Tú, Padre.
Dedicado
al día que no tiene
nubes
y al sol que ilumina sin
sombras.
En un lugar que no importa dónde
es, aunque cierto estaba; un Padre contemplaba a su Hijo.
El Hijo, abstraído, miraba por el orificio
de una larga caña y con profunda curiosidad, pensaba.
El Padre lo llamó diciendo:
- ¡Hijo! No te retengas más y aproxímate.
El Hijo parecía no escuchar. Y el Padre
nuevamente le dice:
- Hijo, estoy a tu espera.
El niño soltó la caña, giró
su cabeza con impaciencia y sus ojos casi brillando, le indagaron acompañados
de una voz muy juvenil:
- El mundo es lo que estoy viendo?
Entonces el Padre, que no estaba pensando en hablar
sobre esas cosas, se detuvo y observándolo comprendió que
él había crecido.
Ya no era tan pequeño así, y si mal
le llegaba a su cintura, no era tan pequeño así.
El Padre elevó su cabeza y mirando primero
hacia el Espacio, luego hacia donde su hijo parecía haber mirado;
observó a su hijo con más atención y extendiéndole
la mano lo aproximó, lo sentó sobre su rodilla y colocando
la expresión más paternal que le era posible, comenzó
a hablar:
- Lo que tú veías a través
de esa caña es la síntesis de un punto de todo lo que podrías
ver cuando de ella te apartas.
Fíjate ahora. Mueve tu cabeza en todas las
direcciones que puedas y verás que el mundo no era sólo lo
que tú contemplabas y sí parte de algo mayor.
Pero si en vez de sólo girar la cabeza en
todas las direcciones, también la elevas, el Espacio estarás
observando.
Si piensas como mundo todo lo que puedes ver, tu
saber se transformará en algo muy pequeño. Pregúntame
de nuevo, ya sin tener la caña en tus manos.
El Hijo movió su cabeza de un lado a otro
y luego miró hacia arriba, donde observó nubes que pasaban,
pájaros y más allá un azul impenetrable:
- Dime Padre, ¿es todo lo que estoy viendo,
el mundo que me rodea, lo que existe?
- No, Hijo. No es sólo lo que se ve, lo que
existe. Hay cosas que escapan a nuestros sentidos; porque debes saber que
la vista es un sentido, algo que te permite notar lo que hay fuera de ti.
Esa percepción a través de tus ojos,
te hace pensar, crear, idealizar, viajar, si es posible, en tus fantasías.
Pero el mundo distante de lo abstracto, porque no se ve, por eso así
es, está vibrando en formas que tus ojos no captan.
Mira hacia afuera, y mira hacia adentro.
- No entiendo lo que quieres decirme, "Mira hacia
afuera y mira hacia adentro".
- Sí; mira hacia afuera con tus sentidos,
y mira hacia adentro con tus pensamientos.
- ¿Cómo así?
- Si tú piensas en algo que puedes ver, comienzas
a tener sensaciones, frío, calor, ... Y esas sensaciones están
en tu "adentro".
- ¿"Mi adentro"? ... ¿Qué tengo
adentro, en mi cuerpo?
- La Vida.
- ¿La Vida?
- La Vida te permite expresar, correr, respirar,
sentir, cantar o llorar.
- La Vida... ¿Lo que hago es la Vida?
- No sólo lo que haces como lo que dejas
de hacer.
- No entiendo.
- Deberías entender.
Tú piensas y hablas. Pero al hablar no dices
todo lo que piensas; por lo tanto dejas de hacer parte de lo que has pensado.
- Ah, sí... Ahora entiendo.
¿Y las personas que están ahí
afuera, dicen lo que piensan?
- No, la mayoría dice lo que no piensa, por
eso no se entienden.
Si hablasen lo que piensan, muchos hablarían
de la misma forma, porque al ver y sentir juntos, podrían pensar
casi idénticamente y por lo tanto hablarían muy parecido.
Pero como siempre están hablando diferente a lo que están
pensando, nunca se entienden.
- ¿Qué es más importante papá,
entenderse o entender?
- Pregunta muy inteligente para la edad que guardas.
Lo más importante es entenderse. El hecho
de entenderte facilita el camino para entender a los otros; como en este
caso, entenderme a mí.
- Sí, pero yo te quiero, por eso te entiendo.
Sé que debo creer lo que me dices porque es lo que piensas.
- Es verdad, Hijo, yo te digo lo que pienso y tú
al quererme me aceptas. ¿Por qué no tratas de querer a los
otros?
- Y ¿cómo puedo quererlos si me hablan
lo que no piensan? De esa forma no son ellos mismos.
- ¡Hijo! Me sorprendes. Tan pequeño
y tan sabio.
- No, papá, juego con las palabras que me
has enseñado y me enseñas.
- Si todos jugaran con las palabras que han aprendido,
serían sabios e inteligentes.
- Ser sabio e inteligente, ¿no es lo mismo?
- No. La inteligencia nada tiene que saber de la
sabiduría y la sabiduría nada tiene que saber de la inteligencia.
- No comprendo papá.
- Escucha: Puedes ser inteligente, actuar y nunca
llegar a ser sabio. Mientras que el sabio, por sus propias condiciones
naturales, actúa sin conquistar la inteligencia. Por eso, muchas
veces, el sabio es imprudente.
- ¿"Imprudente"? ¿Qué es "imprudente"?
- Podríamos decir, para que entiendas, que
es imprudente un pájaro que se acerca a un león para comer
en su boca.
- Ah... comprendo...
¡Padre!
- ¿Sí, Hijo?
- ¿Eres tú, sabio o inteligente?
- Quien conserva el equilibrio puede tener mitad
de cada cosa; Inteligencia, para saber cuando ser sabio, y sabiduría,
para comprender cuando mostrarse inteligente.
- ¿Y el que no tiene equilibrio?
- El que no tiene equilibrio se vuelve imprudente.
- ¿Tú has sido imprudente?
- Sí, porque fue necesario para ser sabio.
- ¿Pero la imprudencia no es falta de inteligencia?
- Era el momento que siendo sabio no conocía
la inteligencia. Tuve que crecer en inteligencia para no ser imprudente.
- Padre, tú eres más sabio que inteligente.
- No sé si guardo conmigo algo de sabio o
algo de inteligente, pero el comprender que tú ya lo eres me muestra
que soy inteligente.
Ahora, si reconozco todo tu saber llegaré
a ser sabio. A un adulto, una persona en el estado en que yo estoy, le
es difícil reconocer que un niño como tú pueda ser
sabio e inteligente. ¿Sabes por qué?
- No, nunca he pensado si los que me estaban mirando
eran inteligentes, sabios o imprudentes, pensé que sólo eran
curiosos. Yo simplemente, a la edad que tengo, pienso que pienso; juego
con lo que pienso y con el resultado que recibo, entiendo.
- ¿Entiendes, aunque no tengas la respuesta?
Eso me muestra que eres sabio.
Quien es sabio, entiende.
Quien es sabio, acepta.
Quien es sabio es humilde.
- La humildad, escuché decir a alguien de
casa, ¿es virtud?
- ¿Sabes tú lo que es una virtud?
- Algo raro, natural, espontáneo.
- Hijo, ¡cuántas palabras sabes!
- Porque de ti las escucho.
- Pero no las entiendes.
- Las entiendo porque soy inteligente.
- ¿Será que yo debo dejar de hablar
para escucharte?
- No sé. Creo que todavía no llegó
el tiempo en que yo pueda hablar y otros deban escucharme.
- Eres sabio, Hijo, y prudente.
- Padre, ¿Por qué los dos estamos conversando
y el mundo no está con nosotros?
- Porque no son sabios y son imprudentes.
- Y tampoco son inteligentes.
- Sí, Hijo, tampoco son inteligentes.
- ¿Qué es lo que determina ser inteligente
y ser sabio?
- La inteligencia y la sabiduría dependen
de lo que se piensa, se siente, y se desea.
- ¿Es necesario desear para ser sabio?
- Sí.
- ¿Y para ser inteligente?
- También.
- ¿Y para ser imprudente?
- Mucho más.
- Entonces el deseo debe ser moderado.
- Correcto.
- Yo deseo que más gente participe con nosotros
de este diálogo.
- Imprudente.
- ¿Por qué?
- Porque no eres sabio.
- ¿Dónde falló mi sabiduría?
- Que no mediste con tu inteligencia que los otros
no están interesados en lo que deseamos.
- ¿Y qué deseamos?
- SER...
- ¿SER? No entiendo.
- SER.
Escucha Hijo, SER puede parecer simple para una
hormiga que llega hasta una planta, recoge una hoja, la carga sobre sí
y la lleva hasta el hormiguero cumpliendo una misión. Si ella vuelve,
recoge otra hoja y la lleva hasta el hormiguero, ella ES, porque confirma,
en su repetición de acciones, la misión que guarda en su
interior y es la expresión de aquello para lo cual fue creada.
Si tú creces en sabiduría, inteligencia
y prudencia, y dejas el tiempo pasar hasta que la materia enfrente el mundo,
puedes llegar a SER.
- ¿SER qué?
- SER sabio, prudente, inteligente.
- ¿Y para qué me servirá todo
eso?
- Tal vez para poder hablar con otros, lo que tú
ahora estás deseando porque no comprendes , en tu impaciencia, que
es imposible.
- Pero si tú me dices que es imposible, ¿cómo
de adulto conseguiré hacerlo?
- Tal vez con los niños.
- ¿Es lo que tú haces conmigo?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Porque llegando a la edad que yo tengo, uno se
transforma en sabio mucho más que en inteligente y delimita con
la sabiduría, las imprudencias.
- ¿Quieres comer algo, Papá?
- Sí, por favor.
- ¿Qué deseas Papá?
- El cántico de tu voz.
- ¡Pero eso no se come, Papá!
- Sí, para mí es un alimento.
- Eh... Yo tampoco tengo hambre.
¿Será tu voz un alimento para mí,
Papá?
- Es bien posible. Pues en el vibrar de tu voz y
en el vibrar de mi voz hay transferencia de Energía.
- ¿Energía? ¡Dime Papá!
¿Qué es Energía?
- Otra vez te lo explico. Vé a jugar.
- Papá, ya no me interesa más mirar
por aquella caña.
- Claro, tienes un concepto más amplio de
lo que es el mundo.
- ¿En el mundo tú también estás?
- De la misma forma que tú.
- Papá.
- ¿Qué Hijo?
- Eres Sabio.
- Tu también, Hijo.
- Papá.
- ¿Qué Hijo?
- Eres Inteligente.
- Tú también, Hijo.
- Papá, si no vas a hablar con Mamá,
vas a ser imprudente.
- Sí, Hijo, ya voy a hablar con Mamá.
Recordé.
El Padre termina un diálogo y dice para sí:
"ausencia de imprudencia".
Luego sale hasta el jardín y ve bajo los
árboles a su hijo jugando. Tan pequeño, tan profundo.
- Los niños llegan más inteligentes
que antes. ¿Qué estará pensando?
El Padre se aproxima al niño, que de espaldas,
siente los pasos de su Padre sobre el césped y sin girar le dice:
- ¿Lleva mucho tiempo, Papá, no ser
imprudente?
El Padre ríe.
- Depende, Hijo, depende.
Cuando la Conciencia se aplica, la prudencia nunca
está de más.
- Papá.
- ¿Sí, Hijo?
- He estado pensando que lo que tú me dices
me ayuda mucho para crecer.
- ¿Sabes tú, Hijo, lo que es crecer?
- Creo que sí, Papá. ¿Ser prudente,
no es crecer?
- Realmente Hijo, ser prudente es haber crecido.
- Papá.
- ¿Si, Hijo?
- Siéntate a mi lado, por favor.
El Padre buscó un tronco adecuado y se sentó.
El Hijo lo observaba con sus ojos bien abiertos:
- Papá, guardas en tu rostro una cierta felicidad,
¿La prudencia da felicidad?
- No Hijo, la felicidad que tú ves es porque
he estado hablando con tu Madre y luego, de manera muy gentil me ha dicho:
"Es prudente que vayas a hablar con nuestro hijo".
- Papá... ¿Si prudente era hablar
con Mamá, cómo es prudente ahora, hablar conmigo?
- Hijo, "prudente" es aquel que está en el
lugar donde puede ser necesario.
"Prudente" es a veces saber callar, saber escuchar
o saber sonreír.
- ¿Qué tiene que ver la sonrisa con
la prudencia, Papá?
- La sonrisa abre puertas.
- ¿Puertas, Papá?
- Sí, Hijo, te voy a dar un ejemplo:
Tú conoces algunos amigos...
- No.
- ¿Cómo, no tienes amigos?
- Sí, pero no los conozco.
- Hijo...
- Bueno, Papá. Trato de conocerlos.
- Muy bien. Y cuando tratas de agradarlos, ¿no
sonríes?
- A veces.
- ¿Cómo "a veces" Hijo?
- Porque otras veces con sólo darles algunas
cosas ya están contentos.
- ¡Hijo!
- Si, Papá.
- Mira, Hijo, lo que tú debes hacer es conocer
a tus amigos, hablando con ellos, descubriendo como piensan, y entonces,
en esos diálogos, debes sonreír, mostrándoles que
no guardas animosidades.
- ¿Papá?
- Si, Hijo.
- ¿Tú eres político?
- ¡Hijo! ¿Qué sabes tú
de política, para preguntarme eso?
- Bueno... En la televisión que tenemos en
casa yo he visto políticos hablando.
- ¿Y qué tiene que ver eso conmigo,
Hijo?
- Los políticos ríen, Papá.
- Hijo, ellos tratan de ser agradables con las personas
porque siendo antipáticos nadie los elegiría.
- ¿Pero todo eso qué tiene que ver
con la verdad, Papá?
- Has dicho "Verdad", "Prudencia", "Sonrisa",
"Conocer", "Desconocer", ... juegas mucho con las palabras.
- Tú también, Papá.
- Hijo, yo no entiendo qué es lo que quieres
de mí -dice el Padre, comenzando a inquietarse.
- Papá, la prudencia manda ser equilibrado,
¿recuerdas?
- Ser equilibrado... ¿Por qué me dices
eso? ¿Estoy dejando de ser equilibrado?
- Te pones nervioso.
- ¡Yo no estoy nervioso!
- Sí, Papá. Has cambiado hasta el
tono de voz.
- ¡Hijo!
¿Qué estás haciendo? ¿Me
sometes a un cuestionario?
- No. Estoy aprendiendo, Papá.
- ¿Y por qué tienes que aprender conmigo?
- Porque tú eres el Ser inteligente que más
cerca tengo.
- ¿Eres adulador?
- No, papá. Es verdad.
Con todos los políticos que he escuchado
y con lo que tú me dices, he podido determinar que tú eres
inteligente.
- ¡Hijo! ¿Qué edad tienes?
- Me has dicho que guardo seis o siete años,
u ocho, ya no sé cuántos.
- De esta forma me has confundido. Tendré
que ir a preguntarle a tu Madre.
- Padre, pero si me dejas en este momento, no serás
prudente.
- ¿Por qué?
- Mis incógnitas van creciendo.
- Bueno, definiremos los puntos: ¿Qué
es lo que quieres saber?
- Primero:
¿Por qué tengo que sonreír?
- Escucha Hijo, tal vez además de cortesía
sea una forma de educación... una forma como te decía, de
abrir puertas.
- ¡Pero son puertas que no veo!
- Hijo, la simpatía es una puerta de la vida.
- Bueno, aceptémoslo para poder conversar.
- Está bien, Hijo.
- Y ahora contéstame la otra pregunta que
te he hecho.
- ¿Cuál?
- ¿Eres político?
- Hijo, no soy porque no quiero. Mi campo de actividad
es otro.
Fíjate, los políticos son sacrificados.
- ¿Y tú no?
- Sí, sí, sí, pero de otra
forma.
Ellos muchas veces no pueden estar con sus familias.
Tienen que viajar, cuidar de lo que el pueblo les ha pedido, o de lo que
se han comprometido a hacer. Y al viajar no pueden estar, como estoy yo
en este momento, hablando contigo.
- Pero los políticos no vienen a hablar conmigo.
- No, contigo no. Quiero decir con sus hijos.
- Ah...
- Hijo.
- ¿Sí Papá?
El Padre se detuvo un momento observando qué
lindos ojos tenía su Hijo. Qué transparencia. Cuánta
sinceridad, dulzura y calma daba su edad. Y suavemente como para no estropear
el cuadro, le preguntó:
- Hijo, ¿me amas?
- Claro, Papá.
- ¿Por qué me amas?
- Pícaro Papá...
- Respóndeme.
- Bueno, lo primero que vino a mi mente es porque
siempre sonríes.
- Ves Hijo, me das una respuesta:
Has abierto la puerta para encontrarnos, porque
yo, al reír, permito que tú llegues.
Hijo, en esa mirada tú me expresas una inteligencia
muy superior a tu edad física.
- Bueno Papá, tal vez deba decirte algo.
- ¿Qué? Dímelo y de prisa,
porque ya me pongo inquieto.
- ¿Tú sabes lo que es Energía,
Papá?
- Sí, hijo, sé lo que es Energía.
- Bueno; mi Energía es diferente, Papá.
- ¿Tu Energía es diferente?
Explícate mejor.
- Papá... eh... ¿Qué edad tienes
tú?
- Digamos muchos años.
- Sí, bueno. Entonces mi Energía tiene
muchos años.
- ¿Qué sabes tú de eso?
- Y... Es largo Papá; muy largo.
- Me parece que es prudente parar por el momento
hasta que yo consiga entender lo que me quieres decir.
- Sí, Papá. Porque cuando tú
me dices que debo sonreír y abrir las puertas y conocer a mis amigos,
no entiendo. Yo no preciso sonreír ni abrir puertas para conocerlos;
y además, ellos no son mis amigos.
- ¿Por qué no? He visto que te tratan
bien.
- Sí, pero... no son mis amigos.
Ellos vienen a hacerme preguntas. Quieren saber
cosas y yo les explico.
- Hijo, ¿qué es lo que les explicas?
- Eh... Por qué los frutos caen; por qué
el sol se aproxima en el horizonte; por qué las montañas...
Y mientras el Padre escuchaba, pensó:
"Nunca había creído que un tronco
fuera de tanta importancia; de no haber sido que estaba sentado en él,
hubiera caído en el suelo".
El niño se expresó en un monólogo
esplendoroso y de esa forma mostraba la riqueza de su Energía. La
espectacular fascinación de su sonrisa tintillante, de sus ojos
cristalinos, de la delicadeza de sus cabellos.
El niño jugaba, pasando una bola de una mano
a la otra. El Padre contemplaba extasiado toda su figura. Puso especial
atención en sus pequeños dedos que no estaban todavía
conformados; en sus aparentemente insignificantes uñas. En un momento
en que la voz infantil se confundía con un cántico para su
Conciencia, el niño dejó de hablar y colocando la mano frente
al rostro del Padre, lo hizo despertar para decirle:
- ¿Sabes qué es esto que tengo en
la mano?
El Padre lo miró y le dijo:
- Pueden ser dos cosas; una bola o una esfera.
- Es una esfera - contestó el niño,
riendo.
- ¿Qué es para ti la "esfera", Hijo?
- Uno de los símbolos de la perfección.
- Hijo... Debo retirarme a casa para pensar un poco.
No lo tomes a mal. Parte de mí queda contigo
y parte de mí, para sustentar esta materia, irá en dirección
a la casa de materia.
Cuando el Padre trató de ponerse de pie,
las piernas le temblaban. Y su hijo le dice:
- Papá.
- ¿Qué, Hijo?
- Equilibrio.
El Padre dio unos pasos y el niño continúa:
- Papá.
- ¿Qué?
- Comprensión.
- Hijooo.
- Papá.
- ¿Qué?
- Tolerancia.
- Hijo... ¿Qué quieres hacer de mí?
- Papá, yo no preciso hacer nada de ti. TU
YA ERES.
El Padre retornó, alzó al pequeño,
lo aproximó a su pecho. El niño lo apretó fuertemente
y le dijo al oído:
- Papá.
- ¿Qué Hijo?
- Esto es Amor.
- Sí Hijo. Esto es Amor.
Yo simplemente escuchaba.
- Padre, siempre llegas. Siempre estás a
mi encuentro, cuando pensamientos no perturbados pero sí en intensa
conjugación, precisan una palabra o un gesto; tus palabras, tus
gestos.
- ¿Qué tipo de palabras y qué
tipo de gestos esperas de mí?
- Te diré lo que en el momento envuelve mi
conciencia:
La primavera, los pájaros, el viento, la
brisa, el perfume de las flores, me brindan una sinfonía de impulsos
que trato de decodificar en una expresión más compleja, dulce,
más... más... más... ¿Cómo sería,
Padre?
- Tal vez, lo que tú quieres decir es "más
Universal", no tan preso a la materia que lo genera ni tan preso al Núcleo
que permite que se manifieste.
- ¡Eso! Más Universal.
Tal vez, si los pájaros cantasen entre las
estrellas... Si el viento pudiera circundar los astros... y el perfume
junto a él aromatizara la galaxia, ¿no pensarías que
el Universo sólo estaría creando manifestaciones de Equilibrio?
- Sí, Hijo. Si eso fuera posible.
Si fuera permitido en el momento de la Creación,
que todo lo surgido en un Núcleo pasara, en parte, a los otros Núcleos
que rodean el sistema, todo sería diferente.
Pero también, Hijo, lo que tú conjugas
en un Espacio y Tiempo, llevaría a la necesidad de expresarte en
Espacios y Tiempos donde tu propia expresión no sería posible.
- Padre, ¿cómo no sería posible,
si hacemos parte de toda la proyección de lo que fue creado?
¿Por qué no conjugarnos en el viento,
en el perfume, en el canto de los pájaros? ¿Por qué
no podemos surgir como ellos, en la continuidad de expresión de
todos los actos?
¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué tenemos que estar tan presos a nuestras materias?
Si los pájaros cantasen y al lanzar fuera
de sí el cántico, no lo dominaran más, el sonido se
prolongaría hasta donde encuentre eco o una "Energía Plasmática"
que le permita proyectarse.
¿Por qué, Padre?
¿Por qué nuestras propias palabras,
nuestros gestos, nuestros impulsos de Energía no se pueden lanzar
en la conjunción del cántico de los pájaros, si ellos
tal vez cantan porque nosotros estamos cerca?
¿Tú no has pensado que las aves estén
buscando una Conciencia para comunicarse? ¿No pensarán que
nuestras Conciencias tienen la habilidad de comprender los sonidos que
ellos generan?
- Tú crees eso al ver poesía en todo
el saber. Te detienes poco a contemplar las limitaciones de todo aquello
que deseas lanzar entre los astros.
La Energía Plasmática frena la proyección
de tus impulsos creativos.
La Energía Plasmática es frenada por
el Espacio, que no le permite existir, al variar la composición
de sus gases.
Y el canto de los pájaros tiene la expresión
energética necesaria para su hábitat. Fuera de él
no existe más que el canto de otros pájaros.
Si un pájaro se proyectase por las Esferas,
otros tendrían que enmudecer.
Piensa Hijo. Cuántos otros pájaros
están a espera de que le prestes tu asistencia, tu atención,
tu existir.
- Padre, has marcado en mí una limitación
de la creatividad.
- No, Hijo. Te he dado la verdad de la creación.
- Padre, tantas veces has estimulado en mí
la expansión de todas mis ideas. Desde el momento de la caña.
Desde el momento de pensar en tener amigos. Desde el momento en que contemplábamos
una esfera.
Cuántas veces tú me has dicho que
lo que veíamos no era tan limitado y que se proyectaba, o era proyectado
en el momento en que lo observábamos.
¿Por qué, entonces, el canto de un
pájaro por mí conocido, o por mi conciencia aceptado, no
puede ser lanzado entre los astros y constantemente vibrar?
- Hijo, persistes.
¿Cantar un único canto? Si así
fuera, delimitarías al propio pájaro en su creación.
Y si escucháramos sólo el cántico
de un pájaro, las otras aves, las otras expresiones de vida, o tus
propios cánticos, deberían estar en armonía con su
melodía, de lo contrario surgiría el desequilibrio.
- Padre, colocas orden.
Orden era lo que faltaba en mis pensamientos como
nexo y corrector de ideas.
Padre, porque eres sabio.
- ¿Lo recuerdas bien?
Porque soy prudente.
- Padre, había algo más que la prudencia
en la sabiduría.
- Sí Hijo. No sólo la prudencia y
la sabiduría fueron contempladas en aquellas, nuestras conversaciones.
Habíamos definido también, que la sabiduría llegaba
a través de la Energía.
Cuánto más permites que la Energía
se exprese, mayor sabiduría cargarás en todos tus potenciales.
- Sí, Padre, eso lo sé. Tú
me lo has enseñado. Yo lo he practicado y lo estoy comprendiendo.
Por lo tanto lo acepto y lo hago parte de mí.
Pero ¿cómo fue, entonces, que surgió
en mi mente la necesidad de que el pájaro, la suave brisa o el perfume
se proyectasen entre los astros para dar equilibrio?
Ahora tú me has demostrado que surgiría
el desequilibrio si todo no fuese limitado. Por eso es que, tenazmente,
el tiempo corta y acorta el Espacio.
- Hijo, el Espacio... El Espacio, en sí,
es el Silencio.
Si tú no tienes una proyección plasmática,
el Tiempo parece no marcarse; aunque él se marca cuando tu Conciencia
lo graba, ¿recuerdas?
- Sí, Padre. También recuerdo que
me has dicho que si me proyecto con mi Energía y mi Conciencia puedo
Crear, a través de mis memorias energéticas o físicas,
todas las manifestaciones necesarias para dar continuidad a lo que capté
y he creado.
- Pero nunca debes olvidarte que esas manifestaciones
exigirán de ti una fuerza energética continua, un esfuerzo
ilimitado, porque el Espacio no se ha de plasmar fuera de aquello que tú
insistas en mantener creado.
- ¿Padre, Soy una Conciencia Pensante o Actuante?
- Eres las dos cosas. En el momento en que idealizas
lanzar hacia el Espacio lo que es imposible, eres Conciencia Pensante.
Y cuando realizas en el Espacio tu proyección de ideas, eres Conciencia
Actuante.
- ¿Por qué, Padre, no hablas más
seguido conmigo en estos últimos tiempos?
- Tal vez porque a través de las pausas te
dé la oportunidad de crear tu propia existencia.
Si te modulo con la permanencia de mi existencia,
¿dónde yo termino y tú te proyectas o dónde
tú te proyectas dudando de lo que eres?
La distancia puede hacerte vacilar, porque la responsabilidad
de las concepciones te pertenecen. y en estos diálogos más
espaciados, hacemos una revisión de tu sabiduría y de aquello
que considero mi sabiduría.
- Padre, tú sabes que gran parte de mi sabiduría
es tu sabiduría.
- Sí, Hijo. Pero yo quiero que toda tu sabiduría
te pertenezca en la amplitud de tu creación. Quiero ser alguien
que camina paralelamente y no liderando tus impulsos.
- ¿Qué quieres decir, Padre? ¿Que
algún día puedes faltar?
- Hijo, el tiempo es tenaz.
- Para mí también, Padre. Tú
puedes tener una edad física, yo tener una menor, pero eso no marca
el destino o el tiempo de continuidad.
- Es verdad Hijo, el tiempo no está escrito
para nadie, a no ser que "Especiales" guarden consigo "Tiempos Especiales".
- Muchas veces, Padre, me has dicho que yo era especial,
que... bueno, ha llegado el tiempo de poder expresarme, y lo estoy haciendo.
- Ya lo he visto. Los amigos actuales son diferentes...
- Insistes, Padre, en llamarlos "amigos".
- Tengo que considerarlos "amigos" por el tiempo
que guardas con ellos.
- Padre, no es necesario "amistad". La amistad es
diferente.
- ¿Qué defines tú por "amistad"?
- Yo considero que la amistad cárgase de
conjunciones de procesos vitales paralelos; y con ellos no existen procesos
vitales paralelos.
- Hijo, ¿qué edad ya tienes?
- Mm... No sé, Padre.
- Bueno, eres casi un hombre.
- Tal vez.
Padre, ¿qué es un hombre?
- Hijo, tu siempre en preguntas de las cuales conoces
las respuestas.
- Padre, hago las preguntas pues yo puedo tener
un concepto de lo que es "ser hombre"; pero seguramente tú tendrás
una definición más adecuada que la mía.
- "Hombre", Hijo. "Hombre"...
¿Dónde hay un Hombre?
¿Dónde está oculto el Hombre?
¿Qué puedes encontrar en él,
que te demuestre que es un Hombre?
¿Qué puedes buscar para que él
aparezca como un Hombre?
¿Qué puedes querer sentir tras expresiones
de esa Conciencia y esa Energía, para que él te diga: "Soy
un Hombre"?
Hombre. ¿Cargado de qué? ¿Angustias,
sufrimientos, alegrías, extroversión, introversión,
qué?
¿Qué es lo que deseas encontrar en
un hombre? ¿Astucia, peligros, experiencias, negatividades, sorpresas,
imaginación, anulación, reproches, verdades, mentiras?
¿Qué es lo que conforma a un Hombre?
¿Virtudes, defectos? ¿Qué?
Si quisiera saber si ya soy un Hombre, me costaría
ecuacionarlo.
¿Cómo podría, por lo tanto,
juzgar o prejuzgar a aquello que es o debería ser un Hombre?
- Padre, sin ser tan dramático, no me has
dicho si sabe amar o no sabe amar.
- Tú siempre mides por el Amor, Hijo.
- Padre, el Amor delimita a las criaturas al punto
tal que si colocaras en una puerta la palabra "AMOR", esperarías
días y días antes de ver pasar a alguien por ella. Mientras
que si en otra puerta colocaras simplemente "VIDA", todos desesperados
se lanzarían por ella, despreocupados o poco interesados en saber
qué les espera detrás.
Para la gran mayoría lo importante es vivir,
pues "Amor" simboliza un sistema de vida en el cual hay que pensar mucho
para aceptar. "AMOR" es la puerta que exige a quien la cruce, haber
crecido.
- Hijo, tienes razón.
Entonces, en aquello que estructuro como imagen
de lo que debe ser un Hombre, debo colocar si AMA o no AMA. De esa forma,
gran porcentaje de todas las estructuras caen por tierra.
¡Qué simple valor! AMAR o no AMAR...
¡Y cuántas complejidades carga!
Pero hay algo más Hijo:
Para AMAR tiene que estar existiendo, para no AMAR
también.
Y entonces, ¿cómo puedo concebir lo
que es un Hombre existiendo si AMA y cómo puedo concebirlo si no
AMA?
Son destinos diferentes, características
profundas diferentes.
- Sí, Padre. Por eso tú tienes que
pensar que si no AMA no es un Hombre, y si AMA, sí lo es.
Por lo tanto si AMA, todas las estructuras positivas
o de valor, que consideres, estarán en él; todas las virtudes
estarán presentes en él. Pero antes que nada habría
que preguntarle si sabe lo que es el AMOR.
- Hijo, por último, siempre llegas a confundirme.
Si AMA, ¿cómo no ha de saber lo que
es el AMOR?
- Padre, tú en edad de tiempo y materia has
vivido cosas que yo todavía no he alcanzado. Sabes perfectamente
que hay muchas formas de amar.
Yo, por el momento, amo con una intensidad a ciertos
seres, bien diferente de lo que puede exigir mi materia. Y eso es amor.
Tal vez cuando lo perturbe con los impulsos que genera mi materia, ese
amor esté confundido y desequilibrado.
Entonces, ¿estaré amando?
Además, Padre, yo creo que el Amor tiene
que recibir respuesta. Y en ese caso, para concebir a un Ser como Hombre
teniendo la virtud de Amar, tiene que encontrar a alguien que le dé
también una respuesta de Amor.
¿Y dónde encontrar una Mujer?
- Ves, Hijo. Comenzaste lanzando hacia las Esferas
el cántico de los pájaros y pensaste que el simple perfume
de flores de primavera podía ser proyectado entre ellos. Así
has visto desequilibrio.
Y ahora ves que el Hombre solitario no existe pues
precisa eco de su expresión para sentir que Es.
¿Y dónde encontrar eco, que no debe
ser eco y sí una creatividad igual a la de él, que se determina
Mujer?
Hijo, el Amor tiene sus complejidades, por eso las
raíces de las esencias humanas son tan diversas.
En el vacío y en el silencio de la expresión
que caracteriza al Amor, está el vacío y el silencio de la
expresión de los seres. Y en la potencialidad de las riquezas Energéticas
que determinan al Amor como algo más que sublime, está la
determinación de los horizontes que nunca llegan, de aquel que se
proyecta como un Hombre.
Me has ayudado, Hijo, a definirlo.
- Padre, tú ya lo habías definido.
Te hacían falta, tal vez, mis palabras que
siempre te conmueven. Al exigirte para darme una respuesta, te encuentras
a ti mismo.
- No me digas, Hijo, que me consideras un Hombre.
- Sí, Padre. Te considero un Hombre, un Maestro,
una Esperanza para poder continuar existiendo.
- ¿Por qué me dices eso, Hijo?
- Porque no son los amigos, no es el mundo, tampoco
es el canto de los pájaros que son ajenos, ni el viento que carga
consigo perfumes que ignora de dónde los ha recogido. No es nada
de eso, no. Ni siquiera las cristalinas aguas que corren allá, en
el lugar donde existen los jardines.
Nada de eso, Padre.
Nada de eso tiene delicadeza o continuidad. Basta
una simple nube para tornar todo opaco, triste y sin esperanzas.
Aquellos que me consultan e indagan con esas preguntas
tan extrañas que traen del mundo de allá afuera, llevan mis
respuestas. Algunos caminando y dándose vuelta mirando hacia donde
me he quedado, mastican, roen mis pensamientos. Y al llegar a los portones
de salida sé que muchos dicen:
"Ah! Lo que me ha propuesto como solución es imposible, impracticable.
Se ve que no sale de este recinto."
Y yo te digo Padre; no preciso salir de los muros,
no preciso atravesar las paredes. Sólo hace falta sentir el vibrar
que se agita en cada Energía que se aproxima, descubrir las torturas
de cada consciente físico, las alegrías, las falsas verdades
que carga, todo eso es más que suficiente para entenderlos.
La suma de todas las Conciencias que se han aproximado
en mi existencia, dejando de lado la que tú guardas, me han mostrado
el mundo de la materia en el cual mi Energía se expresa. Y así
conformo mis conclusiones.
Padre, me gustan los jardines de donde he surgido.
Me gustan las flores efímeras por ser pequeñas, de las que
guardo con capricho el perfume que me entregaron.
Me gustan tus palabras, tus vibrares, tu AMOR profundo;
el ejemplo que me has brindado siempre al mostrarte un "Hombre". La prudencia,
la sabiduría que tantas veces has mostrado y cargas; tu continuidad,
tenacidad y gran paciencia, como una dosis de equilibrio de la cual me
he alimentado.
Dime Padre, ¿gustan tus ojos, tu sentir,
tu Energía, verme pasear en los jardines ?
- Sí Hijo. Para mí no existen jardines
sin tu presencia. No existe vida sin tu reír.
Hijo, tu eres la proyección de todo mi Ser.
- Esperaba esas palabras, Padre. Ahora puedo continuar
andando por el jardín porque sé que en cada eco y en cada
vibrar de todo movimiento está el cántico de tus palabras.
- Hijo, siempre me he alimentado de tus palabras.
- Sí, pero ahora que tengo una Conciencia
mayor, es mi tiempo.
Quédate aquí y observa cómo
me desplazo por los jardines. Y así, Siendo, quiero Existir.
Hojas pequeñas. Ramas delicadas.
¡Oh! Tú que tienes formas vegetales,
¿quién definió que así fueras? ¿Quién
pensó lo que serías?
Dime mariposa solitaria, ¿de dónde
vienes? ¿Qué buscas? ¿Adónde vas?
Dime tú, que tantas veces cantas cerca de
mí, ¿qué insinúas en tus trinos? ¿Por
qué esa vehemencia y por qué siempre te veo solitario?
Tantos insectos en movimiento que desearía
no caminar por temor a hacerles daño. ¿Con qué derecho
destruirlos?
¿Qué quieren si cerca de mí
están o yo cerca de ellos me muestro?
¿Dónde se conjuga el pasto con el
agua?
¿Dónde nace el aprecio, la necesidad
de comunicarse una especie con la otra?
Siento el murmullo de las vidas, el latido de los
sentidos, y sin embargo se confunden con la fuerza de mi existir.
¿Por qué soy tan bruto, tan torpe,
tan fuerte que anulo mis sentidos y todo lo que se encuentra exterior no
llega como debería llegar?
¿Cuándo Seré?
¿Qué me falta para Ser?
¿Edad?
¿Tiempo?
¿Espacio?
¿Presencias o ausencias?
¿Qué me falta hacer?
¿Estar unido a mi Padre, que me contempla?
¿Estar unido a todo lo que me rodea, o no
estar en el lugar que otros se expresan?
Pero si estuviera en un lugar donde otros se expresan,
¿cómo actuarían mis sentidos?
¿Vacío?
No.
¿Silencio?
Prefiero la agitada expresión de todo un
lenguaje que no alcanzo a entender, a quedarme distante de lo quiero alcanzar.
Tal vez deba retornar hasta donde está mi
Padre. Preguntas nuevas me han surgido.
Él me contempla. Siempre espera que retorne.
¡Padre! ¡Padre! Me agito en pensamientos,
en cosas que no entiendo.
¡Exprésate rápido, por favor!
- Sí, Hijo. Te contemplo y al contemplarte
me veo en tiempos distantes cuando caminaba por jardines semejantes y no
tenía las respuestas que ahra tengo.
Tú, Hijo, has precisado caminar para que
yo caminase junto contigo en varios Tiempos y Espacios que parecían
tan distantes y ajenos.
Hijo, aproxímate.
- YA ESTOY, PADRE.
- Hijo, tu Conciencia palpita junto a la mía.
TU VIDA SE PROYECTA EN DOS TIEMPOS Y ESPACIOS SIMULTÁNEAMENTE
PORQUE GUARDA TU EXISTIR Y MI EXISTIR.
Hijo, yo me proyecto en el pasado a través
de tu sentir, y te lanzas en tu propio destino a través de mi vibrar.
¿Sabes lo que nos falta?
- ¿Qué, Padre?
- EL TIEMPO QUE NO ES TIEMPO Y EL ESPACIO QUE NADA
PLASMA...
El aborto de la vida. El fin de la llamada "EXISTENCIA
MATERIAL".
Mas no ya, Hijo. No ya. Porque el haber descubierto
no significa SABER. Falta recorrer todavía, aunque sea pequeño
Tiempo y pequeño Espacio para plasmar las soluciones que nuestras
Conciencias están emanando.
Tú quédate aquí con menos angustia
que antes.
Yo iré a la casa de materia a dialogar con
tu Madre. Y volveré en cualquier momento contigo.
Ahora el Tiempo y el Espacio aparentan nueva separación;
es insignificante, estamos fusionados ENERGÉTICAMENTE. ¿Lo
sientes...?
- Sí, Padre. He crecido en tan breve, breve,
breve... ¿Llamamos Tiempo?
- Sí.
- En tan breve Tiempo, tantos, tantos, tantos Espacios
que tú has recorrido.
Ahora no sé cuánto preciso de... eh...
¿Tiempo? para poder comprender cuales son mis Espacios.
- Mientras yo hilvano de un lado, tú hilvanas
del otro. Al encontrarnos sé que no existirán concepciones,
sí fusiones.
- Aguardo por ti, Padre.
- Y yo por ti, Hijo.
La próxima vez va a ser muy interesante.
- De acuerdo, Padre.
¡Mira! ¡Mira, Padre!
- ¿Qué? ¿Qué, Hijo?
- El cielo no tiene nubes.
- ¡Mira, Hijo! El sol brilla sin sombras.
¡Qué bonito! ¿No es cierto, Hijo?
- Es verdad, Padre. ¿Seremos los causantes
de esa modificación?
- No sé, Hijo. Sólo sé que
un hombre es un HOMBRE cuando AMA y no se olvida de todo lo que fue, lo
que es y lo que buscó. Si lo que buscó fueron amplios horizontes
al encuentro de sí mismo, LLEGARÁ.
Si se pierde por caminos sin sentido nunca será
un HOMBRE, nunca AMARÁ, aunque piense que AMA.
- Padre...
- ¿Sí, Hijo?
- ¿Qué es AMAR como un HOMBRE?
- Tal vez cuando nos fusionemos en un Todo, no precises
el Tiempo que eso exige.
- Padre...
- ¿Qué, Hijo?
- Creo que no va a ser necesario, pero no deja de
ser importante.
- Si tú lo dices...
Iré a hablar con tu Madre. Precisa saber
de esto.
- Me alegra, Padre. Siempre buscas tu Equilibrio
con Mamá.
- No, Hijo. Esta vez he de transferirle mi Equilibrio.
Como ves, es diferente.
- Sí, Padre. PIENSAS DE FORMA TAL QUE AHORA
TRANSPORTO TU PROPIA VOZ. NO TENGO MÁS LA DE MI PROPIO TIEMPO, ESPACIO,
MATERIA.
- ENTONCES MI VOZ ES IGUAL A LA QUE TU TENÍAS.
¡ME REJUVENECE! ¡ME RESTABLECE! ¡HACE QUE ME SIENTA OPTIMISTA!
¡QUÉ LINDO...!
TE PRESTO UN POCO MI VOZ Y YO ME QUEDO UN POCO CON
LA TUYA, QUE TANTO HE AMADO, COMO EL MAYOR DE LOS CÁNTICOS EN TODO
MI SENTIR AL ESCUCHAR.
- Aquí estoy, Padre.
- ¡Hijo, conservas mi voz!
Y tu sabiduría Hijo, ¿está
creciendo? Preciso ahora de ella.
- Padre, por más que mi Conciencia crezca,
tú te distancias como una estrella fulgurante que ha guiado el camino.
- Hijo, siempre tú... ¿No sabes que
al adquirir tu voz también adquirí la cadencia de tu juventud?
- Sí, Padre; pero la edad no demuestra sabiduría.
Tú sabes bien que la edad es una expresión, la sabiduría
no.
- Hijo, ¿qué has estado haciendo en
mi ausencia?
- Creo, Padre, que he intentado Crecer.
¡Oh! Padre, si yo pudiera sentir lo que tú
sientes; si pudiera albergar las fuerzas de tu vibrar, ¡cuántas
cosas ocultas para mí en este jardín se mostrarían!
¡Cuántas bellezas que están vibrando captaría!
¡Cuánto, Padre! ¿Cuánto
me falta todavía para poder aproximarme a lo que tú Eres?
- Hijo, ¿por qué ese desespero por
tratar de Ser lo que yo Soy, si tú ya Eres?
- Sí Padre; puedo ser mil cosas, pero tú
me muestras siempre que hay un camino mayor, más distante, más
sublime, más delicado, más puro que todas las purezas que
he tratado de absorber y contener en estos... en estos muros que me distancian
de la oscuridad que alberga fuera de mí.
Así mismo Padre, he esperado anhelante tu
retorno desde la casa de materia a mi encuentro.
- Hijo, volví en cuanto he podido.
En la plenitud de mi juventud y en la alegría
de saber que aún guardo mi sabiduría, estuve con tu Madre.
Ella expresó su juventud eterna y la alegría de saber que
tú gozabas del CÁNTICO DE MI VOZ. Sabía muy bien que
hablando con el CÁNTICO DE MI VOZ, estarías participando
de MI SABIDURÍA.
- ¡No, Padre! TU SABIDURÍA no se puede
transportar ni conceder.
¿Cuál sería mi esfuerzo para
caminar, para querer Ser más, si tú me concedieras TU SABIDURÍA?
No, Padre. MI SABIDURÍA, en un todo fundida
con la tuya, sería una SABIDURÍA MAYOR. Pero en ese brote
de SABIDURÍA MAYOR, no podría estar en desequilibrio y sí
a tu altura.
Padre, ¿cómo puedo hacer para que
me recibas?
- TE HE RECIBIDO, HIJO.
Mira, mira mi felicidad.
¿Has notado por veces, cuando he llegado,
preocupación en mi rostro...?
- Sí, Padre. Pero eso no indicaba que pudieras
estar en desequilibrio.
Nunca te he visto desequilibrado. Insinué
que no siempre estaban presentes tu tolerancia, paciencia y sabiduría.
Pero era un juego Padre, un juego.
- Hijo, sé que era un juego; pero por un
momento me asusté porque mi sabiduría estuviese perturbada.
- Padre, tu Sabiduría no podría perturbarse
nunca. ¿Cómo perturbar aquello que ES?
LO QUE ES NO TIENE VARIANTES.
Sólo tiene variantes lo que se está
conformando. Como yo, guardo el cántico de tu voz, pero estoy transformándome.
Estuve a tu espera e ignoro el tiempo que ha sido en estos jardines que
por momentos marcan el paraíso de todo lo que puedo conquistar y
por momentos el desespero de aquello que no soy.
Cierta vez, recuerda Padre, quizás en el
último hablar cuando miraba las mariposas o quería pisar
tenuemente para no maltratar las existencias que se ocultaban bajo el césped;
sí, me sentía fluctuar, me sentía en éxtasis.
Pero ahora la Conciencia de la Sabiduría
Mayor me permite saber las limitaciones que mi Conciencia marca y sigo
tosco, brutal, en una materia que no controlo.
¿Cómo puedo hacer Padre, para ser
SABIO y tener respuestas cuando las incógnitas baten con la fuerza
que lo hacen en mí?
- ¡Hijo! ¡Hijo! Mira, la sabiduría
de los planteos actuales no existía en años anteriores. Mírate,
Hijo. Cómo ahora contemplas lo que te rodea, aquello de lo que pensabas
hacías parte y comprendes que no, que no has conseguido incorporarlo
porque los vibrares que pasan y surgen cada vez con mayor intensidad te
demuestran que LO QUE SABES ES POCO Y LO QUE TIENES QUE SABER ES TANTO.
- SÍ, PADRE.
LO QUE TÚ ME DICES, EN VEZ DE DARME LA ALEGRÍA DE SABER
QUE CAMINO Y CREZCO, ME PROVOCA ANGUSTIA, PUES PIENSO:
"¿CUÁNTO TIEMPO TENDRÉ PARA
CAMINAR EN EL CAMPO DE LA MATERIA?
Y, ¿ESE TIEMPO QUE ME QUEDA HA DE SER SUFICIENTE
PARA RECOGER LAS RESPUESTAS QUE ANHELO?"
- ¡Hijo! Mira mi materia. Sabes que con ella
cargo tiempos que se denominan años. Tú eres joven todavía,
quién te dice que no has de caminar todo ese tiempo que requieres
para que las respuestas lleguen en su totalidad.
- Padre..., Cuando se es ENERGÍA ESPECIAL,
fue dicho, se tiene TIEMPO ESPECIAL.
Dime Padre, ¿qué es un TIEMPO ESPECIAL
para mí?
¿ES EL TIEMPO EN QUE TOMO CONCIENCIA O ES
EL TIEMPO EN QUE LA PIERDO?
Dime Padre, ¿QUE ES LO IMPORTANTE PARA MÍ,
CAPTAR O SER CAPTADO?
¿Qué puedo brindar para todo ese entorno,
que sea sabiduría, si yo siento que me inunda la sabiduría
del entorno y no la puedo abarcar?
Dime Padre, ¿CUÁL ES EL TIEMPO DE
UNA ENERGÍA ESPECIAL?
- Hijo, EL TIEMPO NO MARCA LA CONCIENCIA.
SI LA CONCIENCIA QUE TU TIENES ALBERGA EQUILIBRIO,
EL TIEMPO ES PLACENTERO, LLENO DE PUERTAS DE ALEGRÍA ABIERTAS QUE
SE TE BRINDARÁN SIN MISTERIOS.
Si tú te perturbas, cosa que me extraña,
no verás esas puertas, nI el equilibrio que te rodea, porque eres
el eje, el centro, el motor del equilibrio.
Si te desequilibras, todo lo que está ahí
como flores, colores bellos, animales desplazándose sin peligros,
puede marchitarse y hasta desaparecer.
ES TU ENERGÍA QUE LOS ENRIQUECE, ES TU ENERGÍA
QUE LES BRINDA LA CONTINUIDAD.
¿Qué sería de este jardín
si tú no estás? ¿Acaso has visto jardineros desplazándose
cerca de ti para cuidarlo? Sin embargo el jardín siempre está
en equilibrio. ERES TÚ QUE LO MANTIENE EN EQUILIBRIO HIJO, ERES
TÚ.
- Padre, no estoy en desequilibrio, estoy en anhelos
ofuscantes.
EL HABER TOMADO CONCIENCIA DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO
me provocó en vez de deseos, desesperos. Y como tú estabas
ausente y demorabas tanto en llegar, yo no sabía qué más
hacer. No sabía si vendrías a traerme nuevas respuestas fortaleciendo
todo el equilibrio que he tenido, que tengo gracias a la lideranza de tu
Energía.
¿Estarás mucho tiempo, la próxima
vez que te apartes, distante de mí?
- No Hijo, he sentido mucho tu falta; pero por más
que anhelé estar cerca de ti, no podía. Tú sabes,
tus necesidades, mis necesidades, tu Energía, mi Energía,
cosas, planificaciones...
Hijo, no sabía que HOY fuera tan importante
estar cerca de ti.
- Siempre Padre, fue importante; tú lo sabes.
Te lo he dicho. Tú eres MI MAESTRO, has sido MI GUÍA, FUISTE
Y ERES TODO PARA MÍ.
Recuerdas cuando te pregunté qué podía
ser de tu edad, si algún día te apartarías. Me dijiste
que basado en el tiempo que ya había transcurrido tu materia, eso
podía ser factible.
Cuando te apartaste me he quedado en silencio y
caminando por los jardines, que por veces parecían floridos, los
encontré tristes y era mi mundo. ENTONCES TOMÉ CONCIENCIA
DE QUE ESTABA TRISTE SI TÚ TE AUSENTABAS.
¿Cómo puede ser, Padre, que si estoy
a caminar y a crecer en Conciencia, precise de esa dependencia de tu Energía?
¿Es el Amor que crea la dependencia, o es
el desequilibrio de saber que todavía no soy como tú Eres?
- Hijo. TÚ YA ERES, HIJO. No quisiera tomar
prestada tu voz si tú no Fueses. No trataría, tal vez. Ni
intentarlo... no sé...
Mas estar tanto tiempo apartado de ti...
Hijo, no sabía que me precisaras tanto.
La última vez que te vi crecer con tanta
furia, con tanta fuerza, con tanta intensidad, con tanto equilibrio, yo,
yo, yo, yo me aparté feliz. Cantaba en el cántico de tu voz.
Dime Hijo, de verdad, ¿solamente la fusión
nuestra te dará felicidad?
- No Padre, no. Porque si tú te fusionas
a mí, dejarías de Ser. Yo no quiero privarte del derecho
de Ser.
Pero escúchame Padre, escúchame; mientras
en materia estuviste ausente, he transitado por este jardín todo;
he caminado por así decirlo, sobre las aguas del lago; he visto
la efervescencia de las criaturas sonriendo; he visto las limitaciones
de todo el expresar. Aunque tienen colores, aunque se retuerza o no, aunque
esté por debajo o sobre la pared de superficie, he visto reposados
muchos seres que cantaban, muchas mariposas; y no los puedo transportar
a los versos para ser transportados a mis sentidos grabados eternamente.
Sí, Padre. Vi nubes pasar distantes y cercanas.
Por veces en la niebla levantada del lago, caminé como quebrando
el encanto. Dejé lamer mis manos por unos ciervos que me observaban,
toqué sus partes húmedas y en el mirar de sus ojos de materia
vi las Energías que se alimentaban de la mía.
Hubo momentos en los que casi perdí el equilibrio
de toda la materia y me transporté en todo este jardín, traté
de absorber la identidad que tenía, traté de incorporarla;
y en el momento que salía de esos estados, yo Estaba y todo aquello
Estaba.
¿Qué era Padre, lo que incorporaba
en mí? ¿Qué era, Padre? ¡Dímelo!
- Hijo, lo que tú has incorporado es el reflejo
de la esencia que emites.
Si lanzas equilibrio, todo existe en mansedumbre
y retorna a ti.
Tú Hijo, estás en equilibrio y en
ese equilibrio de Conciencia creces.
Pero si todo lo que brindas hubiera retornado en
desequilibrio y no hubiera mantenido su identidad, dejando de existir porque
ya era parte de ti, entonces tu camino sería errado porque estarías
dejándo de brindarte.
Mientras te brindes, todo lo aparentemente conocido
existirá.
Las hojas pueden caer, pero brotarán nuevas.
Los pájaros pueden cambiar porque cambia tu creación, mas
pájaros existirán. Pero en el momento en que deje de existir
lo externo para que todo lo que está en ti Sea, no más estarás
a caminar y la materia no será más necesaria.
- Padre... Yo sÉ Padre, que mi Amor y mi
Conciencia en equilibrio alimentan todo lo que está alrededor.
Yo sÉ Padre, que si guardo el egoísmo
de absorber para mí el existir de lo que yo mismo creo, estoy destruyéndome.
No Padre, eso no lo haría.
Fíjate, tú me insinúas la fusión
y yo te digo "No, Padre".
Yo quiero otra cosa, Padre.
QUIERO SENTIR EL VIBRAR DEL COSMOS dentro de todo
esto que me rodea.
¿Cómo puedo hacerlo, Padre?
Fíjate allí, es como un ojo que me
observa. ¿De quién es ese ojo si yo no lo he creado?
Dime Padre, ¿qué Conciencia anida?
¿Con qué sentido me mira, me observa, me analiza? ¿O
simplemente estará ahí para que yo lo contemple? Dime, Padre.
- ¿Sí, Hijo?
- Padre, ¿ESE ES EL OJO DEL OBSERVAR CÓSMICO?
- No, Hijo.
TÚ LE DISTE FORMA, TU CONCIENCIA LO GRAFICÓ.
DEBES SABER QUE LA CONCIENCIA CÓSMICA NO
TIENE FORMA, ES VIBRAR.
- Sí Padre, pero ¿cómo se puede
expresar para decirme que está presente y no ausente?
- Hijo, piensa. Si fuera la Conciencia Cósmica,
trata de observar a través de él.
- Sí, Padre. Me veo y te veo. ¿Será
que hago parte ya de la Conciencia Cósmica?
¿Quién soy entonces, Padre? ¡¡¡Dímelo...!!!
No, Padre. Percibí que cuando estaba a través
de ese ojo, dejaba de ser yo. Estaba observándome y brotaban de
mí impulsos de conciencia que no guardo, no anido, ni desenvuelvo.
- Entonces Hijo, ¿qué tipo de ojo
era el que veías? ¿Es el de la Conciencia Cósmica?
- Tal vez no, Padre.
- Pero Hijo, entonces, escucha la lección
que puedes obtener:
Muchas Conciencias pueden observarte, aparentemente
en estados superiores y crear estructuras ajenas a las que tú creas.
mas eso no significa que sean superiores o que sea el camino de lo Cósmico.
Tal vez lo Cósmico sea alcanzado en el momento
en que tú completes la fusión en lo que has creado y no lo
que creaste en ti.
En el momento en que tu Amor se supere al punto
tal que trate de dejar de ser porque se brinda en todo aquello, en una
continuidad de lo que has creado, en ese momento tú Serás.
Pero, mientras te quieras INCORPORAR o dejar de
incorporarte en aquello que tú creas, todavía no Eres.
- Padre, siempre digo, vienes a traerme el equilibrio
en todos los precipitares de mi Conciencia.
Padre, siempre guardas esa sabiduría que
es la que tanto he respetado, anhelo y espero.
Te he dicho la última vez, "no te demores
tanto, vuelve con más frecuencia hacia mí".
- ¿Sabes una cosa, Hijo?
- ¿Qué?
- Esta vez no me alejaré, porque juntos caminaremos
y la sabiduría surgirá al punto tal que seremos entonces,
todo esto que nos rodea; Y a la vez seremos quienes Somos.
Cuando nos brindemos en un todo, en aquello que hemos Creado, La propia Creación será nuestro existir.
- Sí, Padre. Junto a ti podré hacerlo.
Estando sólo siento como si las raíces de todo mi Ser se
vaciaran; mis temores, por no guardar la sabiduría total que tú
tienes, me frenan; de esa forma mi entrega es medida y nunca retorna.
Es posible también, que intencionalmente
sea medida mi entrega, porque tengo temor de seguir brindándome
y en un momento cualquiera querer retornar para saber y sentir en el campo
de la materia lo que se Es, Conciencia pasiva y actuante.
- Sí, Hijo.
Yo cuido el camino del transitar en el ir y venir,
porque a tu retorno has de transmitir a mi sabiduría, respuestas
que no tengo.