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Este extremo tampoco es bueno, la palabra si se utiliza bien puede conseguir muchas cosas, puede evitar muchos enfrentamientos, malentendidos... El ser humano necesita la palabra, el diálogo en su cotidiano vivir, es algo realmente importante y sin lo que no podemos vivir. Sin comunicación no hay comprensión, no hay perdón, no existe la amistad. La gente no se conoce hasta que no llega un momento en que uno se preocupa por el otro, en el que las cosas de los que nos rodean nos interesan... y esto se llega a conocer cuando hablamos. Pero también es cierto que en muchas ocasiones si las palabras no van acompañadas de una acción que refleje lo que se ha dicho, las palabras carecen de sentido y caen en saco roto.
Todos sabemos en la situación que se encuentra nuestra sociedad, todos sabemos los momentos de materialismo, de hipocresía, de egoísmo que se están viviendo diariamente. Mucho de lo que sucede a nuestro alrededor no son más que hechos de dolor, de sufrimiento, de injusticias... Esto es lo que vemos en un primer momento y con lo que nos quedamos en mente, pero no se trata de ver el mundo simplemente como está sino de colaborar por mejorarlo, por hacer que la vida se llene de sentido, que tenga una orientación a partir de la cual forjar cualquier meta que se nos presente. Pero hemos de comprender que esto ha de hacerse teniendo presente y comprendiendo que lo que se piensa, lo que se siente, lo que se dice ha de ir siempre seguido de obras que reflejen lo expresado.
Y para empezar de la mejor forma posible hemos de conocernos cada uno internamente, todos tenemos unos defectos y nos están molestando en el trabajo espiritual a realizar. Lo sabemos y entonces ¿por qué nos dejamos llevar tanto por ellos?, ¿por qué nos cuesta tanto aceptarnos tal y como somos y no apartamos de una vez por todas lo que nos entorpece y no nos deja ver el camino a seguir con claridad? ¿Porque somos demasiado cómodos, o porque no nos gusta pedir perdón de corazón reconociendo nuestros errores, o tal vez porque dar un paso hacia delante nos resulta demasiado difícil?
Quizás sea por todo esto y por muchos motivos más, pero a pesar de todo no podemos estar dispuestos a dejar que aquello que no sucede como a nosotros nos gustaría nos invada de tal modo que no nos deje ver más allá, pues hay también muchas cosas bonitas, muchas cosas por las que luchar, un trabajo a realizar y seguro que si vemos las cosas desde un punto de vista espiritual y no material todo se irá llevando a cabo mejor. Sabiendo lo que se hace y porqué se hace y teniendo presente que con la actitud que podamos tomar estaremos colaborando en la realización de un presente que nos dé un futuro mucho más positivo y perfecto. Y además hemos de tener presente que aceptando las cosas como son, desde un punto de vista objetivo e intentando hacer las cosas con el fin de ayudar se puede echar una mano a la hora de solucionar problemas sin necesidad de estar inmerso en la situación, sin estar dominado por las circunstancias, pues somos nosotros los que hemos de estar por encima de ellas para comprender realmente como son y para poder actuar correctamente, sin intereses personales.
A cada uno antes de encarnar se nos encomendó una labor la cual tenemos que lograr a lo largo de esta existencia, hemos de rectificar errores que cometimos en otras existencias anteriores, hemos de seguir progresando y ese es nuestro fin como espíritus en evolución que somos. Y para conseguir esto no nos sirve con decir las cosas de la mejor forma posible, haciendo ver que se está totalmente convencido de lo que se dice, cuando en realidad no se cree así. De esta forma estamos engañándonos cuando en realidad pensamos que estamos engañando a los demás a la vez que ganamos tiempo para seguir actuando como a nosotros nos gusta. Así, los primeros perjudicados somos nosotros, pues los demás no van a responder ante nuestras obras ni ante el trabajo y responsabilidades que estamos dejando a un lado. Por mucho que nos esforcemos en encubrir aquello que pensamos, antes o después se verá pues nuestras obras son el reflejo de nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos. Si uno es incapaz de perdonar, si es rencoroso, mentiroso, egoísta,... antes o después esa actitud en algún momento se manifestará por mucho que pretendamos disfrazar las apariencias, pues estamos conviviendo con esos pensamientos, esa actitud y no estamos pensando en rechazarla, pues estamos permitiendo que formen parte de nuestra vida.
No sirve para nada intentar engañar, aparentar; para empezar a cambiar, se debe empezar con el corazón en la mano, sabiendo el porqué se están haciendo las cosas, el porqué se dicen, con ánimo de aclarar cosas para evitar posteriores enfrentamientos. Si no vemos que lo más importante para empezar a caminar es sincerarse uno mismo, dejar el egoísmo a un lado, no podremos empezar pues todo trabajo se inicia desde la predisposición y cambio interno, reforzando nuestra personalidad, nuestras virtudes, los valores humanos.
Una vez hecho esto ya se podrá empezar a trabajar pues a la hora de marcar nuestros objetivos, el sentido de nuestra vida... nos será mucho más fácil ya que tendremos en nosotros una mayor seguridad sobre lo que tenemos y queremos hacer y sobre lo que hemos de cambiar y a lo que hemos de renunciar por conseguirlo.
Se nos juzgará según los pensamientos, sentimientos y obras que hayamos realizado a lo largo de la existencia, pero realmente lo que pone de manifiesto nuestro estado espiritual son las actuaciones realizadas, pues es ahí cuando nos esforzamos, nos sacrificamos, renunciamos a nuestros gustos personales. A la hora de llevar a cabo las cosas es cuando se nos presentan todas nuestras dudas, es cuando pensamos en el qué dirán, es cuando nos acordamos de los errores cometidos por otras personas o por nosotros mismos, es cuando tenemos presentes los consejos que se nos dieron y es en esos momentos, cuando nosotros decidimos qué hacer, elegimos la opción que queremos tomar. Nadie nos obliga a hacer las cosas, cada uno decide qué y cómo hacer las cosas dependiendo de lo que cada uno piense y sienta. Así es que no echemos las culpas a los demás de lo que sucede y preocupémonos por lo que nosotros hacemos pues esta labor a menudo la descuidamos, nos es mucho más fácil juzgar a los demás y hacernos los entendidos de lo que ocurre. Si nos centramos en la labor interna a realizar y en conseguir que a nuestro alrededor el mundo sea un poco mejor y más feliz ya tenemos suficiente trabajo, por tanto no merece la pena centrarse en cosas materiales y superfluas, ni en errores pasados pues el presente también ha de vivirse y cuanto mejor se viva, menos sufrimiento nos costará en el futuro.