los pantalones?

- No, no lo creo.

Saenz caminó dos pasos hacia el privado, se detuvo, regresó uno, abrió la boca para decir algo y cuando finalmente estuvo a punto de decirlo, se decidió por abrir la puerta y salir de aquél cuarto tan urticante, sin embargo,  el exterior resulto mas urticante: cuatro oficiales de la "Fuerza de Tarea" con uniforme puesto, macana en mano y ojo avisor.

¿Que no se supone que no se permiten uniformados en las pulquerías?.

"Estamos buscando a un tal Saenz"

La piel de barro se hizo blanca y los pasos de la presa regresaron a la madriguera salvadora.

- ¡Están aquí!

- Entonces parece que realmente necesitas mi ayuda Saenz.

¡El tipo parecía estar bien versado en todo!

- ¿Sabes quién soy?

- Si… Y también sabía que te iban a encontrar. Ayer hablé con "El zurdo"… Me dijo  que se habían enterado de que lo habías ido a ver y le hicieron "unas cuantas preguntas"… Estas en problemas Saenz. Han estado vigilando esta pocilga todo el santo día.

- ¡Entonces ayúdame!

Saenz corrió hacia la puerta de lámina y la abrió intempestivamente.

Un retrete seco.

Sin tripulante.

Sin agua.

Sin nada.

¿Dónde?… ¿Qué?… ¿Quién?

Nada, nada… ¡La ventana!

Como pudo Saenz subió al retrete e intentó llegar al agujero en la pared, pero era por demás: La luz usaba una talla mucho mas pequeña que la que el usaba.

Por mas que intentó escurrirse entre los vértices rasposos, por mas que maldijo, por mas que rezó, a pesar de todos sus intentos, la libertad se quedó afuera.

Saenz cayó.

Sentado, recargado contra la pared, sangrando de muchos lados por haber hecho el intento fallido, junto al retrete.

Saenz cayó.

- Pues si.. Creo que yo podría ayudarte.

¡Voche!

Desesperado Saenz volvió a levantarse y miró con vértigo demencial las paredes del cuarto.

¿Dónde estaba?

- ¡Si! ¡Ayúdame!, ¡ayúdame por favor!… ¡¿Qué hago?!… ¡¿Cómo salgo de aquí?!

- Empiezas por decirme la verdad… ¿Qué fue lo que encontraste?… ¿Por qué te quieren matar?

- ¡No mames! ¡Ahorita no tenemos tiempo! ¡Esos cabrones van a llegar aquí en cualquier momento!

- Entonces dímelo de una  vez.

Saenz tomó un respiro y se llevó las manos a las sienes para tranquilizarse.

- Esta bien, esta bien… Mira: Medranto me contrató para investigar a Córdova Crois… Se suponía que tenía que encontrar algo para echarle tierra  y si, encontré un fraude… Uno demasiado grande como para servirle a cualquiera…

- Explícate

- El Instituto Nacional de Propiedad Industrial ha estado patentando procesos creados por los particulares a nombre empresas fantasmas pertenecientes al  S.N.T.I.P.

- Eso no suena muy grave.

- Pero lo es… Los petroleros son dueños del 60% de la tecnología que existe actualmente en el país… Los registros se han venido alterando desde 1937…Toda industria que implique procesos químicos tiene contratos de explotación con una de las empresas fantasmas que dominan los petroleros… El Congreso esta a su merced… Contrariarlos implica la cancelación de los contratos de explotación y la ruina de las Empresas y de los Sindicatos … ¡Eso no puede saberse!

- Mmm… ¿Tú crees?… Si los petroleros controlan al congreso como tú dices , entonces ¿cómo explicas que ganará el candidato del S.N.I.C en las elecciones pasadas?

- Fue un convenio... La verdad es que los petroleros necesitaban salir del ojo del huracán para resolver la pugna interna que se desató en el sindicato tras la muerte del viejo Líder… ¿por qué crees que me contrataron en primer lugar?

- ¿Porque estabas acabado?, ¿porque después del fiasco del ’78 quedaste vetado para todo los medios?… ¿Quién te iba a dar una oportunidad con tus antecedentes?… Te contrataron porque tienes el talento pero no la integridad… Porque la información es un arma y tu eres la mejor pistola que el dinero puede comprar… Por eso te contrataron.

Saenz tragó saliva y una insinuación de risa se escucho muy en el fondo de la voz.

- Eres bueno Saenz… Casi lo descubriste todo…¿ Pero sabes que pasó con los inventores ? Porque nadie reclamó el cambio en de los registros ¿verdad?

- N-no…

- ¿Qué paso con los verdaderos inventores Saenz? ¿Puedes imaginarlo Saenz?

- Ellos..

- Si, Saenz… Ellos vinieron aquí.

La puerta se abrió lentamente y los uniformados entraron al cuarto de cemento con lentitud, pavoneando sus pasos y sus armas, sintiendo la majestad del uniforme y la mala cara.

Sus presunciones les resultaron vanas. En aquél baño descompuesto no había nada.

"Pero si yo lo vi entrar"… "Tiene que estar en este changarro"… "De aquí no ha salido mi teniente"….

Lero, lero.

Saenz recogió un paquete en el guardarropa de una tienda de autoservicio.

La contraseña para reclamarlo estaba en su bolsillo tal y como Vocce le había dicho.

Unos lentes obscuros, la factura de un coche, una licencia y un pasaporte con nombre falso...

A decir verdad, nadie jamás se explicó como es que Saenz había logrado escapar.

Vocce jamás quiso explicarlo y yo jamás me enteré.

Quizá habría podido escribir una hipótesis de todos modos - después de todo yo escribí la historia - sin embargo, hay cosas que siempre serán un misterio. Por ejemplo: ¿Por qué quería Vocce que se quitara Saenz los pantalones? ¿Por qué había unos lentes oscuros en el paquete? ¿Por qué es descortés se escribe "c" y no con "k"?

Misterios… Por algo se inventó la palabra "misterio" y también por algo el tipo de las cicatrices en el cuello se llama Marcus Frel Ancer.

- Encantado.

 

              


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