EL
TEMA
DEL
MES
52 AÑOS DE LOS
"PLATILLOS VOLADORES"
Todos los 24 de junio, el
ambiente ufológico conmemora el caso que diera inicio a la investigación
del fenómeno OVNI. No
vamos a entrar en detalles puntuales y descriptivos
de lo que fue el vuelo del aviador Kennet Arnold y la flotilla de objetos
voladores que le resultaron inidentificables.
Sí es bueno aclarar que el piloto no dijo que tuvieran forma de
platillos, sino que
volaban a semejanza de un platillo de café
si fuera arrojado sobre el agua, es decir, rebotando sucesivas veces en
la superficie.
De ahí quedó la denominación
de "Flying Saucers", que durante décadas fue la más usada
vulgarmente -y sigue siéndolo entre
mucha gente- para referirse a posibles naves
extraterrestres, aun cuando ellas tuvieran formas triangulares, cilíndricas,
esferoidales, ovoides, o como fuesen, pero para
nada semejantes a un plato, si bien de este tipo también los hay.
Luego se
popularizaron, en Inglés y Español,
las siglas UFO y OVNI, respectivamente. De modo que, incluso cuando hay
suficientes
indicios para considerar como extraterrestre
a un vehículo avistado, éste corrientemente es llamado UFO
u OVNI, lo cual no
debería ser así, pues si hay evidencias
extraterrestres en sus características, no es un objeto "no identificado",
sino identificado
como no terrestre.
Pero así están
las cosas; la jerga popular, la científica y la cientificoide se
entremezclan en los informes del periodismo y en las voces de la calle.
El medio siglo y dos años más no han alcanzado para que pueblos,
gobiernos y fuerzas armadas estén unificados en conocimiento, información
e investigación del fenómeno, y la confusión, el ocultamiento,
la falta de esclarecimiento, siguen tan vigentes como en el incidente Roswell,
apenas días posterior al caso Kennet Arnold.
Hace siglos, el conocimiento
histórico, científico, religioso, era patrimonio de las minorías
ilustradas. Después de la brillante
invención de Gutenberg, el clero perdió
el monopolio de la información escrita. Hasta entonces, la lectura
era un derecho de
algunos y un "pecado" delictivo para el ciudadano
común. Un pueblo manipulable debía ser analfabeto. Hoy, estar
al tanto de si los extraterrestres vienen, si naves suyas accidentadas
las tienen las fuerzas armadas, o si hay o no pactos entre ellos y
gobiernos de superpotencias, son cuestiones que
permanecen ajenas al pueblo, porque la "seguridad nacional" ha sido delegada
en el sufragio a quienes, por aptitud y competencia, deben tomar las decisiones,
y no le corresponde a un pueblo ignorante
decidir nada al respecto de estos asuntos. Pueblo
que es ignorante, en parte, porque desde arriba se lo mantiene como tal,
pero en parte porque al pueblo no le interesa desasnarse. Ufólogos,
testigos, periodistas y hechos concretos que son
permanentemente informados, no le alcanzan al
pueblo para convencerse: la incredulidad y la duda persisten. ¿Puede
un pueblo así, recibir un comunicado oficial del gobierno, sobre
presencias extraterrestres? ¿Con qué mérito intelectual,
indagativo,
reflexivo, un pueblo así puede pretender
que se lo informe?
La verdad debería ser
dicha a todos, sin prejuzgar la capacidad de los pueblos de saber recibir
o no este tipo de
revelaciones. Es cierto. Pero la falta de exigencia
de información por parte de los pueblos, se traduce en que oficialmente
no se
les diga lo que no están pidiendo que
se les diga. Por lo tanto, la negativa a informar por parte de las fuentes
oficiales, guarda
reciprocidad con la negativa a informarse por
parte de la mayoría de la gente. Libros hay muchísimos sobre
el tema. ¿Cuántos
son los que los leen? Entonces, si la información
está disponible en las librerías y la mayoría de la
gente no la lee, ¿por qué
habría de quejarse la gente, de que los
gobiernos no informen lo que saben de todo esto? Hay entre los muchos libros
que
están al alcance de cualquiera, confesiones
y revelaciones de científicos, de militares, de políticos,
de sacerdotes... ¿y entonces,
quién dijo que no se sabe nada, que nadie
del gobierno, de la ciencia o de la religión dicen nada? ¡Los
testimonios están! La
información está, pero nunca falta
un ignorante o escéptico con micrófono, cámara o teclado,
para hacerle pensar al pueblo
que los extraterrestres no existen... que nunca
hubo una prueba... que nunca nadie confirmó nada... que sólo
hay misterio en
esto.
El misterio, como gancho de
la atención y el interés, sirve a los medios de comunicación:
se logra hacer entrar al público
(consumidores, desde el punto de vista del marketing)
en una historia de suspenso en la que el transcurso y el final sean siempre
inciertos, para que en la próxima vez se pueda volver sobre el tema,
valiéndose de la ignorancia de la gente para volver a
venderle la misma historia en la que no hay salida.
El misterio es también la herramienta y la motivación de
muchos ufólogos: en
sus conferencias e informes, juegan con el enigma,
como si acaso en esto de los OVNIS no hubiera respuestas más que
suficientes para llevar esclarecimiento a la
gente, en vez de interrogantes que hacen perdurar la duda.
"El misterio de los ovnis...
el misterio del cosmos... el misterio de la fe... el misterio de Cristo..."
Les encanta a los vendedores de noticias y de libros jugar con esto de
los misterios que no son tales: son conocimiento que hay quienes lo tienen,
son secreto para aquéllos que lo guardan,
y son enigmas para aquéllos que no han podido, querido o sabido
informarse.
En 52 años de investigación
OVNI, las pruebas ESTÁN (y no como dicen ciertos ufólogos:
"no hemos obtenido ni una sola
prueba"). Más aun: mientras que muchos
se quedaron en el estudio de las huellas en el pasto o en la evidencia
fotográfica de
casos, hay gente que se comunica con extraterrestres,
hay gente que directamente es extraterrestre y cumple misiones aquí,
con cuerpo humano, y hay circulando mensajes cósmicos tan disímiles
entre sí que, evidentemente, la confusión y la mentira no
nacieron entre los humanos, sino que también
existen "allá arriba", donde a la vez que hay extraterrestres que
vienen a decir la
verdad, otros vienen a decir lo que creen que
es verdad, y otros directamente dicen lo que saben que no es verdad. Unos
se
muestran en contactos programados, o bien ante
multitudes sobre un estadio de fútbol repleto. Otros juegan a las
escondidas, o se aparecen donde no se los espera y se llevan por la fuerza
a gente que no quiere ir con ellos, mientras que la que sí desearía
ir, ni si quiera ve un punto luminoso insignificante moverse en la noche
estelar.
Todo esto sucede. No desde
el 24 de junio de 1947, sino desde que el mundo es mundo. "A no buscar
platos voladores en
la Biblia", les advertía a sus alumnos
de un colegio católico, el primer día de clases, el profesor
de Religión, pues ya von
Däniken estaba molestando demasiado con
el asunto, y había que "salvar de este peligro" a las juveniles
mentes, que pudieran
ser influenciadas por esa nueva forma de interpretación
de las "Sagradas Escrituras". Por cierto, en esa clase habían dos
o tres
sobre cuarenta, que buscaban "platos voladores"
en la Biblia. Muy pocos, pero bueno, la advertencia no estaba de más
para el
resto, por las dudas. Si bien a esos dos o tres
no les impidió seguir con la "herejía", a tal punto que uno
de ellos es quien escribe esta nota.
Pero son siempre nada más
que dos o tres los "locos" en medio de la "normalidad" de los ignorantes
que se la dan de
"serios", de "positivistas", de no creyentes
sino en "lo que ven" (como si los extraterrestres tuvieran que pedirles
permiso a los
ojos de ellos para tener que existir), y con
tanta ignorancia reinando en el pueblo, la información seguirá
siendo patrimonio de
los que la ocultan y de los que se preocupan
por obtenerla. Y esto no sólo sobre el tema OVNI, sino sobre todo
tema. Porque
las grandes verdades de los grandes misterios
de la existencia, son tan ajenos a las mayorías, que en general,
quienes ignoran
todo sobre los extraterrestres, suelen ignorar
demasiado sobre cosas bien terrestres: ignoran lo que no es de este mundo,
por
añadidura de la ignorancia de las cosas
que pasan en este mundo.
El sólo hecho de ignorar
cómo la información es manejada en las altas esferas del
poder político y religioso, y de la ciencia,
hace que las mayorías ignorantes no tengan
más elementos de juicio de los que les son permitidos desde arriba.
Esas son las
mayorías que definen la suerte de los
países en la urna electoral. Ésa es la clase de gente que
decide quién debe gobernar. Y
generalmente pone en el gobierno a los corruptos
y mentirosos que la ignorancia no es capaz de desenmascarar, pues el
ignorante es fácilmente seducible por
carismáticos de falsas promesas. Carismáticos que son ignorantes
también; soberanos
entre los ignorantes, pero con un poco más
de astucia y discurso, candidateados para que ignorantes como ellos los
voten.
Porque sólo es de ignorantes ponerse en
manos de pueblos ignorantes para llegar a un cargo político. La
persona con
conocimiento, con la sabiduría suficiente,
y con honestidad, no se somete a un electorado haciendo planes utópicos
traducidos
en falsas promesas para esperanzar a la gente
y ganar su voto. Una persona así, sólo puede describirle
a la gente la realidad
dificultosa que él no podrá revertir,
sino que deberá ser el pueblo todo el que la modifique; un candidato
así, que no se postule
como salvador de la nación, sino que los
mande a trabajar a todos para que la salvación sea por todos y cada
uno, será votado por gente como él: honesta y capaz, pero
perderá la elección, porque los ignorantes no quieren esforzarse:
quieren soluciones
de arriba, votan al "salvador" que como tal hace
la campaña, y después le exigen que haga esto, que haga aquello,
que cumpla
las promesas que hizo... Lo usan de chivo expiatorio
para no tener que reconocer en sí mismos la culpa de lo que sucede.
Lo
necesitan allá arriba, gobernando deshonestamente,
para tener a quién echarle la culpa y sentirse inocentes de la ruina
de la
nación. Pero ellos son la ruina: ellos
son la enfermedad de las naciones, ellos, con la ignorancia cómoda
de no querer hacer por
sí mismos lo que pretenden que hagan los
gobiernos, son esa mayoría que espera que sean los gobiernos o los
científicos de la
NASA los que confirmen si hay o no extraterrestres.
No se van a preocupar por investigarlo en bibliotecas y librerías,
como sí
lo hace todo aquél que no necesita que
el gobierno, o que ninguna fuente oficial le digan nada, porque la cuestión
no es esperar
pasivamente, sino buscar. No, esos cómodos
ignorantes tampoco van a ponerse a ver documentales televisivos sobre el
tema,
para aprender. Mirarán bailanteros de
pelo largo cantando canciones tontas y vacías de genio, de belleza,
de mensaje
trascendente; y mujerzuelas bailando al compás,
con una cámara tomándolas en ángulo de 45° bajo
sus polleras. No van a
mirar Discovery Channel, ni para documentales
de ovnis, ni para ver cómo funciona un satélite, cómo
los osos se comportan en el medio natural, o cómo crece una planta,
cómo se abre una flor. Sí, en cambio, miran TV satelital
sin siquiera preguntarse
cómo funciona esa tecnología, miran
en el circo y con satisfacción cómo los osos son manejados
con un látigo, y a las plantas y
flores las pisotean en las plazas.
Esa es la gente por cuyo grueso
cuantitativo "los extraterrestres no existen, no hay pruebas", a la vez
que la minoría
cualitativamente en condiciones de exponer el
conocimiento, informar lo que se sabe, es objeto de la incredulidad y la
burla de
los ignorantes que gozan de los beneficios de
ser tal cosa, y que no hacen el mínimo esfuerzo por desasnarse.
Ésta es la
realidad más importante del fenómeno
ovni: la social, la que echa por tierra todo el trabajo de investigación
y de divulgación de
los especialistas en el tema. No es el hecho
ovni en sí lo que más debería importar, sino que es
preocupante que ante tantos
hechos registrados y tanta información
disponible, sea el factor social el que está arrastrando desde hace
medio siglo esta
incultura popular en lo que el tema ovni se refiere.
Pero somos una civilización
relativamente joven: del Paleolítico para acá, tomando un
millón de años de prehistoria humana y unos
pocos miles de historia, la imprenta tiene sólo medio milenio, así
que no nos quejemos tanto: 999.500 años de ese millón,
es decir, un 99,95 % de ese tiempo no hubo información
documentada al alcance de todos. Más aun, el analfabetismo sigue
existiendo, y mientras aquí, los que manejamos
computadoras, estamos pensando en la difusión y el ocultamiento
del tema de
los OVNI, hay miles de millones en la incultura,
la pobreza, preocupados con la obtención del pan de cada día.
Lo cual no hay
extraterrestres que hayan venido a tratar de
solucionar, pues así como aquí se los estudia a ellos, ellos
parecen estar estudiando a la humanidad más que ayudándola.
Estos alienígenas,
como observadores que se escabullen para no ser detectados, o bien que
se dejan ver sin que les importe, son admirables. Como "hermanos superiores"
en auxilio de una humanidad oprimida por criminales que la han llevado
al límite
con la destrucción nuclear, son unos perfectos
irresponsables, o bien unos verdaderos farsantes, que prometen una ayuda
que
no se ve.
Mundos como éste deben
ser puestos en orden por seres como ellos dicen ser. De donde se deduce
que la omisión de
ayuda concreta y visible por parte de ellos,
demuestra que apenas es tecnológicamente que están por encima
de la civilización
de la Tierra, pero dudosamente a nivel espiritual.
Los únicos que parecen ser confiables, son los que en vez de venir
a hablar de la "Nueva Tierra" en la "Nueva Era", han venido a decir que
esta clase de mundos es un error que será corregido, de tal suerte
que no habrá ninguna nueva Tierra ni ninguna
prolongación de estos ciclos cósmicos de eras de luz y de
oscuridad. Seres que
no han venido como salvadores ni como auxiliares
de la humanidad, sino que tan sólo dicen lo que realmente sucede,
y lo que
no se puede hacer; sin falsas promesas que ilusionen
a la gente, se limitan a explicar por qué este mundo está
fuera de todo
Orden Universal, y cómo debería
haber sido.
Pero los extraterrestres engañadores
siguen diciendo que el mundo obedece al "Plan de Dios", y que ellos son
sus agentes.
Se contactan con determinadas personas a las
que ponen en papel de divulgadores, que forman grupos sectarios entre los
cuales algunos terminaron con un arsenal para
enfrentar el "enemigo", o con suicidios colectivos, mientras que otros
funcionan sin riesgo para los adeptos, si
les toca en suerte un "contactado' que no tenga delirios fundamentalistas.
Ésta es también parte de la realidad
de estos 52 años de la cuestión OVNI. El hecho social, el
contacto, el mensaje cósmico, el mensajero extraterrestre, y sus
ocultos propósitos. Sólo unos pocos entre los que investigan
el tema, llegan a la conclusión de que tales propósitos suelen
no ser de confiar. Abducciones traumáticas
para las víctimas, manipulación psíquica de contactados
y grupos de adeptos, son cuestiones que ponen
una luz roja en la que otros no reparan, y son presas fáciles de
quienes manejan todo esto desde el cosmos,
como en el caso de Spielberg con "Encuentros Cercanos", con la ingenua
escena final del alienígena sonriente; alienígena
de una tipología que todos los testigos abducidos han descrito como
insensibles y no sonrientes; frialdad ésta que puede
explicar el hecho de tratar a las víctimas como simples ejemplares
de laboratorio, sin que les importe los daños psíquicos que
les causaren.
Pese a ese filme y al "E.T."
de unos años después, la ingenuidad del deseo de mucha gente,
de tener un contacto con tan
benévolos y tiernos seres, está
siendo reemplazada por la desconfianza en los aliens, que sugieren las
nuevas producciones
fílmicas sobre abducciones, tales como
"Fuego en el cielo" (el caso Travis Walton, en Arizona, en 1975). Y Barbara
Marciniak, hablando de los "reptoides" que manejan negativamente a la humanidad,
pone la nota disonante en la sinfonía de discursos
extraterrestres para crédulos en las buenas
intenciones de los mensajeros de la "Confederación". La cuestión
de los "mensajes
cósmicos" ya ha entrado en una etapa en
la cual se hacen bien visibles las diferencias entre seres que vienen a
decir que el
mundo funciona como Dios dispone, y seres que
explican que acá no rige ninguna disposición divina, sino
el libre albedrío de
seres que, por tener más poder que otros,
les han quitado a éstos el libre albedrío que deberían
tener, y que la realidad del
mundo demuestra que no tienen: es un mundo manejado
por pocos y donde el "libre albedrío" de las mayorías es
restringido
por ellos. Ésa es la verdad que muestran
los mensajes cósmicos "no oficiales" (no de la "Confederación",
sino de mensajeros de otra parte). Eso es lo que las investigaciones ufológicas
de campo, de huellas, de radiación, sustancias químicas y
hongos, no consideran objeto de estudio "serio";
los mensajes cósmicos y los contactos no tienen valor "científico"
para los
ufólogos de línea "escéptica"
o "cientificista". Pero esa actitud de eliminar del campo de estudio ufológico
lo que no se sabe
cómo estudiar, no elimina la existencia
del fenómeno del contacto y del mensaje.
Son 52 años, medio
milenio de información impresa, muy poco todavía para una
humanidad que empezó en la ignorancia,
que continúa en la ignorancia, y que parece
ser que se extinguirá por su ignorancia. Si es que antes no vienen
de afuera a
extinguirla de una vez, por ignorante que persiste
en ser, por pobreza espiritual que hace que la mente no busque las verdades,
no trate de cambiar el statu quo.
Sin embargo, mientras impera
la opacidad de la mayoría de las mentes, hay gente que guarda en
su interior alguna luz, de
modo que sus ojos buscan las palabras que digan
lo que requiere esa necesidad interior de nutrirse de información,
de valores,
de orientación. De no ser así,
notas como ésta serían un simple monólogo de conciencia
volcado en palabras escritas para
nadie. Por fortuna, no sólo para "bosts
sellers" hay lectores, y estas palabras afloran sabiendo que serán
valoradas por unos
pocos que, en el recuento final, no serán
tan pocos después de todo: por dispersos y poco visibles que estemos,
los que
estamos en esto somos una minoría integrada
por millones. Que frente a una mayoría de muchos más millones,
parecemos poca cosa, pero aquí estamos, con nuestra lucha, en pie,
digan lo que digan los que se pasaron 52 años tratando de hacernos
imposible todo lo que, pese a ellos y pese a
todo, hemos hecho posible.
El Editor
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