EL TEMA
DEL
MES
EL "DESCUBRIMIENTO" DE AMÉRICA
Una mentira celebrada anualmente
    Entrar en detalles con respecto a quiénes estuvieron en América antes que Colón, merecería un estudio histórico muy extenso, y no es ése el presente propósito. Sólo bastaría con mencionar las evidencias lingüísticas, raciales, arquitectónicas y varias otras, de la llegada de celtas, vikingos, griegos, judíos, chinos y otros pueblos, antes de 1492. Muchísimo antes en ciertos casos. Milenarios mapas incluyendo a América, a los cuales todo indica que Colón tuvo acceso, hacen que la supuesta aventura de viajar a las Indias por el Atlántico, y el fortuito e "inesperado" hallazgo de un continente a mitad de camino, hayan sido una gran farsa.
    Se sigue enseñando en las escuelas a glorificar la gesta de este navegante, y se la evoca con una mentira fílmica como lo es esa historia con Gerar Depardier y Sigourney Weaver, rodada para el 500° aniversario, que no refleja las cosas tal como realmente fueron. Con la misma mentalidad de invasores con que llegaron los europeos, América Latina y Anglosajona celebra, anualmente, la fecha a partir de la cual los anteriores emigrantes y "descubridores" del Nuevo Mundo "no descubrieron nada", pues el que permitió la usurpación de estas tierras y la explotación de sus riquezas y de sus nativos, fue Colón. En mérito a su aporte a la posteridad, se lo recuerda como el glorioso artífice de este logro, por el cual antes hubo en América colonias europeas y ahora naciones. En todas las cuales la población de raíces autóctonas sufre la marginación y el desamparo con que el hombre blanco la sigue tratando después de medio milenio.
    "Ultimo día de felicidad del indio", se propuso hace un tiempo para el 11 de octubre. La gente de raza nativa y el mestizaje que habita en la periferia de las grandes ciudades, cambiando su habitat indígena para emigrar a centros urbanos a vivir en la indigencia, está produciendo un efecto boomerang sobre los descendientes de los invasores europeos. Los desarraigados de su cultura nativa pueblan los asentamientos conurbanos, donde sus hijos, sin vestigio cultural alguno de sus raíces ancestrales, padecen hambre, analfabetismo; son millones y millones para el rating televisivo de las mediocridades, de la vulgaridad, y para la industria discográfica del mal gusto musical que relega a los grandes artistas y promueve la chabacanería, el ruido al que llaman música. Es la invasión de la incultura, que degrada la calidad humana de las sociedades. Millones de seres que no han recibido alimentación y educación ni para honrar sus raíces nativas, ni para incorporarse dignamente a la cultura urbana, son como una revancha histórica de los descendientes de los invadidos sobre los descendientes de los invasores. Revancha que pareciera incluir al delito, en la enorme cantidad de drogadictos, ladrones, asaltantes y asesinos que en los barrios bajos se multiplican como ratas, recorriendo las ciudades, haciendo correr sangre para alimentarse de lo que la sociedad no planificó para los nativos de estas tierras.
    Hoy en día, la televisión lleva las tentaciones de la sociedad de consumo a los más distantes rincones de los países con poblaciones indígenas y mestizas. Tentaciones que, ante la pérdida cultural de las tradiciones nativas, son irresistibles para seres que, luego de despojados de lo que los hacía felices, se los pone en papel de telespectadores de los gustos que se da el habitante de la gran ciudad. Entre ser un condenado al olvido y buscar una oportunidad migrando al paraíso de hormigón, muchos optan por la segunda alternativa. Sólo que al no encajar en el mercado laboral porque se es un "cabecita negra", y no tener dinero para vivir en donde se desearía, el hormigón sigue siendo para los otros, y para ellos, el techo de chapa de cartón, la casilla hecha con maderas, latas y piso de tierra. ¿De quién es la culpa? De la sociedad, piensa. Entonces, agarra un revólver y sale a cobrarle a la sociedad lo que ella no se interesa en ofrecerle. Salvo por TV, para robarle horas de "espectador privilegiado", integrado a la Aldea Global, observador informado de cuanto sucede en el mundo. Disfrutando gratis del mejor cine de Hollywood, viendo el futbol nacional e internacional. También puede ir a ver al equipo de sus amores, ser uno de los pocos miles de "privilegiados" de estar en las tribunas, mientras millones como él viven en la frontera, lejos del "protagonismo"...  Y puede ir a los shoppings a mirar vidrieras como si fuera al museo, pues sólo detrás de un vidrio podrá disfrutar de los beneficios de la sociedad de consumo, pero algo es algo; por lo menos pasea por los mismos lugares que los ricos y famosos...
    Este es el resultado de cinco siglos de atropello a las culturas que preexistían a la invasión mal llamada "conquista", pues conquistar es hacer méritos, no cometer crímenes. Descendientes de aquellos pueblos arrasados, hoy deambulan entre los descendientes de los usurpadores, mientras por la incultura que padecen, tienen hijos tras hijos a los cuales no podrán mantener, muchos de los cuales no tendrán trabajo y serán delincuentes como muchos de quienes los trajeron al mundo. El mundo de los que anualmente celebran el "descubrimiento" de lo que fue invadido, glorificando a quien lo hizo posible. De lo cual han aprendido a participar los descendientes de tal despojo, quienes, a su vez, se han integrado al catolicismo, la religión de quienes sometieron a sus antepasados.
    "Día de la Raza", ese 12 de octubre; habría que preguntarse cuál es la raza beneficiaria de esta celebración. Y si TV basura, tardes de fútbol en una tribuna y paseos por los shoppings, son beneficios para la comunidad de raíces autóctonas, o si son como aquellos espejos que los invasores daban a los indios a cambio de tesoros.
 
 



 
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