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El porque de las cosas
por Zona_Rosa 

                 Ahora veamos...
                 Es siempre difícil comenzar algo.
                 Creo que hasta hay término freudiano para el caso...
                 ¿Comenzofobia?
                 Podría ser.
                 La verdad es que no estoy demasiado familiarizado con los términos exactos para describir los “estos” y “aquellos” de la conducta humana, así que por ello me disculpo desde este momento.

                Sigamos viendo...
                Es importante antes de empezar a publicitar el extraño caso que nos ocupa, delimitar el contexto en que los personajes se ubican, pararlos en su marca sobre el escenario y montar la escenografía que los rodeará en el transcurso de la obra.
                El hecho de que los actores no caigan en conciencia del terreno en que pisan sino hasta que un error del tramoyista los pone en aprietos, no significa que a quienes estemos al margen de esta hoja deba pasarnos igual.
                Así pues, es menester que al fondo me dedique.

¡Hasta el fondo!
¡Salud!

                Primero se aplicó en la pared del teatro una capa de gris de cielo, luego unos cerros haciendo círculo y  en el centro de esa sinuosa circunferencia se montaron una multitud de casas/edificios luchando por lugar de ventilación contra el verde y contra las calles que se imponían también como atavío impertinente en la figura voluptuosa de una bailarina de congal.
                Una ciudad... Grande... Con metro, taxis, camiones, trolebuses, bicitaxs, peseros... La fauna completa.
                Olores interesantes en el aire.
                Monóxido, “Siete Machos” y “Chanel”.
                Sudores de los mas diversos paseándose entre sandías, flores y víceras de cerdo en el mercado.

                El fondo esta listo.. O por lo menos el fondo del fondo, el que siempre se mantiene ahí.
                          (La ciudad siempre se mantiene ahí)
                Ahora el fondo que cambia, el que sigue en metamorfosis los pasos del tiempo, las patas y las colillas en el cenicero. Analicemos el estadío que este guardaba cuando la historia (esta historia al menos) comenzó a correr:
                Seis sillas rodeando el acoplado de dos mesas... Mas mesas y mas sillas... Gente... No necesariamente  la gente que ha de ser carne útil para efectos de esta narración, pero aún así gente.
                Meseros, comensales, noche, bebidas...
                Era aquello la terraza de un bar.
                La penumbra estaba en su apogeo, la cerveza fluía y la música sonaba.

Música: dos guitarras, una batería, un bajo, un teclado, un cantante.
Cover de “Las piedras rodando se encuentran” del Tri.

Cover: Del inglés “cubierta”... Término empleado para denotar que una cierta música no es sino un miserable “Fusil”.

Tri: Banda de rock mexicana de corte añejo. Blues de la calle con actitud de decir la “neta” y “Chingaderas” en lugares comunes.

Ojo: La terraza estaba a nivel de la calle.

                Sobre las seis sillas (las primeras que se contaron) había seis gentes;. Los seis personajes principales de esta historia.

Tabo: Cabello rubio lacio y sobre la cara (imposible decir en este punto el color de sus ojos). Tenía un cigarro eternamente sobre la boca y algunos fugitivos de la rasuradora sobre el mentón.
                Tocador de bajo, compositor y hermano de la Miriam.
                A Tabo le daba por contraatacar los embates de su realidad por medio de quejidos que rimaban y satisfacían los instintos de sus compañeros de bancada.

Silla siguiente...

Fer: Tenía el pelo como un tapiz de espinas cubriéndole el carneo, su cabeza estaba erguida y su cara alargada movía dos labios carnosos.
                Fer era el encargado de la batería. Llevaba una camiseta negra de Metallica, pantalones de mezclilla despedazados y neuronas que igualmente despedazadas  al parecer solo registraban pensamientos de Slam.
                Hablaba del derecho a la revolución.

Slam: baile colectivo en el cual se azota literalmente el cuerpo contra todo obstáculo accesible.

Metallica: Grupo de rock norteamericano que en sus primeros días se especializó en golpear los tímpanos de los valientes que se atrevían a escucharlos.

Silla siguiente...

Héctor: Cabello sujeto con un trapo en el reverso de la cabeza, barba corta con descuido, enfundado todo en negro, portando impactantes ojos verdes.
Héctor se las daba de cantante, guitarrista y conciencia social.
                El era la neta para la banda y su cerveza al frente era la neta para el.
                Contestaba del derecho a la revolución.

Silla siguiente...

Miriam (La): Cabello lacio cual saliva y rubio como el de su hermano. Sus ojos eran verde/ámbar y su ropa compartía el gusto por el luto; Llevaba zapatos de tacón de tres pisos y era una verdadera mártir de la “Nueva generación”.
                Aguantaba el dolor y se procuraba siempre dolor que aguantar.
                A eso dedicaba sus días.

Dolor: Ideal romántico, dolor-tragedia, dolor-melodrama... Trama de cualquier “buena historia”.

                Ella había convocado al grupo en aquel lugar.
                En su cabeza había un plan y un dolor nuevo para amenizarse la vida.

Siguiente silla...

Vladimir.

Siguiente silla...

Lucho: Cabello negro y lacio sobre la cara porta-lentes...
                Escuálido toca teclados.
                (Musicales y de ordenador)
                Lucho era el mas joven y el mas centrado de los integrantes de la bancada quizá porque no le había tocado tanto la generación de sus compañeros o porque quizá simplemente había nacido con los tornillos mas apretados que el resto.
                Como fumaba, como tomaba...

Silla siguiente...

Tabo.

                Todos presentes y en su marca.
                ¿Es momento pues de gritar “acción”?
                En honor a la verdad solo podríamos decir que si, si me permitiese pasar por alto los detalles del tripulante de la silla situada entre La Miriam y Lucho...
                Me permito.
                (por el momento)
                Es una de las ventajas de estar tras las memorias...

¡Acción!

                La ola de cebada (o dizque) regresó sobre sus pasos desde las barbas de Héctor hasta el fondo del tarro.
                El océano empezaba a menguarse junto con los ánimos de la concurrencia.

- ¡Es que ya era justo! ¡Así tienen que ser las cosas! ¡¿O qué?! ¿nos vamos a morir hincados en la mierda?
                Fer no soltaba prenda.
                Miriam por otra parte se veía como una prenda de agarrabilidad irresistible (o por lo menos para el barbón del grupo).

- Si... ¿De qué sirve?
                Tabo estaba mas melancólico que de costumbre.
                Habíase fumado mas de siete de la cajetilla y al paso que iba, bien podría llegarse a la conclusión de que la nicotina sembrada en sus labios pronto haría retoñar un eterno cigarrillo de profundas raíces.

                Vladimir por otra parte, estaba extremadamente callado. Se limitaba a ver a la banda del escenario como esperando algo... ¿Qué no se daba cuenta de las miradas de Héctor?
                Miriam empezó a dudar de su plan.
- Bueno, pero por algún lado teníamos que empezar ¿No?

- ¡Chale! ¡Creo que me equivoqué de mesa!

                Lucho tomó los cigarros y se agenció uno antes de que los aplausos por el ausente empezaran a sonar.
“Las piedras” acabaron y mientras Lucho peleaba encarnizadamente con el encendedor que a la bancada había donado Tabo, Vladimir se permitió cruzar los dedos y sonreír por primera vez desde el arribo de los tragos.

                Ok... Inicialmente había dado resultado. El objetivo número uno de la misión había logrado efectuarse: Héctor la había notado como algo diferente a la “hermanita de Tabo”, pero si Vladimir no mostraba interés en defender lo que teóricamente “era suyo” por esa noche, los objetivos subsiguientes de la operación “Picón” jamás podrían ser alcanzados.
                Miriam no conocía demasiado bien a Vladimir, pero no busco en ello pretexto para no llevar a cabo su plan maestro: Reunirlos aquella noche para presentarles a su nuevo novio era sin lugar a dudas un acto que garantizaría la atención de Héctor.

-¡Metallica!.. ¡Metallica!

                Los aullidos de Fer hicieron sonreír a Tabo pero luego se quedo serio al mirar a Vladimir.
                Vladimir cero.
                Tipo raro de traje, corbata y gabardina.
¿Qué hacía con su hermana?
¿Que hacía ahí sentado en su mesa?
                Sus ojos se encontraron.
                Negro contra Verde/ámbar.
                Negro del lado del sonriente Vladimir y Verde/ámbar en la esquina del buen Tabo.
- ¡¿Qué trais güey?!- Los labios se movieron, pero ningún sonido salió de ellos.

-¡Metallica!
-¡La chispa adecuada!
-¡Metallica!
-¡La chispa adecuada!

                La guitarra inquieta del fondo, que hasta entonces y desde el final de “Las piedras” se había mantenido jugueteando con una brizna de aburrimiento, de pronto se quedo seria.
                Los de la música se quedaron serios y en medio de la seriedad que llegó a imponerse inexplicablemente por algo así como medio segundo, el requinto necesario para “La chispa adecuada”.

“La chispa adecuada”: Canción interpretada por el grupo español “Los héroes del Silencio” (famosos por la tesitura baja en la voz de su cantante y sus letras abstracto-metafísicas)

                Inmediatamente la concurrencia celebró el rompimiento con el silencio.
                Gritos, suspiros y guturalizaciones de índole profana inundaron el lugar.
                Vladimir sonriendo, la mirada de Héctor atascada con terquedad en el semblante de la Miriam.
                Tono meloso en la música de fondo... Un chocolate amargo... Mas bien una rosa blanca perdiendo las hojas.
                De amor y de ausencia.
                Ideal para iniciar un romance en aquella, la época en que los vampiros y sus góticas dotes para efectos del amor eran veneradas.

                Héctor empezó a cantar siguiendo en un principio la voz del cantante del fondo, sin embargo, gracias a un extraño suceso que inhabilito de pronto el micrófono del guía de las voces, se convirtió la suya en la mas fuerte y mas exacta para emular el sentimiento que la música demandaba.
                Ante la sorpresa de todos, Héctor se impuso  a la concurrencia; Primero desde su lugar y luego, después de que sus pasos inexplicablemente lo ubicaron ahí, desde el escenario del fondo del bar.
                            (Héctor no cantaba malas rancheras)

                Hasta Fer -quien se había dedicado a su cerveza tras el desaire de la banda a sus gemidos metaleros- se puso de pie y empezó a aplaudirle con vehemencia a su compañero de bancada.

                El “¡¿Que trais güey?!” quedó en suspenso.
                Tabo, como el resto del lugar desvió sus esfuerzos hacia su compañero del escenario sin notar (claro) que Vladimir ya no estaba en la silla que le correspondía junto a su hermana.
                Otro “claro”: Miriam tampoco notó la ausencia de Vladimir.
                Y vaya... la pregunta aquí es ¿Pues a donde había ido el mentado?
                ¿A saciar la urgencia de las tres cervezas que se había tomado?
                No.
                Sigamos los pasos del ausente:
                De su silla abandonada a un encuentro fugaz con un mesero que se le atravesó, de ahí, al pasillo que conducía hacia los baños del fondo. A punto de llegar y desviación por el pasillo... Su gabardina se encapricho en liarse con la silla de otro tipo... Sus paso se continuaron cuando el asunto quedó resuelto y no pararon sino hasta que quedaron de frente a una puerta con un “Damas” tatuado a la altura de la cara.
                Apunto estuvo de entrar... Quizá... Pero no. Terminó girando una vez mas y llegó hasta un tipo que luchaba encarnizadamente con el equipo de sonido que servía de esqueleto al entarimado.
                Fue ahí donde hubo un intercambio de palabras que por el momento no resultan interesantes, pero que por serlo para la comprensión  de otro(s) fenómeno(s) consecuente(s), quedarán aclaradas en su debida oportunidad.

                Lucho había dejado a su cigarro descansar sobre la mesa.
                Aquello se había convertido en un momento espeso y cada una de las notas de la canción en desarrollo parecía ignorar las mas elementales reglas del decoro al llegar, sin siquiera tocar la puerta de los oídos, hasta el mas profundo esbozo de melancolía de los ahí reunidos.
                Inclusive cuando el sonido regresó al micrófono del cantante callado, este no se atrevió a interrumpir el vuelo que Héctor había iniciado con las “palabras que fueron avispas”.
                La multitud se puso de pie para aplaudir cuando la canción terminó.
                Todos estaban felices, todos sonreían... Todos menos Miriam y Tabo que cuando estaban a punto de darse a los empeños de doblar los labios notaron la presencia de  Vladimir en el fondo del escenario.

¿Estaba hablando con la banda?
                Paciencia, aún no es ”su debida oportunidad”.
                Héctor se unió a la plática, los nativos empezaron a inquietarse.
                La interrogante de silencio se clavo cual afrenta entre los que esperaban música para acompañar sus tragos.

- ¿Y ora?
                Fer se dirigió al centro de la mesa pero en vez de encontrar respuesta entre el cuorum de aquélla asamblea, se vio frente a frente con un solidario espejo de expresiones atónitas.
                Héctor, aún encaramado en el escenario dirigió un dedazo a Tabo.
                Tabo, Héctor y Vladimir en la tarima con la banda... La ansiedad de los nativos aumentaba, el “¿que trais güey?” casi raspaba...
                Después de unos segundos Héctor lanzó una mirada a Miriam y luego de decir otras palabras que solo quienes estaban cerca pudieron oír, se dirigió hacia su antigua percha al borde de la mesa.

- ¡Orale güeyes! ¡Quieren que toquemos!
- ¡¿Qué?!
                Cada quien en su muy peculiar estilo eructó la sorpresa infame.
                            (Un “no me chingues” salió de Lucho)
- ¡Orale!... ¿Vamos o no?

                Con la inseguridad razonable para una situación como la que enfrentaban, tecladero y bataquero se levantaron de sus asientos y siguieron a Héctor al escenario bajo la mueca debrayante de la Miriam.

- ¡Ejm! - ¡Tuiiiiiiiiiiiiiit! (Sonido de micrófono chillando)- Bueno... Sip... Bueno...- El vocalista de la banda local se dirigió a la concurrencia que ya empezaba a vociferar sones a la madre y al desmadre mientras a sus espaldas los muchachos visitantes se ajustaban los instrumentos-... Antes que nada quiero pedirles un aplauso a nuestro cantante emergente...- Una avalancha de aplausos, “hermanas” y “quieros” sojuzgó por unos segundos la voz del micrófono -...El es Héctor y es vocalista de una banda que esta ahorita aquí con nosotros... ¿Quieren oír como suenan?

- ¡Siiiiii!
- ¿Seguros?
- ¡Siiiiiii!
- ¿Quieren que se los deje?
- ¡Siiiiiii!

                La voz de Miriam taladraba oídos y arrancaba sonrisas contagiando de entusiasmo todo su entorno.
                        (Afrontémoslo: una chica guapa gritando, siempre impone un precedente a seguir)
                Así, entre las sonrisas de todos, los aplausos y las ya consabidas parafernalias guturales de los momentos como aquel, los integrantes de la banda local desalojaron para dar paso a Héctor, Tabo, Lucho y Fer: “Réquiem Sutil”...  Cover de “Pearl Jam” = “Even Flow”... ¡Orale!

Pearl Jam: Banda norteamericana originaria de Seatle. Afiliada con el Sonido Seatle o Grunge, derivación del rock tradicional que se caracteriza por un salvajismo no recargado que da la idea de un trapo viejo revolviéndose dentro de una lavadora al escucharse.

                La concurrencia estaba extasiada.
                El sonido del grupo era verdaderamente bueno para aquella noche.
 Había variaciones en ciertas partes y la oportuna introducción de unas teclas profanas que el original no llevaba se sentía bien; Tanto como el espectáculo de animación cuasi-profesional que Miriam había organizado desde la antigua mesa que se mantenía en el suelo mientras sus ocupantes volaban.

                A la mitad de la canción el 40% de la concurrencia se había puesto de pie para moverse a sus anchas y para cuando los acordes se acomodaron sobre la secuencia de terminación, la cosa fue el acabóse.

-¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!
                El coro gregoriano se impuso como rezo común en el templo.

                Héctor, que aún mantenía al micrófono como rehén, se volvió para mirar al vocalista del grupo relevado y ante el descubrimiento de un gesto afirmativo, se volvió hacia Tabo y luego de una una amplia sonrisa, se dirigió a la concurrencia. Específicamente hacia el barullo de Miriam y aún mas específicamente hacia Miriam...

- Gracias, gracias, son ustedes a todo dar... Bueno, yo soy Héctor, allá en el bajo esta Tabo, en las batacas esta Fer y el de los teclados es Lucho... Nosotros somos “Réquiem Sutil” y queremos tocarles ahora una rola de la casa que se llama “El por qué de las cosas”... Esperamos que les guste...

                Y uno, dos, tres...
                Batacas...
                Bajo...
                Guitarra...
                Teclados...
                Con la precisión que solo el ritmo de la música puede lograr, el ensamble quedó completo para que las palabras empezaran a reptar su camino hacia la sensación.
                “El por qué de las cosas” era una canción desgarradora que perfilaba los ánimos hacia la tragedia.
“¿Por qué fuste tan cruel?”
“¿Por que lo dejaste ser?”
                La concurrencia enmudeció impactada por la confabulación devastadora entre la voz y las notas puras.
                La sensación llegó.
                Un taladro en la frente de los masoquistas mártires de la generación ahí reunida, cientos de miradas fijas en la tarima.
¿Cómo fue que a pesar de la electricidad en el ambiente Miriam descubrió a Vladimir en ejecución de la penosa fuga?

                Misterios cuya devalación es ajena a cualquier “debida oportunidad”.
                La música no había perdido su hipnótico efecto y sin embargo a la muchacha se le había ocurrido voltear exactamente en el momento preciso hacia el lugar preciso para ver a Vladimir salir del antro.
                Su cara inmediatamente cambió de mueca de carnaval a  gesto de opción múltiple:
a) examen b)preocupación c) culpa.

                Vladimir pasó la cadena que lo separaba del exterior y se internó en él.
                De pronto, una mano lo detuvo.

- ¿A dónde vas?

                La Miriam... Reclamación... Sorpresa.

- T-Tengo que irme
- ¡Oyeme! ¡¿Qué te pasa?!
- Me hablaron por teléfono... Tengo que irme...
- ¡¿Qué?!... ¿Pero te ibas así?... ¿Sin decir nada?
- No tenía nada que decir.
                Por primera vez en toda la noche, Vladimir clavó sus ojos en Miriam...
                No, me desdigo, Vladimir no clavó sus ojos en Miriam... Hablamos mas bien de “posar”... Como cuando decimos que se “posa un beso en los labios”... Vladimir “posó” sus ojos en Miriam.
                Suave, como la sonrisa que se coló en su rostro cuando terminó de mirar a la muchacha.
- Aunque... Si, quizá solo una cosa, pero eso no hubiera cambiado nada... Ni entre tú y yo, ni entre Héctor y tú... Regrésate... Velo triunfar a él... Hay un agente de una disquera ahí adentro, van a firmarlos dentro de poco... De hecho esa canción que están tocando va a ser el tercer sencillo de su primer disco... Tú debes andar con Héctor para que tu hermano se pelee con él y se vuelva solista... Ganaremos 18 millones de dólares en el 2004 y no volverás a verme jamás... Es a alguien mas a quien le toca verme triunfar a mi..
- ¿De qué hablas? ¿Te sientes bien?
- No, pero así son las cosas... Por eso pasan como pasan, por eso somos quienes somos y por eso tengo que irme.

                El estruendo de un aplauso en el ruido del fondo.

- Van a tocar otra... “Ojos malditos”... Tu canción favorita... Héctor te la va a dedicar...

                Los acordes del fondo cumplieron las proféticas palabras de Vladimir antes de que Miriam pudiera siquiera terminar su gesto de sorpresa.
                Sobre la lejana y ya invisible tarima Héctor le dedicó la canción.

- ¿Cómo?..
- Supongamos que de pronto pudieras calcular con toda exactitud las variables que hacen que un dado caiga en un número determinado... ¿Tú que harías?
La muchacha se quedó inmóvil tratando de terminar de ingresar a su pensar las palabras del tipo que tenía enfrente.
- Lo apostarías todo ¿no?, ganarías el juego ¿no?... Ganarías 18 millones de dólares en el 2004 y te olvidarías de volver a ver a la persona que amas.. Eso es lo que ganarías.
- Dices que tú...
- Digo que yo tengo que irme y tú tienes que irte porque este acto de la obra esta por terminar.

- ¿Miriam?

                La muchacha volteó a ver por instinto hacia donde habían mencionado su nombre para descubrir a un antiguo amigo que no había visto desde la secundaria.
                El tipo al verla voltear se le colgó en un abrazo y antes de que la muchacha pudiera volver a reaccionar para averiguar mas sobre la situación de Vladimir, este ya no estaba ahí.

                En efecto, la obra que con tanto temor se comenzó, terminó con el abrazo de un extraño afuera de un antro; Con todas las interrogantes que todos tenían desde el principio y con 18 millones de dólares por llegar en el 2004.

 


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