EL TEMA
DEL
MES
NUEVA YORK Y LA PROFECÍA DE NOSTRADAMUS
Como en 1988 con el terremoto en San Francisco, Nueva York y el mundo esperan el cumplimiento o no del apocalíptico anuncio
(1a Nota)
    Muchos recuerdan que el 1° de mayo de 1988, luego de que algunos se autoevacuaron de San Francisco, el terremoto anunciado por Michelle de Nostradamus no se produjo. Pero lo que también recordarán es que, cuando finalmente hubo allí un terremoto (no tan fuerte como el anunciado, pero terremoto al fin) apenas habían pasado unas semanas de la fecha señalada. Nadie ha dado una explicación convincente de por qué unos grados menos en la escala sísmica, determinaron que la profecía se cumpliera a medias y quedara en discusión hasta qué punto el profeta vio el futuro tal como se cumpliría, o si vio un futuro posible entre varias alterantivas. Nadie ha podido explicar si hay un mundo paralelo con una ciudad de San Francisco que sí fue destruida, y si ese mundo es real o mental, ilusorio; si acaso hay un programa de simulación concebido por alguna inteligencia cósmica con un software tan complejo que maneja alternativas de destrucción total, destrucción a medias o no destrucción, y Nostradamus tuvo acceso no al futuro, sino a la lectura de esos programas o destinos alternativos. Si el programa del mundo fue elaborado desde la génesis de la creación, y ese programa prefijó situaciones a futuro, con personajes, roles, ciudades, contexto cultural; si esa programación está guardada en archivos de inteligencia artificial o en registros mentales de gigantescos seres cósmicos encargados de las planificaciones, y si un vidente puede acceder de alguna manera a esos archivos y no al futuro, o si los programadores utilizan mentes como la de esta clase de videntes para efectuarles transferencia de archivos de programas a cumplirse, podría quedar explicado que si el programa no se cumple, fue porque lo que recibió el vidente fue la transmisión de un diseño alternativo de un futuro posible, y no que la mente de esta persona se haya trasladado a un futuro real.
Es de considerarse que este deplazamiento de la conciencia en sentido intertemporal también es posible, pero percepciones de caracter mixto harían que a veces se penetre directamente en la dimensión donde lo que vendrá ya es un hecho, y a veces sólo se esté accediendo a una imagen holográfica de un programa archivado que puede o no ser ejecutado en forma total o parcial.
    Quizá lo que pasó en San Francisco responda a una ejecución parcial. Ahora se espera la destrucción de Nueva York para el 11 de agosto, y recién para el siguiente número de esta revista estaremos en condiciones de evaluar si Nostradamus penetró en el futuro o si sólo estuvo mentalmente canalizado por una transmisión operada por los programadores de situaciones futuras posibles. O quizá situaciones con las cuales los programadores jueguen en realidad virtual, destruyendo ciudades y metiendo mentes en estado onírico o almas no encarnadas en esos simuladores "cinematográficos" de experiencias ilusorias que, acaso, sean en ese plano tan reales como lo ilusorio que vivimos en esto a lo que consideramos real estando aquí y que no sentimos que  exista cuando estamos en otra realidad, como en los sueños, que mientras los tenemos son nuestra realidad y no una ilusión. Quizá todo es ilusión y todo es realidad a la vez. Y quizá una diversidad de realidades generadas por alguna programación cósmica regente de un mundo sea, experimentalmente, más interesante que una sola realidad, un solo programa, una sola forma de concebir los acontecimientos.  
    "Cinco y cuarenta grados el cielo arderá/el fuego llena a la gran ciudad nueva/una gran llamarada se esparcirá al instante/cuando se quiera probar a los normandos" (cuarteta 97, centuria VI). Nostradamus se refirió repetidamente a una "ciudad nueva" muy grande, en tierras americanas del hemisferio Norte. Nueva York está situada entre los paralelos 40 y 45.
 La profecía era para el séptimo mes de 1999. Pero ya antes de julio hubo estudios que determinaron la referida fecha de agosto. Se preparan botellas de champagne para recibir al 2000 en NY. Seguramente habrá brindis por el error de Nostradamus si así sucediera, como para demostrar que los agoreros no pueden contra la omnipotencia de los rascacielos, quizá olvidando un poco que las ojivas nucleares son producto de la misma tecnología que hace funcionar la dinámica y la vida de la gran ciudad. Y que el descontrol armamentista es también una muestra del sentimiento de omnipotencia humana, que tanto puede jactarse de levantar rascacielos, como puede derrumbarlos o desintegrarlos en una llamarada experciéndose al instante.
    En la próxima luna llena, en la 2a nota, veremos en qué quedó esta historia...
 
 

 
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