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Sobre Tres hermanos de José Enrique Mavila.

Tres hermanos se encuentran -y se enfrentan- en un bar, alrededor de varias botellas de vino. Sus vidas muy diversas, sus decisiones y actitudes generan una sencilla pero intensa trama. Este es el texto completo de la obra. Para ponerla en escena o publicarla es imprescindible comunicarse antes con el autor para obtener su autorización escrita, lo cual puede hacerse también a través de esta página, escribiendo a César De María.
Página de los Dramaturgos del Perú



Obra en un acto
Un bar con un baño
Invierno

Personajes:
SEBASTIAN
RAUL
TATIANA
Un EMPLEADO

El empleado ha terminado de recoger las sillas y colocarlas sobre las mesas. Ha dejado una con tres sillas y un mantel. Ingresa Raúl y se sienta. El empleado sale y vuelve a entrar con una botella de vino y un vaso. Coloca la botella sobre la mesa y se va. Ingresa Sebastián con una pequeña maleta en la mano derecha. Raúl le da el encuentro y se unen en un largo abrazo.
RAUL: Qué tal el viaje?
SEBASTIAN: Largo, aburrido, creí que el ómnibus no llegaba nunca, nos pararon varias veces para revisarlo. Ahora hay mucha vigilancia.
RAUL: Sí.
SEBASTIAN: Pero es bueno sentir que llegué, que ya estoy aquí.
Se acerca el empleado y coloca un vaso frente a Sebastián.
RAUL: Estás más flaco.
SEBASTIAN: Te parece, es la impresión que tienes por los años que no nos vemos.
RAUL: Cuántos años?
SEBASTIAN: Cuatro?
RAUL: Las gemelas habían nacido cuando te fuiste?
SEBASTIAN: Oye, yo las bauticé.
RAUL: Verdad, verdad, que idiota. Fue al poco tiempo, no?
SEBASTIAN: Justo dos días después del bautizo.
RAUL: Sí, pues, cuatro años sin vernos. Ellas ya van al colegio.
SEBASTIAN: Están bien?
RAUL: Muy bien, cada día que pasa se parecen más una a la otra. Yo mismo llego a confundirlas. Teresa en cambio nunca se equivoca. Bueno es la madre, es lógico. Ella también está bien.
SEBASTIAN: Tengo que verlas.
RAUL: Mañana te van a estar esperando.
SEBASTIAN: (Sirviéndose vino) Salud.
RAUL: Cumples treintaicinco.
SEBASTIAN: Treintaicuatro años.
RAUL: No te lo dije, pero feliz día. Salud.
SEBASTIAN: Me sorprendió tu carta.
RAUL: Me pareció buena idea juntarnos el día de tu cumpleaños, ha pasado tanto tiempo, tantas cosas. El padre José me dijo que de Chile pasabas a Bolivia, bueno, pero eso te lo conté en la carta.
SEBASTIAN: Tu carta me sorprendió y fue el impulso que necesitaba para decidirme a venir, lo había estado pensando seriamente.
RAUL: Tienes que volver rápido, dos días, una semana?
SEBASTIAN: Puedo quedarme. Tatiana no viene?
RAUL: Hablé con ella en la tarde. Me dijo que venía.
Tiempo.
SEBASTIAN: Imaginaste este encuentro?
RAUL: Qué?
SEBASTIAN: Si imaginaste ésto, el encontrarnos, conversar.
RAUL: Sí, creo que sí.
SEBASTIAN: Pensaste que sería así?
RAUL: Creo que no.
SEBASTIAN: Viniendo para aquí, en el ómnibus, imaginaba como sería encontrarnos de nuevo.
RAUL: Porqué esa pregunta?
SEBASTIAN: Quiero saber. Creo que hay un poco de decepción en los dos.
RAUL: No me parece, por lo menos, yo no.
SEBASTIAN: Que bueno saberlo. Lo decía porque tengo una extraña sensación. Como si nos hubiéramos visto la semana pasada.
RAUL: Hummm.
SEBASTIAN: No quisiera que exista una distancia entre nosotros.
RAUL: Estás loco, no hay nada de eso. Salud.
SEBASTIAN: Salud (Pausa) Hay algo en particular que me quieras decir?
RAUL: Nada.
SEBASTIAN: Te noto callado. Tú no eres así.
RAUL: Tú también estás raro.
SEBASTIAN: Sí. Tatiana ha cambiado también?
RAUL: Mucho. Ultimamente, cada vez que me encuentro con ella, es para discutir. Desde su divorcio está más neurótica.
SEBASTIAN: Y su hijo?
RAUL: Con el papá. Ella debe estar por llegar. Vas a ver cómo ha cambiado.
SEBASTIAN: Tienes fotos de tus hijas?
RAUL: No. No tengo.
SEBASTIAN: Yo tengo aquí unas fotos de Bolivia. Mira.
RAUL: Que curioso. Esas fotos parecen tomadas en Lima.
SEBASTIAN: Estas son de Cochabamba.
RAUL: (Las observa rápidamente) En Bolivia estuviste un año entero, y en Europa?
SEBASTIAN: Seis meses.
RAUL: Supiste de ese milagro en Italia, en el que se le apareció la virgen a una señora con su hijo? Les habló y dejó las huellas de sus manos como marcadas por el fuego en una pared para que todo el que quisiera las vea.
SEBASTIAN: Algo supe. Yo estaba en Italia en ese momento.
RAUL: Fue así, como te lo he contado?
SEBASTIAN: Creo que sí. (Pausa) Lo último que me imaginé de este encuentro contigo es que me hablases de un milagro en Italia realizado por la Virgen.
RAUL: Por qué no? La Virgen forma parte de tu trabajo, viene a ser la madre de tu jefe.
SEBASTIAN: (Ríe) Me había olvidado de tu sentido del humor.
RAUL: Con el tiempo lo he ido perdiendo. En estos últimos años me ha pasado de todo.
SEBASTIAN: Qué, por ejemplo?
RAUL: Tener dos hijas al mismo tiempo cuando yo solo esperaba uno, y que fuese hombre.
SEBASTIAN: Qué más?
RAUL: Lo de mi mamá. (Pausa) No quieres hablar de eso?
SEBASTIAN: Esos días estuve en momentos muy difíciles.
RAUL: Yo también.
SEBASTIAN: No quise venir.
RAUL: Yo sí me quedé hasta el final. Sobre todo las últimas tres semanas.
SEBASTIAN: Espero que no quieras contarme con detalles como fue.
RAUL: No con detalles, pero pensé que podría interesarte como pasó sus últimos días. Cómo preguntaba por ti pidiendo que vinieses y cómo Tatiana y yo nos cansamos de llamarte. Yo entiendo que hayas pasado por momentos "difíciles", pero era tu madre también.
SEBASTIAN: Ese es el verdadero motivo de esta reunión?
RAUL: Puede ser, porque estás aquí ahora y no estuviste cuando te necesitábamos?
SEBASTIAN: Yo iba a venir de todas maneras, tu carta hizo que adelantara el viaje, pero entiende que en esos días fue imposible venir.
RAUL: Pero qué problemas puedes tener tú, que toda la vida tuviste un orden? No le dejaste nada a nadie. Entraste rápido al Seminario y te fuiste a vivir tu vida.
SEBASTIAN: No ha sido tan simple.
RAUL: Qué paso, entonces? Hiciste algo "malo"? Te castigaron por algo? Seguro hay una mujer.
SEBASTIAN: Ninguna mujer.
RAUL: Qué hiciste, pues? Le hiciste algo a alguien?
SEBASTIAN: Por qué tienes que pensar en términos de que le hice algo a alguien?
RAUL: No se me ocurre otra cosa.
SEBASTIAN: No ha habido nadie más. Soy yo conmigo mismo.
RAUL: No entiendo.
SEBASTIAN: He pasado todo este último año pensando sobre muchas cosas y me ha costado tomar una decisión. No pensaba decirla hasta dentro de un tiempo, pero tu carta me animó a venir a contárselo a Tatiana y a ti que son mis hermanos.
RAUL: Entonces.
SEBASTIAN: Más que imaginarme este encuentro pensaba en como lo tomarían Tatiana y tú. Salí. No pertenezco más a la Congregación. No soy más un padre.
Ingresa el Empleado con una botella de vino. La coloca en la mesa y retira la anterior ya vacía.
RAUL: Qué hiciste?
SEBASTIAN: Pregunta sin respuesta. Dudas.
RAUL: No entiendo.
SEBASTIAN: No tienes porque entenderlo. Es algo personal.
RAUL: Inténtalo.
SEBASTIAN: No vale la pena.
RAUL: Me has dejado huevón. Podía imaginar de ti cualquier cosa menos eso. Salirse de ser cura. Yo pensé que serías siempre.
SEBASTIAN: Sorprendido?
RAUL: Tú eres el cura de la familia. Así lo entiende todo el mundo. Qué vas a hacer?
SEBASTIAN: No sé. Vine aquí a ver qué puedo hacer. Oye, no soy el primero. Me ha pasado lo que a muchos. Es algo que se conoce como crisis de fe.
RAUL: Traduce.
SEBASTIAN: Es eso, crisis de fe.
RAUL: No me vengas a decir ahora que Dios no existe, por que eso sí que me parece una huevada. Crisis de fe. (Pausa) Bueno, en la casa te podrías quedar unos días, aunque tendría que conversar con Teresa. Tienes dinero?
SEBASTIAN: No te preocupes, no tienes por qué sentirte obligado. Me siento un poco mareado.
RAUL: Creí que estabas acostumbrado a tomar vino.
SEBASTIAN: Sí, pero no en esta cantidad.
RAUL: Salud.
SEBASTIAN: Salud.
RAUL: Sebastián. Tú sabes que nosotros nunca nos llevamos bien. No de chicos, ni después inclusive cuando te fuiste. Me costó mucho tiempo adaptarme a la idea de tener un hermano cura. Pero finalmente me acostumbré. Toda nuestra familia se ha acostumbrado. Y ahora vienes a decirme que ya no. Y de la noche a la mañana mandas todo al carajo.
SEBASTIAN: Una decisión así no se toma de la noche a la mañana. Quise contártelo porque estoy muy deprimido y porque esta angustia que hace un año no me deja dormir, no tengo dónde desahogarla. No sé qué hacer. Y entiende que no te pido un consejo. Acompáñame nada más y no preguntes.
RAUL: Y toda la vida que has tenido hasta ahora? Tiene que haber algo más. Tienes que haberla cambiado por algo, si no, no entiendo.
SEBASTIAN: La cambié por nada.
RAUL: Siempre me pregunté cómo podrías pasártela encerrado. Le gusta, pensaba. Es raro, pero eso es lo que le gusta. Lo que nunca llegué a entender, y creo que ahora te lo puedo decir, es como te la podías pasar tanto tiempo sin sexo. O eso es relativo? Tú lo hacías? Creo que ahora me puedes decir la verdad.
SEBASTIAN: No lo hacía. Eso es algo que voy a tener que ir descubriendo.
RAUL: Entonces es cierto que no vas a regresar.
SEBASTIAN: No.
RAUL: Así sea. En lo del sexo puedo ayudarte. Conozco quién podría ser una buena compañía para ti. En la oficina van a cagarse de risa. Mis amigos son de las personas que creen que todos los curas son raros. Dime, Sebastián, me parece gracioso porque nunca hemos hablado de esto, tú nunca lo hiciste siendo cura o nunca lo hiciste? (Pausa) No tengas vergüenza, dímelo.
SEBASTIAN: Es eso lo único que te importa? Si me acosté con alguien alguna vez? Qué tal si te dijera que no? Correrías a contarlo en la oficina? Y a quién se lo dirías primero? A tus amigos, para que alguno apostase a que soy maricón? O al grupo de secretarias, para ver cuál de ellas se animaría a acostarse con un virgen? Podría hablarte de la vida nueva que quiero y que tengo miedo de iniciar, en la que el sexo no es lo más importante. La vida que quiero comenzar aquí a partir de hoy.
RAUL: Uno no sabe muy bien qué hacer con la vida vieja que tiene y tú hablas de una nueva. Ahora no eres más un protegido de nadie. Ni siquiera tienes dónde dormir. Saliste de tu mundo para formar parte del mío y no estoy muy seguro de que tengas un sitio dónde ubicarte.
SEBASTIAN: No te preocupes por mí.
RAUL: Ya estoy borracho. (Fuera del bar se oye un bolero) Mi mamá quiso que te entregase la cajita de la cruz de plata. No sé si ahora pueda interesarte mucho tenerla.
SEBASTIAN: Claro que me interesa. Me gustaría quedarme con su guitarra.
RAUL: Se la robaron el año pasado. Pero eso es algo que puedes comprar.
SEBASTIAN: No necesito una guitarra. Me interesaba esa porque fue de ella. (Pausa) Qué pena.
RAUL: Tatiana se está demorando. Quisiera que nos fuésemos a otro lugar. No quiero quedarme aquí.
SEBASTIAN: Vamos a esperarla. SI este lugar no te gusta porque no me pediste para encontrarnos en otros.
RAUL: Me gusta, vengo siempre. Lo alquilé, planeé una borrachera para nosotros solos, pensé que podríamos estar más tranquilos y conversar mejor que en mi casa. Ahora quisiera ir a otro lado.
SEBASTIAN: Lo alquilaste toda la noche?
RAUL: Sí, y no creas que es barato. También me he hecho socio de un club y Teresa ya tiene carro. No me ha ido tan mal en la compañía. Por ahí se dice que yo debe ser el próximo Gerente General. La situación no es tan buena, pero cada uno tiene que agarrarse con sus uñas y dientes y no confiar en nadie. Es la única manera o te terminan comiendo. (Sebastián bota el vaso) Ahora eres tú el que está borracho.
Se acerca el empleado. Recoge el vaso y lo coloca en la mesa.
SEBASTIAN: Sí, y me hace mucho bien. Es como si el vino me hubiese purificado. Es ésta la lucidez que quiero conservar para siempre Una idea, rápido, dame una idea.
RAUL: Para qué?
SEBASTIAN: Una idea para poner en práctica. Es todo lo que necesito. Quiero una que me dé la clave para encontrarle un sentido a todo esto.
RAUL: Oye, me estás tomando el pelo? Siéntate y sírvete otro vaso. Déjate de hablar así y dime por qué no viniste siquiera a enterrar a tu madre. Por qué no alcanzaste ni siquiera a darle un Padre nuestro y un Avemaría. No querías una idea? Esa hubiera sido mi idea de habérmela pedido en ese momento.
SEBASTIAN: Quisiera llorar aquí, para ti, sólo para demostrarte que lo sentí tanto como tú. Ni yo mismo sabría explicarte por qué no estuve aquí en ese momento.
RAUL: Yo te pregunté por qué no viniste y quiero que me des una simple respuesta. Si fue porque no te dio la gana, dímelo: "no me dio la gana".
SEBASTIAN: Me has traído un regalo, no es cierto?
RAUL: Qué te hace pensar eso?
SEBASTIAN: Te conozco. Hay tradiciones que tú vas a mantener siempre. El hacerle un regalo a tu hermano el día de su cumpleaños es una de ellas. Lo has traído o me lo pensabas dar mañana en tu casa?
RAUL: (Pausa) Lo he traído. En realidad lo escogió Teresa. A mí no se me hubiera ocurrido nunca una cosa así. (Se lo entrega) No te molestes en abrirlo. No creo que ahora te interese. Es un misal en latín. Yo te habría regalado una colonia, pero Teresa insistió en que esto te iba a gustar más.
SEBASTIAN: Gracias.
RAUL: Qué puede importarte ahora un misal en latín?
SEBASTIAN: Lo voy a guarda como un recuerdo.
RAUL: Una colonia te hubiera gustado más. Quiero ver la cara que va a poner Teresa cuando se entere. Se va a sentir ridícula con el regalo.
SEBASTIAN: Quieres que te lo devuelva?
RAUL: No, quédatelo. Bótalo si quieres. En todo caso mañana puedo comprarte una colonia también. Salud, por ti, por mi y por la memoria de nuestra madre.
SEBASTIAN: Salud.
Entra Tatiana al bar y abraza a Sebastián.
TATIANA: Feliz día, espero que te guste.
SEBASTIAN: (Recibiendo el regalo) Gracias.
TATIANA: Abrelo. Es una casaca. Escogí el color negro porque creo que te sienta bien. Va con tu personalidad.
RAUL: Ja – Ja.
SEBASTIAN: Me queda bien, gracias.
TATIANA: Muy bien.
RAUL: Perfecta.
TATIANA: (A Raúl) Y a ti que te pasa, borracho tan rápido?
RAUL: Me cansé de esperarte para emborracharnos juntos, así que como ves me adelanté. Sebastián, también está borracho.
Se acerca el empleado con un vaso y una nueva botella de vino. Los deja sobre la mesa y retira la botella vacía.
SEBASTIAN: Un poco, nada más. No estoy acostumbrado.
TATIANA: Qué vas a estar acostumbrado. Tú, Raúl, sí estás acostumbradísimo.
RAUL: Tú también.
TATIANA: A ver, Raúl, acompáñame. Uno, dos, tres.
(CANTAN) Quítate el zapato que te lo quiero ver
que bonito pie tú tienes, vuélvetelo a poner.
Cumpleaños feliz, te deseamos a ti,
Feliz cumpleaños, Sebastián, te deseamos a ti.
SEBASTIAN: Richard está bien?
TATIANA: Casi no lo veo.
SEBASTIAN: Y tu hijo?
TATIANA: Está bien. Lo veo una vez a la semana.
RAUL: Aunque a veces pasan dos semanas sin verlo.
TATIANA: Qué te importa.
RAUL: La sorpresa que se van a llevar los dos cuando se cuenten "las últimas novedades"
SEBASTIAN: Raúl, quieres dormir? Ya nos podemos ir a tu casa.
RAUL: Estás loco? Yo he pagado por estar aquí toda la noche, y aquí me quedo.
TATIANA: Déjalo, borracho es insoportable, no se puede conversar con él.
RAUL: No tengo tema para hablar contigo. (Se levanta y se dirige al baño).
TATIANA: Sabes lo que pasa? El es muy amigo de Richard. Siempre salíamos los cuatro y desde el divorcio me controla, quiere saber qué hago y qué dejo de hacer. Bueno, yo estuve saliendo con un amigo que era menor que yo. No sé si te molesta que te hable de esto.
SEBASTIAN: No, sigue no más.
TATIANA: Raúl puso el grito en el cielo. Se molestó más que el propio Richard, cuando por fin pasaron unos meses y comenzaba a acostumbrarse a la idea de que salga con un hombre menor que yo, terminé la relación y comencé a salir con otro. Bueno, desde ahí, las cosas con Raúl han empeorado.
SEBASTIAN: Tatiana, lo de mi mamá ...
TATIANA: Eso ya pasó.
RAUL: (Regresando) No les provoca comer nada? Yo sí tengo hambre, voy a ver si me pueden preparar algo. (Sale).
TATIANA: El problema fue Richard. El desgraciado consiguió el divorcio y me quitó la custodia de mi hijo. En realidad no le costó mucho trabajo.
SEBASTIAN: Te sientes mejor así?
TATIANA: Sí.
SEBASTIAN: Recibiste mi carta?
TATIANA: Sí, después hablamos.
Regresa Raúl y se sienta. Se produce un silencio.
RAUL: Perdón, interrumpo? O ya se hicieron las respectivas presentaciones? Tatiana, ya conociste al nuevo Sebastián?
SEBASTIAN: Por qué no nos vamos? Yo te llevo a tu casa.
RAUL: Antes quiero saber si tú conociste a la nueva Tatiana, divorciada, con dos amantes, próxima a convertirse en puta.
SEBASTIAN: Siempre ha sido fácil para ti definir a cualquier persona en tres o cuatro palabras, alguna vez lo has hecho contigo?
TATIANA: Mediocre, que es lo que salta a la vista, y muy arribista. Cuál es el sueño de su vida? Tener lo que tenga su jefe más inmediato. Hasta que un día después de años de sacrificio llegue a la cumbre, al máximo de sus aspiraciones y se convierta en Gerente General.
RAUL: Las cosas han sido muy fáciles para dos mantenidos como ustedes. Una por el marido y el otro por la iglesia.
SEBASTIAN: Ahora no existen ni la iglesia ni el marido.
RAUL: Tú recién comienzas. Ya te quiero ver.
Entre el empleado con un plato de comida y cubiertos. Coloca todo frente a Raúl.
SEBASTIAN: Quiero que por lo menos entre los tres queden las cosas claras. Voy a vivir en Lima y me gustaría seguir viéndolos.
TATIANA: Eso es algo que ya me habías explicado en tu carta.
RAUL: No me dijiste que te había escrito. Secreto de hermanitos?
TATIANA: Quiero que estés bien, que te quedes a vivir aquí, que podamos vernos.
RAUL: Alójalo en tu departamento, podrían vivir muy bien Sebastián, tú y tu amigo.
TATIANA: Mi amigo no vive en mi departamento.
RAUL: No permanentemente, pero pasa temporadas, igual que el anterior.
TATIANA: Oye, con qué derecho me controlas.
RAUL: Soy tu hermano mayor y le hice una promesa a mi madre.
TATIANA: Tengo treintiséis años.
SEBASTIAN: Tú, Raúl, te pintas como el hermano perfecto.
RAUL: Yo trabajo, y tengo una familia, cosa que ninguno de ustedes dos tiene. Ya te quiero ver cuando tengas que vértelas para conseguir comida todos los días.
SEBASTIAN: No me asusta.
RAUL: Dímelo dentro de un mes.
TATIANA: Oigan, yo vine aquí a celebrar el cumpleaños de Sebastián y no a escuchar tus tonterías. No puedes animarte? A otros borrachos les da la sentimental, a ti te da la agresiva.
RAUL: Vamos a celebrar entonces.
TATIANA: Quiero brindar por los tres. Y principalmente, por ti, Raúl, que salvaste el honor de la familia, y al que todo le va tan bien. Salud. (Fuera del bar se oye un bolero) De dónde viene esa música? Aquí hay música?
RAUL: Hay un tocadiscos.
TATIANA: Debe estar incluido en el alquiler.
RAUL: (Al empleado) Oye! Ponte algo de música.
TATIANA: Aquí venden cigarros?
SEBASTIAN: Yo tengo.
RAUL: Dame uno a mi también (Se oye un disco tocando salsa) Eso no! Pon otra cosa, no me gusta la bulla.
TATIANA: Sería divertido tener una fiesta a donde ir.
En el tocadiscos se oye un tango. Tatiana y Sebastián bailan por entre las mesas del bar hasta terminar la canción, mientras Raúl permanece sentado fumando.
TATIANA: Hace cuanto tiempo que no nos reuníamos los tres.
RAUL: Sebastián, he estado pensando en algo y tú me dirás cómo lo tengo que resolver. Tú fuiste el que bautizó a mis hijas, no es cierto? Ahora que ya no eres cura, las tengo que bautizar de nuevo?
SEBASTIAN: No digas tonterías.
RAUL: Es que si las tengo que bautizar de nuevo, podría cambiar de padrinos. Los que tienen no me gustan.
TATIANA: Pero si los cuatro padrinos los escogió Teresa y tú me habías prometido ser la madrina de una de ellas. Y después resultó ser Richard el padrino.
RAUL: Felizmente.
TATIANA: Por qué no aprovechas que está lo suficientemente borracho para decirme qué es lo que tienes en contra mía?
RAUL: Me das pena.
TATIANA: Por qué?
RAUL: Deberías regresar con tu marido y tu hijo.
TATIANA: A qué le tienes miedo? A la idea de que duerma con otro que no sea Richard? Qué es en el fondo lo que te preocupa? El sexo? He pasado muchos años con el mismo hombre. Quiero conocer otros hombres, saber como son, y eso es algo que tú no puedes entender.
RAUL: Tú apruebas eso, Sebastián? Dile algo. O también te has vuelto un amoral?
SEBASTIAN: Deja que cada uno lleve su vida como quiera.
TATIANA: No me has contestado, es el sexo lo que más te preocupa? Crees que me comporto como las mujeres con que tú sales? Y eso es algo que sé no porque te vigile, sino porque te conozco. Crees que soy así? O prefieres que vuelva con Richard y que lo siga haciendo a escondidas, como haces tú con la tonta de Teresa?
RAUL: No puedes compararte conmigo.
TATIANA: Tú siempre has querido que tenga el comportamiento de Teresa, que, viéndolo bien, también era el comportamiento de mi mamá.
RAUL: Y eso tiene algo de malo?
SEBASTIAN: Voy al baño. (Sale)
TATIANA: Te estás luciendo, borracho de mierda.
RAUL: El problema con Sebastián es que nació sietemesino. Y yo sé que los sietemesinos tienen dificultades de coordinación como él.
TATIANA: Estoy segura que lo que el quiere es salir corriendo de aquí. No lo ves callado, inquieto? Hazle las cosas un poco más fáciles.
RAUL: Por qué fáciles? Yo sí veo a la familia, la frecuento, y cuando se sepa que él ya no es cura, soy yo él que va a tener que sacar la cara.
Sebastián llega del baño.
TATIANA: Estás pálido. No quieres algo de comer?
SEBASTIAN: No tengo nada, estoy bien. No, no me siento bien.
TATIANA: Nos vamos, entonces?
RAUL: Nada de irnos. Lo que éste necesita es un par de tragos más para agarrar la costumbre.
TATIANA: Creo que tengo bicarbonato.
RAUL: Nada de bicarbonato, ni que fuera vieja.
TATIANA: Gracias.
RAUL: Para lo único que sirve el bicarbonato es para cocinar pastel de coliflor, como lo hacía mi mamá, bastante bicarbonato para que no de cólico de gases. Eso tienes, Sebastián? Cólico de gases?
SEBASTIAN: Estoy mareado.
TATIANA: Yo también.
SEBASTIAN: Tengo ganas de vomitar.
RAUL: Que mala cabeza, Sebastián.
TATIANA: Mejor anda al baño.
SEBASTIAN: Sólo quiero que se callen y se dejen de mover tanto.
TATIANA: De repente te ha bajado la presión.
RAUL: Qué presión ni qué presión. (Al empleado) Oye!
Entra el empleado con cara de haber estado durmiendo. Tiene una botella en la mano. La coloca sobre la mesa y retira la vacía.
TATIANA: Sírveme un poco.
Raúl sirve a Tatiana y a Sebastián.
RAUL: Toma un poco, Sebastián.
SEBASTIAN: No quiero.
TATIANA: Salud.
RAUL: Salud.
SEBASTIAN: Estoy borracho.
RAUL: Oye, ahora que eres civil puedes emborracharte las veces que quieras, siempre y cuando le agarres la costumbre, pero no el vicio. A mí ese vino me gusta, podrán decir que es un vino barato, pero me gusta. Claro, no es para acompañar un asado, pero para tomarlo así, está bien. En mi casa tengo dos botellas de whisky de más de veinte años cada uno. Ese va a ser mi regalo para la fiesta de matrimonio de mis hijas.
SEBASTIAN: Cómo envidio la seguridad que tienes para planificar tu vida y la de tu familia. Como si todo dependiera sólo de ti.
RAUL: Dinero no va a faltar.
SEBASTIAN: Sírveme otro poco.
RAUL: Te acostumbrarás rápido.
TATIANA: Te sientes mejor.
SEBASTIAN: No.
TATIANA: Quieres el bicarbonato?
SEBASTIAN: No. Quiero vomitar.
RAUL: Vomita, pues, que esperas.
SEBASTIAN: A que las cosas dejen de moverse.
TATIANA: La última vez que vi vomitar a alguien fue en una reunión, hace poco. No es que me produzca asco sino que, de sólo pensar cómo me siento después que vomito, me aguanto hasta pasármelo.
Sebastián va al baño y vomita. Al regresar se acuesta en el piso en forma horizontal frente a Raúl y a Tatiana.
RAUL: Va a ser un problema cargarlo. Tú lo llevas de los pies y yo de los hombros. El empleado nos puede dar una mano. Aunque el verdadero problema va a ser el carro. Espérame con él mientras le saco del estacionamiento, lo dejamos y después te llevo a tu casa.
TATIANA: Dónde lo dejamos?
RAUL: En mi casa. Ya habíamos quedado en almorzar ahí mañana.
TATIANA: Yo me voy en un taxi. Quiero caminar.
RAUL: Y quién me ayuda a bajarlo si no se despierta? No va a dormir en el carro, no?
TATIANA: No sé. Quiero caminar un rato.
RAUL: A esta hora? Hace frío, caminar, para qué? No compliques las cosas. Te llevo y se acabó.
TATIANA: No quiero discutir ahora.
RAUL: Espérame entonces. El carro está aquí al costado. (Mira a Sebastián) Mejor yo lo cargo de los pies, el empleado de los hombros y tú llevas la maleta.
TATIANA: Como quieras.
Sale Raúl. Queda Tatiana observando a Sebastián en silencio.
SEBASTIAN: De nosotros tres él es la figura más triste, porque no se da cuenta de nada.
TATIANA: Eso lo hace triste. No estoy muy segura. Oye, no te habías quedado dormido? Puedes levantarte?
SEBASTIAN: Tenía ganas de hacerme el dormido para que Raúl me cargase de los pies, el empleado de los hombros y tú llevases mi maleta.
Sebastián se levanta y se sienta junto a Tatiana.
TATIANA: Quieres esperar en la puerta?
SEBASTIAN: Quiero quedarme, me siento mejor.
TATIANA: Díselo a Raúl.
SEBASTIAN: (Al Empleado) Oiga !
Ingresa el empleado.
SEBASTIAN: Un vaso de agua, por favor.
Sale el empleado.
SEBASTIAN: Todavía no amanece. Te están esperando en tu casa?
TATIANA: Quién? No nadie me espera.
Entra el empleado deja un vaso con agua y se va.
TATIANA: Para bailar me pongo la capa
Para bailar me la vuelvo a quitar
Yo no puedo bailar con la capa
Sin la capa no puedo bailar.
Qué será? (Pausa)
SEBASTIAN: Un rey con mucho calor.
TATIANA: No. (Se sirve vino)
SEBASTIAN: Dame un poco.
TATIANA: Estás seguro?
SEBASTIAN: Sí. Me siento muy bien. Como pocas veces. Sabes qué veo?
TATIANA: No.
SEBASTIAN: A ti, por dentro.
TATIANA: Y qué tengo?
SEBASTIAN: Un gato negro afilando las uñas en la cortina de la sala, destruyéndola sin ser consciente de lo que está haciendo.
TATIANA: Qué más?
SEBASTIAN: Un pájaro que vuela siempre a ras del mar.
TATIANA: Por qué el gato y un pájaro?
SEBASTIAN: El gato no tiene la fragilidad del ave. Y el pájaro no tiene la agresividad del gato.
TATIANA: El pájaro podría ser una gaviota?
SEBASTIAN: Podría ser.
TATIANA: Me gusta. Salud.
SEBASTIAN: Salud.
TATIANA: Estamos muy filosóficos.
SEBASTIAN: Metafóricos. Se pone la capa para bailar y para bailar también se la quita. Puede y no puede bailar con la capa. Qué es? Dime.
Ingresa Raúl con las llaves del carro en la mano. Está pálido.
RAUL: Vamos, el carro está en la puerta.
SEBASTIAN: Siéntate un rato más. Otro vaso?
RAUL: El carro está en la puerta.
SEBASTIAN: Quiero quedarme.
TATIANA: Tú has pagado por esto, no? Aprovéchalo, ven, siéntate.
RAUL: (Sentándose) Pensé que estabas mal.
SEBASTIAN: Me siento mucho mejor.
RAUL: Entrando al estacionamiento vi cómo un negro asaltaba a un borracho.
TATIANA: Eso te asustó? Por qué estás pálido. No habrás sido tú el borracho?
RAUL: Te lo cuento porque tú querías regresarte en taxi.
TATIANA: Ya que estamos aquí, quedémonos un rato más.
SEBASTIAN: Toma un poco. Raúl. Salud.
RAUL: Carajo, estoy asustado, carajo, porque me ha podido matar ese negro de mierda.
TATIANA: Fuiste tú.
RAUL: Maldita sea, mis documentos. Felizmente no se dió cuenta que iba a entrar a recoger el carro, sino también me lo roba, negro de mierda.
SEBASTIAN: Por qué lo dices recién ahora? No dijiste que habías visto el asalto?
RAUL: Por qué? He cometido un pecado al mentir?
TATIANA: Yo sabía que te había pasado algo por la cara que traías. Se te pasó la borrachera de golpe.
RAUL: Felizmente traía poca plata. Y la chequera siempre la dejo en el carro. Pero mis documentos, carajo.
SEBASTIAN: Pero por qué mentiste? Por qué no lo dijiste cuando entraste?
RAUL: Porque no quería decirlo.
SEBASTIAN: Dame fósforos.
TATIANA: Siempre tienes que ser así de desconfiado? Podrías haber gritado y alguien te hubiera escuchado. Te han podido golpear.
RAUL: Me robó la billetera con todos mis documentos.
TATIANA: (Al empleado) Oiga!
SEBASTIAN: No había nadie?
RAUL: A esta hora no hay nadie en la calle.
SEBASTIAN: Y el guardián?
RAUL: Estaba durmiendo.
TATIANA: (Al empleado) Oiga!
RAUL: (Al empleado) Oiga!
TATIANA: Vas a ir a la comisaría?
RAUL: Si, claro.
Se produce un silencio. Entra el empleado con una botella en la mano. Tatiana le extiende la botella vacía. Sale el empleado. Sebastián sirve vino para los tres. Raúl irrumpe violentamente en llanto. Se levanta va hacia el baño se tranquiliza y regresa. Tatiana y Sebastián han permanecido en silencio.
RAUL: Era un negro alto, flaco y tenía cicatrices en la cara. (Pausa) Son muchas cosas que no van bien últimamente y tengo un poco de miedo. Cuando estoy solo tengo miedo y siento que algo va a pasar. Todo cambia muy rápido y en muy poco tiempo, y eso no me gusta. Me resisto a acostumbrarme a los cambios en mi familia y en mi trabajo. Lo que pasa es que no me siento tan seguro como antes. Y a veces, cuando estoy solo, lloro, y quisiera que mi mamá esté conmigo.
SEBASTIAN: Yo quería decirles que los quiero mucho a los dos.
RAUL: Imbécil.
SEBASTIAN: Te quiero, Raúl.
RAUL: Dentro de muy poco tiempo vas a sentir el miedo que siento yo. En tu nueva vida.
SEBASTIAN: Estoy acostumbrado a los cambios.
TATIANA: Nunca he podido librarme de la imagen de mi mamá, con su aire de víctima, reclamando por todo. Y nuestro padre, con la actitud de quien pide permiso para vivir. Lo que más me acuerdo de cuando éramos chicos, son esas ganas que tenía de que mi papá me golpee por las travesuras que hacía. Por qué no me castigaba? Alguno de ustedes sabe por qué no me castigaba?
RAUL: Cállate.
TATIANA: De todas las cosas que he hecho, ni una la hice pensando en molestarte. Lo poco que tengo lo hice sólo por mí. Nunca pensando en los demás.
SEBASTIAN: Tengo una idea, Raúl, algo que jamás se te hubiera ocurrido. No te das cuenta que no eres nadie? No tienes documentos. A nadie puedes probarle que eres Raúl Rivera Mogollón, casado, cuarentiún años, puedes cambiarte el nombre, puedes cambiarte la vida, tienes la posibilidad de ser otro.
RAUL: No quiero ser otro.
SEBASTIAN: Ahhh, tengo unas ganas enormes de trabajar. Trabajar sin descansar todo el tiempo que pueda. Donde sea que me necesiten. Quién me necesita? Hay alguien para quien yo sea necesario? Que me lo diga para ponerme a trabajar.
RAUL: Me duele la cabeza y quiero irme. No quisiera verlos a ninguno de los dos por un tiempo. Olvídense del almuerzo en mi casa mañana. No vayan. Yo le digo cualquier cosa a Teresa, pero por favor, no vayan. Es en serio.
TATIANA: Una familia siempre pelea, pero no se separa y nosotros somos una familia.
RAUL: Ustedes ya no son mi familia. (Sale).
TATIANA: Me voy con él. Mejor lo acompaño a la comisaría. No quisiera que le pase nada. Está demasiado borracho. Llámame al 638496 después de la una o búscame. No quiero que se vaya solo. (Sale)
Ingresa el empleado y recoge la última botella.
SEBASTIAN: Alcanza para una más?
EMPLEADO: Sí.
SEBASTIAN: Una más entonces. Hoy es mi cumpleaños.
FIN

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César De María.

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