CLAVE
“2” MANAN*
Acto único
A OSCURAS
ESCUCHAMOS LAS PRIMERAS NOTAS DE UN VALS ANTIGUO Y LLORÓN. AL ABRIRSE EL TELÓN
VEMOS A LOS DOS PEDROS REPRESENTANDO LOS ROLES DE ACTORES –PUEDEN TERMINAR DE
MAQUILLARSE FRENTE AL PÚBLICO. A SEÑAL SERAN PEDRO 1 Y PEDRO 2 Y, COMO PEDROS,
ARISTÓCRATAS Y VAGABUNDOS.
ACTOR.– Lima,
la metrópoli, una extensión urbana desplanificada donde disputan el aire sin
oxígeno cercados y cercadores entre ellos y a carga montón; rotación y
traslación: cercados contra cercadores en un “amistoso” donde Dios, réferi
imparcial, como un viejo reloj “cu cu” le dice: I love you, a María Magdalena.
ACTRIZ.– Cercados
y cercadores de toda laya y colores: indios, cholos, negros y hasta blancos, y
las variantes que resultaren –¡y resultan! del cruce de los cruces de estos cruces.
ACTOR.– Allí,
en la noche de las noches, inmersos en la Tres veces coronada Villa, ¡Ciudad
Jardín! Cuna de Santa Rosa, San Martín y la Perricholi…, dos desposeídos,
desposeídos aún de lo que no poseen, barajan la noche cerca de una boite.
PEDRO 2.– (Aristócrata)
Cuando luché por tu libertad no lo hice porque fueras libre… ¡no!; lo hice
porque, como esclavo, no me podías vender tus tierras, tu comunidad, y en ellas
estaba el “manantial del agua”. (Ríe) Gracias, liberto.
ACTOR 1.– (El
narrativo) Dos desposeídos, cercados… que crean personajes y códigos para
su comunicación. Sus nombres: Pedro y Pedro; es decir, piedra y piedra…; mejor
dicho: piedra sobre pobre.
ACTOR 2.– El
policía –el cercador– acecha. Los Pedros serán aristócratas y vagabundos. El
santo y Seña: ¡Clave “2”! El Juego: Cercados y Cercadores.
(Los dos simultáneamente se ríen como
aristócratas, estridentemente)
PEDRO 2.– (Se
transforma en aristócrata, ríe estridentemente)
¡Esa, sí era educación…! Sí, mi buen Señor… así como
lo oye… ¡palmeta con todo el mundo! Cuando un padre no lograba que su hijo
fuera cura o militar, indignado le decía:
¡Tienes que ser profesor… por burro!
PEDRO 1.– (Aristócrata
riendo) Sabios procederes de nuestros antepasados, mi buen señor… y muy
cristianos, ya que católicos, apostólicos y romanos eran y católicos,
apostólicos y romanos somos y católicos , apostólicos y romanos serán nuestros
hijos por los siglos de los siglos… amén.
(Se escucha cercana la música de fondo que sirva
para hacer strip tease)
PEDRO 2.– (Mendigo)
¿Te has dado cuenta, Pedro, que cuando decimos cojudeces no se enoja el
policía?
PEDRO 1.– (Mendigo)
Sí, Pedro… (Se queda pensando) No se enoja.
PEDRO 2.– (Mendigo)
¿Qué haces pedro?
PEDRO 1.– (Mendigo)
Pienso, Pedro…
PEDRO 2.– (Vagabundo
alarmado) ¡No hagas eso, Pedro… por favor! (Como para él) ¡Me lo
prometiste! ¡Pensar no!
PEDRO 1.– (Aristócrata)
¿Qué pasa señor?
PEDRO 2.– (Vagabundo)
Disimula, Pedro… ¡te lo dije! - ¡el policía nos está mirando!
PEDRO 1.– (Vagabundo
alarmado) ¡Clave “2”!
(Se miran y, al unísono se transforman en
aristócratas, riendo sofisticadamente. La risa apoya y marca el cambio)
¡Caramba, caramba, caramba…!¡Quién lo diría! ¿Ah, sabe Ud. mi buen señor –¡oh,
sí, sí, sí… así como lo oye! –sabe, repito, que la cerveza es buena para el
corazón?
PEDRO 2.– (Aristócrata
con leve acento de circo) ¿La cerveza dice? ¿que hace bien al corazón? (Como
lo dijo Pedro) ¡Caramba, caramba, caramba! ¡Quién lo diría! (Circense)
¿Y por qué, si se puede saber, mi correcto caballero y buen señor?
PEDRO 1.– (Aristócrata
circense) Porque es diurética…
PEDRO 2.– (Aristócrata
circense) ¿Porque es diurética, dice Ud.? ¿Diurética mi inconmensurable
señor?
PEDRO 1.– (Aristócrata
circense) Así es, mi nunca mejor ponderado amigo y noble señor… (Circense)
Como es diurética, tiene usted ganas de orinar; para orinar tiene usted que ir
al baño; para ir al baño tiene usted que caminar… y todos sabemos que el
caminar… es muy buen remedio para el corazón.
PEDRO 2.– (Aristócrata)
¡Caramba, caramba, caramba! ¡Quién lo diría! ¡Cuánta verdad brota de sus
labios…! La elocuencia es caro manjar en usted… Es asombroso oír como sus
palabras acreditan lo que su delicado corazón siente… (Sube la música de la
boite. En vagabundo) Dame un cigarrillo…
PEDRO 1.– (En
aristócrata) Decía, usted…
PEDRO 2.– (Vagabundo,
que no lo ha oído) Un cigarrito…
PEDRO 1.– (Aristócrata)
Disculpe usted, he olvidado mi cigarrera; me la dejé en mi saco de fumar…
PEDRO 2.– (Vagabundo
enojado) ¡No, no, no puedes hacerme eso…! ¡ya no eres un gran señor…! ¡Eres
un mendigo…!
PEDRO 1.– (Mendigo
indignado) ¡Si vuelvo a serlo o no, no eres tú quién para indicármelo! yo
no soy mendigo por mi culpa; nunca me llamo a mí mismo mendigo. Los demás lo
hacen, me ven así, porque les conviene. Yo soy un hombre. ¡Qué culpa tengo que
los demás sean ciegos! Si les digo que esa luz del semáforo es roja, no es que
me dé la gana, sino porque ese es su color: rojo. ¡Dios, quién es el enfermo
aquí…! ¡Qué culpa tengo yo que vean al rojo como verde…! (Gritando al
público) ¡Daltónicos de mierda…!
(Una pausa, los dos, como escuchando el eco de las
últimas palabras de Pedro, se transforman en mendigos, pero más que
exteriormente, desde adentro, con mucha calma y paz)
Mira, Pedro, a ese policía… míralo bien…
PEDRO 2.– (Vagabundo)
Sí, qué extraño… ahora reparo…
PEDRO 1.– (Vagabundo)
Qué rostro más noble y tierno tiene. Se ha quedado dormido, de pie. La penumbra
no permite que se le vea el uniforme…
PEDRO 2.– (Vagabundo)
Parece un hombre…
PEDRO 1.– (Vagabundo)
Repara: su cara, su pelo, su nariz, su boca… exactamente como los tuyos, como
los míos. Los han sacado de los nuestros para confundirnos, hacernos creer en
la trampa… pelean hermano contra hermano… Judas…
PEDRO 2.– (Vagabundo)
Han puesto a los policías para cuidar a los ricos…
PEDRO 1.– Te
vuelves a equivocar de nuevo, Pedro… Los han puesto para cuidarnos a nosotros.
PEDRO 2.– ¿Cuidarnos,
Pedro? ¿A nosotros, Pedro?
PEDRO 1.– Sí, Pedro… para evitar que nos
acerquemos a ellos. De día Pedro, no quieren que salgamos a la calle para que
no nos vean los turistas. Que afeamos la ciudad, dicen Pedro (Meditando,
confidencialmente) ¿Sabes una cosa, Pedro? (En secreto) Cada día nos
temen más…, cada día nos tienen más miedo; que los estamos ahogando, dicen… (En
secreto, triunfante, sonriendo) con miedo miran los cerros que rodean la
ciudad; con largavistas miran nuestras casas que cuelgan de los cerros que
rodean la ciudad; que los estamos cercando dicen. (Mirando a todos lados,
superconfidencial) ¿Y si bajan…? se preguntan Pedro.
PEDRO 2.– (Vagabundo)
¡Se ha despertado!
PEDRO 1.– (Vagabundo)
¡Clave “2”! (Ríen y se transforman en aristócratas)
PEDRO 2.– (Aristócrata)
Ah no, no, mi buen señor… la aristocracia peruana sabía lo que hacía cuando en
plena guerra con Chile, con los chilenos ocupando Lima, gritaban…: ¡Antes los
chilenos que Piérola!
PEDRO 1.– (Aristócrata.
Gozando lo que dice, bajo, como algo que no volverá)
“Antes los chilenos que Piérola…”
PEDRO 2.– (Aristócrata)
¡Ah…!
PEDRO 1.– (Aristócrata)
¡Ah…!
(Se transforman en vagabundos y suspiran
sinceramente)
PEDRO 2.– (Vagabundo)
La luz deja ver con toda claridad su uniforme…
PEDRO 1.– (Vagabundo)
Sí…, ahora es él otra vez…
PEDRO 2.– (Vagabundo
pensando lo que dice) Me estoy preguntando cuál es su verdadera
personalidad… tan pronto me parece de los míos, como inmediatamente menos mío y
más de ellos.
PEDRO 1.– (Vagabundo)
¡Nos está mirando…!
PEDRO 2.– (Vagabundo)
¡Clave “2”! (Se transforman en aristócratas)
PEDRO 1.– Sabe
usted, mi buen señor… –oh claro que lo sabe– sabe, repito… ¿en qué se parece la
mariposa al sapo?
PEDRO 2.– (Aristócrata)
¿La mariposa al sapo, dice usted? La mariposa, la mariposa… Oh, no, no… no lo
sé… Me rindo. Punto para Ud. Diga…
PEDRO 1.– (Aristócrata)
En que la mariposa vuela de flor en flor… (Vagabundo, gritando al público)
¡y al sapo qué mierda le importa… (Ríen. Miran hacia la derecha. Se pone de
pie. Y como si pasara al otro lado, siguen al policía imaginario con la vista.
Saludan en coro) Buenas noches, señor policía… (Ríen. Se sientan)
PEDRO 2.– (Vagabundo)
¿De qué te ríes, Pedro?
PEDRO 1.– (Vagabundo)
Estoy feliz, Pedro… me ha ocurrido algo maravilloso… ¡He perdido el miedo…!
PEDRO 2.– ¿El
miedo? Te felicito… ¿Cómo?
PEDRO 1.– ¿Lo
has visto bien…?
PEDRO 2.– Sí…
sus ojos, su boca, su nariz… iguales a los tuyos, iguales a los míos.
PEDRO 1.– Algo
más, Pedro… ¡Caliente, caliente! ¡Algo más! ¿Te das por vencido? (El otro
asiente) ¡Tiene miedo, Pedro!
PEDRO 2.– ¿Miedo…
él?
PEDRO 1.– ¡Síiiiii…!
El también ha reparado en tus ojos–mis ojos, tu boca–mi boca, tu nariz–mi
nariz… Ahora sabe que no debe pelear contra nosotros (Ríe) Por eso se
fue con el rabo entre las piernas… (Se miran) ¿Sabes una cosa, Pedrito?
PEDRO 2.– ¿Qué,
Pedro…? Di…
PEDRO 1.– Algún
día (Ríe, moviendo la cabeza como muñeco porfiado) ¡Clave “2” manan!
¡Clave “2” manan! Clave “2” manan.
PEDRO 2.– (Riendo)
¿Qué haces, Pedro?
PEDRO 1.– ¡Nunca
más usaremos la clave “2”, Pedro…! ¡Nunca más! (Ríe)
PEDRO 2.– (Riendo)
A propósito… ¿qué significa la clave “2”, Pedro? Nunca has querido decirme.
PEDRO 1.– Es
verdad… (Riendo) ¡Qué curioso…!
PEDRO 2.– ¿Pero,
qué significa?
PEDRO 1.– Es
fácil, Pedro… (A mano alzada le enseña los dedos, del mismo modo que los
niños en el colegio piden permiso a la profesora para ir al baño) ¡Como en
el colegio! “¡Dos…!” ¡Ah… cagarse de miedo…! (Ríen los dos)
PEDRO 2.– ¡Clave
“2” nunca!
PEDRO 1.– Eso
es… Síiiii… ¡Clave “2” manan!
PEDRO 1 Y 2.– ¡Clave “2” manan!
–––––
Telón
––––––––––
* Clave “2”, manan, es hija menor de Cuento del hombre que
vendía globos, Primer Premio del Concurso Nacional de Obras de Corto Reparto
del Teatro de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1975.
Fue escrita especialmente para
Reynaldo D’Amore y Ofelia Woloshin. Se estrenó en Abril de 1978 en el
Anfiteatro del Centro Cívico, cerrando la primera parte del espectáculo
“Testimonio del Nuevo Teatro Peruano”, “…Hay hermanos muchísimo que hacer”.
Clave “2”, manan puede ser
representada por dos actores o, en inversión de roles, por dos actrices
vestidas de hombre, desempeñándose como varones; o, como en la ocasión del
estreno, por una actriz y un actor.