NOV-99 Nº 208 |
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Creo que formularnos éstas preguntas puede servirnos para nuestro propio desarrollo, para comprender quiénes somos y qué es lo que tenemos que hacer en determinadas ocasiones. Por esto la educación es una palabra que lamentablemente, está siendo, eliminada de nuestras vidas, pero que se le debería dar la importancia que realmente tiene y lo mucho de beneficio que nos puede aportar para nuestro progreso.
Normalmente, la asociamos con actitudes respetuosas y delicadas para con los demás. Incluso se le da un valor cuantitativo cuando insinuamos si una persona está más o menos educada, o si es poseedora de unos conocimientos que le permitan expresarse de forma más elocuente ante sus interlocutores.
Sería conveniente diferenciar que adoptar ciertos modales ante las situaciones cotidianas como: comer, conversar, divertirse, etc., son reglas que desde pequeños se nos pueden inculcar como una forma natural de relación con los demás.
Ahora bien, es cierto que todos estos aspectos se deben aprender pero es algo muy diferente comprender por qué he de ser de determinada manera, hasta dónde me permite mi conciencia llegar y saber establecernos una guía para valorar si hemos obrado o no de forma conveniente.
Tener unos conocimientos de la vida espiritual, estudiar nuestra propia personalidad y saber que tenemos unas imperfecciones y que han de ser eliminadas a lo largo de unas existencias, es un material de mucha importancia para nuestras realizaciones porque allana el camino, ofreciendo infinidad de alternativas y respondiendo a todas esas incógnitas que tenemos y que, muchas veces por comodidad o por no querer afrontar como somos, tratamos de justificarnos culpando de nuestras adversidades a la sociedad que nos ha tocado vivir.
No todos tenemos el mismo grado de evolución y como bien sabemos, a través de la Ley del Progreso, existen diversos mundos con características propias, pero con igual objetivo espiritual que no es otro que avanzar en el camino hacia la perfección.
Teniendo este precepto en cuenta, hemos de ser conscientes que nuestro mundo está poblado por seres que pertenecemos a la "escuela de la vida", un lugar donde iremos acumulando experiencias, positivas y negativas, que serán asimiladas en mayor o menor tiempo, dependiendo de muchos factores como: nivel evolutivo, capacidad de comprensión, tendencias materiales (defectos)...
Con todas estas peculiaridades, encarnamos y es aquí cuando los seres que nos dan la vida, han de marcar unas pautas de comportamiento, aprovechar todos esos valores que están presentes pero sin exteriorizar, para formar al niño y prepararlo a afrontar su propia realidad sin traumas ni inseguridades.
En un mundo donde privan otros intereses, se cree erróneamente que ser considerado y tolerante con las posturas de otros es síntoma de sumisión, de falta de personalidad y de suficiencia para defendernos de las dificultades que nos ponen en nuestro camino.
Mantener una norma moral, de análisis de nuestra persona, interesándonos por solucionar aquello que nos impide actuar justamente no es una actitud en decadencia ni algo que nos haga inferiores a los demás. La vida en sociedad está regida por unos parámetros, lo que se lleva, lo que está bien visto y lo que se impone en determinado momento.
Se le da más importancia a todo lo que tenga como punto de referencia la obtención de beneficios materiales que actuar con el corazón, con conciencia, pensando que hay acciones que no van con nuestra persona. Por este motivo y porque en nuestro interior albergamos otros sentimientos y modos de ver la vida, no hemos de dejarnos llevar por tendencias que en nada nos van a favorecer y que, en un futuro no muy lejano, pueden propiciar que vivamos experiencias que podríamos habernos ahorrado si hubiéramos escuchado las sugerencias de nuestros mayores.
No creamos que es obligación de nuestros progenitores educarnos y que si después de su esfuerzo nuestra actitud no ha variado, es debido a que no nos han concedido el tiempo necesario para comunicar nuestras inquietudes y problemas.
En la vida diaria tenemos multitud de acontecimientos en los que podemos aprender formas de obrar, conductas que han llevado a sus realizadores a estar en una posición satisfactoria en base a sus hechos. ¿Por qué no podemos llegar a ser nosotros así?. No creo que tengamos un límite marcado, más bien al contrario, somos capaces de lograr aquello que queramos, pero no basta con quererlo, hay que desearlo realmente y ponernos a funcionar, sin lamentaciones ni excusas, porque nuestro paso por la Tierra ha de servirnos para algo. No podemos permitirnos el lujo de pasar "de puntillas", sin obras que ofrecer, sin nuestra cooperación por conseguir, al menos, que nuestro entorno sea un lugar donde no quepan las discrepancias ni las tensiones.
La educación es un medio que se nos proporciona para desenvolvernos sin mayores trabas en nuestras relaciones humanas porque no podemos olvidar que hemos de convivir con gentes que tienen diferentes puntos de vista a nosotros, y no por ello están equivocados. Unos de otros debemos aprender, tolerando y respetándonos para así conseguir un mundo más comprensivo y preocupado por las deficiencias de los más necesitados.
Pienso que para nada está reñido actuar de forma correcta y considerada, con el comportamiento que otros puedan tener. No nos debe de hacer sentir diferentes sino que ha de fortificar nuestro propio convencimiento de que verdaderamente estamos obrando como dicta nuestro corazón, sin inseguridades y falta de responsabilidad, con conciencia de nuestros actos.
Si tratamos de entender que cada día hemos de aprender algo nuevo, al observar situaciones ajenas a nosotros, nos servirá para enfocar convenientemente nuestra vida, autoeducándonos al comprobar que hay experiencias de otros que no es necesario que las vivamos porque ya sabemos en qué han acabado para los que las experimentaron.
Si queremos que se nos tenga aprecio y estima hemos de ofrecer asimismo lo mejor de nosotros y la educación y las buenas maneras, juegan un papel de vital importancia en la relación con nuestros semejantes.
Sabemos con qué características
podemos contar, mostrémoslas y aceptémonos tal y como somos
tratando de arreglar aquello que nos pueda perjudicar pero sin ningún
sentimiento de inferioridad, con ganas de aprender y convivir ayudando
a que otros se sientan felices con nuestra compañía.