|
|
|
|
También depende del estado anímico por el que se esté atravesando el que las actuaciones sean más acertadas o no. Por ejemplo si estamos optimistas veremos las cosas desde un punto de vista positivo, nos costará menos reaccionar bien y las dificultades se verán como obstáculos superables, y si estamos pesimistas tendremos una visión de los avatares de la vida mucho más negros e insalvables.
Sin duda alguna la existencia física se compone de continuos vaivenes, hechos que casi siempre aparecen por sorpresa y nos exigen unas actuaciones rápidas y solventes. Son las pruebas de la vida que tan bien nos explican las doctrinas espiritualistas. Si reaccionamos correctamente será un obstáculo salvado, y si por el contrario no se reacciona adecuadamente, la situación se puede convertir en un problema, prolongándose de forma innecesaria hasta que optemos por su feliz resolución.
Lo ideal en todos los casos es el estar dotados de un equilibrio interno que nos ofrezca claridad suficiente como para afrontar todas las situaciones de la vida con garantías de éxito, (esto no significa que siempre tengamos que conseguir lo que pretendemos), aceptando las pruebas de la vida como acontecimientos importantes y con un mensaje implícito en cada uno de ellos, ante los que debemos extraer conclusiones positivas para el futuro, aprendiendo de los errores, tolerando y comprendiendo los fallos ajenos.
Para conseguir el equilibrio hemos de poner en práctica una serie de valores que, en conjunto, conforman ese estado interno que nos permite afrontar las pruebas de la vida con serenidad, templanza y con diligencia. Anteponiendo las necesidades ajenas antes que las propias, pues si pensamos sólo en nosotros mismos será imposible alcanzar el equilibrio deseado.
Obviamente no es una tarea fácil, requiere de un constante análisis de las situaciones que se presentan, de un esfuerzo por sobreponernos cuando se cometen errores, pues somos imperfectos y es normal que nos equivoquemos con frecuencia.
Hoy en día, como todos sabemos, vivimos en unos tiempos muy difíciles, la falta de objetivos, la confusión general y el creciente materialismo dificultan sobremanera cualquier intento de progreso. La sociedad, lejos de fomentar los valores, se deja arrastrar cada vez más por los entorpecimientos que fomentan los desequilibrios psíquicos como son: las depresiones, el suicidio, la violencia, las drogas, el descontrol emocional, las desviaciones sexuales, etc.
Por todo ello, y como hemos comentado en tantas ocasiones, resulta vital para el ser humano trazarse unas líneas de trabajo, marcarse unos objetivos en la vida y luchar por ellos. Comprendiendo que el momento en que vivimos es tan sólo un instante fugaz en nuestra evolución, que puede ser todo lo triste o alegre que deseemos. Por poner un ejemplo, es como aquella persona que sufre una enfermedad dolorosa pero sabe que si se opera, si se enfrenta al quirófano, se podrá recuperar para el resto de su vida, aunque posteriormente a la operación le cueste un poco de esfuerzo y sacrificio recuperarse.
Por lo tanto, para poder lograrlo necesitamos un control de nuestras reacciones, pensamientos y sentimientos, para que las situaciones no nos desborden ni nos provoquen estados de desánimo o apatía. Mantener la serenidad y la templanza en los momentos difíciles nos hace ganar, de entrada, mucho terreno.
Tener confianza en las propias posibilidades es muy positivo, pero tener fe y confianza en el plano espiritual superior nos posibilita contar con el apoyo de esas "fuerzas invisibles" que nos ayudan y sostienen en los momentos críticos. Es un recurso que podemos solicitar por medio de la oración, a través de ella nos ponemos en sintonía y en relación con aquellas entidades espirituales que se dedican a colaborar en el progreso de la Humanidad.
Para concluir me gustaría resaltar otros aspectos que pueden ser importantes, y son los de la comodidad, o el creer que lo tenemos todo hecho, o también que lo sabemos todo. Estas circunstancias que acabamos de mencionar son muy negativas pues no nos dejan ver la realidad de las cosas. Además nos pueden crear un conflicto interno al hacernos creer que vamos por un camino acertado pero, sin embargo, interiormente hay algo que nos indica que no estamos siguiendo el rumbo correcto, con el consiguiente desequilibrio. Por todo ello es muy conveniente estar atentos y vigilantes ante nuestras reacciones ya que si aprendemos a controlarnos y a dominarnos, si estamos en predisposición al cambio, habremos logrado mucho en la lucha por el progreso y el perfeccionamiento.