Historias cortas de un mundo corto 
Adivina, adivinador,
¿qué pajarito soy yo?
 
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Personajes
 
1 : Pajarito solitario
2 : Pajarito viajero
3 : Pajarita
 
 

    En primavera, nuestra familia abandonaba el tumulto de la ciudad. El campo era silencio, y casi siempre el refugio para los desequilibrios de la familia. Aquellos desequilibrios que consideraba simples nerviosismos, propios del vivir, y hoy en día veo claro.
    En la hacienda del abuelo mandaron a construir una piscina grande. Yo había organizado en la escuela, con un grupo de compañeros, que un fin de semana sus padres uniesen esfuerzos para reunirnos. Los adultos se conocerían, y nosotros, pequeños, disfrutaríamos el placer de tomar sol, el aire fresco, los caballos.
    El capataz guardaba cierta simpatía para conmigo; yo lo trataba con mucho respeto y cariño, como si fuese de la familia. Trabajaba para mi abuelo desde hacía muchos años; me vio nacer, se podría decir, y no tardó en hacerme notar que su cariño también brotaba espontáneo.
    Facilidad tenía de contar cuentos, cortos o largos, que se le ocurrían dependiendo de las incógnitas e interrogantes que solía entrever en mis necesidades.
    Esa cálida tarde volvía de recorrer los potreros. Observador, como siempre, se aproximó a caballo midiendo nuestra prudencia para jugar en el agua. Cuando vio que todo estaba calmo, se apoyó un poco hacia el frente, en la montura. Con actitud de saludo habló:
    - ¿Tú sabés lo que le dijo un pajarito a otro?
    Yo sonreí, le hice un gesto para que aguardara un instante. Llamé a los chicos:
    - Chicos! ¡Vengan! Vengan, que Don Emilio va a contar un cuento.
    Y tendimos toallas sobre el césped, en el declive lateral de la piscina. Recostados, prestamos el máximo de atención a la historia que continuaba. La historia que a través del tiempo reflejó nuestras vidas:
 
    - ¿Saben lo que le dijo un pajarito a otro?
 
    1 - ¿Qué hacés, vos? ¿Cómo te va?
    2 - Bien. Acá andamos, volando.
    1 - Y ¿cómo volando, si estás parado al lado mío?
    2 - Bueno. Entonces, estuve volando.
    1 - Ah ... estuviste volando. Y ahora ¿qué hacés?
    2 - Bueno, ahora estoy parado al lado tuyo.
    1 - Y ¿de dónde venís?
    2 - ¡Ah! Vengo de lejos.
    1 - Y ¿qué hacés?
    2 - Escuchame, ¿vos sos de la policía, para que te tenga que dar tantas respuestas?
    1 - No. Es que a cada uno que pasa y veo que no es de aquí, le pregunto de dónde viene.
    2 - Y vos, ¿qué hacés?
    1 - Yo estoy aquí. Esperando y viendo los pájaros que pasan.
    2 -Y vos, ¿no volás?
    1 - Sí, vuelo. Pero vuelo de mi nido a esta rama, y de esta rama a mi nido.
    2 - ¿No vas lejos?
    1 -¿Para ir adónde? -le preguntó- ¿para qué?
    2 - Para viajar, conocer... después, cuando me canso, vuelvo a mi nido.
    1 - Y, ¿no te perdés?
    2 - No. No me pierdo.
    1 - Y ¿por qué no te perdés?
    2 - Porque ya estoy acostumbrado.
    Primero me alejé un poco; después volví para el nido. Después me alejé más y después volví para el nido. Después me alejé más; después volví para el nido. Y entonces ahora, dependiendo para donde voy, ya sé cómo hacer para volver.
    1 - Y, ¿siempre vas en la misma dirección?
    2 - Bueno, es más fácil ir siempre en la misma dirección; porque si andás cambiando te podés perder. Y yo tengo miedo de perderme, entonces siempre voy en la misma dirección.
    1 - Y cuando volvés, ¿pasás por aquí?
    2 - Sí.
    1 - Bueno. Entonces cuando vuelvas me contás lo que viste, y si es bonito, a lo mejor yo voy hasta allá, porque como vos sabés volver, yo vuelvo junto con vos.
 
    Así fue como el pajarito se fue.
    A los dos días volvió.
    Cuando volvió, el otro estaba esperando impaciente, hablando en voz alta:
    1 - Podría haber pasado, no sé... en un momento que yo dormía o qué sé yo qué. Él pasó, se fue ...
 
    Mas cuando lo vio llegar:
    1 - Ah, no. No había pasado. Eres tú que vuelves. Pensé que no te encontraría más.
    2 - ¿Cómo no iba a pasar? Si yo te dije que por donde voy, vuelvo.
    1 - Y ¿qué encontraste?
    2 - Encontré cosas interesantes para mí; no sé si lo serán para vos.
    1 - Y ¿qué viste?
    2 - Vi un gran pasto, toda clase de semillas, y otros pájaros que volaban más ligero que yo, y eran más grandes.
    1 - Ah! eh? ¿Cómo eran?
    2 - ¡Qué sé yo! Grandes.
    1 - ¿Cómo eran?
 
    Él abrió las alas para demostrarle más o menos cómo eran:
    2 - Bueno, son más grandes que cuando abro las alas.
    1 - ¡¿Más grandes?!
    2 - Sí.
    1 - ¡¿Y vuelan?!
    2 - Sí.
    1 - ¿Y están lejos de aquí?
    2 - No. No están muy lejos, están cerca.
    1 - Mmh... y la próxima vez que vayas, ¿puedo ir con vos?
    2 - Sí, ¿por qué no? Pero tal vez te canses, si no estás acostumbrado a volar.
    1 - ¿Es tan lejos así?
    2 - No, es cerca. Pero si no estás acostumbrado a volar, te podés ajetrear.
    1 - Yo vuelo muchas veces de mi nido hasta esta rama.
    2 - ¿Dónde queda tu nido?
    1 - Ahí.
    2 - ¡Queda en la otra rama! Yo hablo de salir.
    1 - Yo salgo a veces. Doy vuelta alrededor del árbol y vuelvo a entrar a la rama.
    2 - Y, ¿dónde está ese nido?
    1 - Ahí.
    2 - Yo no veo nido ninguno.
    1 - Mas el nido está ahí.
    2 - Vayamos hasta donde está tu nido porque desde aquí no lo veo.
 
    Despegó con menos que un volar, fue casi un salto, y se aferró en la otra rama.
    1 - Está aquí el nido.
    2 - Discúlpame. Yo no veo nido ninguno. ¿A qué vos le llamás "nido"?
    1 - Bueno, yo no hago nido. Yo vivo aquí.
    2 - ¿Y por qué no haces nido?
    1 - Me gusta la rama como es. Me poso encima de la rama y ... ¿no ves que está toda manchada?
    2 - Sí, mas todo pájaro tiene un nido. Yo cuando vuelvo, vuelvo a mi nido.
    1 - Y ¿qué es nido?
    2 - Mirá, se hace con pajas, con ramitas secas, un poquito de tierra ...
    1 - ¿Y para qué sirve?
    2 - Y, cuando llueve o hay viento, podés estar un poco más protegido.
    1 - Bueno. Mas yo no sé hacer nido. Nunca me enseñaron a hacer nido.
    2 - Y ¿vivís solo?
    1 - Sí, vivo solo.
    2 - Y ¿no precisás de compañía?
    1 - Yo hablo con pájaros que van, pájaros que vienen... Se paran en el árbol, me subo hasta otra rama, me pongo a charlar un rato. Después me canso y vuelvo para mi nido.
    2 - Mas ¿qué nido? Si te dije que no tenés nido.
    1 - Bueno, para mi rama.
    2 - Decime una cosa, ¿qué te pasa que no hacés nido? ¿Realmente no sabés cómo se hace un nido?
    1 - Nido ¿para qué, eh? Pensando bien, a mí me gusta volar de rama en rama, en el mismo árbol sin necesidad de hacer nido.
    2 - Es muy monótona tu conversación. Creo que voy a seguir vuelo, retornando a donde están los que me esperan.
    1 - Ah! Tenés quien te espera.
    2 - Sí, tengo quien me espera.
    1 - Y yo, ¿puedo ir con vos? Aunque sea para conocer, y en la próxima vez que viajés hacia aquel campo, vuelvo con vos y me quedo en mi nido.
 
    El otro se quedó pensando:
    "Éste insiste en hablar del nido, y yo no veo nido ninguno. Tal vez precise saber lo que es un nido."
    2 - Mira, lo que podemos hacer, es volar hasta el otro árbol, que es uno de mis puntos de parada y de ahí yo sigo viaje. Después te vengo a buscar, te llevo hasta otro árbol, y en dos o tres veces podés llegar hasta donde está mi nido, ¿qué te parece?
    1 - Y, ¿en ese otro árbol hay pájaros?
    2 - Hay, sí.
    1 - Y ¿tienen nido?
    2 - Tienen.
    1 - Y ¿será que yo puedo dormir en algún nido?
    2 - No. Tendrás que hacer tu propio nido.
    1 - Y si yo no sé hacer nido.
    2 - O no querés hacer.
    1 - No es que no quiera, es que no sé hacerlo.
    2 - Bueno, esta conversación del nido ya me está cansando.
    1 - Sos vos que hablás de nidos y sos vos que me decís que tengo que hacer uno. Yo duermo encima de la rama.
    2 - ¿Querés volar conmigo, o no querés volar?
    1 - Bueno, vamos, total ... Quiero ver lo que es un nido.
    2 - Escúchame. Dentro de todo este árbol tan grande, ¿no hay otro pájaro que tenga nido?
    1 - Yo no sé. Yo no vuelo para arriba, siempre vuelo para abajo. De esta rama me voy para las otras. Lo máximo que hago, subo una, mas después bajo en seguida.
    2 - ¿Así que te gusta volar bajo?
    1 - Y no sé lo que es volar alto y volar bajo. Yo vuelo.
    2 - Bueno, vamos, vamos.
 
    Aquel que nunca volaba y que nido no tenía, se cansaba. Cada dos por tres andaba raspando en el suelo. El otro lo miraba de vez en cuando, pensando que se iba a hacer torta.
    Cuando llegaron a un árbol próximo, el otro estaba más muerto que vivo. Todo agitado, se ventilaba moviendo las alas, y abría el pico desesperado porque no conseguía casi respirar.
    2 - Por lo que veo, este corto viaje te ha cansado mucho.
    1 - Yo nunca volé tanto.
    2 - ¡¿Qué tanto?! Si no hiciste nada. Todavía desde aquí se vé el árbol donde vos estabas.
 
    Él levantó un ala, miró así, y dijo:
    1 - Yo no veo ningún árbol. ¡Qué vista buena tenés!
    2 - Pero decime, ¿sos corto de vista?
    1 - ¿Qué es ser corto de vista?
    2 - Y ... Callate. Es mejor que te quedes en este árbol. Yo vengo a buscarte mañana. Tratá de ver, ahí en la rama, si encontrás dónde acomodarte.
    1 - Yo me acomodo en cualquier lado.
 
    El pájaro viajero se fue. Y el pájaro que quedó solo se acomodó en una rama. Estaba muy cansado del pequeño viaje, y profundamente durmió. Se había acurrucado tanto que el otro pájaro, al llegar de mañana temprano, casi no lo encuentra.
    2 - ¡Despierta! ¡Despierta! Estás más duro que un tronco, ¿qué te pasa?
 
    Desenroscó la cabeza, lo miró y dijo:
    1 - ¡Ah! Llegaste.
    2 - Sí, ya llegué. Vine a buscarte para acompañarte hasta otro árbol.
    1 - Sí, pero me la pasé durmiendo y no comí nada.
    2 - No me digas que tengo que conseguir alimento también.
    1 - No. Pero por lo menos me podrías decir dónde puedo tomar un poco de agua.
    2 - Y ... tomar un poco de agua, aquí va a ser difícil.
    1 - Y ¿podré comer alguna lombriz?
    2 - Es fatigosa tu vida porque no sabés hacerla.
    1 - Mi vida es fácil. Yo estoy acostumbrado a vivir así. Puede ser fatigosa para vos.
    2 - Mirá, yo te espero acá. Vos bajá y buscate lo que quieras. Cuando consideres que hayas comido venime a buscar.
 
    El pájaro bajó, rebuscó en la tierra como hacía él, y comió algunas porquerías caídas de los árboles, y subió.
    1 - ¿Para dónde podemos ir?
    2 - ¿Estás pronto para seguir?
    1 - Sí, yo te sigo.
 
    Salieron volando. Casi volando entre las piedras, el pájaro solitario iba como aterrizando, sin fuerzas para volar alto.
    Éste, si lo llevo más lejos, en una de esas se mata contra una piedra - pensó el viajero.
     
    Llegaron al segundo árbol que estaba sin hojas; parecía muerto. Se posaron en una de las ramas.
    1 - ¡Aquí sí que no tengo nido! - dijo, mirando las ramas desnudas y los huecos de la reseca corteza.
    2 - Aquí no tenés nada. Ésta es una parada, solamente para que recuperes tus fuerzas. Vamos a seguir hasta el árbol de enfrente.
 
    Levantó las alas, miró de nuevo:
    1 - ¿Dónde está, que no lo veo?
    2 - No te hagas problema. Vos seguime, que yo te llevo.
 
    Se recuperó; su corazón latía más calmo. Retomaron la travesía. En un frondoso árbol le dijo:
    2 - Aquí es mi nido.
    1 - Y ¿dónde está tu nido?
 
    Cambiaron de rama, y vio una especie de canasto tejido, grande, bien trabajado, con tres huevos en el fondo. Otro pajarito, parado al lado, abrió las alas alegremente.
    3 - ¡Qué bien! ¡volviste! ¡Y has traído a tu amigo!
 
    El otro se fue aproximando hasta asomarse con la cabeza adentro del nido, en donde casi se cae.
    2 - ¡Cuidado! ¡podrías romper los huevos!
    1 - ¿Qué huevos?
    2 - Esas cositas blancas que están allá abajo.
    1 - Ah... Y ¿para qué sirven?
    2 - Pero, ¡¿cómo?! ¿No sabés que nacemos de huevos?
    1 - ¿Huevos? No. A mí me dijeron que nacemos de otra forma.
    2 - ¿Qué te dijeron?
    1 - Ah, es muy difícil contarte y casi me olvidé... Y esos huevos, ¿qué van a dar?
    2 - De ellos saldrán unos pajaritos iguales a nosotros.
    1 - ¡Qué interesante! Entonces, lo que me habían contado no era cierto.
    2 - No, por lo que veo. Si no sabés lo que era un huevo ...
    1 - Y ¿cómo los fabrican a los huevos?
    2 - Es bastante complicado de explicar.
    1 - Y el nido, ¿cómo lo hacés?
    2 - Con paciencia, pajita por pajita, como te dije.
    1 - Ah, entonces quiere decir que yo tengo que hacer el nido para tener los huevos.
    2 - No. Vos no tenés los huevos. Serían otros que tendrían los huevos para vos.
    1 - ¿Sabés que es un embrollo todo ésto? Y otra cosa más: no me interesa tener huevos. Así que ¿para qué quiero el nido?
    El nido mío en la rama, es más sencillo que el tuyo. No preciso trabajar tanto.
    2 - No es cuestión de trabajar. Es que si no tenés un nido donde volver, ¿hacia dónde vas volando?
    1 - Bueno, yo estoy volando para donde vos me llevás.
    2 - No. Yo te estoy enseñando "hacia dónde podés volar", "cómo hacer el nido", y una serie de cosas que vos no sabés. Mas no significa que todo eso sea la Vida. La Vida es otra cosa.
    1 - Y, ¿qué es la "Vida"?
    2 - Pero decime, ¿qué tipo de pájaro sos vos? ¿No sabés nada?
    1 - Yo sé muchas cosas, por lo que hablé con otros pájaros. Pero en verdad, no sé nada de nido, no sé nada de muchas otras cosas que tampoco creí fueran interesantes. Pensando bien, un nido como éste parece bonito.
    2 - Bueno, por lo menos sabes lo que es bonito y lo que es feo. ¿Harías algo igual?
    1 - No sé ...
 
    Esa conversación se dilató por dos ó tres días, hasta que el pájaro se atrevió a buscar ramas, poner una al lado de otra ... Se le caían, las juntaba de nuevo, y lentamente preparó su nido. Cuando terminó, el pájaro viajante, de regreso de uno de sus viajes vio lo que había hecho su amigo.
    2 - ¿Qué has hecho?
    1 - Un nido.
    2 - ¡Mas lo has hecho cuadrado!
    1 - ¿Cómo, cuadrado?
    2 - ¿No ves que no es igual al mío, redondo?
    1 - Y bueno. Es que cuando los colocaba en redondo, se me caían los palos. Tuve que hacerlo cuadrado, porque más o menos así conseguía trabar uno con otro.
    2 - ¡Ah! ¡Qué problema!
    Bueno, ¿y te sentís cómodo?
    1 - No puedo saber si es cómodo o no, porque yo duermo fuera de él.
    2 - Y ¿para qué lo construíste?
    1 - Para aprender a hacer nido.
    2 - Pero el nido es para dormir dentro.
    1 - Mmh...
 
    Esa noche durmió dentro del nido; y al otro día no conseguía despertar. Cuando llegó el amigo le dijo:
    2 - ¡Eh! ¡Despierta!
    Parece que te gustó estar adentro del nido.
 
    El otro desenroscó la cabeza, lo miró enajenado y le preguntó :
    1 - ¿Eh?
    2 - Escúchame una cosa: ¿vos vas a seguir así mucho tiempo, o vas a tratar de mejorar?
    1 - ¿Mejorar en qué?
    2 - ¿Sabes que eres un problema más que una amistad?
    1 - ¿Yo soy un problema? Y vos, ¿qué sos para mí?
    2 - Bueno, yo trato de ser tu amigo.
    1 - Amigo, ¿qué es "amigo"?
    2 - Decime, ¿vos sos pájaro o qué sos al final?
    1 - Yo nací. Me crié solo. Lo poco que sé, fue lo que me contaron; y parece que no me lo contaron bien. Traté de hacer un nido que no sé para qué sirve, porque estoy acostumbrado a dormir sobre la rama. Y ahora que dormí dentro del nido, tuve una sensación extraña.
    2 - ¿Cuál?
    1 - Y..., que yo también quisiera tener huevos.
    2 - Bueno, pero para tener huevos precisás tener una compañera y otra cosa muy diferente de lo que vos te imaginás.
    1 - ¿Entonces, estoy solo?
    2 - Estás solo, sí. Y tendrás que acostumbrarte. Mientras vivas solo, ese nido cuadrado que tenés puede servir. Tal vez, si nace en ti otra necesidad, construyas un nido mayor.
    1 - Ya estoy sintiendo la necesidad de un nido mayor. Pero me pregunto, ¿para qué?
    2 - Escuchá: Primero hay que saber ser pájaro. Después que sepas ser pájaro, tienes que aprender a volar. Después que aprendas a volar, debes saber adónde querés quedarte. Y después que aprendas adónde querés quedarte y tengas los sentidos bien puestos, querrás hacer el nido.
    Cuando tengas el nido, comprenderás que no lo haces solo, alguien puede ayudarte. Y vas a sentir el amor. Y con el amor, vas a sentir lo que es al surgir los huevos. Y cuando surjan los huevos, vas a querer que ellos traigan nuevos pajaritos. Y cuando surjan los nuevos pajaritos, les vas a enseñar a comer. Y después que les enseñes a comer, les vas a enseñar a volar. Y depués que les enseñes a volar, estarás contento viendo cómo viajan, van y vienen; se multiplicarán y sabrás que fuiste el principio.
    1 - Me parece fatigante todo eso. Yo no creo que llegue a sentir todo lo que tú me dices.
¿Sabes una cosa?
    2 - ¿Qué?
    1 - Quiero volver al árbol en que yo estaba y vos me encontraste.
    2 - ¿Y vas a dejar tu nido cuadrado?
    1 - Está incódomo. Casi no consigo despertar.
    2 - Está bien. Te llevaré primero hasta el árbol seco, y después te llevaré hasta el otro árbol. Y al otro día, llegaremos al árbol donde te encontré.
 
    Y así pasaron los días. Ya estaba de nuevo en aquel que había sido su primero y bien conocido árbol.
    2 - ¿Eres feliz?
1 - Soy.
    2 - ¿Vas a seguir durmiendo en la rama?
    1 - Claro que sí. No existe rama mejor que aquella que siempre he dormido.
    2 - ¿Y no te dio alguna cosa nueva todo lo que viste en este viaje?
    1 - No. En verdad no quiero hacer nido. En verdad me quiero quedar encima de la rama.
    2 - Y ¿no te entusiasma lograr hacer los huevos, y todo lo que te dije?
    1 - No. Si hay otros que lo hacen por mí.
    2 - Ah, entiendo.
    Bueno, me voy. Reanudaré mi viaje. ¿No querés ir hasta aquel bosque, aquel campo que te conté tenía muchas semillas y flores ...?
    1 - No, no, no ... Me quedo aquí, en el árbol. No gusto de viajar, no gusto de alejarme, y también estoy viendo que no gusto ver cosas nuevas, porque no entiendo. Y creo que no entiendo porque no siento. Todo lo que vos me decís no lo alcanzo a sentir, pero me gustaría entenderlo.
    2 - ¿Te gusta la soledad?
    1 - No. Por eso he hablado contigo y con otros.

    Respiró hondo el pájaro viajante y le dijo:
    2 - Mira, en vez de ir hasta los campos como pensaba, volveré donde está mi nido.
    1 - ¿Para qué?
    2 - No sé. Tengo tantas cosas que pensar... Porque yo gusto del nido ... y a ti no te agrada ni hacerlo. Porque yo quiero que haya huevos en ese nido ... y a ti no te interesa tenerlos. Y somos de la misma especie ... ¡Qué extraño!
    Tengo que pensar. Pensar mucho.
     Y el pájaro viajante volvió, dejando aquel extraño ... No era amigo y sí conocido, en su misteriosa soledad. Encontró a su compañera, rozaron sus piquitos. La hembrita se acomodó en el fondo del nido, de alas abiertas, calentando a los nuevos seres que vendrían.
    Y él, como macho era y huevos no calentaba, desde el borde del nido miraba el atardecer. Las nubes en el horizonte; el viento movía las ramas y diversos pájaros cantaban en varios sitios. Se dijo:

Los que viven en soledad, es porque así lo quieren.
La soledad y la compañía se distancian según la capacidad de amar.
Aquel que no ama, no puede concebir la existencia con otros seres.

Por más que insista, no se cambia la naturaleza.
La soledad, para unos, puede ser la muerte; y para otros, la motivación de la vida.

Sí. Algunos viven en soledad, y yo no.
Prefiero vivir en compañía y en la sorpresa de lo que los huevos puedan darme.
 

    Cerró los ojos e intentó dormir. Un rayo de Luna, justo entre las hojitas, iluminaba la hembra que también cerrados los ojos, esperaba pacientemente la vida continuar.
 
 

 

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