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Sobre Tus amigos nunca te harían daño de Santiago Roncagliolo.Tus amigos nunca te harían daño es una obra divertida y reflexiva. Un grupo de amigos se reúne para despedirse de uno de ellos, que quiere dedicarse al sacerdocio. Sexo, vocación, drogas, amistad y otros temas se ponen en juego con humor y franqueza en esta comedia de enredos.
El escenario es el interior de una casa transversalmente cortada. Los personajes están al centro, en la sala y además vemos el baño, una cocina con una mesa y una habitación. La acción transcurre en tiempo real en esos ambientes. La iluminación marca los cambios de escena. Se abre el telón y seis amigos de unos ventidós años están bailando, bebiendo y celebrando. Cada uno baila según su personalidad. Toto es provocativo y no pierde oportunidad de meter mano amigablemente. Mario baila con tranquilidad y cierta distancia. Claudia es coqueta y Mariana, más bien tímida. Beatriz es algo neura pero básicamente alegre y su novio, Alejandro, absolutamente rígido. Termina la canción. Toto: ¡Salud! Por los futuros (A Mario) ¿Cuántos años son? Mario: Cinco. Cinco años. Toto: Por los futuros cinco años de castidad, pureza, buenas costumbres y no sé qué huevadas más que se va a hacer Mario o... por nuestra última oportunidad de convencerlo de que (A Mario) ¡No lo hagas por favor, piénsalo! Todos:(Riendo) ¡Salud! Claudia (A Mario): Yo no sé cómo vas a aguantar, Marito. Lo que es yo, no duraría ni veinte minutos ahí. Mario: Así es la vocación. Uno no la escoge, ella lo escoge a uno. Alejandro: ¿Y de qué se trata tu vida ahí? ¿Qué vas a hacer? Mario: Estudiar, meditar, un poco de trabajo pastoral, vida en comunidad... Toto: No juerguear, nada de acostarse tarde, prohibido el alcohol y las drogas, no decir lisuras... Alejandro: Ningún trabajo productivo... Claudia: Nada de sexo... Toto: Bajo ningún concepto y de ninguna tendencia. Beatriz: Ni compañía femenina... Toto: Salvo la de Nuestra Señora de los Desamparados Sexuales... Mariana: Nada de amor. Todos miran algo desconcertados a Mariana y ella mira con tristeza a Mario Toto: Bueno, pero estamos hablando de cosas importantes. Mario: Es importante. Y sí hay amor. Se trata exclusivamente de eso. Amas a los compañeros con que vives, amas a la gente a la que ayudas... Toto: ¡Qué asco! ¡Qué promiscuidad! Beatriz: Ya no jodas, Toto. A mí me parece una decisión muy bonita y muy valiente. Se trata de entregar tu vida a los demás. Mario (Amigable): Gracias Beatriz, pero ya estoy bastante acostumbrado a los comentarios patanes de este huevón. Toto (Abrazándolo): No sólo eso. Este huevón es tu mejor amigo, conchatumadre (lo besa y los demás se ríen) y te quiere. Y por eso, por mi gran respeto a tus decisiones y mi absoluto apoyo a la libre opción, te voy a poner a prueba. Escúchame bien: te juro que esta noche no vas a salir de mi casa sin haber conocido todas las cosas que te vas a perder ahí encerrado entre hombres con falda. Y una vez que las conozcas, si mantienes tu decisión, será una decisión consciente, sólida, eterna. Tu fe habrá pasado la prueba y yo no te volveré a molestar. Si no, si al cabo de la noche te arrepientes y no vas mañana ni nunca al seminario, te habré salvado de las garras de Nuestro Señor y nunca más se te ocurrirán esas ideas enfermas de meterte a cura. Mario: ¿Y yo debería agradecerte eso? Toto: Eso y una inolvidable despedida con tus amigos. ¡Primera prueba: el alcohol. Hay más hielo y limón en la cocina! Mariana (Algo ansiosa): Te acompaño a traerlo, Mario. Mario: Claro, vamos.
COCINA Mario (Asomándose al refrigerador): Qué ladilla es Toto, ¿no? Mariana: Se está haciendo el duro porque te quiere mucho. Le da pena que te vayas. Mario (Saca hielo): Sí pues, ya no nos vamos a ver tanto como antes. Sólo me van a dejar salir algunos domingos. Mariana (Nostálgica): No es el único que está triste. Mario (Saca limón): Bueno, ni que me estuviera muriendo. Mariana: Claro. Si es tu decisión, no hay nada que hacer. Yo lo que quiero es verte feliz (Tiernamente coqueta, le toca la mejilla). Es lo único que me importa. Mario (Saca el cuchillo y le sonríe): Qué bueno que comprendas. Ella lo mira ansiosa mientras él corta los limones. Mariana: Mario, yo quería hablar contigo un ratito. Mario (Deja el hielo y el limón y la mira cariñoso): Yo también. Quiero darte las gracias de nuevo, por lo de la vez pasada. Para mí fue más importante de lo que te puedas imaginar. Fue lindo. Mariana (Tierna): Para mí también. Se quedan mirando unos segundos. Él sonríe beatífico. Ella sonríe nerviosa, parece que quisiera besarlo pero él no se da por enterado. Mario (Agarrando las cosas): Bueno, ya está todo ¿No? Mariana: Mario... Mario voltea y ella no dice nada. Mario: ¿Qué? Mariana duda. Mariana: No quiero que te vayas al seminario. Mario deja las cosas y la mira a los ojos.
SALA Alejandro: Estudias, te enamoras, trabajas y te casas. Luego tienes hijos y ellos hacen lo mismo. Eso es una vida normal. Beatriz (Irónica): Qué idealista eres, cariño. Qué tierno. Por eso te quiero. Alejandro: ¡Es cierto! Lo demás son sueños de adolescente. ¿Qué más podrías pedirle a la vida, qué más podrías sacarle? Claudia: Plata, pues, cholo. ¿Si no, cómo? Alejandro: La plata viene con el resto. Toto: Intensidad, acción, juerga. Alejandro: Para eso está la tele y los patas. Son menos arriesgados. Beatriz (Fastidiada): Un enamorado con sentimientos, capaz de comprender que los demás también tienen sentimientos. Alejandro: Todos tenemos sentimientos. Si dejas que te dominen te vuelves cura, artista o drogadicto. Si sabes dominarlos te vuelves un hombre de éxito. Si dejas que otro los domine te vuelves una buena esposa. Beatriz (Ácida): Ja, ja, qué gracioso. Claudia (A Beatriz): Yo que tú, lo pongo en su sitio de un par de cachetadas. (A Alejandro) Te diré que tu faceta "macho latino" está completamente out, mi amor. Alejandro: Muy sofisticada serás tú. Claudia: Ay, hijito, a tu lado el Capitán Cavernícola es el Príncipe de Gales. Toto (Abrazándola): Nadie con mi finura y gallardía. Claudia (Soltándose): Nadie, Totito, nadie ha caído tan bajo aún. En este grupo sólo hay un caballero de verdad, y se va mañana. Toto: Mario sólo se va a ir si se lo permitimos. Porque yo tengo la esperanza de que esta noche morirá un cura y nacerá un huarapero hecho y derecho, carajo. Beatriz: Tú insistes, ¿no? Toto: Bea, conozco a Mario desde que teníamos diez años y me decía que no les escupa a los carros por la ventana de mi cuarto. Desde entonces he tratado por todos los medios de encaminar a ese muchacho y él ha persistido en su mala costumbre de ser un pan de Dios. Pero yo sé que en el corazón de ese puro y casto seminarista hay un pendejo de siete suelas esforzándose por salir. Y esta noche, Beatriz, antes de que sea demasiado tarde, yo lo voy a sacar. Alejandro: ¿y tú crees que se va a poner esta noche a hacer todo lo que no ha hecho en veintidós años? Toto: Justamente esta noche, sí ¿Tú crees que está seguro de lo que hace? Por favor, Alejandro: ¡Tiene veintidós años! El pobre no ha vivido nada y está a punto de dejar la vida para irse de monja. Está aterrado y sabe que ésta es su última oportunidad de saber lo que se pierde. Un par de tragos, lo convencemos de meterse otro par de cualquier otra cosa... Beatriz: Qué frío eres, Toto. Qué poco comprensivo. Toto: ¿Por qué? ¿Acaso no le estoy haciendo un bien? ¿Acaso no tiene que conocer todas las posibilidades para tomar una decisión consciente y verdaderamente libre? Tú no sabes lo que son capaces de hacer los curas para lavarte el cerebro. A mi primo lo llevaban a jugar fulbito, a comer pollo, le hablaban huevadas, espirituales... Como lo adoctrinaron desde el colegio, nunca conoció nada diferente. Cuando por fin salió y pudo conocer otras personas y otras experiencias, ya estaba lleno de prejuicios y no podía simplemente relajarse, pasarla bien. Todo lo juzgaba y lo reprobaba. Creo que lo agarraron con lo de su familia. El tío se largó un día con la mejor amiga de su esposa. Te agarran por ahí, pues, por tu punto débil, por lo que te hace sentir mal. Y ya no te sueltan. Beatriz: (Irónica) Sí, y si no comes te mandan al cuco. Claudia: No, eso es cierto. El primo de Úrsula también se metió. Había terminado con su enamorada y estaba deprimido. Empezó a salir a veces con unos sodálites, creo. Dijo que había encontrado amigos ahí y se quedó. Y él era un chico gringuito, lindo, economista, que se habría casado con quien él escoja. Pero lo engatusaron, pues. Medio mañosos deben ser esos curas. Siempre les gustan los chicos lindos, blanquitos. Toto: ¿Ya ves? Si te pones a pensarlo, le estoy ofreciendo la salvación. Alejandro: Bueno, ¿Y qué vas a hacer? ¿Le vas a meter pastillas en el trago? Toto: Buena idea ¡O le pedimos inocentemente que fume un cigarro con sorpresita! Risas Beatriz: Ni se les ocurra hacer eso mientras yo esté en frente. Toto: Es una broma pues, Beíta. Tranquila. Nadie va hacer nada que Mario no acepte voluntariamente. Nadie lo va a forzar a nada. No se trata de obligarlo sino de conscientizarlo. Claudia: Me parece que te estás olvidando de un pequeño detalle, Totito: Sex, my darling, sex. Porque salvo que tú te acuestes con él, no sé cómo se va a enterar de lo más importante que se pierde. Toto: Se va a enterar, Claudita, se va a enterar. Es más, si tomamos en cuenta lo que se demora ahí adentro con Mariana, yo creo que ya se está enterando.
COCINA Mario: No me estoy yendo para siempre, Mariana. Nos vamos a seguir viendo de vez en cuando. Mariana: Pero está lejos, y ya no nos vamos a encontrar en la universidad, ya no vamos a tomar cafecito ni chelas ni me vas a aconsejar... Mario la abraza. Ella corresponde con los ojos cerrados. Mario: Lo único difícil de todo esto es dejar a mis amigos, Mariana. Por favor, no lo hagas más difícil. Mi decisión es firme. Tal vez no es fácil de entender pero se trata simplemente de ser una buena persona y vivir de eso. Nosotros somos amigos y no vamos a dejar de serlo porque yo me vaya. Mariana: Lo siento. De verdad. No quise molestarte. Mario: Olvídalo, no es ninguna molestia. Al contrario. Yo también me siento así a veces. Mariana: ¿Y cómo haces para no sentirte así? Mario: Pienso que voy a tener una vida diferente, que voy a tener amigos aquí y allá, que algún día los casaré a todos ustedes y bautizaré a sus hijos... Mariana: ¿Tú crees que Toto se case algún día? Mario: Sí, claro. Pasarán algunos años, se enamorará, se le dormirán un poco las hormonas y sentará cabeza. Mariana (Sonríe más tranquila): Tienes razón. Tú siempre tienes razón. Lo abraza Mario: Bueno, creo que es hora de regresar ¿No? Antes de que empiecen a pensar mal. Mariana: Mario... Mario (Agarra las cosas): ¿Sí? Largo silencio. Mariana: Estoy embarazada. SALA Toto: Están tirando. Definitivamente. Beatriz: Ay, Toto, por favor. Qué mente cochambrosa tienes, oye. Toto: Perdón, madre Teresa, no quise ofenderla. Es sólo que son un hombre y una mujer solos en una habitación con una cómoda mesa durante mucho tiempo ¿Qué crees que están haciendo? ¿Buscando el limón? Claudia: No seas iluso. Te apuesto que están rezando un rosario o cualquier cosa de esas. Mariana tampoco es precisamente una máquina sexual. Toto: Puede ser. Pero sea como sea, esos dos fueron a buscar tragos y yo necesito otro trago y los tragos están en la cocina. Así que voy a tener que entrar a buscar lo que ellos no traen. Beatriz: ¡Déjalos en paz! Claudia: Sí, Toto, no hagas huevadas. Mejor fíjate desde la puerta. Beatriz: Ni hablar. Toto: Qué ¿No te quieres enterar tú? Beatriz: ¿Enterar de qué, oye? Deben estar conversando de algo privado, simplemente. Toto: Mariana quiere con Mario, está clarísimo. Desde hace años que le gusta pero es incapaz de mandarse. Alejandro: Eso es cierto. Lo mira con unas ganas... Beatriz: ¿Y tú cómo sabes cómo mira Mariana cuando tiene ganas? Claudia: Ay, Beatriz, es cuestión de instinto. Toto: Bueno, esta discusión es una cojudez porque no hay ninguna prueba. La única manera de resolverla es entrar ahí y sorprenderlos in fraganti conversando, tirando o rezando un rosario. Y yo creo que es la hora de la verdad. Todos miran hacia la puerta.
COCINA Mario (Asustado): ¿Estás segura? Mariana (Malhumorada): No, Mario. Lo digo para ver qué cara pones, nomás. Mario (Vacilante): Perdón, no te molestes... Yyyy... ¿De quién... crees... que sea? Mariana: ¡Mario! Mario: Perdón. Yo sólo pensé que tal vez... Mariana: Prefiero no saber lo que pensaste, gracias. Mario (Aturdido): No sé qué decir. Mariana: ¿Qué te parece si me preguntas cómo me siento o si todo está bien o demuestras siquiera un poquito de preocupación por una amiga? Mario: Pero Mariana, no entiendo... Mariana (Enojada): Yo sí entiendo. Entiendo que no eres quien yo creía que eras, todo lindo y sensible. Me decepciona que seas tan mezquino como cualquier otro imbécil. Qué cojuda he sido, carajo. Toda tu cursilería es pura pantalla. Mario (Patético): Pero si... Mariana (Furiosa): Pero si nada, Mario. Yo no quiero interferir en tus planes ni estorbar tus decisiones. Tú eres libre, pero me pareció que deberías saberlo. Eso es todo (Sale). Mario (Desconcertado, al público): ¡Pero si me puse condón!
SALA Mariana entra furiosa y empuja a Toto, que se acercaba a oír. Toto: ¡Ya estás aquí! Bueno, el muchacho ha sido un poco rápido pero eso es cuestión de práctica... Mariana: ¡No seas imbécil, Toto! Va al baño y Claudia va tras ella reprochándole con gestos a Toto. Él se encoge de hombros. Silencio incómodo. Alejandro: Aaaah, yyy ¿Viste el partido de Boca, Toto? Beatriz: ¡Alejandro! ¿Podrías ser un poco más amigo de tu amigo y ir a ver qué ha pasado? Alejandro: ¿Yo? ¿Y por qué quieres que vaya yo? Beatriz: ¡Alejandro, por favor! Alejandro quiere decir algo más, los mira a ambos con impotencia, pero va a la cocina. Toto (Sentándose coquetamente al lado de Beatriz): Así que... al fin solos.
COCINA Mario está todavía parado con cara de no entender nada. Alejandro: ¿Te sientes bien? Mario (Ido): No. Alejandro: Ah ¿Quieres una aspirina? Mario: Preferiría un vaso de arsénico. Alejandro: ¿Crees que Toto tenga un poco de eso en el bar? Mario (Por primera vez mirándolo): Olvídalo, Alejandro. No te preocupes. Me siento bien. Alejandro: ¿Seguro? Mario: Sí, no hay problema. Pausa incómoda Alejandro: Mario, yo quería hablar contigo un ratito, si no te importa. Mario (resignado pero solícito): Claro ¿De qué quieres hablar? Alejandro: De hembras. Mario (Bajito): Puta madre.
BAÑO Mariana está sentada con la cara entre las manos. Claudia está frente a ella en cuclillas. Claudia: ¿Que estás qué? Mariana: Lo que oíste. Claudia: Bien calladito te lo tenías ¿Ah? ¿Y quién es el papá? Mariana: Eso no te lo puedo decir todavía, Claudia. Claudia: ¿Está en esta casa? Mariana vacila y rehuye la mirada de Claudia Claudia: Sí está ¿Quién es? Toto, seguro, el muy puto. Mariana: No te lo voy a decir. Sólo te puedo decir que la idea no le gusta nada. Y a mí tampoco. Claudia: ¿Y qué van a hacer? Mariana: ¡No sé, carajo! Claudia: Yo puedo conseguir el teléfono de un doctor si quieres abortar. Mariana: Ay, Claudia ¿Qué estás diciendo?¿Estás loca? Claudia: Ay, Mariana ¿Qué te pasa? ¡Ni que fuera qué cosa! Mariana: ¡Matar a un hijo, Claudia! ¿Te parece poco? Claudia: Esos son rollos de colegio de monjas, pues cojuda. Todavía no es un hijo, es un montón de células del tamaño de una cucaracha. Y no las matas, sólo las retiras de tu útero. No es por ser insensible ¿No? Yo entiendo que es difícil pero es cuestión de valorarte. Tú tienes derecho a decidir sobre tu cuerpo y no deberías dejar que te chantajeen con la culpa. La culpa te hace daño, Mariana, te carcome por dentro, te frustra. Mariana: Ya, tal vez tienes razón pero de todos modos él no va a a querer algo así. Jamás. Ni cagando. Claudia: ¿Y a ti qué te importa lo que él quiera? ¿Acaso te pidió permiso para hacer un hijo? Te va a hacer dejar la universidad, seguro ¿Te vas a poner a trabajar después? Si no terminas la carrera de un tirón no la vas a terminar nunca, Mariana ¿Vas a permitir que una canita al aire te arruine la vida a ti? Porque te la va a arruinar a ti solita, no a él. Él va a seguir haciendo lo que quiera, dándose la gran vida de soltero mientras tú te quedas en la casa a atender al niño y lavar pañales ¿Eso quieres? ¿Que se vaya de putas mientras tú le cuidas al niño? Mariana (Vuelve a hundir la cara entre las manos): Mierda.
SALA Beatriz: ¿Qué le habrá pasado a Mariana? Toto: Seguro le ha dado la llorona por despedir a Mario. Beatriz: ¿Tú crees? Se veía más grave. Toto (Fingiendo un bostezo y rodeando con el brazo a Beatriz): Bueno, es una chica sensible... (Mirándola como si se la fuera a comer) A propósito, ¿Cómo está tu sensibilidad hoy? Beatriz: Toto ¿Te parece momento para bromas? Toto: ¿Cuál broma? Yo te estoy abrazando en serio. Beatriz: No sé si lo has notado pero mientras tú te las das de galán de video chicha, tu reunión está resultando un desastre. Toto: En primer lugar, no es mi reunión; es la despedida de Mario. Y en segundo lugar, no creo que sea un desastre. Es sólo que todo el mundo está sensible hoy (Se le acerca) ¿Tú no te sientes sensible? Beatriz: Lo único que siento es que tus amigos te importan un carajo. Toto (Airado): Eso no es cierto, Beatriz, y no quiero que lo repitas. Nada me importa más que mis amigos. Son lo único que tengo ¿No te das cuenta? Tú tienes a Alejandro, Mariana tiene a Claudia, Mario tiene a sus curas del seminario y a su Dios... pero yo, en realidad no tengo a nadie para mí. Yo sólo quisiera que Mario se quede, que todo siga siendo igual, que vayamos todos al cine y a chupar. Tal vez eso es egoísmo. (Se pone digno) Yo creo que es amistad. Beatriz (Comprensiva): Toto, no digas eso, tú nos tienes a nosotros. Somos amigos, siempre vamos a serlo. Pase lo que pase. Toto (Triste): No, no lo creo. Vamos a vernos por un tiempo más y luego se va a acabar la universidad, cada uno va a conocer gente en su trabajo, en su vida propia... y nos encontraremos de vez en cuando en reuniones sociales y no tendremos nada de qué hablar. Y sabremos que estamos viejos porque sólo nos quedará recordarnos. Beatriz: No. Tú y yo siempre tendremos algo de qué hablar. Toto: Qué bonito que digas eso, Beatriz. (Conmovido) Gracias por ser tan especial. Se abrazan y Toto sonríe pendejamente.
COCINA Apoyados contra la mesa, Mario y Alejandro conversan y beben. Mario: ¿Y por qué quieres hablar de mujeres conmigo? Me parezco la persona menos indicada. Alejandro: ¿Y con quién más? Toto lo único que me va a decir es (Imitando a Toto) "ábrele las piernas y dale duro, hermano". Además, tú siempre has sido el maduro del grupo. Y lo que quiero es hablar de una relación más madura ¿Entiendes? Mario: Beatriz. Alejandro (Asiente con la cabeza): Las cosas no están funcionando muy bien, Mario. A veces me da la impresión de que somos demasiado diferentes, de que tenemos metas tan distintas, mundos tan opuestos... Todo el día discutimos por cojudeces. Si vamos al cine, yo quiero ver El Destripador del Futuro y ella prefiere mariconadas tipo Beso Francés. Si salimos a comer, yo quiero hamburguesas y ella, comida vegetariana ¡Odio la comida vegetariana, Mario! Sabe a planta, cuando sabe a algo. Hasta cuando no salimos, peleamos por el control remoto de la tele o porque me pongo celoso. Sí soy celoso, pues huevón, porque me jode que un cojudo por la calle se ponga a mirarla y que ella le responda la mirada. Pero ella dice que no, que son imaginaciones mías. Mario: ¿Has hablado con ella de esto? Alejandro: Sí, varias veces. Mario: ¿Y? Alejandro: Todas han acabado en bronca. Mario: El amor es más fuerte que cualquier diferencia, Alejandro. Pero tienes que chambearlo. Si la quieres de verdad, ten un poco de paciencia y confianza simplemente. Alejandro: ¡Pero es que me exaspera! Siempre anda diciéndome que soy un insensible, que soy un torpe. Yo sólo soy una persona realista, pues. Me gusta tener los pies bien puestos sobre la tierra. Es ella la que siempre está pensando en las musarañas. Mario: Ustedes se pelean porque son diferentes. Eso es bueno, de eso se trata. Alejandro (Confundido): ¿Ah, sí? Mario: ¡Claro que sí! ¿Preferirías estar con alguien exactamente igual a ti, que fuera a los sitios a los que vas, viera tus programas de televisión, comiera lo que a ti te gusta? Sería aburridísmo, Alejandro. Alejandro: Sí ¿No? Mario: Cuando amas, ves en la otra persona lo que a ti te falta. Eso es lo que amas, lo que tú no eres pero ella sí. Su sensibilidad, sus gustos, sus preferencias. Ella es la parte de ti que te falta y viceversa. Alejandro: Sí, bueno, pero... Mario: ¿Pero qué? Alejandro (Tímido): Es que... Mario: ¿Pasa algo más, Alejandro, que no me quieres contar?
BAÑO Mariana: ¿Sabes lo que más me duele? Que yo tenía una imagen linda de ese chico, creía que él era diferente. No sé por qué, pensé que esta podría hasta ser una buena noticia para él. Pero después de decirle su reacción ha sido horrible, cobarde, y no sé qué pensar ahora. Claudia: Piensa que es un ser humano y, como todos, tiene ganas de tirar pero no de tener hijos. La gente la mayoría de las veces no es como uno cree sino como la situación la hace ser. Y uno no es el mismo si es ocasión de hablar bonito que si es momento de huir. No te sientas mal por eso. Mariana: Pero sería muy dulce ¿Sabes? Vivir con tu bebé y el hombre que quieres. Claudia: Eso lo dices porque no lo has hecho. A la hora de la hora ya te quiero ver levantándote a las tres de la mañana porque berrea el niño, trabajando, estudiando y cuidando la casa al mismo tiempo ¡Vives en la luna, Mariana! Mariana: Eso quisiera. Peor que la Tierra no puede ser. Claudia: Vamos afuera. Necesitas un trago. Mariana: No. No necesito un trago... Claudia: Pero yo sí.
COCINA Mario: ¿Qué pasa? ¿Qué te incomoda? Alejandro (Tras dudar unos segundos): Nada, nada. Beatriz y yo ya llevamos tres años juntos ¿Sabes? Yo creo que nos vamos a casar ¿Con quién si no? Mario: ¿Y te hace ilusión casarte? Alejandro: Creo que sí. Sí. Mario: Entonces la amas. No hay nada que hacer. Felicitaciones. Alejandro: Gracias, Mario. Ahora mismo voy a sacarla para decirle todo lo que me has dicho. Sabes mucho de hembras para querer ser asexual. Mario: Casto, Alejandro. Se dice casto. Alejandro: Eso, pues ¿Vamos afuera? Cogen el hielo, el limón y salen. SALA Al entrar se encuentran cara a cara con Mariana y Claudia, que acaban de salir del baño. Mario busca la mirada de Mariana. Ella lo desprecia con los ojos. Toto sirve tragos. Toto: Todos reunidos de nuevo, qué milagro. Esto era una fiesta ¿Se acuerdan? Claudia: Es que Marito había tomado la cocina como cuartel general. Mario: Sí, es que... quiero despedirme personalmente de cada uno de ustedes. Es... más fácil expresarse así, en privado. Es más íntimo. Alejandro: Bueno, pero yo te quiero decir en público que eres un amigo excelente, que voy a extrañar tus consejos, tu generosidad, tus reflexiones... ¡Salud, pues, carajo! Brindan todos, Mariana sin entusiasmo y Alejandro mirando a Beatriz. Beatriz: ¡Que hable, que hable! Mario (Tímido): Bueno, yo no sé qué decir. Se sonroja. Todos menos Mariana: ¡Que hable, que hable! Mario: Quiero decirles que estoy muy emocionado, que aunque esté lejos siempre me voy a acordar de todos ustedes, de las cosas que hemos vivido juntos, que yo recuerdo mejor porque siempre he sido el único sobrio (Risas)... Toto: Pero esta noche no te salvas, ya sabes. Mario: Especialmente voy a recordar esta despedida. Hemos andado juntos varios años, con Toto más todavía, y espero que ustedes sonrían al acordarse de mí con el mismo cariño con que yo sonreiré al acordarme de ustedes, y que nos veamos de vez en cuando, cuando yo venga a Lima. Toto (Llorando en broma): ¡No te vayas, Marito, no te vayas nunca! Risas. Mario: Bueno, salud con todos. Toto: Hasta el fondo ¿Ah? Mario: No, no te pases. Toto: ¡No te pases tú! ¿Cómo es posible que seamos tan patas y nunca te hayamos visto borracho? No, compadre, de aquí sólo se sale gateando. Claudia: Sí, pues Marito. No puedes hacernos este desaire. Hasta yo me la he pegado un par de veces. Y tú sabes, Marito, que yo soy ante todo una dama. Toto: Una dama de compañía, serás. Claudia le da un manotazo. Alejandro: Bueno, te vas a secar el trago, ¿sí o no? Mario: Está bien, pero sólo por ser una ocasión especial. Mario se concentra en el trago, se lo empieza a beber ante la mirada atenta de todos. Se lo seca y lo aplauden mientras pone cara de haber bebido ácido muriático. Alejandro: Bueno, no hay fiesta sin música ¿No? Toto: En mi cuarto hay más, yo traigo. Alejandro: No, yo voy. Acompáñame, Beatriz. Beatriz: ¿Qué? ¿Pesan mucho los cassettes? Alejandro (Autoritario): Tú acompáñame. Beatriz: Ya, está bien, tranquilo. Salen al cuarto. Claudia: Va a haber bronca, creo. Últimamente, esos dos están amargados todo el día. Toto (Interesado. Se diría más, arrecho): ¿Sí? Claudia: Que si salen, que si no salen, que si tienen hambre, que si no... Creo que se pelean hasta por el pronóstico del clima, oye. Toto: Es que el amor es un asco. Sólo sirve para sacarse los ojos. La gente debería evitar enamorarse, es una cuestión de respeto al prójimo y salud mental. Mario: Cómo hablas huevadas, Toto. El amor es lo más sublime que se puede experimentar, lo más puro. Toto: Yo lo más puro que he experimentado es una rica coca que me vendieron la vez pasada y estaba para chuparse las aletas nasales. Claudia: Ay, Toto, eres un cerdo drogadicto. Mario: La coca te puede estimular pero es falso ¿Entiendes? Cuando se pasa el efecto, se acabó. Toto: No es cierto. Siempre puedes comprar más. En el peor de los casos nunca falta alguien que te invite. Y además, con el amor pasa la misma huevada. Y es peor, porque la coca se queda tranquilita en el bolsillo sin fastidiar a nadie, pero la mujer quiere que le hables. Mario: El amor está más allá de lo que puedes comprar y vender, es algo eterno ¿Qué cosa eterna te podrías comprar? Mariana: ¿Te parece eterno, Mario? ¿Te parece que cuando alguien actúa por amor va a seguir haciéndolo aunque la situación le sea adversa? Toto: ¡Vaya, habla! Yo pensé que ya estabas borracha y medio dormida. Mariana: ¿Por qué no respondes? ¿Te parece que es para siempre? Mario: Bueno, yo voy al seminario por amor, y creo que será para siempre. Mariana: Pero eso es amor abstracto. A Dios no lo tocas ni lo ves ni sales con él. En cambio, a las personas las conoces, les hablas, les descubres manías, defectos, mentiras ¿El amor entre las personas es igual? Mario: En el caso de Alejandro y Beatriz creo que puede serlo. Yo justo estuve en la cocina hablando con él y le di algunos consejos. Claudia: ¿Tú lo aconsejaste? Mario: Sí. Claudia y Toto: Va a haber bronca.
CUARTO Alejandro termina de sacar discos de una caja. Beatriz está parada atrás de él. Alejandro: U2: ¿Qué te parece? O sacamos algo más bailable. Aquí hay uno de Joe Arroyo. Beatriz (Fastidiada): Saca lo que quieras, Alejandro. Alejandro: ¿Qué te pasa? Beatriz: Nada. Alejandro: No es cierto ¿Qué tienes? Beatriz: Nada, ya te he dicho. Alejandro: Oye, dame un beso. Beatriz: Alejandro, no es momento ¿No crees? Después de todo lo que has dicho sobre lo que te parece una vida normal y una esposa... Alejandro:(Conciliador, paternal, tratando de imitar a Mario) Tranquila. Nos peleamos porque somos diferentes, Beatriz. Beatriz: ¡Bravo, que descubrimiento! ¿Por qué no te pones a buscar América? Alejandro: No, pues. Eso es bueno, digo. Beatriz: ¿Qué cosa? ¿Pelearnos te parece bueno? Alejandro: No, o sea (Vacilando) ¿A ti te gustaría que yo fuese a ver las mismas películas que tú o que me ponga a leer? Beatriz: ¡Claro que me gustaría, orangután! Para que te informes un poco, para que salgas alguna vez con mis amigos. Alejandro: Beatriz, no estás colaborando. El amor es algo que hay que chambear... Beatriz: ¿Me estás diciendo difícil? Alejandro: Estoy tratando de decirte que tú eres todo lo que yo no soy, tienes todo lo que yo no tengo... Beatriz: Ah, ahora resulta que tu eres el fácil, el llevadero de la relación, el que todo lo soporta... Alejandro: Oye, soporto un montón de cosas, déjame decirte. Beatriz: ¿Cómo eructos, como que tu enamorado mire culos cuando está contigo, que no te paguen ni la entrada al cine, que sólo te busquen por sexo? Alejandro: Como a tus amigos, que son unos intelectuales aburridos que se pasan el día hablando de películas europeas y tomando capuccino. Seguro que eructan en francés, los putas. Beatriz: No voy a discutir sobre mis amigos, Alejandro, porque da la casualidad de que estamos en una reunión de amigos y hemos venido a pasarla bien. Me regreso. Se da vuelta para irse. Alejandro: ¿Y con qué amiguito quieres hablar tanto ahí dentro? ¿Con Toto, supongo, que está tan animado? Beatriz: Lamentablemente, Toto sólo es un bromista. Pero debería hacerlo, carajo. Debería tirar con él sólo para que dejes de celarme por nada. Se quiere ir pero él la agarra del brazo. Alejandro(Con rabia contenida): Que yo sepa nomás que te ha tocado, carajo... Beatriz(Soltándose): Pues tal vez te enteres. Sale.
SALA Beatriz sale y todos se callan de repente y la observan con curiosidad. Ella se prende un cigarrillo y, cuando les devuelve la mirada, ellos la retiran. Beatriz: ¿Qué? Toto: Nada, nada. ¿Todo bien? Beatriz:(Exaltada) ¿Qué podría andar mal? Toto: No sé. ¿Encontraron los discos? Beatriz: Sí. Alejandro se ha quedado buscando más, pero yo no sé nada de música, me da lo mismo qué escoja. Toto: Claro. Claro. La miran de nuevo mientras ella mira al techo. Cuando los mira, retiran la vista. Beatriz: ¿Pasa algo? Toto: No, no ¿Qué podría pasar? Yo sólo... voy a ayudar a Alejandro que se está demorando un montón.
CUARTO Cuando entra Toto, Alejandro está sentado en la cama con cara triste. Toto: ¿Encontraste los discos? Alejandro (Sin mirarlo): Sí. Toto: ¿Y te vas a quedar a escucharlos acá? Alejandro: No. Toto: Así que vas a salir ¿Y crees que lo harás antes de que se vaya la gente? Alejandro: Toto, no sé qué chucha hacer con Beatriz. Toto: Ábrele las piernas y dale duro, hermano. Alejandro: Eso quiero, pero no se deja. Está todo el día enojada. Toto: Tienes que hacerle cariñito, pues, Alejo. Tú eres nuevo ¿No? Alejandro: ¡Qué cariñito le voy a hacer si para de mal humor! Ya traté de hablarle... Toto: Hablarle, hablarle... ¡No pues, Alejandro! ¿Para qué vas a hablarle? Tócala nomás, acércate por atrás y pásale la mano por los hombros, por las tetas, con suavidad (Va haciendo lo que dice ante la incomodidad de Alejandro). Pásale la lengua por el oído y restriega tu cuerpo contra el de ella, luego baja la mano lentamente por el vientre hasta... Alejandro: Ya, ya, ya entendí, pero no estoy seguro ¿Y si no quiere? Toto: Si tuvieras labia, si pudieras inventar metáforas bonitas, si pudieras acariciar no sólo el cuerpo sino el alma de Beatriz con palabras que la remuevan, que la hagan vibrar por dentro, que la activen, te diría que le perfores el oído con piropos mientras la tocas. Pero como eres un búfalo sin sentido estético, mejor trata de agarrártela no más. ¿Hace cuánto que no tiran? Alejandro: ¿Por qué me preguntas eso? Toto: Para medir tus posibilidades ¿Hace cuánto? Alejandro (Dudando): Dos... semanas. Toto: ¡Dos semanas! Debe estar desesperada, lo único que esa chica necesita es una buena ver... Alejandro: Ya, ya entendí. Me la agarro de frente. Toto: Yo diría más. Tirátela. Alejandro: ¿Acá? ¿Cómo me la voy a tirar acá? Toto: En la mesa de la cocina, en el water, en la cama. Mi casa es tu casa. Tienes que ser un animal, eso es lo que está esperando. Que le demuestres cuánto la quieres como un hombre. No con palabritas ni mariconadas, sino con sudor. Con hambre. Alejandro: ¿Tú crees? Toto: No Alejandro, no lo creo. Lo aseguro.
SALA Claudia: ¿Qué estarán hablando ahí dentro, no? Beatriz: Son hombres. Sólo saben hablar de carros, fútbol y mujeres. Creo que sólo tienen tres neuronas. Mario: Gracias por lo que me toca. Beatriz: No pues, Marito. Tú no cuentas. Tú eres como una amiga más. Mario: ¿Eso fue un halago? Claudia: Sí. Tú eres un chico diferente, que piensa en cosas profundas, que no está todo el día tratando de demostrar que es un machazo, que tiene sensibilidad. Pareces una mujer, pues. Mariana: Bueno, pero aunque la mona se vista de sotana... Mario: Yo diría más bien que lo cortés no quita lo valiente. Claudia: Y yo que el hábito no hace al monje ¿No se te ha ocurrido, por ejemplo, que tus curas podrían ser una banda de viejos verdes con preferencia por los jovencitos? Mario trata de hablar Mariana: Sí, Marito, las apariencias engañan. Mario: Pero... Beatriz: Claro, puedes enamorarte de alguien pensando que es tierno, sincero, y puede resultar que en realidad sea un patán inseguro. Mario: Yo creo que... Claudia: Por eso lo mejor es no enamorarte. Sólo pasarla bien y después, antes de conocer en realidad a tu pareja, decir chau. Mario: Bueno, me parece que... Mariana: Tú mismo podrías ser diferente de como los demás piensan, al fin y al cabo, eres hombre. Podrías ser en el fondo frío y calculador, podrías ser un violador de niños pero, como hablas bonito, nadie lo sospecha. Mario: Justamente porque las apariencias engañan, no deberían generalizar de esa manera sobre los hombres. Te apuesto que mientras ustedes rajan y especulan, Alejandro y Toto están hablando de música o algo así.
CUARTO Toto: A las mujeres lo único que les interesa es una buena verga, cumplida y servicial. Tú queda bien en ese aspecto y Beatriz no te va joder por nada más. Alejandro: ¿Y qué pasa si no quedo bien en ese aspecto? Esto es sólo una hipótesis, por supuesto ¿No? No quiere decir que haya pasado, pero ¿Y si pasara? Toto: Entonces ella buscaría razones para pelear por lo que sea, de puro insatisfecha. Tienes que darle lo que se merece, pues Alejandro. Y Beatriz está pidiendo a gritos lo que se merece: que la dejes mostrarte su lado animal. Alejandro: Sí, supongo que tienes razón. Toto: Claro, dos semanas de abstinencia es demasiado tiempo, hermano. Alejandro; Bueno, en realidad ha sido un poco más... Toto: No me digas, tres semanas. Mejor, pues compadre, la agarras con más angustia. Alejandro mira al suelo. Toto: ¿Qué, más tiempo? ¿Un mes? ¿Mes y medio? Alejandro: Dos meses. Toto: ¡¿Qué?! (Solemne) Alejandro, dime la verdad ¿Te has vuelto gay? Alejandro: No, no, es sólo que nuestra relación ha estado mal... Toto: Pero Alejandro, si tu relación está mal durante dos meses, la terminas. Alejandro: Eso no, de ninguna manera. Tengo miedo, Toto. Miedo de perderla, de terminar con ella y al día siguiente darme cuenta de que he cometido un error irreparable, de desperdiciar a la mujer con la que me debería quedar para siempre... Toto: Ninguna mujer es para siempre, Alejandro. Nada es para siempre. Alejandro: ¿Y tú cómo sabes? ¿Acaso tú has vivido siempre para saber eso? Toto hace gesto de continuar la discusión pero se arrepiente. Toto: ¿Sabes qué? Tienes razón. Si así lo crees es hora de que recuperes tu destino. Y ya sabes cuál es el mejor modo. El momento ha llegado, campeón. Adelante. Alejandro: ¿De verdad? ¿Tu casa es mi casa? Toto: Tu castillo, tu palacio de orgías. Alejandro: Excelente, gracias. Yo... hasta he llegado a estar celoso de ti. Pensé que tú querías algo con Beatriz. Creo que me equivoqué. Lo siento. Toto (De buen humor): Errar es humano, tirar es divino. Ve para allá, tigre, lleva estos discos (Le da otros discos). Y no te preocupes por mí, sobre todo no te preocupes por mí... Sale Alejandro. Toto: ... porque yo me las puedo arreglar solo. Sonríe maliciosamente y sale tras Alejandro llevando unos discos.
SALA Claudia: Ya era hora, ¿no? Parece que Mario no es el único que tiene asuntos privados que atender. Alejandro: ¿Quieres buena música o quieres que saque lo primero que encuentre? Claudia: Quiero que saques algo que se pueda bailar. Toto (Entrando): Claro, algo que se pueda bailar pegadito. Claudia: Ay, Toto, ¿no puedes aplacar a tus hormonas cinco minutos? Toto: Nostalgia, mi querida Lady Di. No confundas arrechura con nostalgia. Hace muuuchos, muuuchos años, los niños de doce íbamos a las fiestas y esperábamos horas con el ojo puesto en la chica que nos interesaba... Hasta que llegaba el lento de la noche. "El" lento, porque sólo era uno en toda la puta noche. Pero ese lento lo disfrutábamos como si fuera el único de la vida porque era nuestra única posibilidad de abrazar a una mujer. Bueno, no era una mujer en realidad, sino una chibola sin tetas. Pero en esa época era lo más parecido y nos aterraba la posibilidad de que la chibola nos rechazara (Pone Kubala de Maldita Vecindad o algo más bien nostálgico). ¿Me vas a rechazar tú? Claudia: No, yo también esperaba ese momento en las fiestas. Se abrazan. Los demás se quedan mirando. Toto: Bueno ¿Van a bailar o qué? Alejandro: Claro. Se acerca a Beatriz. Beatriz: Bueno, pues. Mario se acerca dudando a Mariana. Ella lo mira con odio pero igual se abrazan. Claudia: ¿Alguna vez te rechazaron en esas fiestas, Toto? Dime la verdad. Toto: Sí, claro. Claudia: ¿Y qué pensaste? Toto: Pensé: Estúpida de mierda, ella se lo pierde. Claudia: ¿Y tú? ¿Alguna vez rechazaste a alguien? Toto: No. No hay mujer fea, sino falta trago. Claudia: ¿Y nunca has rechazado a alguien después? Digamos, porque te incomodaban las consecuencias. Toto: Claro, hay mujeres que tienen mal aliento, por ejemplo... Claudia: Sabes a lo que me refiero, Toto. Hablé con Mariana. Mariana: Haz el favor de no pegárteme mucho ¿Quieres? Mario: Mariana, esta situación es ridícula. Tenemos que hablar. No vamos a resolver nada de otra manera. Mariana: ¿Hablar de qué, Mario? Tú ya dejaste claro que mi problema te incomoda. Mario: ¿Y mi problema, qué? ¿Cómo le explico al padre superior que tuve una canita al aire? Mariana: Ajá. Así la llamas ahora. Mario: Esperé mucho por este momento, Mariana, y me costó mucho tomar esa decisión. Y cuando finalmente estoy a punto de ingresar a mi nueva vida, pasa esto. Mariana: "Esto" no te pasó. Tú lo hiciste. Lo hicimos. Y pensé que te había parecido una experiencia linda. Tú mismo lo dijiste. Claro que no tendría por qué creerte. A estas alturas ya no sé ni qué debería creer. Mario: Estás siendo injusta, Mariana. Mariana: Y tú eres un pendejo, niño bueno. Beatriz: No creas que porque bailo contigo no estoy enojada. Lo hago para no hacer escenitas en público. Alejandro: ¿Sabes qué es lo que tú necesitas? Yo sé qué necesitas... Ven, vámonos al baño. Beatriz: ¿No te parece más cómodo bailar acá? Alejandro: (Poniéndose dandy) Sabes a qué me refiero. Beatriz: No, no sé. Alejandro: Me refiero a que te voy a dar lo que necesitas. Beatriz: No me digas ¿Me vas a presentar a un chico que no tenga los modales de King Kong? Alejandro: (Seductor barato)Tal vez tú deberías tener algo de King Kong. Deberías dejar que aflore tu lado animal. Beatriz: Ya lo hice. Me enamoré de ti. Y no sé si quiero seguir haciéndolo. Alejandro: (Tirando la toalla) Haz lo que quieras, me importa un carajo. Beatriz: Supongo, ya me estoy acostumbrando. Alejandro: Igual que yo me estoy acostumbrando a tus engreimientos de niña bien. Beatriz: Si no te gustan no los tienes que aguantar, ya sabes. Alejandro: No creo que lo siga haciendo. Toto: ¿Qué crees que estén hablando Alejandro y Beatriz? Claudia: No te hagas el sordo, Toto. Te he dicho que hablé con Mariana y sé lo que tiene. Toto: ¿Lo sabes? Claudia: Sí, Toto. Y sé que es tuyo. Toto: Mi disco de Marvin Gaye, seguro. Lo tiene desde hace meses. Si quieres te lo presto después. Claudia: Ya, no tienes que ocultarlo. Los vi irse juntos de la fiesta de Literatura hace un par de meses. Toto: ¿Salí de la fiesta con Marvin Gaye? Claudia: Sigues haciéndote el imbécil y dejamos la conversación ahí. Toto: Y... la conversación que estamos teniendo ¿Es importante? Claudia: Eso depende de ti ¿No te parece importante saber que Mariana va a tener un hijo tuyo? Toto (Pensando que es broma): ¿Qué? Claudia: Niégalo si quieres, no me interesa. Pero Mariana está embarazada de alguien que está en esta casa. Beatriz y yo, como comprenderás, no somos sospechosas. Alejandro no me parece precisamente el tipo de Mariana y Mario, bueno, Mario es Mario... Adivina quién queda. (Toto se queda lelo) Mariana: Es cierta esa frase idiota de que todos los hombres son iguales ¿No? De cualquier vocación, de cualquier edad. Tienen el cerebro entre las piernas. Mario: ¿Tú crees que lo de esa noche fue dictado por mis hormonas y no por mi corazón? Qué equivocada estás ¿Por qué de todas las explicaciones tienes que escoger la más horrible? Mariana: ¿Y si no fue por eso, por qué? ¿Por amor, acaso, Mario? Dime la verdad ¿Lo hiciste por amor? Termina la canción Toto: Ya, basta de mariconadas ¡A beber! Mario: Sí, yo quiero un trago, por favor. Claudia: Ajá, has recapacitado. Toto sirve tragos. Mario: Bueno, es una ocasión especial. Toto (Ofreciéndole un trago): Di la verdad, Mario. El alcohólico dentro de ti está despertando. Mariana: Muchas cosas dentro de él han estado despertando. Toto: Uyyyy, qué declaración. No entremos en intimidades por ahora, la hora del sexo es más tarde todavía. Por ahora seguimos en la primera etapa: el alcohol. Y nuestro invitado de honor se va a secar otro vaso en este preciso momento. Mario: No, Toto ¿Qué dices? Imagínate la resaca que voy a tener mañana en el... Toto y luego todos menos Mariana: ¡Seco! ¡Seco! ¡Seco! ¡Seco! Mario: Está bien, pero sólo por ser una ocasión especial. Beatriz: No tienes que hacerlo, Mario, sólo porque estos alcohólicos te lo dicen... Toto: ¡Shhhht! No le hagas caso a esta mala influencia, Mario. Imagínate que ella es el diablito de la izquierda y yo, el angelito de la derecha. Y hazme caso, libérate. Mario duda un instante Mario: A la mierda. Se seca el trago Toto: ¡Eso! Alejandro: Así, así. Claudia: Vamos, Mario, tú puedes. Mario termina entre hurras y aplausos. Beatriz: Parecen chiquitos de quince años, oye. Mario (Un poco mareado): No Beatriz, es que esta es una ocasión especial. Beatriz: Si, ya veo. Toto: Y esa ha sido sólo la primera etapa. Ha llegado el momento de entrar a las ligas mayores. Saca un troncho de su bolsillo y lo muestra con deleite en medio del silencio general. Beatriz: Toto, guarda eso. Creo que te estás pasando ya. Mario tiene cara de asustado Alejandro: ¡Mira a la santa! Ni que fuera la primera vez que nos prendemos. Beatriz: Estoy hablando con el dueño del circo, no con el payaso. Alejandro: ¿Quieres ver una payasada? ¿Quieres que te haga una? Toto (Prendiendo el troncho): A ver, chicos, por favor, compórtense. Estamos en la fiesta de Marito. Fuma un toque y se lo pasa a Mario. Mario (Aún un poco mareado): No, Toto, tú sabes que no me gusta que estés en eso. Yo estoy borracho pero de ahí no paso, ni loco. Toto: Ese es justamente el problema, Mario. Eres demasiado cuerdo. Todo lo tienes bien piensado, todo lo haces racionalmente y nunca te equivocas porque nunca te planteas que las cosas puedan ser de otra manera. Lo que te estoy ofreciendo es sólo unos toques de locura para que tengas otra perspectiva de las cosas. Mario: Pero eso causa adicción, destruye tu creatividad, tu libertad... Toto: Oye, ¿Tú me ves cara de quemado? (Prende el troncho aspirando fuerte)¿Te parece que tengo el cerebro chamuscado o algo así? Está comprobado científicamente que la marihuana no causa adicción física. Yo llevo cuatro años fumando todos los días y no soy un adicto. Y menos vas a serlo tú, allá encerrado. Si no sabes lo que es ahora, no lo vas a saber nunca. Mario no sabe qué hacer. Busca respuestas en la mirada de los demás, pero todas sus miradas son expectantes, frías. Busca finalmente los ojos de Mariana y ella le rehuye la mirada. Mario: Oye, y esto ¿En realidad me va a hacer ver alucinaciones? Toto: Técnicamente, se va a acelerar tu sinapsis, es decir, la transmisión de impulsos eléctricos entre las neuronas. Vas a pensar más rápido (Le pone el troncho en la mano). Claudia: Lo que quiere decir es que te vas a cagar de risa. Mario, tras muchas dudas, da una pitadita. Toto: No, Mario, no es un cigarro. Jala fuerte y mantén el humo en tus pulmones todo el tiempo posible. Mario obedece y tose. Toto: Eso es, muy bien. Ahora pásalo que no es café. Claudia recibe el troncho y fuma. Todos miran a Mario con expectativa. Mario: Pues, la verdad, no es que haga un gran efecto... Alejandro: Tienes que esperar un ratito. O tal vez no pase nada, porque las primeras veces no pasa nada. Mariana: O tal vez te pases de vueltas, vomites, te desmayes, y mañana no puedas llegar al seminario. Claudia le pasa el troncho a Beatriz. Ella fuma. Beatriz: Yo una vez probé stone-apple ¿Han probado? Le haces un hueco en L a la manzana, pones el troncho en un extremo y fumas por el otro. Sale con sabor a fruta, más rico. Toto: Yo tengo manzanas, podemos hacerlo ahora si quieren. Beatriz: ¡Sí! ¡Sí! ¡Hay que hacerlo! Toto: Las manzanas están sobre la refri. Tráete una. Lávala nomás. Beatriz: Ya. Le pasa el troncho a Alejandro y sale. Alejandro fuma. Alejandro: Está buena ¿Ah? ¿Es skan? Toto: Por supuesto, yo agasajo a mis amigos con lo mejor. Alejandro (Pasándole el troncho a Toto): ¿Te acuerdas cuando fumamos en el parque cerrado, por la casa de Mario? Claudia: Yo me acuerdo. Con la guitarra. Toto: Y el patrullero ¿Te acuerdas? Todos se ríen menos Mariana que no entiende y Mario, que sólo mira al frente con cara de embobado. Mariana: Yo no estaba ¡Cuéntenme! Alejandro: Teníamos la guitarra del hermano de Claudia y un pacazo así de hierba. A veinte metros de nosotros había unos chiquillos jugando fútbol. Y nosotros en medio de una nube de humo. En plena fumeta, aparece un patrullero ¡Conchasumadre! Ahora sí que nos cagamos. Y el conchudo de Toto guarda el paco en el cajón de la guitarra y se pone a tocar canciones cristianas. Ríen todos menos Mario que continúa mirando embobado. Toto le pasa el troncho a Mariana. Mariana: ¿Y ustedes qué hicieron? Claudia: Cantamos "Jeeesucristo, Jeeesucristo, Jeeeesucristo, yo estoy aquí". Mariana: ¡Anda! ¿Y los policías? Toto: Ni nos miraron los huevones. Pero botaron a los futbolistas por malograr las plantas. Se ríen. Mariana le pasa el troncho a Mario, que ni siquiera se da cuenta. Mariana: Mario, te lo estoy pasando. Mario: ¿Ah? ¡Ah! Oye, esto no me hace nada. Todos se ríen otra vez, a carcajadas. Beatriz (Desde la cocina): Toto ¿Dónde están las manzanas? Breve silencio y todos se vuelven a reír. Toto: Arriba de la refri. Beatriz: No están ni arriba ni abajo ni en la despensa. Toto: Ya voy, te ayudo.
COCINA Beatriz: ¿Dónde guardas la fruta, oye? ¿En el basurero? Toto: Deberían estar encima de la refri. ¿Te has fijado en el cajón de abajo? Beatriz abre la refri y se agacha hacia el cajón. Toto le mira el culo. Beatriz: Nada. Ya no importa, vamos nomás. Toto: ¿Y si nos quedamos aquí... para conversar? Beatriz: ¿De qué? Toto: No sé (La rodea con el brazo). De nosotros. Beatriz (Se suelta): Ay, Toto, sigues con tus bromas. Toto: No. Tú sigues llamando bromas a mis esfuerzos desesperados. Beatriz: ¿Y por qué te esfuerzas? Toto: Por conocerte. Beatriz: Me conoces muy bien, como todos mis amigos. Toto: ¿Por qué tengo la sensación de que eso no es cierto? Beatriz: Eso deberías responderlo tú. Toto (Mirándola fijamente): Estás triste, Beatriz ¿Por qué lo ocultas? Beatriz (Bajando la mirada): ¿De qué estás hablando? Toto (Acercándose): ¿No estás triste? Beatriz: No. Toto: Entonces ¿Por qué no me miras cuando te hablo? Beatriz: Toto, vamos afuera. Toto: Sé cómo te sientes. (Suavemente, le levanta la cara) Nadie quiere escuchar los problemas de los demás, ni tus mejores amigos te aguantarían si te pusieras a quejarte ¿No es cierto? Todo el mundo tiene sus propios asuntos que atender, y ni siquiera tu pareja es un oído atento. Pero yo quiero escucharte, saber qué te pasa. Me preocupas, Beatriz. Beatriz: ¿Qué estás diciendo? Toto: ¿Me equivoco? Pensé que querías hablar. Si no es así, lo siento. Supongo que me confundí. Vamos afuera, no hay manzanas. Beatriz: No, espera. Sí pasa algo.
SALA Todos están estonazos y relajadazos tirados por el suelo. Música para la ocasión. Ya terminaron de fumar y Mario sigue embobado mirando al frente. Mario: Bueno, la verdad, no pasa nada con esto ¿Ah? Todos se miran y se matan de risa. Alejandro: Sí te ha pasado, sólo que estás tan estón que no te has dado cuenta de lo estón que estás. Mario: Mira, Alejandro, yo sé que tú tienes más experiencia que yo, pero no creo que eso ¿Sabes? No creo que te dé derecho a... pues, o sea, ¿Me entiendes? Lo que quiero decir es... ¿Qué estaba diciendo? Risas Mariana: Veintidós años y es la primera vez que fumas un bate. Todo lo haces tarde tú ¿No? Claudia: No lo jodas, le vas a cagar la estoneada. Mario: ¿Qué, Claudia? ¿Estás mareada? Pues qué suerte porque a mí no me hace nada esto. Risas. Alejandro: Oigan ¿Y Beatriz? Mariana: Está buscando manzanas. Alejandro pone cara de que va a decir algo importante Alejandro: ¿Y hay fruterías abiertas a esta hora? Todos se matan de risa.
COCINA Toto: Basta con mirarte para saber que algo tienes. (La abraza) Confía en mí ¿Sí? Es por Alejandro ¿Verdad? Beatriz: Sí. Las cosas han cambiado en los últimos meses. Antes era tierno, amable, simpático. Ahora actúa como si yo fuera un juguete que ya lo aburrió. Se ha vuelto egoísta, no sé. Toto: El amor se gasta, pues. Nada dura para siempre. Hay que oxigenarse, conocer otras personas, vivir otras experiencias. Tal vez él se siente así, con ganas de respirar un poco, de cambiar de ambiente... Beatriz: ¿Dices que está aburrido de mí? Toto: No, nadie podría aburrirse contigo. Debe estar simplemente tratando de encontrar algo nuevo, y después de tanto tiempo juntos es difícil encontrarlo en su relación. Tal vez tú deberías hacer lo mismo. Tal vez deberían darse un tiempo ¿No crees? No tomárselo todo tan a la tremenda. Beatriz: ¿Sabes? Después de tanto tiempo con Alejandro es muy difícil imaginar la vida sin él. A veces me parece que sólo estamos acostumbrados el uno al otro y que tenemos miedo de estar solos. Toto: Oye, no hables así. Que no estés con Alejandro no significa que estés sola. Tú misma dijiste hace un rato que siempre seremos amigos. Ya sabes, entonces, que conmigo puedes contar siempre. La mira de frente a los ojos, acercándosele.
SALA Claudia: Hay una cosa que no entiendo, Mario ¿Cómo es que tú y Toto han llegado a ser tan buenos amigos si no tienen nada que ver? Mario: Nos conocemos desde hace mucho. Desde el colegio. Yo era un chico muy frágil, creo, no me metía en broncas, no jugaba fútbol, así que todos los matones del salón querían robarme el almuerzo, pegarme a la salida, poner huevos o chinches en mi asiento, en fin, probar su fuerza conmigo. Toto los paraba, me acuerdo. Le sacó la mierda a un par para que no se metan conmigo. Sí tenemos mucho que ver. Toto es una persona my leal a las cosas en que cree. A su manera. Y también es un solitario. Además, nos complementamos. Yo le hacía las tareas. Luego entramos a la universidad juntos y ahí los conocimos a ustedes. Alejandro: Yo me acuerdo de ese día. Parecían salidos de una comedia gringa tipo La Pareja Dispareja o algo así. Uno, todo sensato y maduro, y el otro, un criminal en potencia. Mario: Lo que pasa es que a Toto le gusta parecer un patán pero no lo es en realidad. Cuando uno lo conoce más profundamente es una persona muy sensible, muy insegura. Supongo que disfraza esa inseguridad tratando de llamar la atención como desadaptado. Claudia: Pues la disfraza muy bien. Mariana: Me parece que todos nos disfrazamos ¿No les parece? La gente no tiene una personalidad sino que varía según con quién esté. Con algunos es de una manera, con otros de otra. Hay gente que puede parecer muy buena, muy generosa, muy abierta, pero que al primer problema te da la espalda o te clava un puñal. Mario: Bueno, eso es un poco radical... Mariana (Agresiva): No es cierto ¿Cuánto sabemos, aquí mismo, cada uno del otro? ¿Cuántas veces hemos hablado de las cosas que en verdad nos preocupan? ¿Quién sabe qué de los miedos de los demás? Claudia: Bueno, yo tengo mucho miedo cuando Toto maneja borracho porque es una bestia y cualquier día de estos nos va a matar a todos... Mariana (Cada vez más exaltada): Yo creo que todos mentimos, creo que tenemos miedo de nosotros mismos, de mostrarnos como somos, creo que nos gusta ser como no somos y creo... creo... que voy a vomitar.
COCINA Beatriz (Haciendo gesto de regresar a la sala): Gracias, Toto, qué bueno poder conversar contigo, con alguien. Es casi terapéutico. Toto: Y eso que no me lo has dicho todo. Beatriz: ¿Qué? Toto: Eso no es todo lo que te tiene mal. Hablé con Alejandro, también. Beatriz (Pálida): ¿Y qué te dijo? Toto: Mucho ¿Puedo ser indiscreto, puedo hacerte una pregunta muy personal? Beatriz: Sí, claro. Toto: ¿Aunque sea incómoda? Beatriz: No es incómodo hablar contigo. Al contrario. Toto: ¿Hace cuánto que ustedes no...? Tú sabes. Beatriz: ¡Toto! Toto: Lo siento. Olvídalo. No quiero molestarte, no me hagas caso. Beatriz: No, espera ¿Qué te dijo Alejandro? ¿Él te mandó a hablar conmigo? Qué tal maricón ¿Por qué no puede... Toto: No me mandó nadie, Beatriz. Él sólo me contó cómo se sentía y yo me quedé preocupado por ti. Eso es todo. Mejor olvidémoslo y listo. Beatriz (Muy deprimida): No entiendo nada, simplemente. No entiendo qué pasó ¿A ti nunca te ha pasado algo así? ¿No es normal? Toto (Fingiendo que entiende): Claro, sí me ha pasado. A cualquiera le puede pasar algo así. Beatriz: Bueno, pues Alejandro se lo ha tomado como si fuera el fin del mundo. Y creo que desde entonces me huye un poco, pero a la vez está hecho un patán. Como si quisiera demostrarme que es muy machito. Tiene miedo, creo, de que le vuelva a pasar. Toto: ¿Te refieres a que no se le...? Beatriz: Sí, claro. Eso lo hace sentir horriblemente, parece. Como si yo lo quisiera sólo por eso ¡Qué estúpido, pensar así! ¿No crees? Toto (Disimulando la cara de asco): Claro. Claro que sí.
BAÑO Mariana vomita en el water ayudada por Claudia. Las tapan Mario y Alejandro de cara al público. Mario: Si yo por eso no quería fumar. Ya sabía que nos íbamos a meter en problemas. Mariana: ¿Ibamos? Este problema es mío ¿En qué problema te has metido tú? (Continúa con lo que estaba haciendo) Mario: Mariana, no hables, que se te va a revolver el estómago. (A Alejandro) Ultimamente está de lo más agresiva conmigo. Alejandro: Sé lo que se siente. Mario: No, no lo sabes. Te lo aseguro. Alejandro: Por supuesto que lo sé. Al menos mucho mejor que tú, que eres asexual. Mario: No es necesario ser muy recorrido para saber sobre los sentimientos de la gente ¿Acaso las prostitutas son buenas consejeras? Alejandro: ¿Acaso los curas lo son? Mario: Un sacerdote dedica su vida a reflexionar sobre la naturaleza humana ¿Quién podría conocerla mejor?
COCINA Toto: Yo. Yo los conozco a ti y a Alejandro como a la palma de mi mano ¿Y sabes qué? Creo que los dos están buscando nuevas experiencias pero no se atreven a admitirlo. Están viviendo una vida de ficción, fingiendo que hay placer donde sólo hay miedo de cambiar. Beatriz: ¿Qué habría que cambiar? ¿Un futuro seguro al lado del hombre que te quiere, simplemente porque tienes algunas dudas? Toto: El futuro nunca es seguro ¿Y si Alejandro no fuese el hombre que te quiere? Beatriz: ¿De qué estás hablando? Toto: De nada, olvídalo. Beatriz: ¡No, dímelo! Toto: Es sólo un rumor, no es nada... Beatriz: ¿Entonces por qué no me lo dices? Toto: Porque es una tontería, ya te dije que lo olvides. Beatriz: Me lo dices tú o salgo ahora mismo a que me lo diga Alejandro. Toto: Beatriz, no seas infantil... Beatriz se dirige hacia la puerta. Toto: Está bien, está bien. Tú ganas. Ahora, mientras bailábamos... pues... Beatriz: Estoy esperando. Toto: Claudia me dijo que... Digamos, que sabe que Mariana ha estado viendo a alguien... Beatriz: ¿Y? Mariana es un poco antisocial pero puede salir con quien quiera ¿No? Toto: Alguien que está en esta casa, Beatriz. No va a ser Mario ¿No? Beatriz: ¿Cómo supo eso Claudia? Toto: Mariana misma se lo dijo. Eso es lo que conversaban en el baño. Beatriz: Tal vez no fue nada. Toto: Odio decir esto pero hay pruebas, fuerte evidencia de que sí fue algo. Beatriz: (Furiosa, trata de salir) Esa mosquita muerta de mierda y ese conchasumadre me van a escuchar en este momento. Toto: Beatriz, por favor, cálmate. No le arruines su despedida a Mario. Beatriz: ¡Me importa un carajo Mario y su estúpida despedida! El que se puede ir despidiendo de sus testículos es Alejandro porque se los voy a arrancar con una cuchara. Toto: Beatriz, te estoy pidiendo que te calmes (La abraza)¿No confías en mí?
BAÑO Y CUARTO Mariana tirada en la cama. Claudia limpia el baño. Alejandro: No, no confío en nadie que sepa mucho de algo simplemente por sentarse a reflexionar. Yo reflexiono mucho sobre Beatriz y cada vez me parece que la conozco menos. Mario: El verdadero conocimiento del amor no está afuera sino adentro. No deberías interrogarte tanto sobre Beatriz sino sobre cómo tu corazón ve a Beatriz. No es lo mismo. Tienes, cómo te explico, tienes que entrar en contacto contigo mismo. Alejandro: Sí lo he hecho. Cuando ella no me deja entrar en contacto, no me queda otra que hacérmelo yo mismo (Gesto alusivo). El problema es que cada vez es más frecuente. No sabía que a los curas les estaba permitido. Eso explica lo de la abstinencia, claro, porque así nomás uno no se aguanta... Mario: Me refiero a un contacto espiritual, Alejandro. Un contacto con tus vivencias más profundas, con tus mociones vitales básicas... Claudia: Pequeños saltamontes ¿Pueden hacer el favor de bajar del limbo metafísico y ayudarme a limpiar el baño? Mariana tiene una puntería asquerosamente mala. Alejandro: Mario dice que a las mujeres las conoces mejor si no las miras. Claudia: Claro, por eso él no las mira. Mario: ¡No he dicho eso! He dicho que el amor no está fuera sino dentro de cada uno. Claudia: Pues a Mariana se le ha salido todito y está regado por el baño ¿Me van a ayudar a recogerlo o qué? Alejandro: ¿Y tú nunca te has enamorado? Claudia palidece.
COCINA Beatriz está apoyada en el hombro de Toto, ambos sentados. Toto: No, a mí nunca me ha gustado nadie tanto como para enamorarme. Beatriz: Mejor. El amor duele. Te tratan como a una zapatilla. Toto: No sé. A veces sí me gustaría tener a alguien, no sé si una enamorada, pero alguien con quien compartir cosas... Como cuando das un buen examen y te gustaría contárselo a alguien que se alegre contigo. O lo das mal, y te gustaría que alguien se deprima contigo. Que alguien sienta algo por las cosas que haces, que te acompañe. Suena ridículamente cursi, pero creo que me siento solo. Beatriz: No deberías. No eres tan feo como para no conseguir alguien que te quiera. Si eso quieres. Toto: ¿No taaaan feo? Beatriz: Ni taaaan pedante y patán. Toto: ¿Soy yo el que está tratando de consolarte o tú la que trata de deprimirme? Beatriz: Es una broma. Toto: Claro que es una broma. No soy pedante, soy perfecto. Beatriz: Imbécil (Sonríe) Toto: Al menos puedo hacerte sonreír. Por ahora, eso es lo único que me importa. Se quedan con las bocas muy cerca. Se besan. Beatriz: No, Toto. Estás loco. Toto (Sin ceder): Sí, por supuesto. Beatriz: Alejandro está afuera. Toto: Entonces el loco es él ¿No debería estar aquí contigo? Beatriz: Toto, por favor. Toto: No pidas por favor. Soy todo tuyo. Beatriz: Toto, basta. Toto: ¿Basta? Pero si acabamos de empezar ¿Por qué no le dices basta a lo que ya está terminado aunque no lo admitas? ¿Por qué no mejor basta de mentiras, de que Alejandro te engañe y tú te engañes a ti misma? Basta de esconderte tras la máscara de la señorita aburrida que no eres. Beatriz: Yo soy como soy. Toto: Pero no como quieres parecer. Has estado viviendo de apariencias, Beatriz. Has estado sola en medio de todo el mundo exactamente igual que yo, así que no me vengas con el cuento de que no entiendes o que no quieres lo mismo que yo. Es hora de que dejes de apantanarte en tus sueños, de que dejes de atrincherarte tras tus expectativas de casita de Barbie y Ken. Esta es también tu despedida de todo eso. Bienvenida. Esto (La echa sobre la mesa) es la realidad.
BAÑO Y CUARTO Claudia limpia el water furiosamente. Alejandro: Ya, si sólo era una pregunta. No era para que te enojes. Claudia (Enojada): ¿Enojada? ¿Quién dice que estoy enojada? ¡Estoy muy tranquila! Sólo que me parece una pregunta muy personal. Mario: Somos amigos, se supone que nos decimos cosas personales. Claudia: Ya está. Limpio ¿Qué les parece si sirven para algo y ayudan a Mariana al menos? Alejandro: Yo voy. Al menos ahí no me van a gritar. Entra al cuarto y se sienta al lado de Mariana. Claudia se sienta en el water Mario: ¿Te sientes bien? Claudia: Lo único que faltaría es otra que se sienta mal para declarar tu fiesta en cuarentena. Alejandro: (Gritando) Yo creo que está muerta. Claudia: ¡Sigue su ejemplo! (A Mario) Un poco idiota es este chico ¿No? Mario: Estás picona porque te molestó su pregunta. Claudia: No hables huevadas. Mario: No te tienes que poner tan agresiva sólo porque te gusta Toto. No tiene nada de malo. Claudia: (Sorprendida)¿Y tú cómo mier... Mario: No lo sabía. Pero lo sospechaba. Claudia: Tienes tus mañas, angelito. Mario: Sólo te conozco. Y te quiero mucho. Para eso son los amigos. Claudia: De todos modos ya no importa. Ya no hay ninguna posibilidad. Mario: ¿Por qué? Claudia: Porque Toto es un imbécil. Mario: Toto es una gran persona. Sabe querer, a su manera. Claudia: Sí, díselo a Mariana. Mario: ¿Qué tiene que ver Mariana? Claudia: Nada, olvídalo. Mario: No, dime. Claudia: Que te lo diga ella. Igual todo el mundo acaba contándote a ti sus cosas. Mario: Todos menos Mariana, por lo visto. Claudia: Tal vez le da vergüenza decirte. Pero tal vez debas saberlo. Ella está muy preocupada. Lo que pasa es que...(Duda) Lo que pasa es que... Alejandro: (Saliendo del cuarto) Se despertó. Hay que traerle un vaso de agua. Claudia: ¿Por qué me sonó como si eso fuera una orden? Mario: (Intrigado a Claudia)¿Qué pasa? Alejandro: ¿Qué? ¿No quieres ir tú a la cocina? Si la reina lo desea puedo ir yo a la cocina. Claudia: La reina, por si lo has olvidado, acaba de limpiar un vómito mientras tú estabas ocupado en tus disquisiciones filosóficas. Mario: ¿Qué pasa? Alejandro: Yo no era el único ocupado. Mario también pero claro, a él no le gritas porque todo el mundo quiere al cura. Claudia: Prefiero quererlo a él que a ti, troglodita. Mario: Bueno, muchachos, no se enojen. Claudia: Ya, claro. Ponte de su lado ahora. Te insulta y tú lo defiendes ¿Por qué no vas tú a la cocina también? Mario: Si quieren voy yo a la cocina, si eso los va a calmar. Alejandro: No, voy a ir yo. Ya que la señorita está muy ocupada. Mariana: (Saliendo del cuarto) ¿Podrían dejar de gritar y traerme un vaso de agua? ¿Es mucho pedir? Mario: Yo estoy yendo. Alejandro: No, yo estoy yendo. Mariana: Creo que voy a ir yo. Alejandro: ¡Tú quédate echada que te sientes mal! Mariana: Pero si ya me siento bien. Alejandro: Pues te jodes, porque igual te voy a llevar el vaso de agua. Mariana: Ya, está bien ¿Me puedo sentar en la sala al menos, doctor? Alejandro: Siéntense todos. Voy a traer agua para todos. Claudia: Yo no quiero agua. Alejandro: ¡Úsala para lavar el baño! Se dirige a la cocina.
COCINA Entra Alejandro en el momento en que Toto y Beatriz se acaban de vestir. Ellos disimulan. El sospecha. Alejandro: ¿Qué estaban haciendo? Toto: No hay manzanas. Hemos buscado por todas partes. Alejandro: ¿Manzanas? Toto: Pensamos usar un plátano y hacer stone banana pero es un poco grasoso y de todos modos ya se debe haber acabado el huiro. Bueno, vamos afuera, ¿no? Sale. Claudia va a salir pero Alejandro la detiene. Alejandro: ¿A dónde vas?
SALA Toto: (Sin detenerse en camino hacia el baño) Mario, tenemos que hablar. Claudia: ¿Y Alejandro? Toto: (Jalando a Mario) En la cocina, hablando con Beatriz. Mariana: O sea, no va traer agua. Claudia: ¿Por qué no podemos tener una reunión normal en que la gente se quede diez minutos en el mismo sitio? Toto: Esta no es una reunión normal, lo normal es aburrido. Mario: Bueno, yo creo que esta despedida es cualquier cosa menos aburrida. Mariana: ¿Puedes callarte? Me están dando náuseas otra vez. Mario: A mí lo que me da náuseas es que le cuentes tus cosas a todo el mundo menos a mí. Mariana: ¿Por qué? ¿Debería confiar en ti? ¿Ah? Mario, ya exaltado, trata de contestar. Claudia: Mario, por favor, dejémoslo ahí. Toto: No te preocupes, yo me lo llevo. Claudia: Tú no te vas a ninguna parte. Quiero hablar contigo. Toto (Bacanazo): Creo que voy a empezar a cobrar derecho de uso. Claudia lo empuja al cuarto.
CUARTO Toto: Hey, hey, tranquila. Estoy cansado pero hay Toto para todas. Claudia: Toto, Mariana está destrozada. Toto: A ella sí ni la he tocado, ¿ah? Claudia: (Furiosa)¿No puedes hablar en serio ni un minuto? Toto: (Serio y sorprendido) ¿De qué quieres hablar? Claudia: Quiero que me digas la verdad, Toto. Por una vez. Toto: ¿Quieres achacarme el niño otra vez sólo porque no se te ocurre nadie más? Pausa. A Claudia se le agolpan las palabras, le gustaría decir muchas más de las que puede. Claudia: Ya no estoy hablando del niño, Toto. Estoy hablando de ti. Toto: Ah. No tengo ninguna duda en ese tema. Soy igualito a mi papá. Claudia: Tú no quieres a Mariana ¿Verdad? ¿Quieres a alguien, Toto? Toto: Quiero a mis amigos. Mariana es mi amiga... Igual que tú. Claudia: Nunca has querido más que eso. Ni siquiera sabes lo que es enamorarse. Toto: En todo caso, creo que eso sería un problema entre Mariana y yo en el que tú no tendrías por qué meter tu cuchara. Claudia: Quiero a mis amigos, Toto. Mariana es mi amiga... Igual que tú. Toto: Pero tampoco te enamoras. Ella duda antes de responder. Claudia: ¿Tú que sabes? Toto se queda lelo. Toto: ¿Te has enamorado? ¿Está en esta casa? (Ella no responde) Sí está. Es Mario ¿Verdad? Es un cucufato pero tiene su encanto. Bueno, adelante. Mi casa es tu casa ¡Destrózalo! Claudia: Eso es todo para ti ¿No? "Anda y destrózalo". Toto: Si quieres algo, lo tomas. Nadie lo va a hacer por ti. Claudia: ¿Y qué pasaría si no lo puedo decir? Hay cosas que es difícil decir. Hay cosas que se tienen que entender sin palabras. Y hay palabras que nunca llegan a salir. Toto: ¿Qué? Habla claro, cojuda ¿Te gusta o no te gusta Mario? Claudia lo mira enamoradísima pero harta de él. Claudia: No, Toto. Yo no me enamoro. Se da vuelta para irse tristemente. Toto tiene ganas de decirle algo pero se contiene. Finalmente, le habla. Toto: Claudia... Claudia: ¿Qué? Toto: Veo que estás muy sensible. (Pendejón) Ya que estamos aquí tú y yo solos ¿Qué te parece si... Claudia: ¿Ya te he dicho que eres un imbécil? Toto: Sólo esta noche, como seis veces. Cerdo también me dijiste. Claudia: Hazme un favor. Nunca lo olvides. Sale y, tras ella, Toto. SALA Mariana y Mario los reciben con cara de sufrimiento. Toto: Se divierten como locos ¿Eh? Qué bueno porque yo tengo algo para animar más la fiesta. Lleva la mano al bolsillo pero Claudia lo detiene. Claudia: Al menos ten la decencia de ir al baño ¿No? Toto: Perdón, mamá. (A Mario) Tú, ven acá. Se lo lleva al baño a empujones.
BAÑO Toto: No te imaginas lo que acabo de hacer en la cocina (Olfatea) Oye, huele raro aquí ¿No? Mario: Bueno, Toto, el baño no es precisamente el lugar ideal para conversar ¿Por qué no vamos a tu cuarto, mejor? Toto: Porque aquí hay espejo. Mario: ¿Y? ¿Vamos a maquillarnos? Toto: (Sacando un falso) No. Vamos a jalar. No querrás salir con la nariz toda manchada de alegría ¿No? (Sonrisa maléfica) Ha llegado la hora de la penúltima prueba.
COCINA Alejandro: ¿Qué han estado haciendo? Beatriz: Conversando ¿Qué? ¿No puedo? Alejandro: ¿Tú crees que yo soy imbécil? Beatriz: ¿Y tú crees que yo soy puta? Alejandro: ¿Conversando de qué? De mí, seguro. Beatriz: ¿Te parece que eres el único tema de conversación? ¡Egocéntrico! Alejandro: No te pases de lista, Beatriz, si no quieres que... Beatriz: ¿Si no quiero qué? ¿Qué me vas a hacer? ¿Me vas a pegar? Alejandro: Sólo podían hablar de mí ¿Por qué solos? ¿Por qué tanto tiempo? Beatriz:(Estalla)¡Porque estábamos tirando, Alejandro! No estábamos hablando de ti porque es de pésimo gusto hablar de una persona mientras tiras con otra.
BAÑO Mario: No. Toto: ¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Esta es la noche en que tienes que probar de todo. Mario: La última vez que dije eso me metí en un roche del carajo. Olvídalo, no. Toto: Yo sé que la criticas pero, si no la pruebas ¿Cómo vas a saber lo que criticas? Mario: No me palabrees ¿Dónde se ha visto un cura coquero? Toto: Piénsalo. Ultima noche, última prueba. Como Jesucristo en el desierto. Mario: Toto, hazme el favor de no citar la Biblia con esa cosa en la mano. Toto: ¿Está en la Biblia? Yo vi la película. Mario: Basta. Como jueguito estaba gracioso, pero esto se pasa un poco. Tú tendrás tu rollo de las nuevas experiencias pero... Toto: ¿Y qué mierda tienes en común con todos nosotros? ¡Experiencias, pues huevón! ¿Tú crees que somos amigos porque nos parecemos mucho? ¿Tú crees que nacimos para querernos, pavazo? Lo único que compartimos es lo que nos ha pasado juntos. Y conforme tenemos otras experiencias con otra gente vamos perdiéndonos en los demás, vamos disolviéndonos. Cada vez es más notorio. Cada vez nos vemos menos. Esta es la despedida, la noche de las experiencias. Mario: Yo soy diferente ¿No entiendes? Lo que para ti es vivir, acumular experiencias, para mí es superficial. La única experiencia importante debería ser querer, lo único esencial. Yo quiero vivir la experiencia del amor en toda su pureza... Toto: (Jalando) Pero si está purísima... Mario: Me voy. Toto: (Ofendido)Traje esto aquí sólo por ti. Para que no me juzgues sin saber. Mario: No te juzgo. Toto: Pero tampoco me entiendes. Perdón pues. Lárgate. Mario: Oye, tampoco te tienes que poner así... Toto: Ya te dije que te largues. Voy a limpiarme y salgo en un rato. Tanta huevada, carajo. Ni que te estuvieras inyectando Racumin. Mario: Toto, esto es ridículo. Toto: Sí, supongo. Todo lo que yo trato de que hagas es ridículo porque lo dice Dios. (Termina de limpiarse) Vámonos. Mario: (Duda un rato) Está bien, puta madre ¿Quieres que jale por ti o algo así? ¿Te parece que esta cojudez es un signo de amistad? Dame acá, carajo. Te voy a dar lo que quieres para que no me jodas más. Toto voltea feliz. Ha ganado de nuevo.
SALA Claudia y Mariana aburridísimas desparramadas en el sofá con un trago cada una Claudia: ¡Salud! Por esta divertida y animada fiesta. Mariana: Creo que es un poco culpa mía. Claudia: No te culpes. No has hecho nada. Mariana: Nada aparte de quedar embarazada, arruinar la vida a un amigo y vomitar. Te aseguro que la conversación de ahí dentro (señala al baño) también es culpa mía. Claudia: Supongo que sí. Lo que no entiendo es ¿Qué le viste? Mariana: Yo sólo quería... pues, el cariño. Se siente bonito cuando puedes conservarlo. Cuando tienes alguien con quien estar, con quien tener una conversación agradable o simplemente ver televisión. Eso es lo único que busco y lo busco con desesperación ¿Es tan difícil encontrarlo? Claudia: Mariana, tienes 23 años. Es muy temprano para el síndrome de solterona. Mariana: Tal vez, pero a veces pienso en Beatriz y Alejandro, que tienen tanto tiempo juntos, y me gustaría tener algo como lo que ellos tienen. Algo sólido, limpio.
COCINA Alejandro: Se me hace difícil creer que seas tan puta, Beatriz. Beatriz: Hazte a la idea, imbécil. Alejandro: ¡Conmigo al costado! He podido entrar en cualquier momento. Beatriz: ¡Ojalá lo hubieras hecho! Ya es hora de que dejemos de engañarnos. Alejandro: ¿Cuándo te he engañado yo, mi amor? Beatriz: Cuando te metiste a la cama con Mariana, mi amor. Alejandro: ¿De dónde has sacado esa estupidez? Beatriz: A ver, niégalo. Quiero escucharte decir que no pasó. Dime: "no toqué a Mariana nunca, ni se me pasó por la cabeza". Dilo. Alejandro: No se trata de eso. Se trata de... Beatriz: ¡Sí se trata de eso! ¿Me quieres mentir más? Alejandro: Está bien. No voy a negarlo. Un día nos encontramos en la universidad de casualidad, tú no habías ido. Fuimos a tomar algo para conversar... Tomamos demasiado... La cosa se salió de control...
SALA Mariana: Tengo miedo de quedarme sola, Claudia. Y haría lo que sea para que eso no ocurra. A veces me parece que no importa quién con tal de que alguien se quede conmigo.
BAÑO Mario está jalando con una cañita del lavadero. Largo jalón y levanta la cara como si se hubiera metido una carga eléctrica por la nariz. Toto: ¿Y? ¿Qué tal? Mario: No sé. Toto: Mario ¿Te lo has jalado todo? Mario: Sí. Toto: Huevón, esa raya era para que tú te metas dos y yo me meta otros dos. Mario: ¿Y ahora? Toto: ¿No sientes que se te ha acelerado el corazón? Mario: Un poco. Un montón. Toto: Te jodiste. Es el principio de la taquicardia por sobredosis. No tiene sentido llamar a un doctor. No vas a vivir hasta que llegue. Lo siento, Mario (Mario pone cara de aterrado y Toto se ríe). Tranquilo, es una broma. Bueno, te iba a contar lo que hice en la cocina. Mario: (Acelerado) Yo también tengo algo que contarte. Ya no me lo puedo callar más.
COCINA Beatriz y Alejandro solos en la cocina. No están furiosos. Están tristes. Beatriz: ¿Por qué? ¿Fue porque te aburro o te enojo? Alejandro: Yo sólo quería saber si tal vez con otra sí podía... tú sabes. Tú lo has hecho para hacerlo con alguien que sí pueda... ¿Verdad? Beatriz: Eso no me importa, idiota. Pasa porque tú estás más preocupado por eso que yo. Alejandro: Me avergüenza fallarte. Me da miedo no ser todo lo que tú mereces. Me gustaría ser perfecto para ti, intenso, maduro o lo que mierda haya que hacer para estar siempre contigo, para que nunca prefieras estar sola. Beatriz: No quiero estar sola, lo único que quiero estar contigo. Pero contigo estoy sola. Por eso es una estupidez estar contigo. Alejandro: Está bien. Eres un poco estúpida en general. Beatriz: Mira quién habla: Einstein. Alejandro: No empecemos con las indirectas, Beatriz, que ya me estás hinchando los huevos. Beatriz: Fue muy directa, creo. ¿O no la entendiste? Alejandro: Tienes razón, carajo. Debo ser muy idiota, un perfecto imbécil para haberme quedado con alguien como tú durante tantos años. Beatriz: Mira, mierda: ¿sabes lo que pienso de esos años? ¿Quieres que te diga lo que me parece todo este tiempo contigo? Alejandro: Sí, porque estoy seguro de que te parece lo mismo que a mí. Beatriz: Creo que son los mejores años que he vivido. Alejandro: Te quiero. BAÑO Mario: (Acelerado) Te odio. Te odio porque no puedes dejar de manipular lo que quiero, te tienes que salir con la tuya. Eres el peor mejor amigo que tengo. Toto: Te estás perdiendo la vida, huevón. No eres capaz de darte cuenta de que te mienten. Mario: ¿Y tú crees que tienes la verdad? ¿Tú crees que tus amigos no te mienten? La amistad es un juego de espejos, de apariencias, de mentiras. Yo soy un mentiroso, Toto, aunque no lo creas (Vemos a Mariana). Toto: ¿Y quién no? Todos van a dar siempre su versión, Mario. No creas en nada. Nada es verdad. Mario: Verdad es aquello en lo que se cree. Yo tengo una verdad. Y la necesito. Toto: ¿Y en qué crees? En nada que puedas ver, tocar, en nada que exista realmente. Mario: Si no se ve, nadie lo roba. Si no se toca no se gasta. Dura para siempre. Toto: Por las huevas. Porque tú no vas a durar tanto ¿Cómo podrías morir sabiendo que no has probado todas las experiencias? ¿Que no has vivido? Mario: ¿Por qué quieres todas las experiencias? Sólo para evadir la mejor, la más intensa. Toto: Esa es justamente la que te falta esta noche. Mario: No. Esa es justamente la que está a punto de joderme la vida. Toto: No dejes que te la joda. Al menos córrete el riesgo. Alguna gente mantiene relaciones largas y lucha por ellas (Vemos a Beatriz y Alejandro en arrumacos en la cocina), aunque parezca que no tiene sentido. Eso es amar ¿Eso no es lo que quieres? Otra gente prefiere (Vemos a Claudia) quedarse sola, tal vez por miedo, tal vez por gusto. Tal vez ella misma no sabe por qué. (Se apaga Claudia) Como yo. Pero la oportunidad siempre está ahí. Es un riesgo que estás eludiendo. Yo no soy el que se evade de la realidad. Mario: La realidad no es lo que tú crees. Toto; La realidad es que Mariana quiere contigo. Ha llamado tu atención toda la noche. Esta noche, nuestras amiguitas están todas putísimas, por alguna razón. Mario: No quiero hacerlo, Toto. Toto: ¿Cómo que no? Mira los progresos que has hecho hasta ahora. No te mariconees justo ahora que quiere que te la tires. Mario: Ese es el problema. Ya me la tiré. Toto: No me pongas más excus...¿Qué? Mario: Y ahora sé que fue un error que puede costarme el futuro. Toto: Espera, espera, vamos por partes ¿Cuándo, dónde, qué poses hicieron? Mario: (Exaltándose) Y todo por tener la estúpida experiencia. Toto: ¿Cuántas? ¿Cuántas veces tuviste la experiencia? Mario: Y ahora esta cojuda me viene a presionar, a un paso de lograr lo que quiero, a un paso de cambiar de vida, me viene a condenar a una vida que nunca he querido. Toto: ¿De qué mierda estás hablando? Mario: ¡Y yo que soy un bueno imbécil voy a ser incapaz de huir, voy a ser el perro dócil que acata sin quejas, voy a ser el rehén de su propia estupidez, preso en un trampa hecha de piernas de mujer! Pero, carajo, si le va a doler la trampa. Toto: No jales más, oye... Mario: Gracias por tu ayuda. Es bueno tener un amigo como tú a quien contarle las cosas. Toto: ¿Hablar de qué? Si no me has contado nada. ¡Oye! Mario sale resuelto y negrazo. Toto tras él. SALA Mario: ¡Mariana, tenemos que hablar! Mariana: Yo no tengo nada de qué hablar contigo. Mario: Nada, aparte del hijo que llevas dentro. Claudia: Ay, Mario no seas anticuado. La pobre ya se siente muy mal para que además le des sermones. Mario: Yo le voy a dar los sermones que quiera ¿Te jode? Claudia: No me levantes la voz porque soy una dama y tú eres Marito pero bien que te puedo voltear la cara de una cachetada, carajo. Mario: Le digo lo que quiera porque es la madre de mi hijo, no del tuyo. Claudia: ¿¿¡¡De tu qué!!?? Ay, Marito, ¡no! El padre de ese niño es... Mariana: ¿Por qué no me preguntas a mí si quiero tus sermones? Claudia: Mariana, se ha confundido, yo le expli... Mariana: Buen padre vas a ser, ahí encerrado entre curas afeminados. Claudia: ¿Pero te has vuelto loca tú? ¿Yo tengo que decirte ahora que el niño es de... Toto: Alejandro. Está clarísimo que es de Alejandro. Yo ni me tomaría la molestia de hacerle el ADN. Salen Alejandro y Beatriz terminando de vestirse. Alejandro: ¿Quién me va a hacer el ADN? ¿Qué está pasando? Mario: ¡Está pasando que esta cojuda está encinta! Claudia: Alejandro, explícale que no has sido tú porque... Beatriz: (A Alejandro) A ver, imbécil, Explícalo tú. ¿Me vas decir que fue una sola, que a la primera nomás te ligó un hijo? ¡Bastardo mentiroso! Alejandro: ¡Pero si yo usé condón! Claudia: ¿Qué? ¿Tú también? Toto: ¡Cómo! ¿No que a ti no se te... Alejandro: ¿Y tú de dónde sacaste eso, conchatumadre? Beatriz: Se lo dijiste tú que andas por ahí divulgando nuestra vida sexual. Claudia: Y si no se le... ¿Por qué dijiste que él era el padre? Mario: ¿Puedo gritar yo primero, por favor? Estoy seguro de que tengo mejores razones que ustedes para hacerlo porque a mí se me está jodiendo el futuro y no es justo. Yo quiero ser cura, carajo, y llevar falda de cura y vivir en casa de curas y joderme tranquilo como cura y a la mierda, ¡quiero ser cura! ¿Y qué? Hay gente que es drogadicta y los fastidian menos. Toto: Claro, ahora la cosa es conmigo. Mariana: ¡Pues si quieres ser cura, lárgate a ser cura! ¿Acaso te he pedido algo? Yo me puedo quedar sola con mi hijo. Alejandro: ¡Ah, pero entonces es tuyo! Gracias a Dios. Mario: Yo voy a aceptar mi responsabilidad y voy a empezar a asumirla ahora mismo ¡Ven acá! Mariana: ¿Qué vas a hacer? Mario: Te voy a dar lo que necesitas ¡Ven acá, carajo! La agarra del brazo y la lleva al cuarto. Mariana: Mario, me estás haciendo daño. Suéltame... Mario da un portazo. Claudia: ¿Y a este qué bicho le ha picado? Toto: Se ha pasado un poco de coca. Beatriz: ¿De qué? ¡Alejandro, haz algo! Alejandro: Yo prefiero no meterme en las discusiones que no me incumben. Pero me incumbe una contigo, hijo de puta. Toto: (Indiferente, atento al cuarto) Sí, bueno ¿Qué te parece si la dejamos para más tarde? Claudia: Sí, porque antes a mí me vas a explicar cómo va a ser Alejandro el padre si a él no se le... Alejandro: ¡Qué sí se me para, carajo! Sólo que a veces estoy nervioso ¿Qué, no le pasa a cualquiera? Beatriz: Tranquilo, ya. Mejor siéntate. Claudia: Al menos tienes a alguien con quien puedes compartir algo más. Hay otros que no tienen ni eso, y algunos hasta creen que son felices (Mira enamoradísima y despechada a Toto). Toto: (Indiferente) Sí, sí, bueno ¿Hay que escuchar? Beatriz: ¿Otra vez? Ya basta de cojudeces, ¿no te parece? Toto: No. Se acerca a oír contra la puerta. En adelante se ilumina toda la casa. En el cuarto, Mario se quita la ropa. Mariana aterrada en la cama. Escena muy violenta. Mariana: ¿Qué estás haciendo? Mario: Es la hora de mi última prueba y de aceptar nuestro compromiso. Y las dos cosas las voy a hacer sin condón. Mariana: Mario ¿Estás enfermo? Mario: Sí. Y pronto mi enfermedad va a ser nuestra rutina. Quítate la ropa. Mariana: ¡Vete a la mierda! Beatriz: Tal vez deberíamos hacer algo. Claudia: Sí, alguien debería explicarme qué mierda está pasando aquí. Toto: ¡Shhhhht! Mario: Quítate la ropa, carajo, que tienes que ir conociendo a tu maridito. Mariana: ¡Suéltame, Mario! ¡Suéltame! Mario: ¿Esto no es el amor para ti? ¿Esto no es lo que querías? Mariana: ¡No así! Mario: Ah ¿Tú lo querías por las buenas? ¿Te parece que lo has pedido por las buenas? ¿Te parece que no me has torturado? Ahora es mi turno de torturarte a ti dándote lo que quieres. Mariana rompe en llanto. Mariana: ¡Basta! Yo me había imaginado todo de otra manera. Nos había imaginado a los dos juntos, cuidando a nuestro hijo, paseando. Yo te podría haber querido mucho, mucho más de lo que te imaginas. Pero me las puedo arreglar sola. Siempre he estado sola. Mario toma consciencia de su patanería y se siente mal. Deja de forzarla. Mario: Yo voy a aceptar la paternidad, Mariana. Si es mi hijo... Mariana: ¿Cómo que "si es" tu hijo? ¿Vamos a empezar de nuevo? Mario: Fue muy bonito conocer el sexo, y fue lo mejor que sea contigo. Pero fue una sola vez... Mariana: ¿Y tú qué crees, imbécil? ¿Que los niños se hacen por acumulación? Mario: No me malinterpretes, pero es que millones de personas tienen millones de relaciones sexuales millones de veces sin que nadie salga embarazado. Y yo, que lo único que quería era curiosear un poco... Mariana: ¡Pues hubieras "curioseado" con una prostituta, que para eso sirven! Aunque parece que para ti no hay mucha diferencia entre una de ésas y yo. Mario: Quería justamente hacerlo con alguien por quien sintiera cariño. Mariana: ¡Y me quieres tanto que ahora voy a tener un bastardo y le voy a tener que explicar que su papá es un cura mientras tú "meditas" y haces "trabajo pastoral", hipócrita! Mario: ¡Pero Mariana, yo usé condón! Toto: (Entrando, momento crítico) Pero yo no. Y creo que aquí hay un cambio de papeles que no es muy justo. Mariana: Toto, ¿qué estás diciendo? Toto; No te hagas la estúpida, estúpida. Hay pruebas científicas: ¿Quieres que las hagamos? A mí me encanta que me saquen sangre. Mariana lo odia con la mirada y después la baja. Mario está pasmado. Mariana: Mario, yo... Mario la silencia con un gesto y sale a la sala, consternado. Toto: (Cachoso) Si quieres te puedes casar conmigo, cariño. Mariana: Prefiero tragar veneno.
SALA Mario: Creo que es hora de que me vaya. Claudia: Marito, ¿te sientes bien? Mario: Sí, perfectamente. Ha sido una despedida un poco intensa y me tengo que levantar temprano. Beatriz: Adiós, Mario. Nos veremos pronto. Gracias por tu consejos, gracias por ser tan lindo. Mario: Sí, bueno, lindo. Espero que pronto oficiaré un matrimonio... (Mariana y Toto salen) O tal vez dos. Mariana hace una mueca de asco Toto: Controla tu entusiasmo, mi amor. Ahora somos dos las dulces parejitas. Se acerca a Alejandro para darle un abrazo Alejandro: A mí ni te me acerques, rata de mierda. Adiós, Mario. Mario: Qué bueno que me hayas escuchado y te hayas quedado con Beatriz. Estoy seguro de que les va a ir muy bien (A Toto, abrazándolo). Hay que tener huevos para hacer lo que has hecho. Toto: En realidad, yo quería que se joda Alejandro con el paquete. Pero ya ves. Yo haría cualquier cosa por ti, hasta drogarte. Ya pasaste las pruebas ¿No te vas a quedar? Mario: Yo creo en una verdad que es más fuerte que yo, que tú y que cualquier prueba. Tengo que serle leal a esa verdad. Afuera hay demasiadas mentiras. Toto: Todo es mentira, Mario. La verdad también. Mario: Adiós Mariana (Mariana no puede ni levantar la cabeza) Adiós Claudia. (Refiriéndose a Toto) Lamento lo que pasó. Claudia: Yo no. Mario sale y los demás se quedan viendo incómodos. Claudia: Qué nochecita, ¿no? El pobre Mario ha terminado agotado, él que es tan zanahoria. Pero creo que, con todo, la ha pasado bien en su despedida, ¿no? Ha hecho cosas nuevas, se ha rayado un poco... Eso es lo bueno de estar entre amigos. Pase lo que pase, sabes que nadie te haría daño. FIN
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