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Cada uno de nosotros durante nuestra vida nos planteamos unas metas materiales a alcanzar y nos esforzamos por conseguirlas, aunque para ello nos tengamos que sacrificar de muchas otras cosas porque es lo que realmente queremos. Pues al igual que nos esforzamos por conseguir nuestros propósitos materiales lo mismo tiene que ocurrir con los espirituales, debemos ser lo suficientemente fuertes para afrontar todas las adversidades, si realmente es eso lo que queremos conseguir, pero no sólo de palabra sino también con el corazón.
Nunca hemos de pensar que no tenemos la fuerza suficiente para alcanzar lo que nos hemos propuesto, pues el Padre a todos sus hijos nos concede la fortaleza para afrontar todas las adversidades y cumplir con un compromiso espiritual. Si alguna vez nos encontramos desvalidos y sin fuerzas, es porque no aprovechamos o no utilizamos esa fortaleza que el Padre nos ha entregado.
Tenemos que tener claro que para conseguir nuestros objetivos espirituales, tendremos que apartar algunos entorpecimientos del camino, uno de los más importantes son nuestros propios defectos. Debemos de comprender que nuestro principal objetivo desde el momento en que encarnamos es erradicar nuestros defectos y hacerlos desaparecer para siempre de nuestro interior, por lo que no podemos dejar que estos nos controlen a nosotros, en vez de nosotros a ellos, pues si no éstos, nos guiarán por el mundo material en vez de por el espiritual, y si esto ocurre no podremos cumplir con las metas espirituales que nos hemos trazado.
Otro entorpecimiento de los que todos podemos ser presa en cualquier momento de descuido es la negatividad del ambiente, puesto que ésta aprovecha cualquier momento de debilidad para entorpecernos y hacernos creer cosas que realmente no son así. Las entidades espirituales negativas actúan haciéndonos creer que no tenemos fuerzas para afrontar las adversidades y para alcanzar aquello que nos hemos trazado. Y también nos hacen pensar que no servimos para lograr aquello que nos hemos propuesto. Todos somos capaces de alcanzar nuestras metas y no debemos dejar que la parte espiritual negativa nos desvíe hacia sus intereses, ni permitir que nos hagan perder la confianza en nosotros mismos, puesto que todos sin excepción somos capaces de obtener aquello que anhelamos. Todo esto lo están haciendo porque dentro de poco ocurrirá el cambio de ciclo en este planeta y ellos no van a tener cabida en él, y antes quieren hacer lo posible por entorpecer a todas aquellas personas que desean guiar sus vidas por el camino del amor y la ayuda a los demás.
Para conseguir nuestros objetivos espirituales debemos establecer una escala de valores y determinar con claridad qué nos beneficia o perjudica. Nos daremos cuenta que nuestra responsabilidad espiritual es lo más importante en nuestras vidas, si es esto lo que realmente deseamos, y que desde luego ninguna cosa material va a suponer un obstáculo para que nosotros consigamos aquello que nos hemos planteado alcanzar, porque verdaderamente el cumplir con nuestras metas espirituales nos aporta mayor riqueza que todo lo material que nos rodea.
Primeramente debemos de tener bien claro que cada uno de nosotros somos espíritus individuales y una vez que desencarnemos vamos a dar cuenta al Padre de nuestras actuaciones, por lo que si dejamos perder la oportunidad de cumplir con nuestras metas los únicos responsables de esa decisión que hemos tomado seremos nosotros mismos.
A lo largo de nuestra existencia podremos encontrar muchos obstáculos pero si realmente sabemos que nuestros fines espirituales son lo que anhelamos obtener por encima de todo, ningún entorpecimiento que se nos pueda interponer en nuestro camino será bastante para interrumpirnos en el camino hacia la consecución de nuestros propósitos. Porque si realmente estamos convencidos de que queremos algo, por medio de nuestra fortaleza, de nuestro propio convencimiento y de la ayuda espiritual, podremos conseguir todo aquello que nos propongamos, siempre que sea positivo. Pues como muy bien dice el refranero: querer es poder, hace más el que quiere que el que puede, la fe mueve montañas... tan sólo es necesario ponerse a trabajar con voluntad y constancia.