Así vivimos el Domund.
Este año el Domund (domingo mundial de las misiones) se celebró el día 20 de octubre y nuestra profesora de religión, señorita Pepi, nos mandó confeccionar el viernes anterior unos murales que hicieran alusión a la fiesta misionera que estaba a punto de llegar.
Hablo de los murales que hicimos en mi clase, y debo decir que nos salieron muy bonitos. Como si fuéramos ya periodistas consumados, hicimos resaltar, sobre todo, el lema escogido para este año : SED DE DIOS, HAMBRE DE PAN. El ingenio nos llevó a dibujar en el mural la bola del mundo y, en el centro, un pan ; queriendo significar con ello que de ese pan todos tenemos derecho a comer.
La profesora nos había explicado muy bien lo que significa la sed de Dios. Que si, por una parte, los hombres estamos sedientos de él, Dios también tiene sed de hombre. Y saciando nuestra sed en ese manantial inagotable que es Dios, Dios saciaría su propia sed dándonos de beber a nosotros. Hambre de pan, porque hay mucha pobreza y mucha hambre en el llamado tercer mundo. Y a semejanza de los misioneros que abandonan su patria para ayudar a esas pobres gentes ; nosotros, con nuestra ayuda, podíamos también colaborar eficazmente a desterrar tanta miseria y tanto dolor.
Hubo una frase, entre tantas como la señorita Pepi pronunció,
que se me quedó muy grabada en la mente y en el corazón.
No nos podemos quedar con los brazos cruzados. Así
que decidimos emplear nuestras manos en dibujar murales y en dar
y recoger dinero para una causa tan justa como es la de desterrar
el hambre del mundo.
La verdad es que yo quedé contenta con lo que se hizo en favor de las Misiones. Pero pienso que pudimos hacer más. Siempre se puede hacer más. Recogimos en el Colegio 135.000 pesetas. Ese dinero se habrá juntado con el dinero de otros muchos colegios y de otros muchos chicos. Y la gente con hambre en países de Misión nos lo devolverá convertido en sonrisas. Porque les habremos hecho a ellos y a Dios felices.
Nunca había vivido yo con tanta intensidad esta fiesta del Domund. Y supongo que a muchos chicos y chicas de mi curso les habrá pasado igual. Porque una cosa es saber que existe dolor en el mundo, y otra, contar con alguien que te lo haga ver. Mejor dicho, que te lo haga sentir. Como nos lo ha hecho ver y sentir a nosotros y nosotras la profesora de Religión.
Señorita Pepi, gracias por aquella clase del pasado viernes, 18 de octubre. A buen seguro que la recordaré por mucho tiempo. Y cuando el próximo año se aproxime el Domund '97, procuraré meter en la hucha algún dinerillo más que el que tenía ahorrado en la pasada fecha. Tiene usted razón, profe : no nos podemos quedar con los brazos cruzados. Ni con las manos vacías. Acabar con el hambre de los demás siempre es urgente.
Fdo. Gema Cabezón.
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