NOV-99 Nº 208 |
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Pero dentro de lo que es el mundo de las sectas existen varios niveles de peligrosidad que pueden ir aumentando hasta el extremo anteriormente citado o puede quedarse en un nivel intermedio donde el peligro de anulación del individuo es mucho menor. Todo depende del grado de manipulación al que nos dejemos someter.
En este artículo no pretendemos juzgar a las doctrinas, filosofías o ideas religiosas que se profesen pues todas ellas pueden ser muy loables, lo dudoso puede estar localizado en el comportamiento de quienes las sostienen. Por lo general suele ser un líder el que defiende con mayor ardor y entusiasmo las ideas que pretende inculcar, envolviendo con sus métodos convincentes a las gentes ávidas de respuestas y de una “mano firme” que les guíe los pasos hasta ese momento inseguros.
No obstante, vivimos unos tiempos difíciles donde las crisis de identidad así como la soledad, las depresiones, la falta de ideales, o lo que es lo mismo, la falta de ilusión nos puede conducir hacia la búsqueda de algo más, a buscar las respuestas que necesitamos en grupos sectarios que en apariencia nos pueden transmitir una falsa seguridad, sobre todo alrededor del líder que la sustenta. Si usamos el sentido común y no nos dejamos influenciar, razonando por nosotros mismos podremos evitar la captación por estos grupos organizados que lo único que persiguen es la manipulación de las conciencias, a través, muchas veces, del temor que inculcan sobre el futuro.
Por otra parte, y volviendo al principio, la palabra secta la asociamos a algo negativo por las experiencias vividas hasta la fecha y porque es así como se conocen vulgarmente a aquellos grupos que viven y entienden la vida de una forma “sospechosa”, o que sus ideas no coinciden con las religiones oficiales. No vamos a entrar en apreciaciones del lenguaje sobre el significado de la palabra secta, pero es obvio pensar que no todos los grupos que existen en la actualidad pueden ser considerados como sectas, por la sencilla razón de que sus fines así como sus métodos no corresponden con el modelo anteriormente explicado.
Afortunadamente existen en la actualidad asociaciones y grupos que defienden unos ideales espirituales muy loables, como es el caso del espiritismo. Colectivos cuyas ansias son las de ayudar al prójimo y el mejoramiento moral diario sin apartarse para nada de la sociedad en que vivimos. Cuya doctrina es un reto personal que alimenta tanto a la razón como al corazón, siendo el consuelo a las aflicciones del camino. Sin duda un beneficio que no sólo afecta al espírita sino que también contagia a su entorno social.
Por lo tanto, no podemos meter en un mismo saco tanto a sectas como a grupos o asociaciones espiritualistas. Como decía el Maestro: “Los reconoceréis por sus obras”, o también “Un buen árbol no puede dar malos frutos así como un mal árbol no puede dar buenos frutos”. Debemos discernir entre las ideas y quienes las profesan así como las metas que se persiguen.
Sin embargo cualquier grupo si no se encuentra atento puede correr el riesgo de caer en las redes del fanatismo y del endiosamiento. Sólo con buena voluntad no basta, es conveniente un trabajo colectivo de raciocinio a través del estudio y de concienciación para que todo lo que pudiera enturbiar el camino trazado para conseguir los anhelados ideales no se tuerza o se caiga en el estancamiento espiritual. Esto sería altamente nocivo y le haría un flaco favor a la buena imagen que una doctrina como la espírita debe poseer en todo momento.
En definitiva, ante los retos que nos guarda el futuro debemos
realizar un trabajo de preparación para que por un lado a los espíritas
no nos confundan con una secta; y por otro lado podamos ofrecer el mensaje
necesario para todos aquellos que buscan respuestas a sus interrogantes
y a los problemas que la vida les plantea.