JUN-99 Nº 203 |
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En cambio otras veces cuando alguien nos dice lo que hemos de hacer o realizamos algo que no nos agrada demasiado no ponemos la misma ilusión y esto ocurre porque no hacemos las cosas por convencimiento propio. Cuando las cosas se comprenden, aunque no nos gusten como son, son más fáciles de llevar y se está en mayor predisposición a actuar. De este modo aunque después nos equivoquemos nos será más fácil de rectificar pues sabemos porqué hemos hecho las cosas y en qué se ha cometido el fallo.
Para empezar a caminar lo mejor es tener unos objetivos marcados para que de este modo sigamos un camino lo más recto posible y no vayamos de un lado a otro sin saber adónde vamos a parar, qué es lo que queremos alcanzar.
Para esto es necesario que tengamos un conocimiento de nuestras posibilidades, de lo que podemos y queremos lograr en esta existencia, siendo realistas. Teniendo un objetivo a cumplir podemos dar un poco más de sentido a nuestra vida y así una vez finalizada una etapa podamos decir: "ha merecido la pena vivirla".
Lo que no podemos hacer es limitarnos y ante cualquier prueba que se nos presente pensar que no vamos a poder, pues ya estamos bastante limitados por nuestros defectos, por las circunstancias en las que todo se desenvuelve. ¿Por qué no pensamos de manera inversa? Dejemos a un lado esas ideas que nos impiden seguir y démonos cuenta de que también tenemos unas virtudes, unos valores que poder usar y que también tenemos a nuestro lado al mundo espiritual, en el cual hay espíritus muy evolucionados que están ahí para guiarnos y ayudarnos cuando nosotros lo pidamos de corazón y sea necesario. Ellos no van a hacer nuestro trabajo, pero pueden hacer que las cosas se nos presenten sin tantos obstáculos, nos pueden ayudar a estar más concienciados de lo que realmente tenemos que hacer para así nosotros sacar más fuerza de nuestro interior, a dar ese primer paso que cuesta siempre tanto, en ese avance en el que se tienen que rechazar unas ideas por otras, una percepción del presente u otra.
Hemos de tener presente que los pensamientos, ideas, sentimientos y palabras, son vibraciones y éstas hacen que atraigamos (por afinidad) entidades negativas o positivas. Es decir, la ley de vibración y afinidad indica que según la actitud que cada uno muestre, su forma de comportarse y de pensar atraerá a espíritus desencarnados de un entidad superior u otra. Por lo que si somos pesimistas, si todo lo que realizan los demás no se ve correcto, si no mostramos una actitud de cambio y nos rebelamos ante lo que nos sucede, no podremos rodearnos de espíritus que se encuentran en un plano espiritual evolucionado pues las vibraciones emitidas nos llevan a rodearnos de entidades que nos inducirán a cometer errores, en vez de ayudarnos a avanzar.
Las metas que nos propongamos han de tener una continuidad, y nos será mucho más fácil si éstas se realizan paso a paso, poco a poco; no intentemos llevar todo adelante de una sola vez donde la meta se verá demasiado lejana, tan inalcanzable que la ilusión y empeño decrecerán con el tiempo.
En nuestro camino se nos presentan cada día unas pruebas, las cuales no podemos evitar pues están ahí para nuestro progreso espiritual, no son superiores a nuestras fuerzas, están acorde con nuestro grado de evolución y cada uno posee la fuerza interior suficiente para ejecutar aquello que debemos hacer al igual que realizamos aquello que deseamos hacer.
Depende también de la orientación que cada uno dé a su vida para que se nos planteen unas circunstancias u otras, más o menos obstáculos. Para que cada uno vea las situaciones de una u otra forma, tenga una opinión, depende mucho nuestra actitud y eso lo hemos podido comprobar todos en algún momento de nuestra vida. Simplemente comparando dos momentos en los que la postura adoptada nos ha hecho ver las cosas de diferente forma.
Cada uno somos un espíritu en evolución que tiene que realizar un trabajo, superar unas cosas, rectificar otras,.. por lo que tendremos que pasar una serie de pruebas diferentes a los demás, cada uno debe de poner en marcha unos valores por su evolución espiritual. Es algo que se debe conseguir individualmente, aunque en muchas ocasiones se trabaje en conjunto, pues solos no podremos conseguir grandes metas.
No sabemos hasta dónde hemos de llegar en esta existencia, por lo tanto no somos los que hemos de decidir hasta qué punto hemos de trabajar para rectificar el pasado, para luchar por un presente y para forjar un futuro, es por tanto que no podemos juzgar lo que sucede a nuestro alrededor pues no sabemos el porqué ocurre cada circunstancia. En cambio sí que podemos hacer que el camino de los demás sea más fácil, más llevadero y no podemos dejar de luchar, de esforzarnos pues la vida consiste en dar, exigirnos una renuncia y un sacrificio por colaborar en la formación de un mundo mejor, por el progreso, pues la perfección no está a la vuelta de la esquina y todavía hemos de dar muchos pasos adelante, y rectificar muchos otros.
Esforcémonos por dar en el momento
necesario ese primer paso hacia delante que nos facilitará el camino
hacia un paso posterior en el largo y hermoso trayecto de la evolución
espiritual.