... A fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.
Lc. 2,35
Son estas palabras con las que termina la profecía que Simeón dirige a la Santísima Virgen María cuando va junto con José a presentar al niño Jesús en el Templo.
¿Qué significan estas palabras? Para comprenderlas mejor, hemos de remontarnos a todo el pasaje donde se nos narra la Presentación y así nos ubicaremos en el contexto.
TEXTO: Lc. 2,22-24
La presentación del niño en el Templo no era una prescripción obligatoria, pero era practicada por la gente piadosa, así pues, los padres de Jesús aparecen como fieles observantes de la Ley.
Al cumplirse la purificación de Jesús y de María (40 días) presentan la ofrenda correspondiente por la purificación de la madre (Lev. 12,6-8), pero no se menciona aquí el rescate por el hijo mediante los cinco ciclos de plata(Nm. 18,15-16). Esta omisión voluntaria o involuntaria por parte de San Lucas resalta el hecho de que Jesús es un "Consagrado de Dios", que desde los primeros días ha sido entregado y ofrecido como víctima al Señor, Él no se pertenece a sí mismo, es propiedad de Dios.
TEXTO: Lc. 2,25
SAN LUCAS NOS PINTA EL RETRATO DE SIMEÓN
CON CUATRO NOTAS ESPECÍFICAS:
TEXTO: Lc. 2,26-32
Hay que recalcar aquí la comunicación que le hizo el Espíritu Santo, porque si bien es cierto, que para los Profetas como Isaías, Jeremías, Miqueas, etc. fue un don carismático importante el recibir oscuramente el anuncio del Mesías, cuanto más lo fue para Simeón al ver cumplirse la promesa durante su propia vida. Esto lo llenó de uninmenso gozo y bendijo a Dios con un cántico que nos presenta a Jesús como:
- La Luz reveladora para el mundo pagano, proclamando la salvación universal. - Una gloria luminosa para el pueblo de Israel, pues de ahí ha brotado la salvación al mundo entero.
TEXTO: Lc. 2,33-35
José y María se admiran ante tal exclamación por parte de Simeón, pues ellos no conocían en ese momento en su totalidad el misterio y la misión de Jesús, sino que, irían recibiendo mayor claridad día con día.
Pero a pesar de que será luz para los gentiles y gloria para Israel, Jesús va a provocar una crisis en su propio pueblo. Quienes crean en Él se salvarán, sin embargo habrá algunos que le rechazarán, tropezarán en Él y caerán.
María que siempre estará unida a la misión dolorosa de su Hijo, será traspasada por una espada al ver la división y el desgarramiento del pueblo a causa de Jesús. Ella, según nos narra el Evangelio, no aparece en los momentos de triunfo, como el Domingo de Ramos pero sí el Viernes Santo. No estuvo cuando todos aplaudían a Jesús pero no lo deja camino al Calvario en la Vía Dolorosa y en la Cruz, donde está de pie junto a Él.
La madre del Redentor estaba predestinada a sufrir con su Hijo Redentor.
¡Es Ella la reina de los mártires, una espada ha traspasado su corazón!
El Papa León XIII nos dice en su Carta Encíclica, Jucunda Semper, 1894, Acta Santae Sedis (A55 v. 27, p.178): "Cuando María se ofreció completamente a Dios junto a su Hijo en el templo, ya participaba con Él de la dolorosa expiación a favor del género humano".
Es por tanto, cierto que ella sufrió en las mismas profundidades de su alma con sus amargos sufrimientos y con sus tormentos.
Finalmente, fue ante los ojos de María que el Divino Sacrificio, para el cual ella había dado a luz y criado a la víctima, fuera consumado... vemos que al pie de la Cruz de Jesús estuvo Su Madre, quien en un milagro de amor, para que ella nos recibiera como sus hijos, lo ofreció voluntariamente a la justicia divina, muriendo con Él en su corazón, traspasado por la espada del dolor
El que María fuera traspasada por una espada en su alma, en lo más íntimo de su ser, tiene una razón, un propósito:
(Ef. 6,17)
El Papa León XIII nos habla de "la espada del dolor" esto es porque María padeció todo este dolor a causa del cumplimiento de la Palabra.
María creía en las promesas, creía que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios; sabía que, si Jesús lo hubiera pedido, el Padre hubiera mandado más de doce legiones de ángeles para liberarlo, y al liberarse Jesús de la cruz ella se vería también libre de su tremendo dolor, pero María sabía que debía cumplirse la Palabra y de ahí que esta espada que atraviesa su alma es la Palabra misma de Dios al cumplirse sobre su vida.
María representa a la Madre del pueblo elegido y su alma representa el corazón de cada uno de sus hijos, así al ser traspasada en su alma revela el interior de los corazones de los suyos y además esa espada (de la palabra) también viene a traspasarnos a cada uno de nosotros los hijos, revelando así los sentimientos y pensamientos del corazón.
(Heb. 4,12-13)
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