En primavera, nuestra familia abandonaba el tumulto
de la ciudad. El campo era silencio, y casi siempre el refugio para los
desequilibrios de la familia. Aquellos desequilibrios que consideraba simples
nerviosismos, propios del vivir, y hoy en día veo claro.
En la hacienda del abuelo mandaron a construir una
piscina grande. Yo había organizado en la escuela, con un grupo
de compañeros, que un fin de semana sus padres uniesen esfuerzos
para reunirnos. Los adultos se conocerían, y nosotros, pequeños,
disfrutaríamos el placer de tomar sol, el aire fresco, los caballos.
El capataz guardaba cierta simpatía para
conmigo; yo lo trataba con mucho respeto y cariño, como si fuese
de la familia. Trabajaba para mi abuelo desde hacía muchos años;
me vio nacer, se podría decir, y no tardó en hacerme notar
que su cariño también brotaba espontáneo.
Facilidad tenía de contar cuentos, cortos
o largos, que se le ocurrían dependiendo de las incógnitas
e interrogantes que solía entrever en mis necesidades.
Esa cálida tarde volvía de recorrer
los potreros. Observador, como siempre, se aproximó a caballo midiendo
nuestra prudencia para jugar en el agua. Cuando vio que todo estaba calmo,
se apoyó un poco hacia el frente, en la montura. Con actitud de
saludo habló:
- ¿Tú sabés lo que le dijo
un pajarito a otro?
Yo sonreí, le hice un gesto para que aguardara
un instante. Llamé a los chicos:
- Chicos! ¡Vengan! Vengan, que Don Emilio
va a contar un cuento.
Y tendimos toallas sobre el césped, en el
declive lateral de la piscina. Recostados, prestamos el máximo de
atención a la historia que continuaba. La historia que a través
del tiempo reflejó nuestras vidas:
- ¿Saben lo que le dijo un pajarito a otro?
1 - ¿Qué
hacés, vos? ¿Cómo te va?
2 - Bien. Acá
andamos, volando.
1 - Y ¿cómo
volando, si estás parado al lado mío?
2 - Bueno. Entonces,
estuve volando.
1 - Ah ... estuviste
volando. Y ahora ¿qué hacés?
2 - Bueno, ahora
estoy parado al lado tuyo.
1 - Y ¿de
dónde venís?
2 - ¡Ah!
Vengo de lejos.
1 - Y ¿qué
hacés?
2 - Escuchame,
¿vos sos de la policía, para que te tenga que dar tantas
respuestas?
1 - No. Es que
a cada uno que pasa y veo que no es de aquí, le pregunto de dónde
viene.
2 - Y vos, ¿qué
hacés?
1 - Yo estoy aquí.
Esperando y viendo los pájaros que pasan.
2 -Y vos, ¿no
volás?
1 - Sí,
vuelo. Pero vuelo de mi nido a esta rama, y de esta rama a mi nido.
2 - ¿No
vas lejos?
1 -¿Para
ir adónde? -le preguntó- ¿para qué?
2 - Para viajar,
conocer... después, cuando me canso, vuelvo a mi nido.
1 - Y, ¿no
te perdés?
2 - No. No me pierdo.
1 - Y ¿por
qué no te perdés?
2 - Porque ya estoy
acostumbrado.
Primero me alejé un poco; después
volví para el nido. Después me alejé más y
después volví para el nido. Después me alejé
más; después volví para el nido. Y entonces ahora,
dependiendo para donde voy, ya sé cómo hacer para volver.
1 - Y, ¿siempre
vas en la misma dirección?
2 - Bueno, es más
fácil ir siempre en la misma dirección; porque si andás
cambiando te podés perder. Y yo tengo miedo de perderme, entonces
siempre voy en la misma dirección.
1 - Y cuando volvés,
¿pasás por aquí?
2 - Sí.
1 - Bueno. Entonces
cuando vuelvas me contás lo que viste, y si es bonito, a lo mejor
yo voy hasta allá, porque como vos sabés volver, yo vuelvo
junto con vos.
Así fue como el pajarito se fue.
A los dos días volvió.
Cuando volvió, el otro estaba esperando impaciente,
hablando en voz alta:
1 - Podría
haber pasado, no sé... en un momento que yo dormía o qué
sé yo qué. Él pasó, se fue ...
Mas cuando lo vio llegar:
1 - Ah, no. No
había pasado. Eres tú que vuelves. Pensé que no te
encontraría más.
2 - ¿Cómo
no iba a pasar? Si yo te dije que por donde voy, vuelvo.
1 - Y ¿qué
encontraste?
2 - Encontré
cosas interesantes para mí; no sé si lo serán para
vos.
1 - Y ¿qué
viste?
2 - Vi un gran
pasto, toda clase de semillas, y otros pájaros que volaban más
ligero que yo, y eran más grandes.
1 - Ah! eh? ¿Cómo
eran?
2 - ¡Qué
sé yo! Grandes.
1 - ¿Cómo
eran?
Él abrió las alas para demostrarle
más o menos cómo eran:
2 - Bueno, son
más grandes que cuando abro las alas.
1 - ¡¿Más
grandes?!
2 - Sí.
1 - ¡¿Y
vuelan?!
2 - Sí.
1 - ¿Y están
lejos de aquí?
2 - No. No están
muy lejos, están cerca.
1 - Mmh... y la
próxima vez que vayas, ¿puedo ir con vos?
2 - Sí,
¿por qué no? Pero tal vez te canses, si no estás acostumbrado
a volar.
1 - ¿Es
tan lejos así?
2 - No, es cerca.
Pero si no estás acostumbrado a volar, te podés ajetrear.
1 - Yo vuelo muchas
veces de mi nido hasta esta rama.
2 - ¿Dónde
queda tu nido?
1 - Ahí.
2 - ¡Queda
en la otra rama! Yo hablo de salir.
1 - Yo salgo a
veces. Doy vuelta alrededor del árbol y vuelvo a entrar a la rama.
2 - Y, ¿dónde
está ese nido?
1 - Ahí.
2 - Yo no veo nido
ninguno.
1 - Mas el nido
está ahí.
2 - Vayamos hasta
donde está tu nido porque desde aquí no lo veo.
Despegó con menos que un volar, fue casi
un salto, y se aferró en la otra rama.
1 - Está
aquí el nido.
2 - Discúlpame.
Yo no veo nido ninguno. ¿A qué vos le llamás "nido"?
1 - Bueno, yo no
hago nido. Yo vivo aquí.
2 - ¿Y por
qué no haces nido?
1 - Me gusta la
rama como es. Me poso encima de la rama y ... ¿no ves que está
toda manchada?
2 - Sí,
mas todo pájaro tiene un nido. Yo cuando vuelvo, vuelvo a mi nido.
1 - Y ¿qué
es nido?
2 - Mirá,
se hace con pajas, con ramitas secas, un poquito de tierra ...
1 - ¿Y para
qué sirve?
2 - Y, cuando llueve
o hay viento, podés estar un poco más protegido.
1 - Bueno. Mas
yo no sé hacer nido. Nunca me enseñaron a hacer nido.
2 - Y ¿vivís
solo?
1 - Sí,
vivo solo.
2 - Y ¿no
precisás de compañía?
1 - Yo hablo con
pájaros que van, pájaros que vienen... Se paran en el árbol,
me subo hasta otra rama, me pongo a charlar un rato. Después me
canso y vuelvo para mi nido.
2 - Mas ¿qué
nido? Si te dije que no tenés nido.
1 - Bueno, para
mi rama.
2 - Decime una
cosa, ¿qué te pasa que no hacés nido? ¿Realmente
no sabés cómo se hace un nido?
1 - Nido ¿para
qué, eh? Pensando bien, a mí me gusta volar de rama en rama,
en el mismo árbol sin necesidad de hacer nido.
2 - Es muy monótona
tu conversación. Creo que voy a seguir vuelo, retornando a donde
están los que me esperan.
1 - Ah! Tenés
quien te espera.
2 - Sí,
tengo quien me espera.
1 - Y yo, ¿puedo
ir con vos? Aunque sea para conocer, y en la próxima vez que viajés
hacia aquel campo, vuelvo con vos y me quedo en mi nido.
El otro se quedó pensando:
"Éste insiste en hablar del nido, y yo no
veo nido ninguno. Tal vez precise saber lo que es un nido."
2 - Mira, lo que
podemos hacer, es volar hasta el otro árbol, que es uno de mis puntos
de parada y de ahí yo sigo viaje. Después te vengo a buscar,
te llevo hasta otro árbol, y en dos o tres veces podés llegar
hasta donde está mi nido, ¿qué te parece?
1 - Y, ¿en
ese otro árbol hay pájaros?
2 - Hay, sí.
1 - Y ¿tienen
nido?
2 - Tienen.
1 - Y ¿será
que yo puedo dormir en algún nido?
2 - No. Tendrás
que hacer tu propio nido.
1 - Y si yo no
sé hacer nido.
2 - O no querés
hacer.
1 - No es que no
quiera, es que no sé hacerlo.
2 - Bueno, esta
conversación del nido ya me está cansando.
1 - Sos vos que
hablás de nidos y sos vos que me decís que tengo que hacer
uno. Yo duermo encima de la rama.
2 - ¿Querés
volar conmigo, o no querés volar?
1 - Bueno, vamos,
total ... Quiero ver lo que es un nido.
2 - Escúchame.
Dentro de todo este árbol tan grande, ¿no hay otro pájaro
que tenga nido?
1 - Yo no sé.
Yo no vuelo para arriba, siempre vuelo para abajo. De esta rama me voy
para las otras. Lo máximo que hago, subo una, mas después
bajo en seguida.
2 - ¿Así
que te gusta volar bajo?
1 - Y no sé
lo que es volar alto y volar bajo. Yo vuelo.
2 - Bueno, vamos,
vamos.
Aquel que nunca volaba y que nido no tenía,
se cansaba. Cada dos por tres andaba raspando en el suelo. El otro lo miraba
de vez en cuando, pensando que se iba a hacer torta.
Cuando llegaron a un árbol próximo,
el otro estaba más muerto que vivo. Todo agitado, se ventilaba moviendo
las alas, y abría el pico desesperado porque no conseguía
casi respirar.
2 - Por lo que
veo, este corto viaje te ha cansado mucho.
1 - Yo nunca volé
tanto.
2 - ¡¿Qué
tanto?! Si no hiciste nada. Todavía desde aquí se vé
el árbol donde vos estabas.
Él levantó un ala, miró así,
y dijo:
1 - Yo no veo ningún
árbol. ¡Qué vista buena tenés!
2 - Pero decime,
¿sos corto de vista?
1 - ¿Qué
es ser corto de vista?
2 - Y ... Callate.
Es mejor que te quedes en este árbol. Yo vengo a buscarte mañana.
Tratá de ver, ahí en la rama, si encontrás dónde
acomodarte.
1 - Yo me acomodo
en cualquier lado.
El pájaro viajero se fue. Y el pájaro
que quedó solo se acomodó en una rama. Estaba muy cansado
del pequeño viaje, y profundamente durmió. Se había
acurrucado tanto que el otro pájaro, al llegar de mañana
temprano, casi no lo encuentra.
2 - ¡Despierta!
¡Despierta! Estás más duro que un tronco, ¿qué
te pasa?
Desenroscó la cabeza, lo miró y dijo:
1 - ¡Ah!
Llegaste.
2 - Sí,
ya llegué. Vine a buscarte para acompañarte hasta otro árbol.
1 - Sí,
pero me la pasé durmiendo y no comí nada.
2 - No me digas
que tengo que conseguir alimento también.
1 - No. Pero por
lo menos me podrías decir dónde puedo tomar un poco de agua.
2 - Y ... tomar
un poco de agua, aquí va a ser difícil.
1 - Y ¿podré
comer alguna lombriz?
2 - Es fatigosa
tu vida porque no sabés hacerla.
1 - Mi vida es
fácil. Yo estoy acostumbrado a vivir así. Puede ser fatigosa
para vos.
2 - Mirá,
yo te espero acá. Vos bajá y buscate lo que quieras. Cuando
consideres que hayas comido venime a buscar.
El pájaro bajó, rebuscó en
la tierra como hacía él, y comió algunas porquerías
caídas de los árboles, y subió.
1 - ¿Para
dónde podemos ir?
2 - ¿Estás
pronto para seguir?
1 - Sí,
yo te sigo.
Salieron volando. Casi volando entre las piedras,
el pájaro solitario iba como aterrizando, sin fuerzas para volar
alto.
Éste, si lo llevo más lejos, en
una de esas se mata contra una piedra - pensó el viajero.
Llegaron al segundo árbol que estaba sin
hojas; parecía muerto. Se posaron en una de las ramas.
1 - ¡Aquí
sí que no tengo nido! - dijo, mirando las ramas desnudas y los huecos
de la reseca corteza.
2 - Aquí
no tenés nada. Ésta es una parada, solamente para que recuperes
tus fuerzas. Vamos a seguir hasta el árbol de enfrente.
Levantó las alas, miró de nuevo:
1 - ¿Dónde
está, que no lo veo?
2 - No te hagas
problema. Vos seguime, que yo te llevo.
Se recuperó; su corazón latía
más calmo. Retomaron la travesía. En un frondoso árbol
le dijo:
2 - Aquí
es mi nido.
1 - Y ¿dónde
está tu nido?
Cambiaron de rama, y vio una especie de canasto
tejido, grande, bien trabajado, con tres huevos en el fondo. Otro pajarito,
parado al lado, abrió las alas alegremente.
3 - ¡Qué
bien! ¡volviste! ¡Y has traído a tu amigo!
El otro se fue aproximando hasta asomarse con la
cabeza adentro del nido, en donde casi se cae.
2 - ¡Cuidado!
¡podrías romper los huevos!
1 - ¿Qué
huevos?
2 - Esas cositas
blancas que están allá abajo.
1 - Ah... Y ¿para
qué sirven?
2 - Pero, ¡¿cómo?!
¿No sabés que nacemos de huevos?
1 - ¿Huevos?
No. A mí me dijeron que nacemos de otra forma.
2 - ¿Qué
te dijeron?
1 - Ah, es muy
difícil contarte y casi me olvidé... Y esos huevos, ¿qué
van a dar?
2 - De ellos saldrán
unos pajaritos iguales a nosotros.
1 - ¡Qué
interesante! Entonces, lo que me habían contado no era cierto.
2 - No, por lo
que veo. Si no sabés lo que era un huevo ...
1 - Y ¿cómo
los fabrican a los huevos?
2 - Es bastante
complicado de explicar.
1 - Y el nido,
¿cómo lo hacés?
2 - Con paciencia,
pajita por pajita, como te dije.
1 - Ah, entonces
quiere decir que yo tengo que hacer el nido para tener los huevos.
2 - No. Vos no
tenés los huevos. Serían otros que tendrían los huevos
para vos.
1 - ¿Sabés
que es un embrollo todo ésto? Y otra cosa más: no me interesa
tener huevos. Así que ¿para qué quiero el nido?
El nido mío en la rama, es más sencillo
que el tuyo. No preciso trabajar tanto.
2 - No es cuestión
de trabajar. Es que si no tenés un nido donde volver, ¿hacia
dónde vas volando?
1 - Bueno, yo estoy
volando para donde vos me llevás.
2 - No. Yo te estoy
enseñando "hacia dónde podés volar", "cómo
hacer el nido", y una serie de cosas que vos no sabés. Mas no significa
que todo eso sea la Vida. La Vida es otra cosa.
1 - Y, ¿qué
es la "Vida"?
2 - Pero decime,
¿qué tipo de pájaro sos vos? ¿No sabés
nada?
1 - Yo sé
muchas cosas, por lo que hablé con otros pájaros. Pero en
verdad, no sé nada de nido, no sé nada de muchas otras cosas
que tampoco creí fueran interesantes. Pensando bien, un nido como
éste parece bonito.
2 - Bueno, por
lo menos sabes lo que es bonito y lo que es feo. ¿Harías
algo igual?
1 - No sé
...
Esa conversación se dilató por dos
ó tres días, hasta que el pájaro se atrevió
a buscar ramas, poner una al lado de otra ... Se le caían, las juntaba
de nuevo, y lentamente preparó su nido. Cuando terminó, el
pájaro viajante, de regreso de uno de sus viajes vio lo que había
hecho su amigo.
2 - ¿Qué
has hecho?
1 - Un nido.
2 - ¡Mas
lo has hecho cuadrado!
1 - ¿Cómo,
cuadrado?
2 - ¿No
ves que no es igual al mío, redondo?
1 - Y bueno. Es
que cuando los colocaba en redondo, se me caían los palos. Tuve
que hacerlo cuadrado, porque más o menos así conseguía
trabar uno con otro.
2 - ¡Ah!
¡Qué problema!
Bueno, ¿y te sentís cómodo?
1 - No puedo saber
si es cómodo o no, porque yo duermo fuera de él.
2 - Y ¿para
qué lo construíste?
1 - Para aprender
a hacer nido.
2 - Pero el nido
es para dormir dentro.
1 - Mmh...
Esa noche durmió dentro del nido; y al otro
día no conseguía despertar. Cuando llegó el amigo
le dijo:
2 - ¡Eh!
¡Despierta!
Parece que te gustó estar adentro del nido.
El otro desenroscó la cabeza, lo miró
enajenado y le preguntó :
1 - ¿Eh?
2 - Escúchame
una cosa: ¿vos vas a seguir así mucho tiempo, o vas a tratar
de mejorar?
1 - ¿Mejorar
en qué?
2 - ¿Sabes
que eres un problema más que una amistad?
1 - ¿Yo
soy un problema? Y vos, ¿qué sos para mí?
2 - Bueno, yo trato
de ser tu amigo.
1 - Amigo, ¿qué
es "amigo"?
2 - Decime, ¿vos
sos pájaro o qué sos al final?
1 - Yo nací.
Me crié solo. Lo poco que sé, fue lo que me contaron; y parece
que no me lo contaron bien. Traté de hacer un nido que no sé
para qué sirve, porque estoy acostumbrado a dormir sobre la rama.
Y ahora que dormí dentro del nido, tuve una sensación extraña.
2 - ¿Cuál?
1 - Y..., que yo
también quisiera tener huevos.
2 - Bueno, pero
para tener huevos precisás tener una compañera y otra cosa
muy diferente de lo que vos te imaginás.
1 - ¿Entonces,
estoy solo?
2 - Estás
solo, sí. Y tendrás que acostumbrarte. Mientras vivas solo,
ese nido cuadrado que tenés puede servir. Tal vez, si nace en ti
otra necesidad, construyas un nido mayor.
1 - Ya estoy sintiendo
la necesidad de un nido mayor. Pero me pregunto, ¿para qué?
2 - Escuchá:
Primero hay que saber ser pájaro. Después que sepas ser pájaro,
tienes que aprender a volar. Después que aprendas a volar, debes
saber adónde querés quedarte. Y después que aprendas
adónde querés quedarte y tengas los sentidos bien puestos,
querrás hacer el nido.
Cuando tengas el nido, comprenderás que no
lo haces solo, alguien puede ayudarte. Y vas a sentir el amor. Y con el
amor, vas a sentir lo que es al surgir los huevos. Y cuando surjan los
huevos, vas a querer que ellos traigan nuevos pajaritos. Y cuando surjan
los nuevos pajaritos, les vas a enseñar a comer. Y después
que les enseñes a comer, les vas a enseñar a volar. Y depués
que les enseñes a volar, estarás contento viendo cómo
viajan, van y vienen; se multiplicarán y sabrás que fuiste
el principio.
1 - Me parece fatigante
todo eso. Yo no creo que llegue a sentir todo lo que tú me dices.
¿Sabes una cosa?
2 - ¿Qué?
1 - Quiero volver
al árbol en que yo estaba y vos me encontraste.
2 - ¿Y vas
a dejar tu nido cuadrado?
1 - Está
incódomo. Casi no consigo despertar.
2 - Está
bien. Te llevaré primero hasta el árbol seco, y después
te llevaré hasta el otro árbol. Y al otro día, llegaremos
al árbol donde te encontré.
Y así pasaron los días. Ya estaba
de nuevo en aquel que había sido su primero y bien conocido árbol.
2 - ¿Eres
feliz?
1 - Soy.
2 - ¿Vas
a seguir durmiendo en la rama?
1 - Claro que sí.
No existe rama mejor que aquella que siempre he dormido.
2 - ¿Y no
te dio alguna cosa nueva todo lo que viste en este viaje?
1 - No. En verdad
no quiero hacer nido. En verdad me quiero quedar encima de la rama.
2 - Y ¿no
te entusiasma lograr hacer los huevos, y todo lo que te dije?
1 - No. Si hay
otros que lo hacen por mí.
2 - Ah, entiendo.
Bueno, me voy. Reanudaré mi viaje. ¿No
querés ir hasta aquel bosque, aquel campo que te conté tenía
muchas semillas y flores ...?
1 - No, no, no
... Me quedo aquí, en el árbol. No gusto de viajar, no gusto
de alejarme, y también estoy viendo que no gusto ver cosas nuevas,
porque no entiendo. Y creo que no entiendo porque no siento. Todo lo que
vos me decís no lo alcanzo a sentir, pero me gustaría entenderlo.
2 - ¿Te
gusta la soledad?
1 - No. Por eso
he hablado contigo y con otros.
Respiró hondo el pájaro viajante y
le dijo:
2 - Mira, en vez
de ir hasta los campos como pensaba, volveré donde está mi
nido.
1 - ¿Para
qué?
2 - No sé.
Tengo tantas cosas que pensar... Porque yo gusto del nido ... y a ti no
te agrada ni hacerlo. Porque yo quiero que haya huevos en ese nido ...
y a ti no te interesa tenerlos. Y somos de la misma especie ... ¡Qué
extraño!
Tengo que pensar. Pensar mucho.
Y el pájaro viajante volvió,
dejando aquel extraño ... No era amigo y sí conocido, en
su misteriosa soledad. Encontró a su compañera, rozaron sus
piquitos. La hembrita se acomodó en el fondo del nido, de alas abiertas,
calentando a los nuevos seres que vendrían.
Y él, como macho era y huevos no calentaba,
desde el borde del nido miraba el atardecer. Las nubes en el horizonte;
el viento movía las ramas y diversos pájaros cantaban en
varios sitios. Se dijo:
Por más que insista, no se cambia la naturaleza.
La soledad, para unos, puede ser la muerte; y para otros, la motivación
de la vida.
Sí. Algunos viven en soledad, y yo no.
Prefiero vivir en compañía y en la sorpresa de lo que
los huevos puedan darme.