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Una vez más es importante acudir a las investigaciones y hechos históricos que nos ayudan a tener una opinión más concreta sobre esta cuestión. En este sentido, se tiene constancia que el investigador y médico francés Dr. Hippolyte Baraduc se atrevió a fotografiar a su hijo en el lecho de muerte y también a su mujer, que murió tan sólo 6 meses después (1907), en esas fotografías se observa una sustancia etérea despegándose de sus cuerpos inertes.
De la misma forma muchas personas, de forma accidental, con cámaras fotográficas (desde las más normales y corrientes hasta las más sofisticadas) han logrado captar imágenes del más allá, más o menos reconocibles espíritus en proceso de materialización en ocasiones completa, paisajes, etc.), lo que demuestra que se trata de una realidad que en el momento menos pensado se nos muestra probándonos su existencia.
El ser humano del siglo XX, no se conforma con la fe para creer, muchos necesitan alguna prueba en la que sustentar sus creencias espirituales, en este sentido la ciencia hace su papel y nos ofrece esas "pruebas" que no dejan lugar a duda porque comprueban fenómenos y hechos que se han producido a lo largo de toda la historia.
Gracias a muchos investigadores que desde el siglo pasado y principios de éste (William Crookes, F. Jürgenson, K. Raudive, S. Kirlian, Ian Stevenson, R. Moody, Kubler Ross, etc.), están investigando el fenómeno de la muerte (materialización de espíritus, grabación de voces del más allá, casos de reencarnación comprobada, experiencias al borde de la muerte...) nos están ayudando a considerar al espíritu como algo real y no fruto de la imaginación. Estas investigaciones abren nuestra mente a nuevas fronteras, donde lo paranormal deja de considerarse como tal y pasa a convertirse en algo que obedece a unas leyes naturales y que es totalmente demostrable gracias al método científico.
Uno de los hechos que mayor expectación causó en este sentido es el denominado efecto KIRLIAN, que se define como la captación de un halo luminoso que rodea el cuerpo de objetos animados o inanimados, más allá de su configuración material, y que es posible fotografiar. Este descubrimiento se debe a los trabajos de muchos científicos aunque fue el técnico soviético en electrónica Semyon Kirlian quien construyó un aparato denominado "cámara Kirlian" (hoy ya mucho más sofisticada) que nos permite captar esa energía, no visible a simple vista, que rodea tanto a los objetos inertes como a los seres vivos, aunque en estos últimos tiene unas connotaciones mucho más significativas (colorido, amplitud, etc.).
El estudio de estas fotografías se ha convertido casi en una ciencia denominada KIRLIANGRAFÍA, la cual nos permite, observando determinadas características del aura de la persona, descubrir enfermedades antes de que hagan su aparición. Es posible captar el estado anímico (depresión, optimismo, ira, desequilibrios emocionales, etc.) pues cada una de estas actitudes se muestra con una gama de colores especial.
Curiosamente en las fotografías Kirlian realizadas a personas que les falta un miembro del cuerpo, se continúa apreciando la energía que circundaba a éste antes de ser amputado, como si en realidad esa parte del cuerpo siguiera ahí; lo cual nos hace pensar que efectivamente existe algo transcendente que sobrevive a la muerte física.
El colorido particular del aura y el movimiento de esa energía a través de los centros energéticos (conocidos por algunas filosofías orientales como chakras) tiene un especial significado pues depende de la evolución del individuo y de su estado anímico. Aunque este tipo de fotografía en realidad no capta el aura sino un destello de la misma, contrasta con lo que aprecian muchos videntes que no perciben exactamente el aura sino el doble etérico que rodea a todos los cuerpos animados o inanimados y que en el caso de los seres vivos se comporta como un espejo reflejando una pequeñísima parte del aura.
El estudio de esas energías etéricas
mediante la cámara Kirlian es muy riguroso en los ambientes científicos,
y aunque muchos desmienten que pueda tratarse en realidad de una energía
independiente del cuerpo, arguyendo que puede ser debida al efecto corona
resultante de aplicar un gran voltaje eléctrico para captar esas
instantáneas, la realidad es que nos reafirma todo lo que ha sido
dicho por el espiritismo desde el siglo pasado con respecto al periespíritu
(o cuerpo intermedio que une al espíritu con la materia), además
nos aclara que a esa envoltura semimaterial se deben muchos de los fenómenos
que todavía hoy la ciencia se cuestiona y plantea.