Comentario
sobre Las enseñanzas de Don Juan
La
esencia de lo que don Juan dijo al comienzo de mi aprendizaje está
encapsulada en la naturaleza abstracta de las citas del primer libro, Las
Enseñanzas de Don Juan. En el tiempo de los acontecimientos descritos en
este libro, don Juan habló mucho sobre aliados, plantas de poder,
Mescalito, el humito, el viento, los espíritus de los ríos y las montañas,
el espíritu del chaparral, etc..... Más adelante cuando yo le pregunté
sobre su énfasis en esos elementos, y por qué no los usaba ya más, él
admitió sin avergonzarse que, al principio de mi aprendizaje, había
entrado en ese galimatías pseudoindio de chamán por mi beneficio.
Yo
estaba estupefacto. Le pregunté cómo podía hacer tales afirmaciones,
que obviamente no eran ciertas. El realmente quería decir lo que estaba
diciendo, y yo era ciertamente la persona que podía atestiguar la
veracidad de sus palabras y maneras.
No
lo tomes tan seriamente, dijo riendo. ìEra muy divertido para mí entrar
en toda esa mierda, y era aún más divertido porque yo sabía que lo
estaba haciendo para tu beneficio.
¿Para
mi beneficio, don Juan? ¿Qué clase de aberración es esa?
Sí,
para tu beneficio. Te engañé para mantener tu atención en los elementos
de tu mundo que tienen una profunda fascinación para ti, y te tragaste el
anzuelo, con hilo y todo. Todo lo que yo necesitaba era tu atención
completa. ¿Pero cómo podía haber hecho eso cuando tú tienes un espíritu
tan indisciplinado? Tu mismo me dijiste una y otra vez que estabas conmigo
porque tú encontrabas lo que yo decía sobre el mundo fascinante. Lo que
tú no sabías cómo expresar era que la fascinación que sentías estaba
basada en el hecho de que tú vagamente reconocías cada elemento sobre el
que yo estaba hablando. Tu pensaste que la vaguedad era, por supuesto,
chamanismo, y te entusiasmaste con eso, creyéndote instalado.
¿Usted
hace esto a todo el mundo, don Juan?
No
a todo el mundo, porque no todo el mundo viene a mi, y por encima de todo,
yo no estoy interesado en todo el mundo.
Yo estaba y estoy interesado en ti, sólo en ti. Mi
maestro, el nagual Julián, me engañó de una forma similar. El me
engañó con mi sensualidad y codicia. Prometió darme todas las mujeres
bellas que le rodeaban, y prometió cubrirme de oro. Me prometió una
fortuna y yo piqué. Todos los chamanes de mi linaje han sido engañados
de ese modo, desde tiempo inmemorial. Los chamanes de mi linaje no son
maestros o gurus. Ellos no dan un higo por enseñar su conocimiento,
quieren herederos para su conocimiento, no gente vagamente interesada en
su conocimiento por razones
intelectuales.
Don
Juan estaba en lo cierto cuando decía que yo había caído en su maniobra
completamente. Yo creí que había encontrado al perfecto chaman
informante antropológico. Ese era el tiempo en que, bajo los auspicios de
don Juan, yo escribí diarios y coleccioné viejos mapas que mostraban las
localizaciones de las ciudades de los indios yaquis a través de siglos,
comenzando con las crónicas de los jesuitas a partir de 1700. Recogí
todas esas localizaciones e identifiqué los más sutiles cambios, y
comencé a reflexionar y a preguntarme por qué las ciudades cambiaban a
otras localizaciones, y por qué eran organizadas en patrones ligeramente
diferentes cada vez que eran situadas de nuevo. Pseudoespeculaciones sobre
la razón, y dudas razonables me abrumaban. Coleccioné miles de hojas de
notas abreviadas y posibilidades, sacadas de libros y crónicas. Yo era un
perfecto estudiante de antropología. Don Juan espoleaba mi fantasía de
todos los modos que podía.
No
hay voluntarios en el camino del guerrero, me dijo don Juan a guisa de
explicación. Un hombre tiene que ser forzado al camino del guerrero
contra su voluntad.
¿Qué
hago, don Juan, con los miles de notas que usted me ha inducido a
coleccionar?, le pregunté entonces.
Su
respuesta fue un choque directo para mí.
¡Escribe
un libro sobre ellas!, dijo . Estoy seguro que si empiezas a escribirlo,
nunca harás uso de esas notas, de ningún modo. Son inútiles, ¿pero quién
soy yo para decirte eso? Descúbrelo por ti mismo, pero no intentes
escribir un libro como un escritor. Intenta hacerlo como un guerrero, como
un guerrero chamán.
¿Qué
quiere decir con eso, don Juan?
No
sé. Descúbrelo por ti mismo.
El
estaba absolutamente en lo cierto. Yo nunca usé esas notas. En vez de eso
me encontré escribiendo sin darme cuenta sobre las inconcebibles
posibilidades de la existencia de otro sistema de cognición.
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