|
|
|
|
En un grupo espiritual cada uno sigue teniendo su trabajo individual por realizar, y además un compromiso común con el resto del grupo y para poder llevarlo a cabo es necesario el esfuerzo interior de progreso de cada componente, el sacrificio de uno mismo por los demás. Para eso es necesario sentir el deseo de continuar en el camino espiritual.
Independientemente de lo que cada uno deba realizar, cada persona posee unas determinadas pruebas y un libre albedrío por medio del cual se elige el modo de actuar. Cada uno es libre de escoger lo que crea más conveniente y de esta libertad se deriva una responsabilidad, es decir, según actuemos se nos premiará de una forma u otra, pero siempre en consecuencia a nuestros actos.
Muchas veces nuestra manera de actuar, de pensar, de sentir no ha sido la correcta y a la hora de valorar la trayectoria que ha seguido nuestro trabajo vemos que no todo ha ido bien sino que por nuestros defectos, por la negatividad que existe... se han sucedido una serie de fallos que hay que rectificar en el plano espiritual o en sucesivas encarnaciones. Es por ello que el sufrimiento no es algo del azar, ni tampoco castigo de Dios, puesto que es justicia y amor en toda su grandeza, el dolor es cosecha de errores que produjeron sufrimiento en anteriores existencias y ahora lo que se hace es recoger lo que se sembró, todo lo que hagamos dará su fruto y tanto bueno como malo lo recogeremos.
Por tanto hay que tener presente que todas las vicisitudes que podamos pasar se dan en beneficio a nuestro progreso, pues el dolor es vía efectiva para el aprendizaje y corrección de errores y a veces más que situaciones de bienestar, pues éstas en la mayoría de las ocasiones no nos hacen pensar, ni valorar correctamente ya que nos dejamos llevar por esa felicidad que nos envuelve.
¿Cuántas veces hemos oído: “las cosas no se valoran hasta que se pierden”? Muchísimas, pero es obvio que no lo tenemos siempre presente porque sigue ocurriendo que cuando parece que las cosas no van bien es cuando nos damos cuenta del tiempo que desaprovechamos, de lo que pudimos hacer, de lo que nos queda por hacer... Y si nos fijamos bien veremos que de la superación de las situaciones adversas es cuando más aprendemos, es cuando nos preocupamos por conocer el porqué, el para qué, la enseñanza que se deriva de la experiencia.
Es por esto que el dolor es necesario para el progreso individual de cada espíritu y por tanto todos tenemos la fuerza necesaria para superar cualquier prueba, pues no se nos presenta nada para lo que no estemos capacitados para superar. A todos se nos da en la medida de nuestras posibilidades, sólo que hemos de saber y aprovechar esa fuerza.
Ante el dolor se pueden tomar diversas posturas, todo depende de cada uno. Podremos rebelarnos ante la situación que puede habernos tocado vivir, pero de esta forma no podremos llegar a nada claro, pues no estaremos en disposición de subsanar el error cometido en el pasado, podemos también hundirnos en él, infravalorarnos como personas, como espíritu, pensando que todo se nos queda grande, que de repente todo se nos vuelve en contra nuestra, cuando lo que debemos hacer es sobreponernos y hacer que el dolor no nos impida poder desenvolvernos, querer es poder y tenemos la fuerza de voluntad necesaria, la ayuda de amigos y familiares y la ayuda del mundo espiritual, que espera que le pidamos sinceramente que nos tienda una mano.
Cuando nos encontramos en esta situación podemos creernos autosuficientes y puede que sin darnos cuenta estemos cerrando la puerta a la ayuda espiritual y negando la existencia de una amistad que la gente que nos rodea nos ofrece, pues vemos cosas que parece que en un determinado momento no entendemos. Nos aferramos a esas ideas que menos beneficio nos reportan, nos cobijamos en ellas y no nos enfrentamos por miedo (creado por uno mismo), por comodidad, por cobardía...
La parte negativa en estos momentos se aprovecha de cualquier debilidad que acrecienta más las dudas, los interrogantes que puedan haber e incluso hacernos creer cosas que no son; es por ello necesario dar un paso firme hacia delante, por querer solucionar las cosas y por volver a encontrar esa paz y ese equilibrio interno necesarios para continuar en el camino espiritual.
Si nos enfrentamos a las situaciones, al dolor, de forma que el sufrimiento que tengamos que pasar se haga más llevadero iremos adquiriendo poco a poco más fuerza y seguridad para seguir.
No siempre las situaciones dolorosas son causa de deudas de vidas anteriores sino que también son pruebas que se piden al Padre pasar antes de encarnar para fortalecerse como espíritus, para ayudar a otras personas... u otras circunstancias, cada persona es un mundo diferente, tiene unos determinados valores, unos defectos, una forma de ver las cosas y es por esto que cada uno precisa de unas pruebas para adquirir unas enseñanzas. También es cierto que las situaciones de los demás nos pueden servir a nosotros, todos podemos aprender de todos, los más jóvenes necesitamos de las experiencias de los mayores, de las personas que están a nuestro lado para ir adquiriendo así conocimientos.
Toda situación que se suceda posee su enseñanza, su motivo, por lo que podemos aprender muchas cosas que pasan y que a veces, por nuestra ignorancia, tenemos una venda en los ojos, no queremos ver la realidad de los acontecimientos que nos ocurren y nos acomodamos a nuestros defectos sin intentar solucionar o aclarar nuestro interior para tener una vida más placentera, donde las inseguridades, los recelos y los miedos no tengan cabida.