Pensar en María es pensar en una auténtica "Discípula
del Señor". Pues para Jesús más que su maternidad
el ser discípula es lo más importante como lo dice Él
mismo: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de
Dios y la practican" (Lc.11,28). Ellos son los que forman la verdadera
familia del Señor: "Mi madre y mis hermanos son los que
escuchan la Palabra de Dios y la practican" (Lc.8,21).
Hablar de la familia de Nazareth es hablar de aquéllos que vivían
para hacer la voluntad de Dios:
JESÚS: "Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre";
MARÍA: "He aquí la esclava del Señor, que
se haga en mí según Él ha dicho";
JOSÉ: "Obediente siempre a los mensajeros de Dios".
Hablar de la familia de Nazareth es meditar sobre el modo de vivir
en esta tierra bajo la acción de la fe. Nazareth significa: Dios
con nosotros, significa la divinización de las cosas simples como
el trabajo, relaciones humanas. Significa oración.
La tradición nos ha hecho imaginar a un san José viejito,
que servía de guardián a María; sin embargo, José
era diferente, era el hombre lleno de vigor, fuerza, de amor y de santo
Temor de Dios, que paso a paso, al encontrarse con María y después
con Jesús, se dejó aniquilar y quebrantar hasta convertirse
en el Patriarca justo y en el ejemplo más perfecto, en esta tierra,
de jefe de familia Cristiana.
El alma de José se forjó en la entrega total, en la justicia
plena, en el verdadero amor, en el incesante sacrificio y en el duro trabajo.
En todo esto lo acompañará seguramente la alegría
que produce en los corazones de los justos, el gozo de la presencia de
Jesús.
Una cosa importante tenemos que aprender de José: Nunca rechazó
su responsabilidad. Él sabía que el jefe de familia tenía
la obligación de defenderla, de cuidarla, de protegerla, de alimentarla,
y eso fue lo que él hizo. Su trabajo constante permitió que
la Sagrada Familia no pasara necesidad, así su trabajo lo santificaba
no buscando hacerse rico. José supo darle su lugar a las cosas porque
sabía lo importante que era buscar primero el Reino de Dios y su
justicia y, a pesar de trabajar arduamente, no tenía puesto su corazón
en las riquezas sino en Jesús.
José, además, fue un hombre que supo amar, que amó
intensa, profunda y totalmente a la Virgen María, a tal grado, que
fue capaz de sacrificar aún su apetito carnal.
Cuando uno convive de cerca con la perfección, José lo hizo
con María, -la creatura más perfecta- y con Jesús
-la perfección misma- aún las aptitudes carnales pasan a
segundo término. Lo único que desea el espíritu es
llenarse de gracia y compartirla plenamente con todos los demás;
sólo así se puede explicar el sentido del celibato sacerdotal
y religioso.
La presencia de Dios, el amor perfecto, sublimiza en el corazón
del hombre cualquier apetito, para ponerse al servicio del bien amado.
María desposada con José y todavía sin vivir con él,
recibe del ángel el aviso de que ha sido escogida,desde toda la
eternidad, para ser la madre del Mesías. María al saberse
la futura madre de Jesús, se encontraba en un grave problema, ¿cómo
decirle a José?, ¿cómo justificarse?. María
confió en Dios y esperó en ese silencio tan elocuente.
Precisamente por creer, por abandonarse, por esperar con paciencia, llega
a vivir en un hogar en donde reina la paz de los que confían en
Dios.
Para ellos desde ese momento, todo su ser y su hacer fue prepararse para
recibir a Jesús. ¿Cómo recibirlo en la casa? José
se sabe pobre y María también. Jesús viene a los pobres
para hacerlos ricos en Dios y esa pequeña casa de Nazareth se convirtió
en un palacio, más importante que el de Salomón porque ahí
había algo más que Salomón.
María y José, unidos en el secreto de Dios, compartirán
con Él la paz que los hombres conoceremos después. Sus fatigas
les servirán para alimentar al Redentor, sus brazos les servirán
de cuna y oirán al Hijo del Altísimo llamarles papá,
mamá; porque fueron capaces de creer cuando todo era oscuro, de
esperar contra toda esperanza, de orar siempre sin cesar, de amarse con
el amor de Dios. Con esa preparación podrán recibir al Mesías
en medio de ellos, dice el Salmo 127:
"Como flechas en manos de un guerrero son los hijos de la juventud
...".
y en el Profeta Isaías en el capítulo 49,2, dícese
de Jesús:
"Hízome como saeta aguda y en su carcaj me guardó..."
.
Dios les confía a Su Hijo y lo pone en las manos de José
como el hijo de la juventud. ¡Qué tremendo tener que ser un
buen guerrero, para que esa flecha dé exactamente en el blanco!,
es decir, para que Cristo llegue a desarrollar la misión a la que
fue enviado y ellos no entorpecerla sino encausarla.
¿Cómo lograr esto si los cónyuges no tienen unidad
de pensamientos ni de sentimientos?
Cualquier tipo de Comunidad ha de tener un proyecto. Las tensiones de una
Comunidad provienen a menudo cuando las personas tienen expectativas muy
distintas y no las verbalizan. Pronto se descubre que lo que querían
unos es muy distinto de lo que esperaban los otros. Imaginar que igual
pasa en el matrimonio.
José y María en esa línea fueron auténticos
y creativos en su búsqueda de lo esencial. Su tema siempre sería
cómo responder mejor a la llamada de Dios.
La fuerza de su unidad era el ideal común y ese ideal era formar
como hombre al Hijo de Dios...la creatura a su Creador.
La familia de Nazareth conoció el sufrimiento de estar tan lejos
de su casa y tan solos; pero era necesario y así lo aceptaban para
que se cumpliera el designio de Dios. Experimentaron que su paternidad
y su maternidad eran muy relativas respecto a la libertad de Jesús.
La tentación de ser madre posesiva, recibe un tremendo golpe (Lc
.2,49), María tuvo que aceptar que aquel hijo, MI HIJO, era
de TODOS.
Una de las tentaciones más sutiles es la de apoderarse de algo,
y apoderándose de ello le quitas a las cosas su transparencia, su
libertad, su identidad.
Jesús era perfectamente libre y ellos tenían que madurar
su amor en la libertad recíproca. Nazareth era la escuela de la
libertad porque Jesús es la libertad. Esto era lo que enseñaba
y vivía, libertad del dinero, libertad de los ídolos, libertad
del mundo, libertad de todo.
La familia de Nazareth, nos enseña la sabiduría de vivir
en la paz y en la libertad, nos enseña a poseer como si no poseyéramos,
a llorar como si no lloráramos, a reír como si no riéramos,
porque la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es nuestro y nosotros
de Cristo y Cristo de Dios.
Algunos críticos de la sociedad creen que la familia no puede sobrevivir
más allá del siglo XX, pero el matrimonio y la familia no
dependen del arbitrio humano, el mismo Dios es el autor del matrimonio
y la familia, por lo tanto,"no te acomodes al mundo presente,
sino que renuévate mediante la transformación de la mente,
para que puedas distinguir qué es lo bueno, lo agradable, lo perfecto"
( Cfr. Rm 12).
Vuelve tus ojos y tu corazón a la familia de Nazareth, modelo perfecto
y único al que hay que imitar. ¡ATRÉVETE!... y no olvides
que: "Jesús entró en la historia del hombre por medio
de una familia".
¡ AMÉN !
Hna.Evangelina Trujillo, S.N.S.J.
Si desea mayor información de esta comunidad comuníquese
a la siguiente dirección: nabi@geocities.com
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