Partieron temprano aquel dia, con mas entusiasmo que fe en lo que les deparaba el destino, atras quedaba Dagos, la que habia sido su casa y su tierra, aunque adoptiva, la sensacion de no volverla a ver nunca mas compungia el corazon de todos los hombres que iban en el grupo. Se pararon cuando ya estaban alejados, para echar lo que ellos consideraban una ultima mirada al valle. Continuaron detenidos alli lo que a ellos les parecio una eternidad, sin ganas de moverse y de no continuar hacia algo que desconocian, era una sensacion extranya el no saber donde dirigirse, y aun mas si cabe la que sentia Gazam pues aun no sabia bien que es lo que debia hacer, la unica idea que tenia clara es que no podia volver atras y debia continuar de momento hacia el pais de los Elfos. Las cercanias del bosque de Efrom eran capaces de maravillar a cualquiera, se podia apreciar la frondosidad y la vida que albergaba en su interior, antes incluso de adentrarse en el. Enormes arboles, cubiertos de espeso follaje, que a medida que que se iban introducciendo iban siendo cada vez mas gruesos, a veces llegaban a ocultar un poco la claridad del dia entrelazando sus ramas, pero esa tenue oscuridad en absoluto acababa en una sensacion de temor, que rapidamente era reemplazada por las notas de las aves que alli anidaban. Seguian un camino serpenteante de tierra bien diferenciado, que a veces esquivaba alguna enorme roca granitica, o un todavia mas grande arbol. Maravillados por el entorno, apenas si se dieron cuenta que frente a ellos surgia lentamente una ciudad construida en medio del bosque, pero fijandose atentamente se podia apreciar que estaba construida al antojo de este y no de sus habitantes. Desde lejos ya se podian notar algunas casas construidas en las enormes ramas de estos arboles, unidas entre ellas por puentes y pasarelas acordonadas. Pero ante ellos se encontraba una enorme empalizada forjada de piedra y madera. Dos portalones enormes estaban abiertos de par en par dejando el paso libre, aunque habia algunos vigias apostados sobre la empalizada y a los lados del portalon. Se detuvieron ante la puerta y Gazam se adelanto un poco para hablar al guarda. - Venimos de Dagos y solicitamos una audiencia con la dama Jeesaril. - dijo solemnemente mientras pensaba lo magnifico que eran estos seres, los habia visto constantemente por las calles de Dagos, pero aun asi se seguia maravillando. El guarda llevaba un peto de metal de color azul oscuro con un dibujo que no pudo ver bien, debajo del peto asomaban algo parecidoa unos faldones, y tenia las manos apoyadas sobre el cinturon que sostenia una enorme cimitarra. - Os guiaran hasta alli - dijo el guarda, y tranquilamente se volvio hacia dentro de la ciudad, dijo algunas palabras en lengua elfica, y aparecio corriendo otro soldado con una lanza acabada en punta curva y la misma coraza que el anterior. - El os guiara hasta alli - declaro, y el soldado monto en un caballo e hizo un gesto para que le siguieran, y todos lo hicieron de inmediato. La ciudad era magnifica, eran las casas y los arboles los que delimitaban las calles, la mayoria de tierra aplanada y dura, y otras de un adoquinado muy fino. La ciudad, casas, comercio y bullicio se extendia alli donde alcanzaba la vista, las construcciones estaban echas en su mayoria en madera, piedra y arcilla, algunas con el tono natural de estos materiales y otras pintadas suavemente. Estaban construidas tanto en el suelo como en la cima de los arboles, la mayoria de los comercios estaban en el suelo, asi como la escuela y el templo. El soldado les condujo a traves de lo que parecia ser la calle principal, y como al final de esta se abria una gran explanada y aparecia una construccion, que bien parecia un templo, parecia estar formado de marmol blanco, con una larga torre que apuntaba al cielo. El soldado desmonto y les invito a esperar fuera, al momento volvio a salir e indico a Gazam que habia sido anunciado y podia entrar, los demas acompanyaron al soldado par refrescarse. Gazam seguia deslumbrado por la construccion en su interior, habia una gran sala que atravesaron con una especie de altar, y varias estatuas finamente esculpidas en piedra que reflejaban Dioses o posiblemente reyes, la camara estaba perfilada por varias puertas que darian a otros compartimentos, le condujeron a traves de una de ellas que comunicaba con un magnifico jardin exquisitamente cuidado. El verdor del jardin contrastaba con los colores que emanaban de las flores, y en el centro habia una fuente de piedra y una hermosa dama elfica vestida de blanco explicando algo a unos ninyos. La dama miro a Gazam y le invito a que se acercara, era bella realmente, sus rasgos eran finos, poseia unos grandes ojos del color de la miel, y una inmensa cabellera corria suelta por su espalda. - Bienvenido - dijo. - Gracias, es un verdadero placer poder estar aqui, - respondio Gazam cortesmente. - pero siento que mi visita no sea placentera. - Bien, entonces cuentame a que se debe tu visita? - Se trata de un asunto serio, y no se muy bien que debo hacer. Keddal me dijo que aqui encontraria ayuda. La cara de la dama se mostraba seria, aunque no se podia notar ningun rasgo en ella. - Que tipo de ayuda es la que deseas? - pregunto cautamente Jeesaril. - Ciertamente no lo se - respondio Gazam - Eso es lo que he venido a averiguar. - Y Gazam comenzo a relatarle todo lo que Keddal le habia contado y ensenyado, Jeesaril escuchaba atentamente, cuando termino de esbozar un resumen un tanto alborotado, Jeesaril respondio. - No puedo mostrar dudas sobre tus palabras, ni considerarte un extranyo en este mundo, pues el nombre de ese a quien llamas Keddal te avala, pero no puedo ayudarte en aquello que me propones. La cara de asombro de Gazam era realmente palpable, y tartamudeando nervioso respondio. - Pe... pero, el me dijo que aqui recibiria toda la ayuda necesaria, necesito respuestas. - Hizo una pausa y continuo.- Por que no me prestais ayuda? y por que dudais de mis palabras, acaso no conoceis el nombre de Keddal? Porque el si os conoce bastante bien. Estaba realmente abatido, sin ayuda no conseguiria nada, cabizbajo escucho las palabras tranquilas y solemnes de Jeesaril. - Tus palabras suenan con firmeza, y no son ellas las que me hacen dudar..., creeme que si estuviera en mis manos no dudaria en prestar mi ayuda a quien la solicitase. - A quien debo dirigirme entonces? - dijo excitado Gazam - Esto es importante, tal vez no os deis cuenta, pero lo es y si no me creeis a mi mandad un mensaje a Keddal, es el consejero del rey en Nikrod, quizas le creais a el, - la sensacion de impotencia se apoderaba de el, y sus explicaciones eran cada vez mas nerviosas. - Ademas como iba yo a saber todo esto? Yo no soy capaz de inventarme una historia tan descabellada, y si asi fuera como iba yo a conseguir esto... - Gazam desato el cuello de su camisa para mostrar el colgante que Keddal le habia regalado.- No se porque hago esto si ni siquiera sabreis lo que es. Los ojos de la dama estaban completamente fuera de orbita, no cesaban de mirar el colgante con asombro, Gazam parecia extranyado al ver que su cara mostraba alguna emocion. La dama cogio el colgante entre sus manos, y sin soltarlo se dirigio a Gazam. - Esta noche hablaremos, ahora no, y ten por seguro que te creo. - respondio con una voz amable y dulce. Se volvio y se dirigio de nuevo a los chiquillos que estaban por alli jugando, Gazam no salia de su asombro, pero viendo que alli no podia encontrar mas respuestas, dio media vuelta y se fue por donde habia venido.