El Hablar de los Pensares

La Respuesta Inteligente
 
    Una hormiga retornaba a su hormiguero cansada, exhausta.
    Había recorrido tantos caminos que las demás hormigas no imaginaban que existían. Pero esta vez, ella traía una respuesta que podía ser útil para todas sus compañeras.
    Caminaba... Caminaba...
    No se detenía pensando en su responsabilidad, la cual también estaba llena de amor.
    El sol estaba en el horizonte, y en ese atardecer pensó que nuevamente tendría que adormecer a la espera de la luminosidad del próximo día. Y así lo hizo.
    Se quedó quieta, agotada, con el cuerpo entumecido.
    La madurez y el equilibrio de su inteligencia le dictaban que tenía que descansar y reparar fuerzas para poder continuar.
    Al amanecer se desperezó, limpió sus antenas y sintiéndose reconfortada, sin titubeos, comenzó a caminar poniendo las ideas en orden.
    Siempre en la misma dirección, que muy bien conocía.
    La propia fuerza del interior la empujaba.
    Tenía que llegar.
    Tenía que llevar la respuesta.
    El camino parecía nunca terminar. El cansancio se hacía sentir pero su conciencia era más fuerte que toda la fatiga existente en su mundo.
    Próxima al hormiguero encontrábase con algunas hormigas, las que reconoció por su conformación, tamaño, olor y destreza.
    Las compañeras al verla llegar detuvieron por instantes su trabajo, pues la que venía era bastante diferente a ellas, aunque POR FUERA TODAS PARECIAN IGUALES, siempre se había distinguido por ser muy inteligente.
    - ¿De dónde vienes? - le preguntaron.
    - No se los puedo decir.
    - Pero, ¿dónde has estado?
    - Realmente no se los puedo decir.
     
    Siguió su camino, perturbada por haber visto a aquellas que tantos recuerdos le traían.
    Más adelante se cruzó con otras que al verla le hicieron la misma pregunta:
    - ¿De dónde vienes?
    - A ustedes no se lo puedo decir. No. No se lo puedo decir.
    Seguía caminando y el diálogo se repetía con todas las que encontraba en el camino.
    Su paso era cada vez más lento. Con poca resistencia se dirigía al centro del hormiguero.
    Cerca de su destino, las hormigas que tenían la función de guardianas, le preguntaron:
    - ¿De dónde vienes?
    - No les puedo decir de dónde vengo.
     
    Entró en el nido desplazándose por los corredores que parecían interminables.
    Y cuando al fin llegó al centro, encontró a la Reina. La miró fijamente a los ojos.
    Se quedó en silencio...
    Todo a su alrededor parecía estar sin importancia.
    La Reina le preguntó:
    - ¿Qué haces aquí?
    - Si me hubieras preguntado de dónde vengo, tal vez te hubiese dicho hacia dónde podías ir.
 
Ñ
 
"Próxima al hormiguero encontrábase
con algunas hormigas..."
 
 
 
Bichitos de LUZ

    En un lago, perdido en el centro de un gigantesco bosque, donde el sol se ocultaba temprano porque las copas de los árboles lo cubrían intensamente, surgieron dos bichitos de LUZ. Eran pequeñitos pero muy inteligentes.
    Cuando todo parecía estar en las más profundas tinieblas ellos irradiaban, con su LUZ, una esperanza. En tanto que otros aprovechaban para moverse, mudándose de casa o tal vez cambiando de lugar.
    Aquellos bichitos, que tantas veces se habían sumergido en sueños profundos, decidieron esa noche, permanecer despiertos.
    Y uno le dijo al otro:
    - ¿Has visto la fuerza de nuestra LUZ? ¿Percibiste que cuando iluminamos los rincones que parecen distantes dan reflejos extraños y las figuras que desconocemos comienzan a moverse?
    - Sí, ya lo vi. Y también vi que nuestra LUZ es fundamental.
    Cuando iluminamos, el lago toma vida, aunque sólo sea por instantes. Pero esa vida es muy importante.
    - ¿Tú piensas acaso que la LUZ es primordial para que ellos se muevan y existan, cuando en realidad continúan viviendo en completa oscuridad?
    Yo ya estuve despierto cuando el sol clarea entre los árboles y muchos de los cuerpos y movimientos que ahora puedo contemplar con mi LUZ, durante el día no existen.
    - Sucede que nuestra LUZ genera sombras que con la luz de la estrella no aparecen.
    - ¿Será que iluminamos poco? O, ¿será que iluminamos mucho?
    - Yo sé que iluminamos donde precisamos y en el momento en que lo hacemos, otros nos contemplan...
    - ¿Qué pensarán cuando nos contemplan? ¿Acaso se preguntarán por qué guardamos tanta energía capaz de generar LUZ, mientras ellos no tienen nada? Porque si tuvieran, también podrían generar su propia LUZ.

    Estuvieron despiertos observando en el momento de máxima irradiación, figuras extrañas que se movían en el agua.
    Caminaron un trecho sobre un tronco seco. El tronco se proyectaba hacia el interior del lago.
    Vieron un pez curioso que los estaba mirando.
    - ¿Será que él espera que caigamos de la rama para poder comernos?
    - Nooo... El está extasiado con nuestra LUZ.
    - Mira, si no me equivoco, tenemos sobre nuestras cabezas una araña tejedora que se aproxima.
    - Tienes razón. Y ella no está extasiada con nuestra LUZ. Sólo piensa en hacerse un banquete con nosotros para quedar lumínica.
    - Pero aunque nos coma no va a lograr su propósito, pues me han dicho que nuestra LUZ es nuestra.
    - No entiendo esa forma de hablar.
    - Sí, bah... Que es propia. Y lo que es propio no pertenece a los otros.
    Nosotros tenemos la posibilidad de emanar LUZ. Los otros van a tener que crearla, pues por más que traten de quitárnosla, con ellos no será nada.
    - Sin embargo el otro día vi un caracol transportando parte de un compañero nuestro, paseándose todo orgulloso e iluminado.
    - Iluminado porque le han prestado la LUZ; luego ésta desaparece. Cuando pase un día o dos él no tendrá más LUZ, mientras nosotros la tendremos cuando querramos.
    Pero dime, ¿dónde está ese caracol?
    - Acompáñame y te lo mostraré.

    Aprovecharon para huir de la araña tejedora que se aproximaba cada vez más amenazadora.
    Bajaron de la rama y caminaron hacia la vera del lago.

    - ¿Ya te has bañado?
    - No, no. No puedo, se apagaría mi LUZ.
    - Pero yo ya lo he hecho y mi LUZ no se apagó.
    - ¿Cómo es posible? ¿De qué manera lo hiciste?
    - Fluctué con mis patas encima del agua, agitando las alas.
    - ¡Qué interesante! Tal vez algún día yo aprenda a nadar de esa forma.
    - ¡Ven! Te llevaré a donde está el caracol.

    Más adelante encontraron al caracol debajo de una piedra. Tenía todavía un poco de fosforescencia de aquel pedazo de cuerpo que cargaba sobre sí.
    Los bichitos se acercaron para conversar con él.
    - ¿Cómo has hecho para tener esa LUZ?
    - Es LUZ propia - respondió el caracol lleno de orgullo -.
    - ¡Mentiroso! Esa LUZ pertenecía a un compañero nuestro. Tú la has cargado. ¿Cómo lo conseguiste?
    - Bueno, en realidad yo pasé cerca de la araña tejedora y en el momento en que ella cortó el cuerpo por el medio, la LUZ cayó sobre mí; entonces aproveché para irme con la LUZ. Ahora ella es mía.
    - ¡Pero tú no has hecho nada para conquistarla!
    - ¿Acaso no sabes que el que tiene LUZ la posee por propio merecimiento?
    - ¿Y tú qué hiciste para tener LUZ?
    Por lo que veo, sólo hablar y hablar escuchando todo el día tu propia voz. Parece que piensas que estás con la razón porque cargas un poco de LUZ.
    - ¡Pero es claro! Todo el que tenga LUZ debe mostrarla.
    - Y tú, caracol, ¿todavía no has podido conseguir LUZ?
    - ¡Por supuesto que no! ¿Dónde has visto un caracol iluminado?
    Aquél que es caracol no tiene LUZ, y aquél que es bichito de LUZ, como tú, tiene LUZ. Por eso se llama "bichito de LUZ".

    Los dos bichitos de LUZ se miraron extrañados y uno de ellos dijo:
    - ¿Sabes? Ese caracol es inteligente. Yo no había pensado en eso...
    Si no tuviéramos LUZ, ¿cómo nos llamaríamos?
    - Tal vez ni nos llamarían... Tal vez la araña no nos buscaría...
    - Ahora me pregunto, ¿por qué la araña cortó nuestro compañero al medio y dejó caer la LUZ, si lo que buscaba era la LUZ?
    - La araña no buscó la LUZ. Buscó sólo alimento.
    - Ahhh, alimento, mhhh... ¿Quiere decir que valemos más como alimento que como LUZ?
    - No sé. Sólo sé que cada vez que iluminamos encontramos nuestro camino y el camino de los otros. Fíjate, ahora el caracol sabe por dónde puede caminar.
    - ¿Vamos a apagar la LUZ para ver si se detiene?
    - ¡Vamos!
    Y los dos se quedaron quietos y sin agitarse.
    Cuando volvieron a encender la LUZ vieron que el caracol había desaparecido.
    - ¿No es que la desgracia camina sin LUZ?
    - Claro. Porque caminar, cualquiera camina; pero saber hacia dónde se va es el problema.
    - Y ¿será que él fue hacia donde quería o habrá ido hacia donde lo llevó el acaso?
    - Yo creo que él sabe muy bien adonde va, porque puede rastrear la humedad del suelo, y mientras la humedad exista, él sabrá que está caminando por lugares ciertos.
    - Pero entonces, la LUZ, ¿para qué sirve?
    - La LUZ sirve para nosotros. Para que podamos alegrar nuestro camino. Para que podamos alegrar la vida de aquellos que están cerca de nosotros.
    - Sí... Pero si en verdad los alegra, ¿por qué muchos salen cuando el lago está en tinieblas y no cuando es de día?
    - Pensemos bien. Tenemos LUZ, ¿no tenemos?
    - Sí.
    - Podemos donarla a voluntad, ¿no podemos?
    - Sí.
    - ¿Será que algunos se beneficiarán con nuestra LUZ?
    - Tal vez.
    - No, no. No me digas "Tal vez".
    - Sí, tal vez. Porque si son animales que viven de noche no precisan LUZ.
    - Pero nosotros también vivimos de noche y cargamos LUZ.
    - Bueno, entonces será para iluminar el camino de aquellos que gustan de la LUZ.
    - Y... ¿será que a todos les gusta la LUZ?
    - Me parece que no, porque el otro día vi una lombriz que se asomaba de la tierra y en el momento que encendí la LUZ, volvió a esconderse.
    - ¿Estás viendo? ¿No te dije? Eso muestra que no todos quieren ser nuestros amigos, por más que carguemos la LUZ.
    - ¿Valdrá la pena quedarnos toda la noche despiertos hasta que salga la estrella? ¿Por qué no nos vamos a dormir?
    - ¡No! Es peligroso, pues nuestra LUZ nos condena, mostrando el lugar en que estamos; y ocurre que a veces tenemos pesadillas y las LUCES se encienden.
    La única manera de no peligrar sería que tú te quedes despierto para avisarme cuándo mi LUZ está prendida, así podría apagarla.
    - No, no, tendría que ser de forma tal que pudiéramos descansar los dos tranquilamente sin correr ningún riesgo.
    - ¿Cómo podríamos hacer?
    - Déjame pensar un poco... ¡Podríamos volar! ¿Qué te parece?
    - ¡Buena idea!
    - Cruzaremos al otro lado del lago, tal vez sea diferente; quién sabe lo que allí puede pasar.

    Emprendieron vuelo. Cuando estaban suspendidos en el aire vieron que sus LUCES se reflejaban en el agua constantemente, y observaron también, que algunos peces los seguían.
    - Eeehhh...! Aquellos peces no descansan.
    - Están desesperados deseando que caigamos en el agua para comernos...

    Llegaron hasta la orilla opuesta y cuando se posaron sobre la arena sintieron cansancio.
    - ¡Qué arena pesada!
    - ¡Qué lugar extraño!
    - Tendremos que iluminar con más intensidad que de costumbre.
    - Esperemos que no se acabe toda nuestra fuerza.

    Caminaron. Caminaron.
    Caminaron con gran esfuerzo. La arena estaba muy mojada.
    Cuando se acercaron a la parte seca notaron que se iniciaba pasto.
    El pasto era alto, intenso y áspero. Se recostaron sobre él. Apagaron sus linternas y quedaron bajo un profundo silencio.
    De repente escucharon unos pasos aproximándose; punk, punk, punk, ...
    Encendieron las LUCES rápidamente. Estaban muy asustados.
    Frente a ellos, una gran hormiga. Le preguntaron:
    - ¿Adónde vas tú?
    - Yo estoy vigilando los alrededores de mi hormiguero. ¿Y ustedes que hacen?
    - Somos dos bichitos de LUZ que estamos viajando. Vinimos aquí sólo para descansar. Nos vamos enseguida...
    - No se vayan, por favor. ¿Podrían iluminar mi camino? Tengo que hacer la ronda de guardia durante la noche, pero no consigo ver por dónde voy.
    - ¿Te parece que podemos confiar en ti?
    - ¿Y por qué no? Yo no me alimento de bichitos de LUZ. Si estuvieran muertos, tal vez lo haría. Pero estando vivos, por mí, pueden seguir su camino.
    Pero ahora, ¿por qué no siguen el camino que yo preciso? Ustedes van iluminando adelante y yo los sigo; tal vez así me ayuden a hacer guardia y pueda darles algo de comer a cambio.
    - No deja de ser interesante.
    - Lo haremos.

    Y así, en una experiencia extraña, los dos bichitos de LUZ, comenzaron a volar mientras la hormiga caminaba detrás aprovechando la luminosidad que ellos generaban.
    Cuando estaban por aproximarse al hormiguero fueron advertidos:
    - ¡Cuidado! Paren por aquí, pues de lo contrario mis compañeras pueden atacarlos.
    - ¿Por qué?
    - Es que todo elemento extraño que se aproxima a nuestro hormiguero, debemos destruir.
    - ¿Ustedes destruyen a los otros?
    - Y... si no, nos destruyen. Es la ley de supervivencia.
    - Nosotros no sabemos eso, sólo sabemos dar LUZ.
    - Pero ustedes no pueden estar dando LUZ a cualquiera que se aproxime.
    - ¡Te la hemos dado a ti!
    - Sí, pero yo no soy cualquiera. Primero hablé con ustedes y les dije que precisaba la LUZ para caminar.
    - Está bien. Y ahora, ¿qué hacemos?
    - Si quieren pueden irse, pues yo ya di la vuelta de ronda y no preciso más LUZ.
    - ¿Y qué vas a hacer?
    - Tal vez vaya al hormiguero y otra hormiga venga a reemplazarme.
    - ¡Qué vida monótona la tuya! ¿No haces más que eso?
    - También hago otras cosas; pero hacer guardia es muy importante, de esa forma protegemos a nuestras compañeras.
    - ¿Las protegen? ¿De qué?
    - De los enemigos que se quieren acercar con intención de destruir nuestro nido.

    Los dos bichitos de LUZ acababan de conocer una nueva forma de existir.

    Decidieron volar nuevamente. Volaron... Volaron... Llegaron hasta un tronco que tenía marcas profundas.
    Iluminaron con sus propias LUCES dentro de una de ellas y comprobaron que no había ningún otro animal.
    Se acomodaron. Trataron de descansar, uno frente al otro. Y se durmieron.

    Empezó a llover, cada vez con más intensidad.
    Se encresparon las cristalinas y sucias aguas del lago.
    Los peces se escondieron.
    Los demás animales se retiraron en busca de refugio mientras el agua, goteando, inundaba las grietas del árbol.
    En poco tiempo los bichitos estaban siendo llevados por un caudaloso río en dirección al lago.
    Gritaron. Intentaron volar. Encendieron las LUCES intentando ver hacia dónde eran arrastrados sin poder defenderse de tamaña fuerza.
    En el medio del lago, dos peces se los tragaron.
    Uno de los peces se sumergió en la profundidad del lago y descubrió que su barriga estaba iluminada. Sorprendido vio a otro de sus compañeros igual que él.
    - ¿Qué has hecho para tener la barriga iluminada?
    - Lo mismo que tú.
    - ¿Será que hemos descubierto cómo tener LUZ?
    - No sé. Sólo puedo decirte que el que me comí era lumínico.
    - Y el que yo tragué también lo era. Hacía horas que lo estaba mirando.

    - En una profunda conclusión:
    La LUZ se hace comiendo.
    - ¡Nooo! La LUZ no es nuestra. Lo que nosotros tenemos es a quiénes portaban la LUZ, que conseguimos usando el único método posible para obtenerla, pues no podemos crearla.
    - ¡Qué extraño...!
    ¿Tú piensas que a nosotros, otros querrán comernos para tener la LUZ que cargamos?
    - Es bien posible que así sea.
    - Entonces sería interesante que la apaguemos con nuestra digestión.
    - Eeehhh... Cargar la LUZ de los otros no es bueno.
    - Y cargar la LUZ propia tampoco lo es.
    - Entonces es mejor quedarse en la oscuridad y quietos porque cuanto más sombrío sea donde estamos, menos cuenta se darán de que existimos.
 
    Continuaron intranquilos porque se aproximaba lo que ellos vaticinaban como la mayor indigestión.
    Se miraron en silencio. Fueron hasta la superficie y lanzaron fuera de sí los bichitos de LUZ.
    Como nada es casual y todo tiene un por qué, los bichitos cayeron sobre aquella primera rama, donde habían estado conversando; por lo tanto no les fue extraña.
    Luego de despertar, rápidamente comprendieron lo que había sucedido.
    Cargaban consigo una experiencia vital:

    "Los primarios en Conciencia no miden las consecuencias de sus actos. Y aquellos que pensaban lo que hacían, más de una vez, se arrepentían."

    Sacudieron sus alas. Probaron sus LUCES.
    La tela de la araña tejedora había sido destruída por la lluvia.
    Observaron, a través del claro que los árboles que rodeaban el lago ofrecían, que las nubes no más estaban.
   Un rayo de luna surgía con intensidad.
    Gotas de lluvia deslizándose por el tronco en el cual se encontraban, limpiaron sus cuerpos.

    Estaban prontos para continuar su existencia, convencidos de que la oscuridad del lago no debía ser interrumpida.

    Volaron en dirección del bosque y descubrieron que no estaban solos. Millares de LUCES brillaban.
    Subieron hasta las copas de los árboles. Y fuera de la limitación que estos daban, vieron y sintieron, por primera vez, el impulso de la LIBERTAD.

 
Ñ
 
"Ellos irradiaban, con su LUZ, una esperanza..."
 
 
 
Eternos
 

    Era un canto perdido del bosque. Y dos lechuzas pensaron que, en el silencio de la noche, nadie iría a interrumpir el diálogo que se habían propuesto.
    Una de ellas, que viajaba a través de varios horizontes, cargaba consigo plumas que mostraban su experiencia y su vejez.
    La otra, que nunca se había aventurado más allá de unos pocos metros, estaba dispuesta a escuchar lo que el mundo traía desde las distancias y lo que podía haber bien lejos, donde sus ojos a veces no alcanzaban; aunque siempre estaban abiertos y atentos, observando todo lo que a su alrededor estaba por suceder. Esta vez puso más dedicación que hasta entonces.
    Antes de la reunión, se había colocado en la rama más alta, del árbol más alto de aquel frondoso bosque. Y mirando como centinela, observó cuidadosamente a la distancia, la llegada de la que sería su compañera de noche.
    Desde allí veía pájaros de diferentes colores, y aves que no sabía definir, volviendo a sus nidos, ocupando cada uno, estáticamente como una rama más, el lugar que habían elegido para existir en el momento en que abandonaban sus ansiedades.
    El bosque estaba en completa calma... en apariencia, porque de noche, ella que la pasaba bien despierta, había observado la intensa vida de un sinfín de animales en la oscuridad. Oscuridad que, al igual que a ella, parecía hacerles bien.
    Junto a aquella nueva compañera le preguntó:
    - De los lugares que vienes, ¿qué transportas contigo que pueda ser diferente a todo lo que conozco de este frondoso bosque que es mi mundo?

    La otra lechuza bostezando como quien no quiere dar importancia, y a su vez diciendo, "Tal vez tenga que contar de nuevo mis andanzas", se acomodó en la rama, limpió su pico y comenzó a hablar:

     Vengo de distancias y lugares
que nunca conocerás.
    Cargo en mi memoria imágenes
que nunca verás.

    He visto la lucha de la vida,
el nacimiento del dolor,
el ponerse de noches fatigantes
y de días que parecían deslumbrantes.
    Y después
de una atenta observación
encontré en la memoria
que me quedaba,
que todo aquello era una lucha
para la NADA.
 
    Pero otras veces,
en otros campos,
tal vez en un simple poste apoyada,
contemplaba cerca o distante
nidos con diversos tipos de pájaros
donde surgía lo que parecían ser
nuevas esperanzas.

    Yo siempre solitaria
me decía:
"Prefiero estar sola
a estar acompañada
y que otros me sometan
y me conviertan en nada".
 
    Viví y vivo solitaria.
    De vez en cuando encuentro alguien
con quien conversar
y contar mis andanzas.
    En ese momento revivo
las verdades, las mentiras,
las alegrías y las fantasías
que el mundo nos muestra.
 
    Yo soy muchas y muchas
existencias
que ya no más se manifiestan
pero están en todas las memorias
que mis ojos atentos buscaron
por todas las formas
que mi conciencia guardara.
 
    Y así seguí. Y aquí estoy.
    Preguntaste qué te puedo contar de mis andanzas y te digo:
    La vida,
dependiendo con la conciencia
que se trata,
puede ser alegre, triste,
vacía o nada.
    Presenta tantas variantes,
tantos altos y bajos
que es posible que te prometa,
tal vez, hasta un atajo.
 
    Puedes sentir
que el amor te aguarda,
aunque por más que lo buscas
y tratas de alcanzarlo,
él, en forma desganada
se aparta
como una promesa,
que podrás algún día tener,
mas si lo tienes, te mata.
 
    Cuántas aves vi morir de amor
y cuántas otras de soledad soñada.
    Y a su vez, otros que emigraban
y al lado mío paraban
me decían que angustiosamente
buscaban y buscaban,
porque hasta el momento
sólo conseguían el Silencio,
que los desesperaba.
 
    A más de uno le pregunté por qué incesantemente trataban de alcanzar aquello que se apartaba, y ellos respondían:
    "Si yo conquistase lo que busco, ¿Volar, para qué?
    ¿Adónde iría?
    ¿Cuál sería mi necesidad de existir si todo lo que buscaba está conmigo, me alcanza, me satisface, me sobra, me desgana?"
 
    Y así, cuando partían, me quedaba pensando si la búsqueda de la felicidad debía ser necesaria y constante, porque si se la tenía, ¿qué quedaría por buscar? ...
    Sé que guardo mis plumas blancas
y en ellas cada gesto que prometen
es una esperanza.
    Y... sigo volando
en las noches silenciosas
con los ojos constantemente abiertos
porque si los cierro
puede pasar cerca de mí el instante
que tanto busco
y como desconozco
es posible que se desvanezca
en sombras raras.
 
    Sí. Incesantemente vuelo.
    Vuelo, podríamos decir,
hacia la NADA.
    Pero si me tocase explicar la NADA,
tal vez lo podría hacer...
 
    La NADA.
    Resultante final
donde se agita el silencio
y las respuestas totales,
formando un núcleo
de tamaña densidad
que no podría expresarse
fuera de sí.
 
    La NADA.
    Final de la Conciencia,
del volar, del respirar,
del correr de la sangre
por venas y arterias.
 
    Ya no más el impulso de la vida
se estaría manifestando
porque todo
lo que había que absorber o conocer,
la NADA lo guardaría.
 
    Y si la NADA
ocupase un lugar en el espacio,
estaría en todo él,
que ha quedado
desde el inicio hasta el fin,
como en forma eterna,
esperando que una Conciencia
lo plasmara.
 
    No sé si comprendes lo que estoy diciendo porque para entender ciertas cosas hay que haber vivido.
    Los jóvenes como tú guardan muchas esperanzas, que brotan de todo lo que es desconocido.
    Hablé cierta vez, con un pájaro muy sabio, de largo pico, cuyos sonidos salían como silbidos. Y me contó que viajando en las alturas mayores todo era tan pequeño que parecía no existir; y a medida que bajaba, se conformaban las ideas, las memorias retornaban y de esa forma sabía lo que era el agua, la piedra, el viento.
    Pero en aquellas distancias todo se conformaba... en un Nada.
    Por eso digo que dependiendo de dónde se observa y colocando o no en acción la conciencia que brota con cada imagen, con cada respuesta, ella crea las motivaciones para seguir en diferentes direcciones, buscando algo que le diga que está satisfecha.
 
    EL SILENCIO. Sería como completarse, como tener dentro de sí todo lo que puede existir en impulso, en vida, en inteligencia.
 
    EL SILENCIO... Cuántas veces me he quedado en silencio. Parece ser mi gran compañero.
    Llego a un poste, una rama, como te he dicho, siempre solitaria, y veo los pájaros a mi alrededor acomodándose, partiendo o exhalando muchos   de ellos ya cansados.
    A veces,
las gotas de lluvia
me rodeaban.
Calmos vientos
mis plumas acariciaban.

    Y sabiendo
que dentro de mí estaba
el mundo que me guardaba,
raramente me puse para afuera
y me mostré cuando cantaba.

    Y mi canto era corto,
para muchos, sin sentido,
y por más que gritaba con intensidad,
parecían sordos,
nadie hizo eco a mis quejidos.
 
    Caminaba,
me acomodaba,
saltaba de rama en rama
buscando nuevas performances
en mi pensar.
 
    Pero más me encimaba
todas las ausencias
que la misma presencia
me mostraba.
    Vacío guardé.
    Vacío guardo.
    Latente en mi Ser
una sensación extraña
me dice:
 
    "Adormece o abre los ojos.
    Toma cuidado o apártate".
    Percibo que mi existencia
está acompañada.
 
    ¿Cómo es posible estar solo
y a su vez, abrazado
a una fuerza tan extraña?
 
    Me ubico en un canto bien profundo de algún gajo de un árbol frondoso que desconozco porque es mi compañero nuevo. Él, ofreciéndome su refugio, también me pregunta queriendo saber cuales son mis andanzas.
    Yo le respondo:
    No te preocupes por estar preso a raíces profundas, por no tener forma de contar que has caminado, que te desplazas.
    No se es Feliz yendo de un lado a otro, como tal vez no seas Feliz estando siempre en la misma estancia.
    Si tu guardas sabiduría porque horadas la tierra con tus fuertes raíces, puedes contarme lo que hay de la superficie para ese abajo que yo desconozco.
    Tú extraes vida,
existes fuerte,
firme.

    Nada te desmonta,
ni el más fuerte viento
por más que te agite.
    Y yo, con todas mis andanzas
tengo que seguir
buscando tu protección
porque sino, parece
que la suerte me desampara.
 
    Ya ves, yo cargo distancias conmigo
a través de mis alas,
y tú guardas mucho más poder
estando fijo y parece que no andas.

 
    ¿Por qué será que los pájaros están agitados?
    ¡Ah! Sí... Ya sé lo que pasa.
    Parece, amigo, que esta vez tener alas es más importante que clavar las raíces en la profundidad de la tierra.
    Mira, el incendio en el bosque ya clama. Son tus últimos minutos de existir antes que las cenizas te transformen en nada.
    Pero yo me quedaré hasta último momento. No te he de abandonar, porque me ofreciste la protección de tus hojas y ramas.
    Mira las llamas del fuego, son bonitas, consumen todo sin respetar ni aquello que se buscaba en la noche:
 
El Silencio.
 
    Vete amigo. Vete gigante que habías sido desconocido y que ahora cargo conmigo parte de toda una vida que exhalas...
    Como ves,
todas las imágenes que guardo
no son de alegría.
    Algunas me han causado
tristeza y desconcierto,
porque si en verdad
muchos estaban felices
estando presos,
otros se mostraron
más alegres en sus andanzas.
 
    Y en ese abrir y cerrar de ojos,
de girar constante de mi cabeza,
las plumas se alargan
y en su blancura recojo
una única sabiduría,
la de haber podido vivir
en tantos lugares
y haber visto
tantas fuerzas manifestándose
que aunque yo no haya hecho muchos de los pasos
que otros han dado,
mi memoria los conjuga,
los emana.
 
    Pequeña amiga
acabo de conocerte
y ya de mí mucho sabes.
    Antes de partir,
porque no es de mi gusto
quedarme largo tiempo
en el lugar donde otros hablan,
te diré:
 
    Cuando veas que me pierdo
en los rayos de la luna
que blanquea la copa de los árboles
hacia un extraño mañana,
pensarás que te has quedado
de nuevo solitaria;
mas tu mente, que ahora
guarda mis historias
y parte de mis fantasías,
te habrá dado un nuevo existir.
    Deja que pueda volar
en la alegría de tus ojos abiertos
y siente el abanicar de mis plumas
que del espacio están sedientas.
 
    Así fue como la pequeña extrañada, vio a aquel viajante, de nuevo ir en la aparente búsqueda del NADA.
    Pero como era joven de más, se dijo:
 
    "¿Llegará a encontrar los secretos de todos los silencios que guarda?
    ¿Será que volverá a este bosque frondoso?
    ¿Será que algún día nuestros caminos se cruzarán?
 
    ¿Será que... yo haré lo mismo cuando pueda crecer lo suficiente y enfrentar los horizontes partiendo en la búsqueda incesante?

    ¿Será que la alcanzaré o siempre estará tan distante de mí? ..."

    Voy, sí. Sí amiga, voy.
    Un día también iré junto a ti en los caminos que andas. Y cuando los rayos de la luna iluminen nuevamente las copas de los árboles con su luz blanca, me lanzaré a través de las nubes en busca de tu canto, de tus quejidos, de tus llamados y te diré:
 
    "NO ESTÁS SOLA, YO TAMBIÉN ESTOY EN TUS ANDANZAS.
    ES PREFERIBLE QUE JUNTOS HAGAMOS EL CAMINO PORQUE ASI HABREMOS QUEBRADO EL SILENCIO DEL NADA".
 

 

Ñ

 

"Junto a aquella nueva compañera..."
 
 


 
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