Extractos de "La rueda del tiempo", 1999, Plaza & Janés Editores, S.A.
del original: "The Wheel of Time", Carlos Castaneda, 1998, Laugan Productions.

  

Comentario sobre El fuego interno

 El Fuego Interno como libro fue uno de los resultados de la influencia de Florinda Matus en mi vida. Ella me guió a enfocar esta vez sobre el maestro de don Juan, el nagual Julián. Tanto Florinda como mi detallado enfoque sobre el hombre me revelaron que el nagual Julián Osorio había sido un actor de cierto mérito -pero más que un actor, él había sido un hombre licencioso, interesado exclusivamente en la seducción de mujeres; mujeres de cualquier tipo con las que entraba en contacto durante sus representaciones teatrales. Era tan extremadamente licencioso que, finalmente, su salud se debilitó, y llegó a infectarse de tuberculosis.  Su maestro, el nagual Elías, le encontró una tarde en un campo abierto en las afueras de la ciudad de Durango, seduciendo a la hija de un rico hacendado. Debido al esfuerzo, el actor tuvo una hemorragia, y la hemorragia se hizo tan fuerte que estaba al borde de la muerte. Florinda dijo que el nagual Elías vio que no había modo de ayudarle. Curar al actor era una imposibilidad y lo único que él podía hacer como nagual era detener el sangrado, lo cual hizo. El estimó conveniente hacerle una proposición al actor.

“Yo me marcho a las cinco de la mañana para las montañas”, dijo. “Está a la entrada de la ciudad. No falles. Si no vienes, morirás; más pronto de lo que tú piensas. Tu único recurso es venir conmigo. Yo nunca seré capaz de curarte, pero seré capaz de desviar tu inexorable paso al abismo que marca el fin de la vida. Todos nosotros seres humanos vamos inexorablemente a ese abismo más pronto o más tarde. Yo te guiaré a evitar el enorme ancho de esa grieta, bien a la izquierda o a la derecha de ella. En tanto no caigas, tú vivirás. Nunca estarás bueno, pero vivirás”.

El nagual Elías no tenía grandes expectativas sobre el actor, que era vago, despreocupado, autoindulgente, quizás incluso un cobarde. El se sorprendió bastante cuando el día siguiente a las cinco de la mañana encontró al actor esperándole en las afueras de la ciudad. El le llevó a las montañas, y con el tiempo se convirtió en el nagual Julián -un hombre tuberculoso que nunca fue curado, pero que vivió hasta tener quizás ciento siete años de edad, andando siempre al borde del abismo. “Por supuesto, es de enorme importancia para ti”, me dijo Florinda una vez, “que examines el andar del nagual Julián al borde del abismo. El nagual Juan Matus no se preocupó de saber nada sobre eso. Para él todo eso era superfluo. Tu no tienes tanto talento como el nagual Juan Matus. Nada puede ser superfluo para ti, como guerrero. Tú debes dejar que los pensamientos, los sentimientos, las ideas de los chamanes del México antiguo vengan a ti libremente”.  Florinda estaba en lo cierto. Yo no tengo el esplendor del nagual Juan Matus. Como ella había dicho, nada podía ser superfluo para mi. Yo necesitaba cada apoyo, cada peculiaridad. No podía permitirme pasar por alto ninguna visión o idea de los chamanes del  México antiguo, no importa cuán traído por los pelos pudiera haberme parecido. 

Examinar el andar del nagual Julián por el borde del abismo significaba que la capacidad para enfocar mis recuerdo podía extenderse a los sentimientos que el nagual Julián tenía sobre su extraordinaria lucha para permanecer vivo. Yo estaba conmovido hasta la médula de los huesos al descubrir que la lucha de ese hombre era una pelea segundo a segundo, con sus terribles hábitos de indulgencia y su extraordinaria sensualidad enfrentadas a su rígida adhesión a la supervivencia. Su pelea no era esporádica; era la más sostenida y disciplinada lucha para permanecer equilibrado. Andar por el filo del abismo significa la batalla de un guerrero intensificada hasta tal punto que cada segundo contaba. Un sólo momento de debilidad podía haber arrojado al nagual Julián al abismo.  Sin embargo, si él conservaba su visión, su énfasis, su interés enfocado en lo que Florinda llamaba el borde del abismo, la presión aflojaba. Lo que él estaba viendo no era tan desesperado como lo que estaba viendo cuando sus viejos hábitos comenzaron a apoderarse de él. Me parecía que cuando yo miraba al nagual Julián en aquellos momentos, yo estaba recapitulando a un hombre diferente; un hombre más apaciguado, más despegado, más sosegado.

Indice del libro  ~  Libros de CC

 Comentario sobre El Conocimiento silencioso 

El último libro que escribí acerca de don Juan como resultado directo de la orientación de Florinda Matus fue llamado El Poder del Silencio, un título que fue elegido por mi editor; mi título había sido Silencio Interno. En el tiempo en que yo estaba trabajando en el libro, las visiones de los chamanes del México antiguo se habían hecho extremadamente abstractas para mi.

Florinda hizo lo posible por desviarme de mi absorción en lo abstracto. Ella intentó redirigir mi atención a diferentes aspectos de antiguas técnicas chamánicas, o trataba de divertirme impresionándome con su escandaloso comportamiento. Pero nada era suficiente para desviarme de mi aparentemente inexorable dirección.

El Conocimiento Silencioso es una revisión intelectual de los pensamientos de los chamanes del México antiguo, en su manera más abstracta. Mientras yo  trabajaba solo en el libro, estaba contaminado por la disposición de aquellos hombres, por su deseo de saber más de un modo casi racional. Florinda explicaba que al final, aquellos chamanes se habían hecho extremadamente fríos y desapegados. Nada cálido existía para ellos ya. Ellos se afianzaron en su búsqueda: su frialdad como hombres era un esfuerzo para equipararse a la frialdad del infinito. Habían logrado cambiar sus ojos humanos para equipararse a los fríos  ojos de lo desconocido.  Yo sentí esto en mi mismo, y traté desesperadamente de cambiar la tendencia. No lo conseguí sin embargo. Mis pensamientos se volvieron cada vez más como los pensamientos de aquellos hombres al final de su búsqueda. El infinito me tragará, y quiero estar preparado para eso. No quiero que el infinito me disuelva  en la nada porque conservo deseos humanos, afecto cálido, apegos, no importa cuán vagos. Más que ninguna otra cosa en el mundo, yo quiero ser como aquellos hombres. Nunca los conocí. Los únicos chamanes que conocí fueron don Juan y sus cohortes, y lo que ellos expresaban era la cosa más lejana de la frialdad que yo intuí en aquellos hombres desconocidos.

Debido a la influencia que Florinda tenía sobre mi vida, conseguí brillantemente aprender a enfocar mi atención inflexible en la disposición de gente que nunca conocí. Yo enfoqué mi atención de recapitulación en la disposición de aquellos chamanes, y fui atrapado por ella sin esperanza de liberarme nunca de su atracción. Florinda no creía en la finalidad de mi estado. Ella se burlaba de mí, y se reía de ello abiertamente. “Tu estado sólo parece ser definitivo”, me decía, “pero no lo es. Llegará un momento en que cambies de escenario. Quizás abandones todo pensamiento sobre los chamanes del México antiguo. Quizás tú puedas abandonar incluso los pensamientos y visiones hasta de los mismos chamanes con los que has trabajado tan estrechamente, como el nagual Juan Matus. Tú podrías rechazar su ser. Tú verás. El guerrero no tiene límites. Su sentido de improvisación es tan agudo que el hará construcciones de la nada, pero no sólo meras construcciones vacías; al contrario, algo que actúe, pragmático. Tu verás. No es que tú te olvides de ellos, sino que en un momento, antes de que te sumerjas en el abismo, si tienes las agallas para andar por su borde, si tienes el atrevimiento de no desviarte de él, tú llegarás a conclusiones de guerrero, de un orden y una estabilidad infinitamente más adecuados a ti que la fijación en los chamanes del México antiguo”.

Las palabras de Florinda fueron como una hermosa y esperanzadora profecía. Quizás ella estaba en lo cierto. Ella estaba desde luego en lo cierto al asegurar que los recursos de un guerrero no tienen límites. El único fallo es que para tener una visión ordenadamente diferente del mundo y de mí mismo, una visión incluso más adecuada a mi temperamento, tengo que andar por el borde del abismo, y tengo dudas de que tenga el atrevimiento y la fuerza para lograr esa hazaña.

¿Pero quién puede decirlo?

Indice del libro  ~  Libros de CC

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