Las flores de la libertad

Claveles, rosas, crisantemos, que hermoso poder informar y hablar de flores. Un verdadero mar de este lado poético de la humanidad y de la naturaleza: que nazcan flores y que el ser humano las sepa apreciar. La ciudad de Frankfurt tiene el honor de - todos los septiembres - inaugurar la Feria Mundial de las Flores. Los protestadores incorregibles, los que siempre encuentran pelos en la sopa, los que solo ven sombras en el presente y presagian catastroes para el futuro aquí tienen que callarse la boca, esa pose entre elegante y hierática de las flores, esos verdes esmeraldas, rojos revolucionarios, azules de mares desconocidos, amarillos sensuales, lilas infantiles, no dejan lugar a malos pensamientos. El hombre es bueno. Y el sistema que lo rige no es tan malo como dicen los incorregibles. Vean esto. Un sistema que es capaz de juntar tantas flores del mundo entero no debe ser tan pérfido. Un sistema que es capaz de adornar con flores la mesa de una muchacha sola en París o la buhardilla de un joven poeta en Berlín, debe llevar, intrínseco, también otros valores espirituales.

Que lo diga sino este mar multicolor que chisporrotea de perfumes y llena los ojos y los salones.

Todos quisiéramos que fuera así. Que por lo menos las flores se mantuvieran intactas en su pureza, que por lo menos pudiéramos decir que nacen en estado de inocencia, que son un himno al amor, a la paz, a la alegría, al consuelo. Pero no es así. Su origen es uno de los aspectos más perversos de la vida de hoy y del sistema, que domina y divide al mundo en primeros y terceros. Aquí, en esta exposición mundial, cuyo titulo: "Plantec" brilla en miles de afiches se puede comprobar que no solo se ha perdido definitivamente la inocencia sino también la vergüenza. Que somos todos tramposos.

Porque la verdad esta en el informe de la FIAN, la Organización Internacional de Derechos Humanos para la nutrición apoyada por Terre des Hommes y Pan para el Mundo. Un alto porcentaje de las flores proviene de Colombia que en 1993 envió 130 millones de toneladas de flores a Estados Unidos y Europa. (Flores para alegrar la vida, del Primer Mundo; mientras los índices de desnutrición de la niñez colombiana de Naciones Unidas avanzan como rítmicas guadañas.) El informe de las organizaciones de Derechos Humanos, nos señala que en pocos rubros de la producción mundial se encuentran estados tan indignos, y tan peligrosos para la salud como los de la industria de la flor. En las planicies que rodean a Bogotá trabajan 50.000 seres humanos de 450 empresas dedicadas a la floricultura, por supuesto, el 80 por ciento de esos trabajadores son mujeres que llegan del interior. La explotación es calificada como "descarada". Trabajan a destajo, en cuclillas y soportando un calor sofocante. Se les paga el jornal mínimo, que no les alcanza siquiera para alimentar a los niños que les aparecen todos los años uno nuevo. Flores y niños, los dos productos más puros y nobles que en el mundo de la Libertad esclavizan a sus creadoras. Por supuesto, los empresarios -todos occidentales y cristianos- no pagan los seguros sociales. La que no trabaja se va, a la que se enferma no se le paga; ésa es la única ley y razón. Los empresarios manejan el argumento incontrastable: la competencia. (Estados Unidos -que compra en 80 por ciento de la producción de las flores colombianas- amenaza siempre que si no se bajan los precios se le comprara a Puerto Rico. Un argumento lógico, casi un imperativo categórico kantiano, a dos mil años después de Cristo. Un argumento similar al de esos ministros de Economía de ojos saltones, que fueron antes sirvientes de brutales dictaduras militares y hoy son la palabra ex cátedra en piases humillados por la corrupción y el lameculismo.)

Prosigamos con el informe sobre las flores colombianas, sindicatos no hay porque ya hubo suficientes mártires, y su una obrera tiene alguna iniciativa para organizarse tiene que irse, no solo del establecimiento sino también de la región. Métodos democráticos. El rubio y sonriente boy Bill Clinton, tan preocupado por Cuba, podría, de vez en cuando, lanzar una mirada a las regiones donde se producen las flores que adornan su mesa de trabajo en la Casa Blanca. Eso si, el mercado estadounidense exige sin discusión que las flores "sean hermosas sin defectos (textural, el informe) como hechas en molde, de color intensivo, con follaje exuberante y porte derecho". Y aquí viene la cosa: la Oficina de Protección Biológica de Alemania señala que "sin productos químicos es absolutamente imposible conseguir esos hermosos ejemplares". Esto significa 74 kilos de pesticidas por hectárea y por año. Las débiles plantas de flores de la sabana colombiana deben ser liberadas de los hongos. Y los pesticidas no solo eliminan los hongos sino que perjudican la salud de las trabajadoras. El Organismo Mundial de la Salud ha comprobado entre ellas: "asma, insoportables dolores de cabeza, mareos y malformaciones en los recién nacidos". Porque mientras que los hombres que rocían los pesticidas tienen trajes protectores, las mujeres son enviadas a los galpones por pocos minutos y luego obligadas a regresar a las tareas. Pero para el sarcasmo todavía falta otro detalle: las plantaciones de flores necesitan agua, agua y más agua. Y justamente en las sabanas colombianas el agua se esta agotando, los pueblos cercanos a las plantaciones reciben ya solo tres veces a la semana agua potable. Un buen sacrificio, dentro de todo, si se tiene en cuenta que es para que el mundo libre tenga sus flores.

Claro, a la vergüenza hay que cuidarla un poco. Para eso se convocan los congresos internacionales y así quedar bien con la conciencia. Uno de ecología en Río; otro de población mundial en El Cairo y ahora uno sobre flores en Frankfurt. Todos podemos hacer recomendaciones pero, por favor, no tocar el sistema. En Frankfurt se va a ratificar una vez mas la Clean Flower Declaration y un acuerdo entre Ascosoflores de Colombia y los Importadores de Flores. Pero nada cambiara, cualquier mejora tropezara con la regla de oro: la competencia. Porque a mas costos, mas precio, menos venta. Puerto Rico esta atento a ganarle la carrera de las flores a Colombia.

Veo salir a las damas elegantes con ramilletes de flores y a hombres altos, bien alimentados con claveles en el ojal. Tal vez sean ejecutivos. Hay una sana alegría en los diálogos. Son flores colombianas venidas de miles de kilómetros. Mi enfermiza búsqueda de las causas me hace ver una campesina colombiana asmática en cuclillas y un feto malformado y miseria, impotencia y analfabetismo. Pero ante mis dudas vendrá de inmediato la respuesta optimista del economista de ojos saltones: todos tenemos Libertad. La obrera colombiana tiene la Libertad de ir a trabajar a otro lado si no le gusta; la misma libertad que tiene Bill Clinton de importar sus flores de Colombia o de Puerto Rico.

/ Osvaldo Bayer
"El camino al paraíso"
Javier Vergara Editor

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