San Juan es una pequeña ciudad al Sur del Perú, pegando con la frontera de Bolivia. Su situación orográfica es una ceja de Selva, es decir, los comienzos de la Selva propiamente dicha. Se encuentra en el Valle del Tambopata.
Allí hace 30 años se creó un colegio cuyos principios fundacionales eran la promoción de la mujer. Esta promoción solo tiene como objetivo el que se trate a las mujeres como personas, romper la discriminación por su sexo. Una anécdota que sirve para explicar esto es el hecho de que cuando nace un chico se celebra una fiesta por todo lo alto. En cambio, cuando nace una chica esto no sucede. Esto no es un hecho aislado, sino que se viene dando desde hace muchos años. La media de edad para tener el primer hijo en Perú es de 15 años.
Desde la creación del colegio, y supervisado por las religiosas de Santa María de la Providencia, sigue funcionando con el único objetivo de mejorar la calidad de vida de sus familias. El colegio en la actualidad cuenta con 400 alumnos/as.
La principal fuente de ingresos son los cítricos y el café que crecen casi solos en la selva, aunque llegar hasta ellos y dejarlos cerca de la carretera para ser llevados a núcleos urbanos es una obra faraónica.
Las familias son numerosas, una media de 8 hijos. Los medios económicos existentes son nulos. Un día normal comienza a las 6 de la mañana con la salida del sol. Para desayunar un plato de arroz acompañado de un mate (infusión de alguna planta). Claro que la leche, carne, azucar y alimentos imprescindibles para el crecimiento de los niños son un bien inalcanzable para ellos. Al colegio algunos niños llegan después de 2 horas de andar por caminos de tierra y barro. En el colegio se ofrece a los alumnos alimentos recibidos de Europa y EE.UU. para satisfacer estas carencias. Se intenta enseñar a los niños hábitos de higiene básicos, a leer y escribir y algunos oficios que les sirvan el día de mañana a ganarse la vida.
En este mismo colegio Manos Unidas de Guadalajara ha realizado un proyecto de 14.000.000 de construcción de 8 nuevas aulas.
No hay luz, sólo 2 horas que produce un generador de gasolina, con lo que la energía eléctrica es mínima. Al igual que con otras muchas cosas, el agua no está canalizada, aunque es muy abundante en esa zona.
La ayuda recibida de los países ricos del primer mundo sirve a veces para salvar vidas. Este es el caso de este niño que aparece al lado de nuestro compañero Javi, que salvó su vida gracias al dinero de un misionero francés que financió la operación, viaje y estancia en Lima. Su enfermedad, una infección en un gánglio, que aquí en España no tiene mayor complicación, siempre claro con la supervisión médica y correspondientes medicinas, allí puede y suele ser mortal.