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Este tema ha sido tratado en diversas secciones de esta revista a lo largo de los años. Nos enfrentamos ante un nuevo caso de mala voluntad y sobre todo ante la IGNORANCIA tanto de víctimas como de verdugos; incluso los periodistas que desarrollan las crónicas de estos lamentables sucesos, no aciertan tampoco a definir ni aclarar el tema, utilizando términos y expresiones que no se corresponden con la realidad y que nada tienen que ver con la doctrina espírita.
Términos como “sesiones espiritistas”, “prácticas espiritistas”, “líder espiritista” y “secta espiritista” entre otros, son expresiones que no corresponden con la realidad y demuestran el grado de desconocimiento de la doctrina espírita y desprestigian sin saberlo, a quienes honradamente y con total honestidad realizan un trabajo de estudio, aplicación moral diaria, y una labor social de cara al semejante.
Por lo tanto, no es justo aplicar el mismo baremo para todo tipo de prácticas. El hecho de ser médium, si realmente lo es, no le otorga la potestad de considerarse espírita así como el que ha estudiado la doctrina y se esfuerza por mejorar, no presupone la posesión de una facultad mediúmnica. Son cuestiones totalmente independientes y una no implica a la otra, aunque en ocasiones puedan coincidir.
Como ha indicado al respecto el presidente del C.E.P.A. Jon Aizpúrua: “La mediumnidad es al espiritismo como el microscopio a la ciencia, un instrumento de observación y de estudio”.
En definitiva, los que nos consideramos verdaderamente espíritas, primero con nuestro ejemplo y después con una actuación decidida, debemos aclarar todos los errores y malas interpretaciones que se manifiestan alrededor de la doctrina codificada por Allan Kardec.
Es más, algunos de los que se autodefinen como espíritas ni tan siquiera lo son, porque jamás han leído un libro de la codificación y tampoco saben quienes fueron sus pioneros. Esta paradoja se suele presentar bastante a menudo. Además, se justifican afirmando que ellos no necesitan instruirse pues son sus “guías” los que les proporcionan todo el conocimiento necesario para desenvolverse correctamente ¡Craso error!
Debemos pues combatir la ignorancia generalizada que existe actualmente sobre este tema. Dicha ignorancia hecha pública por los medios de comunicación acrecientan todavía más ese desconocimiento. Aunque se actúe de buena fe desprestigian el Espiritismo, y hacen como una especie de tapón que impide que gentes con mentes abiertas y con buena predisposición puedan conocer y estudiar tan hermosa doctrina que resuelve los principales enigmas del hombre, así como sus relaciones con el Más Allá.
Para los grupos espíritas supone también un inconveniente añadido que dificulta más si cabe la tarea de divulgación, debiendo en primer lugar aclarar lo que no es el espiritismo y en consecuencia, disipando la mala imagen que posee actualmente en nuestro país.
No obstante, recordar el compromiso moral que tenemos los verdaderos espíritas con la sociedad. No podemos manchar la doctrina con malos ejemplos que lejos de popularizar y acercar a la sociedad lo que hace es alejarla y observar con desconfianza el trabajo que se realiza dentro de los grupos espíritas.
Es necesario que tomemos conciencia de lo mucho que queda por hacer. Como en todos los órdenes de la vida, existen buenos y malos médicos, buenos y malos abogados, buenos y malos espíritas, pero lo malo nunca puede desmerecer a lo bueno, y dentro de los fallos que puedan cometer algunos espíritas, y aún incluso, aquellos que no lo son, es necesario nutrir a la sociedad, como venimos comentando, de buenos ejemplos, para que con constancia y trabajo diario podamos transformar la opinión generalizada de la sociedad, acabando definitivamente con ciertos tópicos que envuelven esta doctrina científica-filosófica, y siempre que sea necesario, aclarando qué es y no es espiritismo, quienes son y quienes no son espíritas.