INDIOS Y QUEBRADOS

(Por Osvaldo Bayer, desde La Habana) "Se logró apresar a matacos, 65 de ellos bien armados además de 12 niños, 12 mujeres y una vieja que traían por adivina y que los traía a la ciudad. Pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de asegurarlos y transportarlos al interior sin un crecido costo de la real hacienda y que en caso de hacerlo era inevitablemente que escapando uno u otro se volviesen a sus países y sirviesen estos de guías para conducir a los otros por estos caminos (...) y que su subsistencia sería enormemente perjudicial, los mandé pasar por las armas y dejarlos pendientes de los árboles". Este documento no puede ser más burocrático y cruel. Fue firmado en Tucumán, en abril de 1781, por el gobernador español Mestre y enviado al Virrey Vértiz, quien lo aprobó. (Nosotros los argentinos siempre diligentes y genuflexos ante el poder premiamos en este siglo al feroz virrey español Vértiz con el nombre de una de las más importantes calles de Palermo. En las escuelas se nos enseñó que había sido una personalidad notable porque había traído el primer alumbrado o algo así. Enhorabuena. Pero alguna vez vendrá alguien con espíritu de justicia y reemplazará el nombre del ilustre asesino por el de "Matacos".) Con este documento la investigadora argentina María Poderti inicia un estudio serio y lleno de hallazgos titulado "La sublevación de Tupac Amaru y sus implicancias en Tucumán". El de María Poderti es un trabajo erudito: fue el primero que leí como jurado en el concurso Casa de las Américas. Se me invitó a La Habana después de 36 años de haber visitado Cuba, en un gesto que habla de apertura. Cincuenta fueron los ensayos que debí leer. Y un gran orgullo: constatar en las obras a juzgar la presencia de la Latinoamérica de la creación real y silenciosa. Obras que abarcan los grandes temas de la búsqueda e interpretación. Desde "Los pueblos invisibles: los indígenas frente a la nación", del mexicano Díaz Polanco, a "Fines de siglo, fin de milenio" del profesor argentino Hugo Biagini, pasando por "Los derechos humanos entre realidades y convencionalismos", del chileno Hernán Montesinos, y 47 obras más de todas las regiones de estas tierras latinoamericanas de lo real maravilloso, esclavas y libertarias. El libro triunfador por unanimidad del jurado (España, Perú, Brasil, Cuba y Argentina) es el grande y sorprendente trabajo del tucumano Eduardo Rosenzvaig: "Etnias y árboles: historia del universo ecológico Gran Chaco". Su estilo es nuevo: a la profunda investigación de todos los aspectos científicos de la región plena de mitos, secretos y desgarradoras mutaciones producidas por la avidez, la inocencia de los expulsados de su paraíso, la correlatividad y el medio, la sorpresa y el poder, se une la magia del estilo y una muy suave ironía impregnada de cierta tristeza y hasta bondad por todo lo demasiado humano. Ya el prólogo del libro de Rosenzvaig es una pieza maestra y toma el derrotero de Morin: "Nos hallamos en el corazón de una tragedia insondable. Por todas partes se combate ciegamente contra los enemigos parciales, enemigos antiguos, enemigos nuestros, nuevos amigos. Se ama, se odia, se yerra, se sufre, se subleva, se resigna, se cree, se deja de creer, se vuelve a creer. Aún no hemos comprendido la tragedia que vivimos. El lugar de ser el foco de la nueva conciencia, la ciencia contribuye al nuevo oscurantismo". El trabajo estudia las transformaciones ambientales de esa zona de la inmensidad y el misterio en los siglos XVI a XVIII, el ecotono de la militarización, la alienación republicana, el paradigma urbano y los derrames y pulverizaciones étnicas; las consecuencias del obraje, la deforestación y el avance del desierto; el impacto de la desertización en el imaginario y la religiosidad popular; la reversibilidad de los biomas, la situación ecológica actual y su prognosis. Cuando la naturaleza pudo en fin ser tratada como mercancía -escribe Rosenzvaig- se recurrió a tres herramientas: vías férreas, quinina y fusiles de repetición. Trenes para talar el bosque. Quinina para soportar el paludismo. Fusiles de repetición para eliminar lo étnico y completar la apropiación territorial. Como costaba más caro adiestrar un indio que importar inmigrantes, la República los mató. Y trajo inmigrantes. Salvo en las tareas de plantación como el azúcar donde costaba más caro adiestrar un animal que un indio. La primer especie en desaparecer en el ambiente del Chaco fue el aborigen. El comandante Fontana asistió en 1880 al final de la etnia payaguá. Los últimos 17 canoeros. Cuenta cómo vivían ellos invadidos por una tristeza de desaparición. Lloraban largamente por cada una de sus pérdidas. "Mientras en Estados Unidos -prosigue Rosenzvaig- la frontera fue una empresa civil, en la Argentina fue militar. El Chaco fue un adiestramiento del ejército argentino en la vida civil. Un ensayo para gobernar. Los golpes de Estado militares fueron un largo correlato de las campañas del desierto." La limpieza étnica y el árbol como víctima: el desequilibrio ecológico: "el resultado no fue ni ciudad de acero soñada ni colonización a lo norteamericano, sino una simbiosis latifundista-militar. Un Estado represor y un obraje represor". (¿Cómo se inserta la libertad en el ecosistema? El comandante Fontana relata el caso de un indio prisionero al que se le ató al cuello un cordel cuyo extremo iba asegurado el caballo de un soldado. El indio no dio un paso esperando que el cordel lo ahorcase. A otro indio detenido cuando el oficial lo amenazó con quemarlo vivo, el indígena contestó introduciendo su pie en el fuego). El militar Fontana se refiere a su civilización como la de los hombres blancos, es decir, sin obviar la tonalidad colonialista racista diseminada por el mundo entero a partir de la explotación del África. El humanismo técnico. "Cada expedición punitiva que regresaba del Chaco daba lugar a grandes festejos. Se embanderaban las casas ricas, aclamándose a los que llegaban trayendo trofeos: indiecitos perdonados, mujeres indias y botín. Después de la muerte del indio, la del quebracho. Y vendrá el desierto. Los antiguos dioses de las hojas y los troncos devinieron en el católico señor de Mailin. Durante décadas, después de la procesión del santo y la cruz los altoparlantes de la Iglesia transmitían marchas militares. Hoy es una gran feria. La conciencia de una ecología de plástico elaborada por el sistema periférico. Un libro fundamental. Nacido en la tierra donde gobierna Bussi. Dos gobernadores a través de los siglos: Mestre y Bussi: aquel colgaba indios. Este desapareció argentinos. Y Rosenzvaig redacta en la misma provincia un libro sabio.

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