FEBRERO-00 Nº 211 |
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¿Quién no se ha encontrado así alguna vez? Aunque sería mejor formularse otras preguntas: ¿por qué nos sentimos así?, ¿qué mecanismo interno se dispara y nos hace sentirnos tan profundamente deprimidos y pesimistas?
Nuestra limitada visión nos impide llegar a una conclusión que nos parezca válida en esos momentos de ”ofuscación mental” pero aun así necesitamos de una ayuda que nos permita superar ese bache emocional y recuperarnos cuanto antes. En muchas ocasiones esa ayuda debe venir de fuera aunque será preciso que le demos paso, que nos encontremos en buena predisposición para escuchar y valorar lo que nos ofrecen.
Contar con amigos se hace especialmente necesario en esos momentos, sin ellos nos será mucho más complicado salir de ese ”círculo vicioso”. Tengamos muy en cuenta que todo tiene su explicación, nada ocurre al azar, y lo que nos pasa será una reacción de algo anterior. Recuperar totalmente el equilibrio perdido significará reconocer dónde está nuestro posible error para solucionarlo cuanto antes, de otro modo tarde o temprano nos volveremos a encontrar en una situación semejante, pues nuestro espíritu a través de la conciencia nos transmite muchas de esas sensaciones de incomodidad, apatía o hastío cuando no estamos haciendo las cosas del todo bien o nuestro rumbo se encuentra algo equivocado.
A medida que pasa el tiempo el ser humano tiende a conformarse, a no ser demasiado ambicioso en cuanto a la consecución de sus ideales, de alguna forma prefiere acomodarse, su ímpetu y actividad iniciales dan paso a un relajamiento que en ocasiones puede ser preocupante. Hemos de ser muy vigilantes para que esto no ocurra en nuestro interior, para ello siempre tendremos que renovarnos, no darnos por vencidos por difíciles que parezcan las cosas, debemos encontrarnos en una predisposición tal, como para empezar de nuevo si fuera necesario, reconstruyendo aquello que no estuviera del todo bien o fuese susceptible de mejora.
Los ideales no pueden quedarse anquilosados en el tiempo, deben actualizarse continuamente, es más no podemos amoldarlos a nuestros gustos o deseos, hemos de ser nosotros los que nos adaptemos a ellos y procuremos continuamente ser capaces de sentirlos con mayor intensidad y vivirlos en la práctica. Cualquier ideología pretende de nosotros ese movimiento y actividad continuados, pues de otro modo las tendencias acomodaticias no tardarán en hacer su aparición y poco a poco caeremos en sus redes.
Ese proceso de
renovación continua pasa necesariamente por compartir con otras
personas muchas de nuestras aspiraciones y metas, procurando llevarlas
a cabo en nuestra vida diaria. Con el apoyo, ayuda y entusiasmo de otros,
logramos contagiarnos y aspirar cada día a más, ya no somos
únicamente nosotros los que tenemos un ideal altruista o espiritual,
ya no tenemos la idea de ir contracorriente sino que sentimos que otros
muchos tienen nuestra mismas aspiraciones y eso de por sí es ya
una ayuda en los momentos difíciles. El ejemplo y los resultados
positivos son en lo que nos debemos fijar para valorar si vamos por el
camino acertado o si todavía podemos hacer un poco más por
mejorar.