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Podría ser así, sin embargo las pruebas científicas y el testimonio de infinidad de personas nos demuestran una vez más que seguimos viviendo, que tras el umbral de la muerte, nuestro espíritu o alma (según la escuela filosófica a la que acudamos) sigue existiendo en otro plano de vida, conocido como el más allá. Aun así, los más escépticos preguntan ¿es que ha vuelto alguien para contarlo? La contestación es sí, muchos pacientes han sufrido la llamada “muerte clínica” y tras ser declarados fallecidos por los médicos han regresado a la vida a los escasos diez, quince o más minutos, hasta incluso se conoce un caso que estuvo 2 días clínicamente muerto (*), relatando lo que han presenciado en ese otro lado de la existencia.
Son reveladores los estudios de los doctores Elisabeth Kubler Ross (psiquiatra suiza con ejercicio profesional en la Universidad de Chicago) y Raymond Moody (doctor en filosofía y médico psiquiatra), quienes por diferentes vías (sus investigaciones comenzaron antes de 1976 sin conocerse) han llegado a las mismas conclusiones. La doctora E. Kubler Ross ha trabajado con los relatos que miles de pacientes (de todo tipo de clase social) realizaban en los momentos cercanos a la muerte, comentando incluso las visiones que presenciaban del más allá, familiares y amigos ya fallecidos que les visitaban y les iban preparando para el desenlace final. Se trata de un estudio muy riguroso sobre esas y otras experiencias llegando a la conclusión de que no son inventadas ni tienen que ver con las alucinaciones propias de los moribundos, pues hasta incluso en pacientes con ideas religiosas muy dispares o ateos, llegan a vivir situaciones semejantes. En su obra “Lo que vieron en el momento de la muerte”, recopila buena parte de esa información, aunque tiene otras obras dedicadas a la ayuda psicológica y espiritual que necesitan todas las personas en esos últimos momentos de su vida.
Raymond Moody, en sus obras más conocidas: “Vida después de la Vida”, “Reflexiones sobre Vida después de la Vida”, “Más allá, la luz” (obra que recoge los testimonios de cientos de niños que han sufrido esa experiencia de muerte clínica) y “Regresiones” (investigaciones sobre las vidas pasadas), han abierto los ojos a muchas personas pues todos los testimonios obedecen a unos mismos principios y tienen un paralelismo semejante:
1.- Suelen presenciar su cuerpo inerte en la cama o quirófano. Escuchan y ven cómo se les declara fallecidos.
2.- Se van elevando y atraviesan por un oscuro tunel, hasta llegar a un lugar lleno de luz, donde son acompañados por los espíritus de familiares y amigos.
3.- Al llegar a ese lugar de inmensa claridad, un ser con mucha más luz que el resto, les invita a reflexionar sobre los actos de su vida, ayudándole a recordar los hechos positivos y negativos.
4.- Aunque suelen encontrarse con una paz y tranquilidad indescriptibles, comienzan a sentir que deben volver. Así también se lo indican sus acompañantes de luz, recordándoles que todavía tienen asuntos pendientes por resolver en la vida y que deben regresar para cumplir con su tarea.
5.- Los relatos son coincidentes a pesar de la opinión religiosa o concepto que se tenga sobre la vida. Hasta incluso los niños, que no están todavía condicionados por ninguna idea concreta, y han sufrido esta ECM relatan los mismos hechos coincidentes.
6.- Los casos de aquellos que han intentado suicidarse, no suelen estar tan llenos de paz y tranquilidad, sino más bien de angustia y de haber cometido un gran error, muchos de ellos al volver a la vida, la toman con mayor alegría y con el convencimiento firme que “quitándose la vida” no hacen otra cosa que empeorar su situación.
7.- Resulta muy curioso observar la mejoría interior que experimentan todas las personas que han sufrido una ECM pues su convicción de que existe algo más, les conduce a tomar la existencia con una mayor dedicación, valorando más a sus semejantes y haciendo todo lo posible por actuar de una forma positiva y correcta, a pesar de que antes no creyeran que existiera nada o no participar de ninguna confesión religiosa.
Según una encuesta realizada en Estados Unidos, uno de cada diecinueve norteamericanos adultos afirma haber sufrido una Experiencia Cercana a la Muerte (ECM, como se le conoce a este tipo de vivencia), lo que demuestra que es algo muy habitual aunque no siempre estemos dispuestos a hablar de ello por temor “al qué dirán”.
Una vez más la ciencia continúa demostrando aquello que ya fue dicho por la filosofía cientos de años antes, concretamente el Espiritismo en su obra “El Libro de los Espíritus” parágrafo 155a.- “...El alma se desprende de forma gradual, no escapa como un pájaro cautivo que ha sido devuelto súbitamente a la libertad. Los dos estados se tocan, confundiéndose. Así, el Espíritu se desprende poco a poco de sus ataduras: éstas se sueltan no se quiebran.” y parágrafo 157.- “...A menudo siente el alma quebrarse los lazos que la ligan al cuerpo. Realiza entonces todos los esfuerzos para romperlos por entero. Ya desprendida en parte de la materia, ve desarrollarse el porvenir ante ella y goza de antemano el estado de Espíritu.” Con respecto a si cuenta con la posibilidad de encontrar a los familiares y amigos fallecidos anteriormente, leemos en el 160.- “...Sí, según el efecto que por ellos sentía y el que le profesaban a él. A menudo acuden a recibirlo al retornar al Mundo de los Espíritus y le ayudan a desprenderse de sus envolturas de la materia. Además, vuelve a encontrar a muchos que había perdido de vista durante su estancia en la Tierra. Ve a los que están errantes y va a visitar a los que se hallan encarnados.”
(*) George Rodonaia, constituye un caso atípico para la Medicina al convertirse en la persona que más tiempo ha permanecido clínicamente muerta y haya posteriormente revivido. Tras ser atropellado brutalmente fue conducido al hospital, donde ya nada pudo hacerse por devolverle a la vida, se certificó su defunción y pasó a una cámara frigorífica en espera de la autopsia. Poco antes del reconocimiento del forense éste advirtió que los ojos parecían reaccionar a la luz y moverse, tras comprobarlo se procedió a reanimarlo con respiración asistida. Este caso lo nombra frecuentemente Raymond Moody como ejemplo de muerte cerebral (dado que el electroencefalograma no registró la menor actividad cerebral, según consta en su historia clínica).