1 - Larai. La lai,
lara la lai. Laaa, lai!!! La riii, la li la... Lai la lai. La ri la la...
Ah!!! ... Tari ra rai, la lai... ¿Quién me habrá afanado
las latas mías? ¡Pero... son unos desgraciaos! Porque yo les
digo que pueden prepararse comida, pero que me dejen las cosas cerca, porque
yo tengo hambre después y preciso comer! Ah!... La ra la lai...
Grrr... Mmh...
Estos degraciaos no afanan nada. Mmh... El otro
día, pude afanar un poco de sal. Preparamo unos bueno platos de
morfar, pero... ahora se me acabó la sal... Mmm... Y bueno, le pongo
un poco de azúcar... Mggajjj!!! ¡Qué asqueroso que
es esto!
¡Che, Joaquín! ¿Ya 'stas durmiendo?
(Se oye música)
¿Qué estoy escuchando?
(... Miii Bueeenos Aiiires, Quériiidooo...)
Eh! Pue'star medio en pedo,
pero... que yo sepa, Carlito murió hace mucho saño...
Che! ¡Joaquín! ¡Pero, escuchame
una cosa, Joaquín! ¡Cheee! ¡Despertá, che! ¡Desgraciao,
despertá!
2 - Mmh... ¿Qué
te pasa a vo?
1 - ¿Cómo,
que está cantando el Mudo, che?! ¿De dónde...?
2 - Eh... Mirá...
Acá 'stá lo que buscas vos.
1 - Eh... ¡Pero...
No podés!!!... ¿Por qué lo bajastes? ¿Qué
hicistes? ¡¿Pero vos sos loco?! ¿De dónde la
afanastes a esa radio, che? ¡No, dejate de joder, Viejo!
Podés afanar comida... Pero no esas cosas,
¡que nos van a meter a todos en cana!
¡Nooo! Vení, vení a comer algo.
Que calenté una sopa, ahí, con azúcar. Vení,
vení que te va a gustar, desgraciao; que te comistes toda la sal.
¡Vení, Joaquín!
2 - Dejame de joder...
1 - ¡Venííí!
2 - Tá bien...
1 - ¡Vení,
vení! Mirá. Probá, probá, probá...
¿Che, quién fue que se descuidó
con la radiola esa, eh?
2 - ¡¡¡Naaada!!!
1 - Prendela de
nuevo, prendela, che! Hace tanto tiempo... Bajito, eh? ¡Bajito!
"... Acaban de escuchar al Zorzal Criollo, en
"Mi Buenos Aires, Querido..."
1 - Che! ¡Qué
bien hablan esos hijos de puta, eh?! ¿Será
que nunca están mamaos?
2 - ¡Nooo! No precisan...
Esos tipos ganan bien.
1 - ¿Y qué?...
¿Qué?... ¿Cuál es el problema?
Ganar bien o ganar poco; te mamás porque
te gusta, no porque tenés guita o no tenés guita.
2 - Eh... Sí,
tenés razón.
1 - ¿Queda
lejos Buenos Aires, no?
2 - Sí.
Queda lejos.
1 - Vos sos de
allá, ¿no?
2 - Eh... Sí...
1 - ¿Y,
cómo es Buenos Aires? ¡Contame!
2 - ¡¡¡Miá!!!
Buenos Aires es... Grande... Mmh... Haber, ¿cómo podríamos
decir? Primero; para ir a Buenos Aires tenés que hablar con voz
gruesa. No con la voz que tené vo.
1 - Y... ¿cuál
es mi voz, che...? ¿Te molesta, por qué?
2 - Nooo, porque
allá... Son todos machos.
1 - ¡¿Y
qué hablás vos así?! ¿Que yo no soy macho?
2 - ¡Callate!
¡Ahhh... No seas boludo!
¿Dónde está esa sopa con azúcar
que hicistes?
1 - Aquí
está, tomá.
2 - Mmh... Eh...
Y bue, che. Vamos a ver si tomamos algo caliente...
1 - Escuchame una
cosa, che; contame de Buenos Aires.
2 - Y bueno, eh...
Buenos Aires es una ciudad como todas; si nacés dentro de cuatro
paredes, tenés posibilidad de sobrevivir; si nacés en el
medio de la calle, te jodés y... y te morís.
1 - Mmh... Eh...
¿Y qué diferencia hay?
¡Eso es en cualquier lugar, en cualquier lugar!...
Aquí también pasa lo mismo... ¡Mirá,
mirá cuántos desgraciados mueren porque están fuera
de cuatro paredes!
Y... ¡Cuántos se mueren de los que
están dentro de cuatro paredes!
2 - Y sí...
Pero aquí es diferente, Viejo... Aquí te cagás de
frío si no tenés cuatro paredes, pero allá en Buenos
Aires, no.
1 - Escuchame,
che. ¡Contame, contame cómo es Buenos Aires...! No va a ser
que en una de esas me engancho en un tren y me voy para allá.
2 - ¿Pero
qué vas a hacer vos en Buenos Aires? Si sos un croto... Allá
por lo meno tené que ser linyera, pero linyera bien... Con pinta.
¿Qué te crees vos?
Si no viene la cana y... te mete. Te mete, Viejo.
No te deja.
¡No te deja, no!
1 - ¿Y por
qué la cana te mete en cana? ¿Por qué la cana? ¿Mmh?
¿Por qué la cana...?
2 - Y... Viejo...
Es que vos no podés estar molestando en el medio de la calle.
1 - Y si yo no
molesto...
2 - Sííí,
molestás. Tipos con la pinta como la tuya y como la mía,
molestan en la calle.
1 - Yo no encuentro
por qué voy a molestar... Ya no me está gustando Buenos Aires.
2 - ¡Ah!
¡Dejate de ser idiota!
Lo que pasa es que tenés que tener las pilchas
para ser mendigo allá. Allá es diferente que aquí.
Aquí vos sos mendigo porque sos mendigo;
porque no te quieren ni los ratones. Pero allá no, Viejo... Allá
hay mendigos que tienen edificios.
1 - ¡¿Qué
dijiste?!
2 - Que tienen
edificios.
1 - Nooo...
2 - Sííí...
Yo conocí a uno... Mirá ehhh... El
tipo era un Señor. ¡Era un SSSeñorr! Se macaneaba el
día entero, pero nadie se daba cuenta. Yo a veces me quedaba en
la vereda de enfrente, era una avenida grandota, espiando para ver qué
hacía... ¡Era un SSSeñor!
Yo aprendí mucho... Muuucho aprendí.
1 - Y sí.
Se vé que aprendiste mucho... ¿Entonces, cómo viniste
a parar acá abajo, conmigo?
2 - Yyy... porque
me fui de Buenos Aires.
¡No me debería haber ido de Buenos
Aires!
1 - Eh... ¿Y
por qué te fuiste de Buenos Aires?
2- Eeesa es otra
historia... Escuchá que te voy a contar...
¡Bué! El tipo, como te digo, era un
SSSeñor!!
Primero mirá, él venía caminando
por la calle, todo elegante, todo empilchado, bien, bien, sí bien...
Y vos ibas caminando y él iba igual que vos...
De pronto le agarraba un patatús! Se aseguraba
de un puente donde ya tenía marcadita una "X" para que nadie le
ocupara el lugar donde iba a caer...
Empezaba a jadear, y la gente primero se paraba
para mirarlo, los que enganchaba... No va que había tipos que no
se daban cuenta que era teatro; y otros que ya lo habían visto...
Bué! Y entonces, mientras caminaba, se agachaba, se agachaba, se
agachaba, se quedaba en el piso y temblaba así con la mano, pidiendo
guita.
¡Pero vos no sabés lo que el tipo faturaba
al cabo del día!
Después se levantaba, juntaba el sombrero,
se metía todo en el bolsillo. Caminaba como medio rengo, y a los
cincuenta metros ya caminaba mejor. A los cien metros se arreglaba...
Después se ponía la corbata. se tomaba
un ómnibus y se iba a la mierda.
Y... había hecho la guita del día.
¡Y que nadie le ocupara el lugar, ¿eh?! ¡Era un Seññor!
¡Aprendí mucho de él, mucho!
1 - Vos me estás
mintiendo.
2 - ¿Qué
te voy a estar mintiendo, Viejo?
En Buenos Aires es así; o sos vivo o te morís
de hambre, te jodés.
1 - Y decime una
cosa... La ciudad, aquí donde estamo nosotro es grande, pero...
¿Cómo te vas a meter en un puente? ¿Pero... có,
có, cómo vas a ir caminando y te vas a ... Cheee!!!
¡Qué defachatado, el tipo! Yo soy mendigo,
porque soy mendigo, porque no sé hacer otra cosa...
2 - Y él
también, Viejo. el también.
Lo que pasa es que como mendigo, ganaba más
guita que con otra cosa, entonces... Eh... Es una "cultura" terrible...
Era un personaje, como un... pero vos no te das
una idea, la fuerza que tenía.
La gente... La gente le soltaba la guita, Che!!!
¡Cómo le soltaba la guita!
Y cierta vez, entonces, Yo..., mirándolo
a él, las cosas que hacía, y mirando a otros muchachos, ahí,
del sindicato, decidí fabricar mi propio personaje... Y sí,
claro. ¿Cómo que no?
1 - Eh... ¿Vos
también fuiste macaneador?
2 - ¿Y qué,
Viejo? ¡Había que sobrevivir!
Vos podés llegar a un Señor de esos
y decirle... "Che... Soltame un mango, porque vos sí que tené
una que te la... te la dan todas... Pero yo, me jodo, Viejo! ¡Estoy
cagao de hambre!"
Ahí, entonces, el tipo decía:
"No importa muchacho, ya vas a aprender... No
te hagas problema. ¡Tomá!"
Y me soltaba un mango ahí. Y yo me iba a
morfar.
¡Era un Dottor, che!
¡Qué bien! ¡Qué bien!
¡Qué bien! ¡Qué bien que lo hacía! ¡Qué
bien! Y, bué... Entonces, como te decía; creé mi personaje.
El personaje era medio extraño... Porque,
primero, estaba bien vestido.
Me conseguí un traje. Un traje que sólo
tenía un siete en el pantalón, nada más, pero el resto
estaba bien.
Después anduve pidiéndole a los muchachos,
haber si tenían unas botinas viejas por ahí, pero que por
lo menos... se pudieran lustrar.
Llegué a Manolo, que era un engrasador...
Un tipo que lustraba en la esquina, y le dije: "Mirá, che. Hace
tiempo que no tengo un timbo lustrado. ¿No les querés dar
una grasa?"
Me miró como diciendo "Este tipo cada
día está más loco"
Y yo, di una de boludo. ¿Y qué podía
hacer, no?
"- Ahhh... Dame ese gustito... Mirá el
jetra que tengo.
Quiero recordar viejos tiempos, cuando todavía
la suerte no me había agarrado como a un perro loco.
- Tá bien. Sentate ahí, ahora que
hay pocos clientes."
Y empezó, chaca, chaca, chaca, cha... Ta
chaca, chaca, cha!!!
Y cuando fui a ver, los timbos comenzaban a brillar.
"- ¡Eh! No están tan mal, ¿no?
No están tan mal.
Muy bien, antes de que termine el día,
podés estar seguro que yo, estoy pasando por aquí y te estoy
pagando.
- Sííí... Claaaro. Vos,
sí.
- Claro, sí, yo. Ya lo vas a ver."
Y me fui caminando.
Me costaba caminar derecho, sí. No sé
si somos piojosos o qué mierda tenemos,
pero caminamos medio tuerto, ¿no? ¡Nos vamos siempre de lado!
Uno quiere enderezar todo, pero es... es la carrocería que está
fuera... ¿Eh? Entonces se te va pa'un lau, se te va pal otro...
Y después, en una de esa, me paré enfrente de una vidriera
y me miré. Y me acordé de la pinta que yo tenía.
Empecé a estirar el cogote, así, y
entonces...
¡Che! ¡Mamao! ¿Estás dormido?
¿Me estás escuchando?
1 - Sí,
sí, te estoy escuchando. Seguí, seguí, es interesante...
¿Y eso, lo hiciste vos? ¡Andá!
2 - ¡Cuchá!
Vas a ver la historia... Así aprendés algo.
Vos... ¡Qué... ¿Qué sabé...?
¡Pichón de...
Shh. Callate. ¡Quedate quieto!
Bueno. Me miré en el espejo, y... estiré
el cogote, así, y me acomodé el saco, que parecía
hecho para mí.
Aquel día dije:
"Vamos a ver si yo vendo mi personaje, también."
Me metí la camisa para adentro, y... No tenía
cinturón. Eso era lo único que me faltaba... Eh! Y traté
de seguir caminando recto.
Algunos me miraban, otros no.
Yo dije, "debo estar que impresiono..." Y
seguí caminando.
Seguí caminando, hasta que fui al punto que
era mío.
Ese punto yo se lo había comprado a un chino
correntino que se tuvo que ir porque vino el hermano de la mujer que lo
quería fajar y entonces me dijo:
"- Mirá. Me voy.
Voy a volver de aquí a unos meses y no
quiero que ningún otro hijoeputa se lo ocupe. Entonces te lo dejo
a vos.
- Y sí, yo me quedo, ¿y qué
hago?
- Vos, mirá: De acuerdo a la cantidad
de días que tenés y lo que levantás; porque acá
hay una clientela más o menos razonable, me soltás después
unos mangos cuando yo vuelva ¿Stá?
- Y bueno. Y, sí, prefiero. Porque sino
tengo que andar caminando y caminando y no tengo ningún lugar para
parar.
- OK, está bien entonces".
Y así fue, cuando llegué al lugar...
me encosté contra la pared y me quedé pensativo.
En una de esas... Buscaba en el bolsillo, así,
el pañuelo que yo sabía que no tenía. Y la gente -
yo con los ojos medio cerrados, medio abiertos, veía que ya empezaba
a preocuparse - porque decían "Pobre hombre. Es fácil
confundirlo con un jubilado, por ahí... La ropa que usa... Pero
alguna cosa ..."
Hasta que en una de esas, pasó una vieja
y gatilló. Me mira y dice:
" - ¿Pero qué le pasa, buen hombre?
- ¡Oh! ... Sí. Sabe cómo
son los chicos cuando nos ven viejos...
Algún chico ha pasado y se ve que me ha
sacado el pañuelo del bolsillo, y... y no sé cómo
voy a decirle que... estoy precisando un pañuelo... y yo no tengo...
Y vivo lejos de aquí...
- ¡Ah! No se preocupe, buen hombre; yo
le puedo dar un pañuelo. Cla... Je, je, je! Es un pañuelo
de mujer, pero por lo menos lo va a ayudar.
- Y, Señora. Sí que me va a ayudar.
¡Gracias, Señora!"
Y me dio el pañuelito. Y yo hice que me sonaba
la nariz. Y...
1 - ¿Y?
¡Seguí contando! ¡Seguí contando!
2 - Y... Que me
puse a pensar que la Vieja era buena... Buena, buena de carácter...
Entendés ¿no, desgraciado?
1 - Sí,
sí, entiendo sí.
2 - Bueno... Entonces,
agarré el pañuelo, no lo quise ensuciar. Lo doblé
y lo tuve en la mano un momento; lo puse en el bolsillito de arriba del
saco. Y comencé de nuevo, a buscar.
Y buscaba en los bolsillos... Y que me caía,
que no me caía. Pero no podía moverme mucho porque sino iban
a pensar de que yo estaba mamao, y a los mamaos no les dan pelota... Sin
compromiso...
¡Nooo! Tenía que mostrar que yo era
un tipo que no chupaba, aunque tenía todos los cachetes coloradito...
El chupao, vos sabés cómo es...
Allá en la capital se chupa más que
aquí, así que no sabés quién es borracho, si
el que está caminando derecho o el que está sentado en algún
banco, o está apoyado en un poste esperando el ómnibus.
Vos te das cuenta que el tipo está mamao,
porque cuando encostó el ómnibus se sale del poste en que
estaba apoyado y bate al lado de la puerta y rebota para allá...
Tu Pum Ta pan!!! Y el tipo cae de culo. No le va a envocar nunca a la puerta.
Y entonces yo estaba busca que te busca, y busco
que te busco y busco que te busco, hasta que en eso pasa un tipo...:
"- ¿Qué le pasa amigo? ¿Quiere
que lo ayude a llegar a algún lugar?
- No, estoy bien pero triste, desesperado; fui
a visitar a mi madre. La pobre se está muriendo, y ... yo. Yo buscaba
un pañuelo pa' llorar... Y no encuentro un pañuelo pa' llorar.
Y ya no consigo ni caminar y... ¡Qué triste me pongo cada
vez que me acuerdo de mi madre!!!
- Y, pero por lo que estoy viendo, Usted tiene
un pañuelo en el bolsillo.
- ¡No lo toque! Ese jue' mi madre que me
lo dio, y yo quiero guardarlo. ¡Quiero guardarlo para siempre con
el perfume de ella!!! ¡Ssshhhjjj! ¡Ya vé que no tengo
un pañuelo para secar las lágrimas!!!
- ¿No será que está medio
mamado, usted?
- ¡Qué! ¿Mamado? ¡¿Mamado,
yo?!
Estoy embriagado por la tristeza y la nostalgia
de saber que mi pobre viejita se muere en un hospital y que tiene un hijo
desempleado, que no puede llevarle ni unas frutitas, ¡nada!!!
¡¿Qué sabe usted lo que es
eso?! ¡Váyase!
¡Déjeme tranquilo con mi tristeza!
¡Assshhhjjj!
- ¡Tomá, desgraciado! No es que
me convenciste, pero te salió bien.
Y tomá, aca tenés diez pesos, desgraciado.
Comprále esas frutas a tu vieja y lleváselas al hospital,
¿está?
¿Y en qué hospital está?
- ¿Por qué?
¿Por qué le tengo que decir dónde
mi madre está muriéndose?
Yo quiero que muera en paz, tranquila.
¿Qué quiere, ahora, que la empiecen
a visitar personas y más personas, y más personas, y que
se de cuenta que así mismo, con toda la gente que es capaz de ir
a visitarla, el hijo no aparece, de nuevo... No! Mmmjjj!!!"
Y ahí el tipo se fue, miré el pañuelo,
estaba bueno. Estaba limpito. Estaba bien planchado. Y ahí mismo
me lo metí en el otro bolsillo del saco.
Paré un poco y empecé:
"¡A ver, por favor!
Señoras y Señores, quien quiera
ayudarme. Tengo dos pequeñas ofertas, que es lo último que
me queda de la vida:
El recuerdo que llevo de mi madre querida; un
pañuelito de seda, como lo pueden ver, lindo, pequeñito y
bonito para mujer.
Yo quisiera, por favor, que pasara un excelso
caballero y me dijera si es que aquí, mi pañuelo, no puede
valer unos centavos.
No le pido que quiera comprar para yo quedarme
tirado en el piso como un mamado ignorante.
¡Vean el esfuerzo elegante que estoy haciendo,
para poder ir a ver a mi madre!
Quien quiera colaborar conmigo, ¡cómpreme
este pañuelito querido, y este otro pañuelo, que son las
últimas cosas que me quedan, antes de sentirme que ya no soy ni
un poquito de lo que era antes!
¡Por favor! ¡Por favor, por favor!
¡Quiero ver a mi madre! ¿Me pueden ayudar?"
Y en una de esas, empiezo a sentir la guita cayendo
en el piso ...
" ¡Chi, chiqui, qui, chiqui...
- ¡Tengan corazón eterno! ¡Que
el Cosa que domina todas las situaciones del mundo, se olvide que es un
Cosa y como dios soberano los proteja y les de iluminación, buena
vida, felicidad!
¡Aquí, a quien colocó más,
puede llevarse el Pañuelito querido!"
Y yo vi que el pueblo era muy desprendido y no se
quiso agarrar de las cosas que yo tenía en la mano.
Doblé el pañuelo, lo metí en
el bolsillo.
El pañuelito de mi madre querida, volví
a colocarlo en el bolsillo de las cosas floridas.
Me agaché y comencé a juntar la guita.
Cuando quise acordar, me había hecho unos
cuantos mangos, ¡Viejo! Por ser el primer día, yo no quise
estafarle a la suerte, ni tampoco pasármela por encima... Entonces
dije: " Por hoy moderá, Negro. ¡Morderá! Y mañana
te largás con todo, porque viste que funciona. ¡Y cómo
funciona!"
Mi gran, fantástica y misteriosa misión
¿sabés cuál fue?
1 - No. Decime,
¿Cuál fue?
2 - Eh! Volver
a aquél que me había limpiado los timbos.
Y llegué caminando, silbando bajo, y le digo:
-"¡Escuchame! ¿Cuánto te
debo por la grasita que me colocaste en los timbos, hoy, eh?
- Ni una chirola. ¡Dejate de joder!
- ¡Tomá!" Y le dejé caer
la cinco guita en el piso...
"- Para que te tomes un féca, acordándote
de este otario.
¡Ah! ¿Y no me vas a preguntar de
dónde saqué el sombrero?
- ¿Quién fue el que se descuidó?
- No se descuidó nadie. Me lo pude comprar
en una casa de compra y venta, vieja. Mañana salgo con sombrero.
¿No me queda bien?"
Me miré en una vidriera:
"- Viejo, pasan los años pero la elegancia
y el porte porteño, no lo vas a perder nunca!" Y seguí
caminando...
¿Sabés, aquel día me sentí
gente y todo lo que la calle me había enseñado me pesaba
allá adentro.
Y aquél que tantas veces había observado
trabajando... ¡Qué Señor que era! En ese me apoyé
para tener seguridad y un buen expediente de trabajo...
Bueno, para qué te voy a contar! El resto
te lo cuento después.
Ya me tomé la sopa con azúcar, que
me diste, de porquería... Ahora me voy a dormir.
Dejame gastar el resto de las pilas que me afané
también, para poder escuchar si hay alguna cancioncita de Carlitos
Gardel ahí...
1 - ¡Che!
¿Pero te vas a ir ahora? Te falta contarme algo.
2 - ¿Qué?
1 - ¿Qué
hiciste con tanta guita?
2 - ¡Te lo
cuento mañana! ¡Te lo cuento mañana!
¿Pero vos te crees que las historias nuestras
comienzan y terminan en un mismo día; comienzan y terminan?
Esta no terminó. Primero yo me tengo que
ir a dormir un rato. Revivir mis memorias, que son muchas. Y si me das
otro plato de sopa, tal vez, en cualquier momento yo te las cuento...
¡Pará! Voy a ligar la radio para ver
qué es lo que están tocando.
´´... Por una cabeeeza ... ´´
¡Ah! Si yo te cuento, por una cabeza, las
cosas que yo perdí...
La radio se fue apagando, y yo me quedé pensando:
¿Qué vale más, un linyera de una provincia perdida
en la frontera, o un linyera perdido en la otra frontera que da con Buenos
Aires?
No entiendo. Todo es cuestión de suerte.
Todo es cuestión de destino.
Se puede ser un linyera o un mendigo que sólo
da lástima; y hay otros, que... No sé... Tienen una pinta
de dottor, una elegancia!
Hasta cuando el tipo cae mamao. No sé. Pone
la mano de lado, se apoya, parece que... limpia la tierra antes de que
el cuerpo se desparrame.
Yo nooo. Cuando me caigo, voy dando cabezazos, ni
sé dónde voy. Cuando despierto, a lo mejor estoy en el medio
de dos piedras, soy como los perros.
Sí, hay una diferencia entre ser un pobre
que pide limosna y ser un linyera.
¡Bué! Me voy a dormir un poco. Tal
vez mañana se me ocurra cómo iniciar una nueva etapa de vida.
Porque esto... de tomar agua caliente con azúcar... no está
muy bueno. La sal da una sensación de comida, y una satisfacción
en la digestión, que yo no sé al final qué ha pasado
últimamente; está tan raro encontrar un pedazo de hueso en
una lata de basura...
1 - ¡Eh!
¡Eh! ¿Cómo es? ¿Y, ya te fuiste?
¿Ya estás durmiendo?
2 - ...
1 - Sí,
lo único que perdura, lo único que dura... lo único
que... que no se va a acabar, es la voz del Mudo.
¿Sabés una cosa?
Vos tenías a alguien que llamabas "Señor".
Para no molestarte, porque no tengo cómo
arrimarte ni siquiera un pucho... Por el momento no lo vas a saber, pero
vas a ser mi "Profesor".
Preciso aprender... Tengo que dejar de ser un linyera.
Buenas noches, Profesor...
Buenas noches, Carlitos.