Majaderías Colegiales

Mallorca '90: 20 De Abril Del 90
Capítulo III


Los días pasaban inexorablemente, y aquellos tiernos majaderos consumían su estancia en la isla de forma absurda y descerebrada. Se sucedieron los pateos día tras día, y por las noches salían de discotecas y también organizaban fiestas en el hotel. Y llegó el triste día de la despedida de Casandrita. Rebollín acudió a su hotel y pasaron una romántica tarde caminando. Cuando por fin llegó el momento de decir adiós, una gran congoja llenó sus corazones y se despidieron sabiendo que nunca más se volverían a ver. Rebollín volvió al hotel y se reunió con sus majaderos preferidos. Ellos no le abandonarían, esperaban el momento propicio para expresarle su amistad en forma de paliza, por aquel innecesario desgaste de suelas a que les había sometido durante la semana.

Llegó la noche. Había botellas en la habitación 416, que contenían exóticos licores ( Licor 43 para ser exactos ). La fiesta estaba preparada. Fechús ya lucía su nuevo look, que había conseguido con la colaboración de todos. Se había deshecho de sus antiguas gafas e incluso había cambiado su peinado. Todos estaban allí, bebiendo y torturando a Fechús, ajenos a lo que sucedía en la habitación contigua. En aquellos momentos estaba siendo desvalijada por individuos perversos de mentes perturbadas, pero los majaderos no oyeron ni vieron nada. Bastante tenían con el triste espectáculo que les ofreció Rebollín. En medio de fuertes delirios etílicos, y tras haber sufrido un sandwich en sus propias carnes ( para que se le quitase la tontería enamoradiza que llevaba encima ), se dirigió al balcón. Con lágrimas en los ojos se encaramó a la barandilla. Chompe fue el primero en percatarse del trágico acontecimiento que estaba a punto de suceder. Tras él salieron los otros tres majaderos y sujetaron a Rebollín por las extremidades. Lo introdujeron en la habitación y tras echarlo sobre la cama le dieron su merecido correctivo, consistente en golpes múltiples e insultos variados. No siendo suficiente disciplina tal, lo cargaron de nuevo y le metieron la cabeza bajo la ducha. El agua estaba fría y esto parece que lo tranquilizó. Lo tumbaron de nuevo sobre su cama, pero la tranquilidad duró bien poco ya que instantes después rompió a llorar descorazonado. Hubo que aplicarle un nuevo correctivo, que se vio truncado por unos urgentes golpes en la puerta. Tenían visita oficial. La policía había sido avisada para investigar el caso de la habitación de las vecinitas, y los primeros sospechosos eran los majaderos, ya que estaban justo al lado y se oía jolgorio provinente de su habitación.

Reyes abrió la puerta, y del otro lado, lo primer que vio fue la placa de un policía que se identificaba. Rebollín sollozaba en la cama. Fechús y el mono intentaban taparlo, que la policía no lo viera, y Chompe le atizaba para tranquilizarlo. Junto a los maderos estaba el recepcionista del hotel, que se sentía con espíritu de inspector jefe y pasó el dedo sobre una extraña sustancia pegajosa que había vertida sobre la mesa. Se llevó el dedo a la boca. Todos estaban expectantes esperando su veredicto. Afortunadamente la botella de Licor 43 estaba dentro del baño, y aquello era piña.

En eso que Rebollín se incorporó, y con los ojos llorosos se plantó delante de un policía preguntándole : " ¿Tú quién eres? ", a lo que aquel contestó : " A ver, D.N.I. ". Rebolín no acertaba a encontrar su cartera. Ninguno de sus bolsillos la contenía. De repente recordó que la había guardado dentro de un cajón, la cogió y mostró el requerido documento al policía. No pasó nada.

Los cinco fueron desalojados de la habitación. La policía se fue y el recepcionista volvió a su puesto. Rebollín se tomó un café con Coca Cola que le dejó como nuevo, y se dispusieron a salir de marcha como si nada hubiese sucedido. Aquella noche del 20 de Abril del 90 fue bastante movida, pero al fin y al cabo, no pasó nada.

Fin del Capítulo Tercero ..... Continuará ...

Rebollín 1998




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