EL
TEMA
DEL
MES
NUEVA YORK Y LA PROFECÍA
DE NOSTRADAMUS
El mundo esperó el cumplimiento
o no del apocalíptico anuncio... y aquí estamos todavía.
(2a Nota)
...Y el mundo siguió.
A pesar de los agoreros anuncios de gurúes y de crédulos
ciegos guías de ciegos, como Paco Rabanne y su paranoia con la estación
espacial Mir sobre París.
New York sigue con sus rascacielos
en pie. También está bien vertical y firme la Torre Eiffel.
Ni siquiera la Torre de Pizza se movió un poco más.
Los turcos, ¿ le echarán
la culpa al eclipse, al alineamiento de planetas? El devastador terremoto
pareció un mensajero rezagado del terror anunciado. Que no fue puntual
en la cita de catástrofes pronosticadas, pero que llegó para
los postres, cuando ya todos brindaban por un mundo que seguía igual...
El temible agosto pasó.
Para las víctimas del terremoto, fue el fin del mundo. Para el resto
del mundo, una mancha no opaca al sol: él las tiene, pero ilumina.
Y sigue la vida...
Ahora viene la recta final
hacia los fantasmas del 2000. Pero ése ya no es el tema del mes,
sino el tema de todos estos meses y los del año que viene. Ahora
estamos en el balance negativo de profetas pasados y actuales, y en la
vuelta a la esperanza de que el siglo XXI arranque también desmintiendo
catástrofes profetizadas.
La abundancia de documentales
y programas con entrevistas y opiniones sobre Nostradamus y otros profetas,
han invadido las pantallas de los cinco continentes durante las últimas
semanas. Ahora queda como un alivio en el ambiente. La distensión
es perceptible. Hacía falta ya.
Los programas humorísticos
radiales fueron, por aquellos dias cruciales, escenario de las más
diversas bromas sobre el advenimiento del fin del mundo.
Unos pocos suicidas hicieron
evocar los legendarios tiempos del cometa Halley en 1910. Como para que
quede claro que ciertas formas de ignorancia no cambian ni con los avances
tecnológicos, ni con la globalización. El fin del mundo estaba
por llegar, y esos temerosos que nunca faltan, prefirieron cortar camino
y llegar antes. En vez de ser algo que se espera, prefirieron que fuera
algo hacia lo cual marchar. Y encontraron "el fin del mundo por sus propios
medios".
No siendo para más
-pues no hay mucho más que decir que no se haya dicho- queda concluida
esta segunda parte de una nota que, desde su parte primera, anunciaba la
probabilidad del fracaso de los anuncios alarmistas. Reine, pues, la paz,
al menos por ahora...
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