Constantino González es un individuo simpático, con una broma siempre en la recámara y mucho arte en las manos. Trabaja como jefe de obra en Santiago para una empresa especializada en ferrocarriles. Un trabajo un tanto monótono y poco gratificante que él compensa dedicando muchas horas libres a su afición preferida, la talla en madera. Empezó con esto hace algo más de un año y no lo hizo de forma gratuita ya que su padre, José González, es un consumado especialista.'Un día me dije que si lo hacía mi padre no debía ser tan difícil, así que me puse manos a la obra con un escudo de Galicia y tengo que reconocer que me salío bastante bien'. Desde entonces hasta ahora ha realizado unas quince tallas con notable éxito. Lo curioso es que Constantino tiene 41 años y, practicamente desde siempre tuvo la oportunidad de ver en su casa las tallas paternas pero jamás se había planteado seguir las directrices de la afición de su progenitor, especialista en tallas de santos, tres dimensiones y escudos. 'Mi padre hace los santos y yo los demonios - dice Constantino-. La verdad es que él también empezó con la madera con cuarenta años y de vez en cuando me da algún consejo sobre colores y poco más. Siempre hemos sido muy independientes, aunque parece como si hubiera algún gen en la familia que nos llevara, al cumplir los cuarenta, hacia la talla de madera" |
Un poco veleta Constantino reconoce que 'es un poco veleta' y no tiene muy claro cuando se va a cansar de picar en la madera. 'Empecé a estudiar magisterio y acabé, pero pronto me di cuenta de que no tenía vocación y me puse con la filosofía. Allí me di cuenta en menos tiempo que no me gustaba y sólo completé un curso antes de dedicarme a la topografía y acceder a mi trabajo actual' Constantino no ha vendido ni una sola de sus tallas, y sólo se ha desprendido de la que le regaló a Cela. Le gusta conservarlas y añade que 'no interesa venderlas, porque lleva mucho tiempo hacerlas y prefiero tenerlas en casa al dinero que pueda cobrar. Otra cosa es que un día venda o regale una por capricho'. Constantino reconoce que esto de ser artista, aunque sólo aficionado, a veces es bastante latoso, porque muchos amigos, después de revisar la obra, insisten en que les tiene que hacer una caricatura. 'Una vez alguien me dijo que un artista deja de serlo desde el momento en que empieza a regalar sus obras'. Y él, ni corto ni perezoso, sigue el consejo al pie de la letra. Tino no se ha planteado jamás una dedicación exclusiva a la madera; se conforma con emplear el tiempo 'de ir de vinos', en concentrarse en las tallas, 'que me permiten relajarme y liberar la tensión'. Utiliza como materias primas el castaño y el sapeli, que es una madera sudamericana, y toma sus modelos de fotografías y caricaturas que ve en los medios escritos, como las de Fraga, Felipe González o Alfonso Guerra. De todas maneras esto no es una regla fija, ya que está realizando una caricatura del Rey, a partir de un billete de cinco mil pesetas. El tallista afirma que tampoco puede dedicar un tiempo excesivo a la madera, porque su trabajo le absorbe mucho tiempo y también tiene que dedicar algo de él a su familia. Precisamente alguno de sus catro hijos ya ha empezado a darle a la talla, rompiendo la tradición de empezar a los cuarenta años, aunque a Constantino no le gusta demasiado hablar de ello. Tuerce un tanto el gesto cuando se refiere a los primeros pasos en la talla de su hijo. 'La verdad es que no es agradable hablar de ello. Yo ya me doy cuenta de que ninguna familia es perfecta y mi hijo, que ya tiene 16 años, sólo se le ha ocurrido empezar a trabajar la madera tallando un escudo del Barça'. Y es que Constantino no puede pasar sin bromear. |
Tres ofertas por una obra
Tino expuso por privera vez sus obras durante la feria del vino de Quiroga, celebrada el pasado mes de abril. Allí se dio una circunstancia curiosa con una de sus tallas que representaba una caricatura de Cela, personaje que ya había confirmado su asistencia a la feria. Julio Alvarez, alcalde de la villa, propuso comprar la talla para regalársela al Nobel, a lo que Tino accedió.Durante la feria, el presidente del Parlamento, Victorino Núñez tuvo la oportunidad de ver la talla, e incidió en la posibilidad de regalársela a Cela, a lo que Tino volvio a decir que ya estaba previsto. Finalmente, cuando Cela visito la villa y entró en la exposición, también quedó gratamente sorprendido por la caricatura y propuso adquirirla. 'Yo ya pensaba entregársela, pero el interés fue tanto y tan variado, que estaba claro que esa talla tenía que ir a pasar a las manos de Cela'.