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Sin embargo, no siempre nos bastan esas explicaciones y razonamientos, queremos pruebas, demostraciones evidentes y totalmente científicas de que todo ello no sólo es posible sino que es cierto y que además no pueda quedar lugar para la duda o la incredulidad.
Muchas personas no necesitan ver para creer, tienen asimilados en su interior una serie de conocimientos y experiencias de vidas pasadas, que sin ellas saberlo le permiten adoptar como válidos una serie de principios morales y espirituales, aspectos que para otras personas pueden resultar utópicos e insostenibles en plena era tecnológica y científica.
Aunque lamentablemente muchas personas se niegan a admitir la posibilidad de la existencia del más allá y del espíritu, a pesar de presentarles pruebas o hechos que así lo evidencian y lo ponen de manifiesto. Para estas personas nunca puede existir ninguna prueba, aunque relevantes personajes y científicos pongan en juego su prestigio aseverando la realidad de muchos fenómenos paranormales. Tan negativo puede resultar creer por creer que negar por negar, sin tener bases sólidas y razonables en las que fundamentar una u otra postura.
Cuando conversamos con alguna persona sobre la posibilidad de la vida después de la vida, existen diferentes criterios, todos respetables por supuesto, pero muchos de ellos son insostenibles si no existen testimonios, experiencias en las que apoyarse o comprobaciones científicas que así puedan demostrarlo. En este sentido, la filosofía espírita tiene mucho que decir y aclarar, por lo que vamos a dedicarnos al estudio de muchos hechos paranormales que nos evidencian aspectos y realidades espirituales que ya desde el siglo pasado, Allan Kardec, trató con amplitud y profunda reflexión.
La idea de una fe razonada surge inmediatamente cuando estudiamos a fondo la doctrina espírita, pues ella nos ayuda a consolidar nuestra convicción en aquella idea espiritual que pudiéramos tener olvidada, ampliándola si cabe con conocimientos mucho más razonables y acordes con los tiempos que vivimos, o bien a transmutar nuestras creencias de tipo materialista o positivista en dirección hacia la transcendencia espiritual del ser humano; todo ello teniendo como base el apoyo científico, aquellas pruebas y demostraciones que hombres y mujeres desde diferentes sectores de la ciencia ponen a nuestro alcance y consideración.
La Física, la Ingeniería,
la Medicina, la Psicología, la Psiquiatría, la Parapsicología,
entre otras muchas disciplinas científicas, están ofreciéndonos
desde el siglo pasado todo tipo de estudios y comprobaciones (incluso con
aparatos especiales de medida) que resultan muy significativos comparándolos
con lo que el Espiritismo nos dice. En concreto, la moderna Parapsicología
estudia los fenómenos PSI-THETA (aquellos que están relacionados
con la muerte) y que podríamos enumerar a grandes rasgos: