JUL-99 Nº 204 |
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Cuando la persona se encuentra comprometida con una idea espiritual de ayuda hacia los demás se suele plantear infinidad de perspectivas y posibilidades de trabajo, chocando en buena parte de las ocasiones con las tendencias egoístas y puramente materiales que constituyen la única meta para un núcleo importante de nuestra sociedad. En algún momento hemos podido experimentar que cuando una buena idea pretende llevarse a la práctica suele encontrar entorpecimientos por un lado y también, afortunadamente, personas que secundan incondicionalmente nuestro esfuerzo. Si ese apoyo no es muy evidente, no por ello hemos de desmoralizarnos y pensar que nuestra trabajo no tiene sentido y que no vamos a conseguir otra cosa que aislarnos de los demás a causa de la incomprensión y rechazo que podemos causar con nuestros planteamientos.
Tengamos presente que motivado por el ambiente enrarecido que nos circunda somos hoy más propensos a la apatía, desmotivación, incluso a la depresión, hasta podemos llegar a ver únicamente los aspectos negativos de los demás y caer en un estado de crítica destructiva de cuanto sucede a nuestro alrededor. No caigamos en esa trampa y recordemos que todos tenemos valores y cualidades positivas que si somos capaces de fomentar y contagiar en los que nos rodean, sin duda todo será mucho más fácil y lo que antes nos parecía una montaña ahora es un grano de arena.
El sentir y manifestar las cosas es bueno pero aún lo es más demostrarlo con las obras, pero sobre todo de una forma natural sin exigir a los demás lo que quizás nosotros no estamos dispuestos a realizar. Hemos de aprender a actuar con sencillez, sin caer en la apariencia, en el deseo de que los otros reconozcan y nos agradezcan continuamente aquello que vamos haciendo. El ejemplo debe hablar por nosotros "sin que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha", actuando a la vez con honradez, nobleza y limpieza de intenciones aunque nadie pueda vernos.
Valorar el esfuerzo de los demás supone además de una propia fuente de enriquecimiento la mejor forma de ser apreciado por ellos. Huyamos de la crítica, de creernos mejores y más acertados en nuestras posturas, por el contrario dirijamos nuestras energías en construir, en colaborar, participar activamente de cuantas actividades se realicen con la intención de mejorar y aportar algo bueno a los que nos rodean. La naturaleza de nuestra actitud condiciona nuestra forma de ver muchas cosas, por eso hemos de orientarla continuamente y no dejar que los aspectos externos y superficiales nos engañen.
En nuestro modo
de sentir, pensar y actuar, no podemos excusarnos con lo que los
demás hacen o dejan de hacer, tengamos en cuenta que cada cual responderemos
por aquellas obras que hemos realizado y no por lo que hayan hecho los
otros. Es importante detenernos a reflexionar de vez en cuando en determinado
momentos de nuestra existencia para comprobar si vamos por el camino correcto
o sería más conveniente corregir el rumbo para que éste
se oriente hacia el bien y la ayuda que todos necesitamos, por eso es positivo
tener siempre presente el ejemplo que grandes personajes de nuestra humanidad
nos han ofrecido a lo largo de todas las épocas.