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De toda esta cantidad de pruebas y circunstancias sólo percibimos algunas, pues otras nos pueden pasar desapercibidas debido a que podamos estar centrados en otras cosas, por no querer ver la realidad tal y como es, por nuestros defectos,... y ante aquellas que observamos no siempre actuamos como debemos pues no estamos exentos del error.
El hombre en su libre albedrío actúa de la forma que él decide y no siempre acertamos en ello ya que si no hacemos nada para evitarlo, dejamos que nuestras debilidades y defectos tengan "una puerta abierta" para influir en aquello que nosotros realizamos. Otras veces también veremos la vida de la forma en que a nosotros nos interese y no nos percatamos de las necesidades que existen a nuestro alrededor, lo que realmente hemos de cambiar, de ofrecer para ir avanzando en el camino de la vida espiritual.
Se hace necesario observar cuáles son nuestras preferencias, qué es lo que mayor valor tiene para nosotros, para nuestro espíritu, cuál es la mejor forma de enfocar nuestra existencia, y entonces podremos empezar a caminar habiendo puesto una base sobre la que dar los pasos lo más firmemente posible.
Esto es algo que ha de ser individual, pues cada uno es el responsable de sus actos y cada cual opta por el camino que más le conviene y en base de sus acciones obtendrá el fruto de las obras realizadas pues no hemos de olvidar que toda acción tiene unas consecuencias.
La persona es consciente en muchas ocasiones de que su comportamiento no es el más correcto, puesto que tenemos unos fallos y aún así, poniendo la mejor voluntad no estamos libres de errar. Es por ello que se ha de ver la vida con la mejor actitud, siendo optimistas, pero también realistas, pues no hemos de perder nunca la visión del norte porque de lo contrario aunque obremos de la manera que creamos correcta, estaremos poniendo nuestras miras hacia otro sentido. No podemos dejar que aquellas actuaciones que nos han puesto de manifiesto algunos errores cometidos, se "apoderen" de nosotros y nos muestren nuestra existencia como algo sin sentido, algo por lo que no merece la pena esforzarnos, pero de este modo lógicamente nos estaremos equivocando.
Si analizamos detenidamente la realidad que nos rodea aceptaremos que ciertamente no merece la pena centrar todas nuestras expectativas y todas nuestras actuaciones desde un punto de vista pesimista, es decir, no podemos dejar que los errores cometidos permanezcan en todo momento en nuestra mente quitándonos las ilusiones, debilitándonos... En esos momentos en los que todo parece ir mal es cuando más fuerza hemos de sacar de nuestro interior pues el tiempo sigue pasando y con él otra cantidad de facilidades de progreso. Las experiencias a pasar en la vida no se paran, no hay temporadas de oportunidades y temporadas de descanso. La vida requiere un trabajo constante, un esfuerzo y dedicación para no caer en la comodidad, el egoísmo... y es por esto que en todo momento hemos de poner nuestras mejores intenciones e ilusión. Es preciso tener en cuenta que en la vida pasamos experiencias buenas y no tan buenas. Y es en las que mayores satisfacciones hemos obtenido, donde hemos de apoyar para no perder las ganas de continuar y las otras han de servirnos para aprender, para extraer aquella enseñanza que de ella se derive y de este modo poner los medios para que en sucesivas circunstancias similares no cometer el mismo error.
No seamos egoístas y actuemos de forma altruista. No permitamos que nuestros desaciertos los padezcan aquellos que nos rodean pues ellos no son responsables de nuestras equivocaciones. Así es que no queramos ser el centro de atención cuando no nos encontremos bien, intentemos solucionar las cosas y que la vida de los demás se haga más llevadera y así de esta forma estaremos ayudándonos, estaremos tomando conciencia de las situaciones que suceden con una mayor amplitud de miras. Y una opinión más objetiva de lo que ocurre, pues no estaremos centrando toda nuestra atención en el fallo cometido.
Aprovechemos el tiempo y hagámoslo de la mejor manera pues son muchas las cosas que nos quedan por aprender y no merece la pena vivir en los malos recuerdos del pasado.